Antes de hablar de Romita hay que aclarar que las tiras de prensa eran el Santo Grial de Stan Lee. Bueno, uno de ellos, porque el bueno de Lee se pasó la vida persiguiendo sueños imposibles mientras nos hacía soñar a los demás en el camino.
Muchos repiten la vieja cancioncilla de que Lee era un escritor frustrado que se apañó con el mundo de los cómics. Pero muchos otros vemos en los apuntes de diversas biografías que él siempre amó el medio donde nació su fama. Aunque en ese medio, en los EEUU y para la generación del guionista, si querías triunfar de verdad lo tenías que hacer en las tiras de prensa.
Y si hay algo que siempre quiso Lee era triunfar de verdad. Las tiras, como decíamos, era un anhelo de este hombre orquesta, que probó suerte en los periódicos mucho antes de que los cómics Marvel se hicieran archiconocidos gracias a él. De hecho, se sabe que algunos personajes de aquellos primeros intentos terminaron de secundarios en los tebeos de la editorial.
Sin perder la prensa de vista, por tanto, ni aun cuando por fin la suerte le sonreía, Lee volvería a la carga mucho después y con su personaje más carismático por entonces, en 1970. Aquí entra de una vez nuestro querido John Romita. Aunque Spiderman era un personaje y una serie inevitablemente asociados a Steve Dikto, en aquellos años Romita era el indiscutible titular del trepamuros.
Lee y Romita, pues, prepararon un libreto de 20 páginas en el que imbuyeron la mayor ilusión posible, pero que sin embargo sería rechazado sin piedad por los famosos Syndicates norteamericanos (una especie de agentes entre el artista y los periódicos, que se aseguraban de que las tiras de estos se distribuyeran en el mayor número de cabeceras posible, aunque los convertía en duros propietarios del negocio).
Pero en 1977 la oportunidad les llega a ambos autores, que no habían cejado en su empeño, a través del Register and Tribune Syndicate. A partir de ahí todo es historia, o no tanto, pues, aunque este sueño llegara por fin a su materialización, nunca alcanzaría el nivel de estrellato que pretendía la pareja. En todo caso, volvamos a estas tiras de prensa del Asombroso Spider-Man, pues así serían finalmente bautizadas.
Se nota que el dúo Lee-Romita pone toda la carne en el asador. El escritor admite en alguna entrevista, no sin cierta falta de humildad, que sabía perfectamente lo diferente del medio. Pero que se esforzó a conciencia para encajar dentro del diario continuará, el tipo de lector y la escasez de espacio.
Entre otras cosas nos encontramos a un Peter Parker más maduro, e incluso más agresivo, mucho menos apocopado que el original. El guionista opinaba que la audiencia de los periódicos no eran los muchachetes que pudieran sentirse identificados con uno de los suyos.
Las tramas empezaron tirando la casa por la ventana y con mucha más conexión con la actualidad, aunque sin despreciar que, ante todo, se trataba de una tira de aventuras donde la acción tenía que copar la historia. Tras un fuerte comienzo con una visita de Doom a para dar un discurso en la sede de las Naciones Unidas, la intensidad se perdería en pequeñas tramas tratando de sacar a tantos enemigos clásicos y nuevos de Spidey como sea posible. Pero con el tiempo retoma el pulso y nos ofrece dramones como el de la chantajista o la confesión de la doble personalidad del héroe a su nuevo amor exclusivo de las tiras, Carole.
Por último, es cierto que Lee parece dominar con maestría el arte del cliffhanging (o suspense) en una sola tira, pues, sin dejar de interesar, es capaz de dividir la trama en pequeñas cápsulas con cierto atractivo diario. Un arte que muy pocos dominan y al que se asume casi todo el mérito al dibujante.
Pero es que vaya dibujante.
Yo creo que la cosa necesitaba contexto, pero ya está bien. Si por algo elegí esta obra para homenajear al maestro Romita es porque es una pasada visualmente hablando. Cuando era un mozalbete de 12 años me pillé la edición fórum de esta curiosidad porque me llamaba la atención el encuadernado horizontal y ese sabor añejo del blanco (dejémoslo en beige) y negro. No salí decepcionado.
Al contrario, Romita me atropelló como un camión surgido de tiempos primigenios. Esa fuerza que siempre he admitido en Kirby pero que desgraciadamente ha escapado a mis gustos (podéis apedrearme), aquí me encandiló sin escapatoria. ¡Esos musculacos, esas caras tan rectilíneas como expresivas, ese dominio de la narrativa… ufff! Perdón, recobro la compostura, volvamos a la reseña.
