El arte del homenaje
«¿Qué es esto? Una grabadora y una cinta»
Fue en 1921 cuando se publicó por primera vez la famosa prueba de 10 láminas de Herman Rorschach, en la que el propio autor detallaba el método de su aplicación y de interpretación de las formas de cada una de las manchas. Debido a que se trata de una prueba proyectiva, de interpretación individual y subjetiva, despierta recelos entre algunos profesionales, aunque continúa vigente cien años más tarde como prueba psicológica de referencia. Y es algo que viene a ser similar a lo que ocurre con esta obra.
En la sociedad se trata de una prueba de diagnóstico muy conocida y gracias a Alan Moore trascendió al imaginario común a través de la figura del enigmático Rorschach, personaje de su obra Watchmen, inspirado en Question de Charlton, que fue expresamente diseñado para crear repulsión al lector y acabó siendo el más relevante y querido por los lectores de tan importante obra del noveno arte. Su destino final en la maxiserie es por todos conocido por lo que, al anunciarse una nueva serie limitada de doce entregas, escrita por Tom King, con dibujo patrio de Jorge Fornés, titulada Rorschach, la expectación entre los aficionados fue máxima. Una expectación que se polarizó, como suele ocurrir, siempre que desde la editorial se anuncia un nuevo proyecto que pivote bajo la sobra de Watchmen, bien en forma de precuela o como es el caso, una secuela tardía.
Hemos esperado a su conclusión en nuestro país, aunque le dimos cobertura de forma inicial hasta la sexta entrega, para afrontar la reseña del conjunto del trabajo realizado por el tándem King y Fornés, pues estamos frente a una obra de excelente factura en lo narrativo y en lo visual.
King y Fornés se marcan un objetivo muy claro. Su trabajo debe ser referencial a la obra de Moore y Gibbons, pero debe ser capaz de tener voz propia. Para ello se construye un relato plagado de similitudes y cuajado de homenajes, nada velados, en el que 35 años después de lo narrado en Watchmen, la sociedad americana debe elegir a su nuevo presidente, entre el saliente y el futuro aspirante, que viene a buscar emular las presidenciales en las que Trump se alzó con el poder. Y es durante un mitin del opositor que se produce un intento de asesinato perpetuado por dos tiradores, uno de ellos vestido como el icónico héroe conocido como Rorschach. El atentando es frustrado, pero se inicia una investigación con la que poder esclarecer los hechos.
La premisa es similar a la que pone en marcha los resortes de Watchmen, pues ambas series comienzan con la muerte de alguien. A partir de este punto sigue caminos separados, pero con reflejos más que evidentes que hacen del trabajo de King una experiencia con cierto regusto a la obra madre. El escritor no deja escapar la oportunidad de ir colando guiños constantes, mientras que desarrolla la trama de tal forma que se van desgranando los acontecimientos de forma progresiva en la que el investigador y el lector, comparten de forma simultánea los avances de la investigación. Una investigación que descoloca y es a medida que esta va progresando cuando va tomando sentido. No se trata de que falten datos, sino más a como King sienta las bases de como debe ser mostrada la información.
Esta forma de moverse por la historia puede parecer que penaliza al ritmo, pero en realidad se mantiene constante y fiel a su dinámica inicial. No hablamos de un cómic frenético, sino de uno pausado que se toma su tiempo a la hora de avanzar. Todo queda supeditado a los personajes, a sus motivaciones, a su entramado interno y sus correspondientes pasados.
King explota el formato serial mensual de forma muy elegante, para maximizar una experiencia que debe valorarse como algo positivo y no algo negativo. Puede parecer que cuando salga publicado en tomo la experiencia resultara más placentera, pero la lectura sosegada que exige un número al mes es algo a tener muy en cuenta. La razón es que es un trabajo que se precisa releer y leer cada número dos veces se disfruta, pues hay escondidos muchos más detalles de los que una primera lectura pueden dejar a la vista.
Una de las circunstancias más importantes que se filtran a lo largo de la lectura es sentir como el pueblo norteamericano vive en un estado de estrés postraumático crónico. No se ha superado lo que ocurrió en Nueva York y la sociedad arrastra aún el daño psicológico que causo aquella invasión frustrada y ficticia orquestada por Ozymandias. Esta circunstancia da pie a King a poder analizar el estado ánimo de los protagonistas, definir sus inquietudes, sus motivaciones y sus acciones, así como las decisiones que van a ser determinantes en el devenir de la historia.
Pero todo lo expuesto no sirve de nada si no estuviera apuntalado por el talento de Jorge Fornés, que asume el reto de dar forma a un relato de novela negra, entrando en un juego que comienza desde las mismas portadas. Fornés, inicia el juego visual con el lector desde el exterior del cómic, dando ya pistas de lo que se va a poder leer en ese número, para adentrarse en la historia con una fluidez visual que funciona como un preciso metrónomo. Su estilo, sencillo y directo, es capaz de trasmitir toda la fuerza de la historia gracias a una composición de página brillante, en al que todo parece sacado de una película noir, sin que por ello se vea penalizado el ritmo. No es la primera vez que King y Fornés colaboran, pues ambos se vieron las caras en Batman, pero si se nota que entre ambos hay una sintonía más cercana, más personal y sincera, que acaba por inyectarse en cada página. Páginas, además, que se nutren de su propio estilo narrativo, sin apenas mirar la métrica impuesta por la obra original, jugando más a las necesidades de la historia que a homenaje.
