La máscara del magnicidio
«He estado en líos desde que nací»
El anuncio de la publicación de Rorschach fue una de las grandes sorpresas que nos dejó el año pasado. Encuadrada en el universo de una de las más grandes creaciones de la historia del cómic americano, con todo lo que ello implica, prometía una investigación clásica y política, de pura tradición estadounidense. Con todos sus elementos a la vista, una vez presentada la trama en sus tres episodios anteriores, la colección afrontaba su momento decisivo en este segundo bloque. ¿Cómo ha resultado ser la experiencia?
En el primero de los tres números tenemos el interrogatorio a un viejo conocido de Laura, el forzudo del circo en el que se abrió camino como artista. Muy cercano a ella en aquellos primeros años como primer testigo conocido de su obsesión con Rorschach. Tom King presenta un guion de una profundidad psicológica tremenda, ahondando en sus mayores virtudes como escritor, tanto en la forma de presentar y disponer de la historia como en lo que respecta al manejo de influencias y referencias principales a la hora de construir sus personajes. Estas se fundamentan en el cine clásico, en el género negro de la década de los cuarenta y cincuenta, principalmente. Por escenario y temática, recuerda a El callejón de las almas perdidas (Nightmare Alley), de 1947, encuadrada de igual modo en un circo, pero también, por supuesto, a El demonio de las armas (Gun crazy), de 1950, en cuanto al argumento y aspecto visual. La Laura de Rorschach es físicamente similar a la Annie de la citada película, como también lo es su vestuario y expresión.
El escritor de Batman acierta al alejar el foco de la investigación principal, añadiendo de ese modo matices al conjunto y permitiendo exportar ideas muy interesantes sobre el mundo Watchmen posterior al incidente de Nueva York. A su vez, propone una reflexión única acerca del efecto que tiene un acontecimiento de tal envergadura en la salud mental de las personas comunes y la proliferación de corrientes de conspiración para explicar lo que no se conoce o comprende a simple vista. Hace dudar acerca de lo que se está viendo. En este sentido, el misterio acerca de la adecuación a la realidad del relato que propone Laura para explicar el mundo resulta fascinante.
Estas virtudes se ven potenciadas por un sobresaliente apartado gráfico. Jorge Fornés se adentra en la sordidez del ambiente circense, en la dualidad entre lo que se ve en escena, con los focos y números del espectáculo, y la soledad en el artista cuando estos terminan. Las expresiones faciales funcionan con acierto para cada momento, algo complicado por la multiplicidad de situaciones y desarrollo en el tiempo de los personajes. Dave Stewart, por su parte, ofrece un trabajo a la altura de su trayectoria, captando los matices de la locura, enfermedad y soledad que acompaña a las escenas. Específicamente, en el momento cumbre del número, bajo la lluvia, con ese verde de pesadilla dominando las viñetas.
Para el quinto capítulo, regresamos a Turley y la faceta más política del relato. Desde que la obra fue anunciada, Tom King ha dado cuenta del efecto de la Administración Trump en su vida, tanto como persona como autor de cómics. En este sentido, Rorschach supone para él un modo de canalizar toda su rabia y frustración como ciudadano de los EEUU. En lugar de recurrir a la parodia fácil del ex Presidente, propone una visión distinta, más interesante. El Gobernador, a diferencia de Trump, es un veterano de guerra y no alguien que evitó hasta en cinco ocasiones combatir. Sí guarda cercanía en cuanto a su zafiedad y carisma particular, algo evidente por la selección de lugar para presentar al personaje. La conversación se contrapone con escenas en retrospectiva, remitiéndonos a una de las creaciones más conflictivas de la obra original: el Comediante.
El dibujante del Anual 4 de Batman continúa en plena sintonía con el guion, adaptándose a nuevos espacios. En esta ocasión, destaca la aportación a la sobriedad del edificio gubernamental, siempre opuesta al ambiente selvático de la guerra. El color de Dave Stewart funciona a la hora de cargar de violencia los segundos, como una explosión vibrante de tonos amarillos y rojos. A su vez, propone una repetición constante de los colores de la bandera estadounidense en las viñetas que desarrollan el encuentro entre Turley y el Investigador.
La reiteración entre trama política y personal de los perpetradores del atentado continua con el sexto número. Recogiendo los fundamentos de la literatura epistolar, propone un juego de dos, de Will y Laura, conociéndose y profundizando en su relación a distancia a través de sus cartas. Esto permite a King plantear las condiciones básicas en las que se encontraban ambos antes de encontrarse en persona, así como acerca de los acontecimientos que llevaron a que el mismo se produjera.
Jorge Fornés vuelve a estar a la altura de la historia, moviéndose con soltura en un contexto complicado, de nuevo, por el gran número de situaciones y escenarios que ha de reflejar. Funciona tanto en las páginas de viñeta única, más espectaculares a primera vista por su impacto inmediato, como en las páginas de 3×3 que hacen acto de presencia en momentos puntuales, con recuerdo a Watchmen. Los colores permiten reflejar la psicología de los personajes, naranja dominante para Will y amarillo para Laura, así como azul vital para el Investigador, en un callejón sin salida en lo que respecta a sus pesquisas.
En conclusión, tenemos una obra lustrada por buenas decisiones. El equipo detrás del tebeo funciona en cada una de sus parcelas, añadiendo matices a un argumento que permite una reflexión mayor de la que parece. Habrá que ver como continúa en números posteriores para poder hacer una valoración global más ajustada y completa.
Lo mejor
• El dibujo de Jorge Fornés.
• La planificación de la obra y el ritmo lento y reflexivo en el desarrollo.
Lo peor
• Al ser un cómic que gana en lectura completa, y no mes a mes, puede alejar a cierto tipo de lector.
JOYA
Guion - 8.5
Dibujo - 9.5
Interés - 9
9
Una miniserie profunda, equilibrada y brillante. Con sobresaliente desempeño en todas sus facetas.
Muchísimas ganas de que acabe y salga por fin en tomo para leerla y disfrutarla.Confíemos en que ECC ponga un precio similar al de Lois Lane y no al de El Reloj del juicio final.
Es un disfrute, y la vez una tortura, leerla en grapa, por el gusto y pq sabe a poco tb.
Yo cada vez que sale una grapa nueva me leo el resto otra vez. Con lo que la primera grapa la he leído ya más de 10 veces jaja. Me encanta.