John Romita Sr. (como se le terminaría conociendo debido al también excelente trabajo de su hijo) era a su vez admirador de las tiras de prensa, también vio la oportunidad de triunfar “auténticamente” como profesional y se dejó el pellejo. En alguna entrevista dice que empezó a trabajar los siete días a la semana para poder llevar las tiras mientras seguía con los cómics, y que muchas de estas semanas sin descanso eran copadas al completo sólo en dicho trabajo.
Y se nota. Hay que repetir aquí las mismas cualidades que hemos destacado para Lee, puesto que el dibujante también se adapta al público y al formato.
Por la parte del estilo, mientras que en los cómics Romita confiesa haber estado adaptándose al arte de Dikto (durante los primeros cuatro años nada menos), en las tiras se deja llevar por su propio gusto al fin. Entre otros detalles, el protagonista es musculoso de manera contundente y tiene un claro atractivo en su alter ego de Peter Parker. Ambos puntos contrarios al estilo de su predecesor artístico.
Respecto al formato, tal como apuntábamos, si bien es cierto que el escritor pautó unos ritmos propios del medio con acierto, estos se perderían si no fuera por el talento del artista. Es difícil expresar con palabras algo tan de las tiras como el arte de hacer encajar lo que se cuenta dentro del limitado espacio. Aunque es cierto que hay expertos que nos lo han descrito en esta misma casa con increíble talento y acierto (sirvan de pobre recordatorio las de Adams, Moore, Maning o recientemente esa pasada de artículo sobre Gottfredson).
Tratando de al menos llegar a la suela del zapato de Tristan, puedo citar ejemplos como esa mezcla de texturas, perspectiva y narrativa que suponen la llegada del avión del Dr Doom a Nueva York (el tempo ya estaba precedido por las tiras anteriores, pero el aterrizaje del mismo es ya de traca). O la estampida que provoca el héroe en un estadio en sólo dos viñetas, mostrando la capacidad del autor ante la escasez del espacio.
Y por último, aunque las tramas fueran de Lee, no se puede negar que Romita les añade un punto extra al dotarlas de verosimilitud incluyendo hábiles caricaturas de famosos del momento, entre políticos, presentadores y otras personalidades musicales o del mundo del deporte. Pero no sólo ellos, sino que cualquier personaje es retratado con una delicadeza que rememoraba, con la diferencia que merece, a los grandes maestros de las tiras.
Aquí también hay que adjudicarle un mérito al escritor, aunque fuera el de exigente. Nuestro artista comenta que Lee se mostraba implacable y siempre estaba atosigándole en busca de la perfección; “Quería que fuera tan convincente que a la gente se le salieran los ojos de las órbitas”.
El idilio se mantuvo durante cuatro años, pero finalmente Romita se vio superado por la extenuante labor. Seamos incluso más realistas, el verdadero problema es que la tira no alcanzaba el éxito deseado. Si bien al principio valía la pena darlo todo por un presunto extra monetario equivalente, finalmente el sueldo no era para tanto y casi compensaba justito el esfuerzo.
Si bien el dibujante recibió alabanzas incluso en el extranjero, ya que las tiras no sólo se distribuían en los USA sino que los sindicatos también aprovechaban la venta en otros países, la pela es la pela. Los periódicos locales eran suficientes para mantener solvente la tira, pero la falta de exhibición en la prensa de gran tirada termino por frustrar los planes de Romita.
Un artistazo, en definitiva, que todos recordamos a nuestra manera. Ya sea con esa Mari Jane asomada al marco de la puerta, ya sea con ese Lobezno original… pero sobre todo con SU Spiderman. Un héroe contundente, poderoso, con rasgos hermosos. Con una línea similarmente fuerte, dura y perfilada con exactitud. Con unos encuadres arriesgados sin necesidad de deformar la figura. Con un contraste de claroscuros dignos de la tira de prensa más clásica.
Descanse en paz, maestro.
Deslumbrante. Lo más parecido a embotellar el talento de Romita. Destilar su Spider-Man de imperfecciones. Al menos durante el primer año y medio o así. Pronto empiezan a vislumbrarse ciertas poses salbuscemianas de quien en mi opinión debería haber sido el artista más adecuado para la tira.
Si, es verdad que luego se desinfla. Pero eso, el pobre ya no veía que los beneficios compensaran el esfuerzo
Aqui otro enamorado de estas tiras que coleccionaba por Forum. A una edad similar fue comprarlas por curiosidad y ver ese dibujo y… ufff (y eso que las tramas y ambientación se veian viejunas, pero no importaba con esa delicia de dibujo)
A veces no se puede mantener la compostura.
Ves? jajaja
Carol Jennings era una novia digna de la mejor Gwen o MJ.
Crei que era el único que recordaba al personaje.