Rorschach es un trabajo muy alejado de aquella explotación nada velada de la obra de Moore y Gibbons que fue Antes de Watchmen. Sin embargo, no está libre de cierto halo de polémica por ser una continuación que viene a comprometer el final de la obra original, en el que todo quedaba abierto para que fuera el lector que le buscara el final que más le agradara. Con esta obra no hay ya duda el respecto. Abierto queda el debate al respecto.
Este trabajo continúa la senda de la explotación de las ideas de Moore y Gibbons, pero lo hace desde la premisa del más puro respeto, intentando añadir algo nuevo a ese particular universo y logrando situarse como un gran relato policiaco con entidad propia. Un cómic sólido y solvente que merece la pena leer.
Lo mejor
• Ser capaz de tener su propio estilo.
• La labor al lápiz de Jorge Fornés.
• Sus elementos referenciales ocultos.
Lo peor
• Nacer bajo la sombra de Watchmen que puede penalizarla para algunos lectores.
• La historia puede funcionar sin la necesidad de formar parte del universo de Watchmen.
Guion - 9
Dibujo - 9
Interés - 9
9
Sobresaliente.
Un ejercicio de novela negra trasladado a las viñetas, gracias a la sólida colaboración entre King y Fornés. Un relato intenso, cargado de simbolismo propio, que es capaz de encontrar su propia voz.
Es obvio que DC comics continúa exprimiendo la obra de Moore para no perder los derechos de la misma y continuar sacando rédito económico. Pero hay muchas formas de explotarla.
King aquí lo ha hecho con respeto e inteligencia. Respeto porque en ningún momento contradice o reescribe el comic original (algo que sí hacía en cierta manera «Doomsday Clock»). E inteligencia porque ha sabido mantener la suficiente distancia respecto a la obra orginal para encontrar su propia voz (algo que no supo hacer «Before the Watchmen»).
Este «Rorschach» es puro noir cargado de referencias políticas, a medio camino entre Raymond Chandler y «Todos los hombres del presidente», con un cierto deje esotério que remite al Stephen King más sutil. Y el trabajo de Fornés es simplemente magistral, más cerca de Alex Toth que de Dave Gibbons, lo cual también demuestra inteligencia por su parte al no repetir la composición 3×3 de Gibbons del original (cosa que si hizó Gary Frank en «Doomsday Clock»).
El resultado final es una obra con empaque y entidad propia, tanto en el apartado argumental y narrativo como en el gráfico, que evoca desde la distancia el «Watchmen» de Alan Moore con un respecto que en ningún momento es reverencial. En definitiva: uno de los mejores comics publicados en este último año.
Habria que plantearse por que Geoff Johns cada vez mas cae en el vicio de homenajear enmendando la plana ademas a otras obras o autores. Pero eso ya seria otra entrada.
En «El reloj del juicio final» lo que peor funciona, con diferencia, son los elementos de Watchmen, especialmente Comediante y Ozymandias, que bordean el fanfiction en una obra teoricamente capital (que ademas por circunstancias no lo fue). Y mas alla de la calidad o simpatia de alguna propuesta de «Before Watchmen» fue una explotacion en toda regla.
Efectivamente King y Fornes (y Bellaire) huyen de todo eso, juegan en ese mundo pero con el siguiente margen temporal de la obra como para marcar sus reglas, encontrar su voz y tener en suma una propuesta con la autonomia necesaria como para existir por si misma y no contradecirse con lo anterior. Que guste o no ya es otro tema.
Saludos!
Personalmente quedé encantado siguiendo la serie mes a mes, con King y Fornés esforzándose en contar una historia con estilo propio, respetando el Watchmen original y manejando muy bien el misterio en cada número (aunque tengo reticencias con el final).
Ahora que se anunció ayer que repetirán dupla con eso de Danger Street no puedo estar más interesado y feliz.
A mi me da miedo las caracterizaciones que pueda hacer de Metsmorfo o Creeper. Pero vamos, compra segura.
Y King sigue con tres-cuatro series al mes… A ver lo que dura!
a mi en lo personal me parecen demasiadas. En primer lugar, tantas obras hacen que no todas tengan la misma calidad, y en segundo, le quita parte de lo especial que tenia King antes, que sacaba una serie al año y eran todas pelotazos, ahora no pasa tanto
«King y Fornés se marcan un objetivo muy claro. Su trabajo debe ser referencial a la obra de Moore y Gibbons, pero debe ser capaz de tener voz propia.»
Pongo esta frase para decir, realmente, que suscribo toda la crítica. Aunque diría que hasta los «contras» me parecen «pros».
Y me ha convencido, y alegrado, ahora que lo veo con perspectiva, haber comprado y disfrutado la grapa mensual. Realmente suele ser mi queja con el método Netflix, todo de golpe, frente al HBO (un capítulo a la semana para asimilar).
Ojalá mucho King y Fornés.