El rotundo éxito a nivel mundial de Dragon Ball sentó las bases para muchos títulos de la demografía shonen que sucedieron a la obra de Toriyama, ya que editores y autores han repetido dicha fórmula hasta la saciedad, en busca de la siguiente gallina de los huevos de oro. Esto ha provocado que mucha gente utilice erróneamente el término shônen para referirse a estas historias y, hastiados de ellas, terminen desechando todas las obras de esta demografía. En realidad, todas estas obras pertenecen al subgénero nekketsu, vocablo utilizado para designar aquellas historias de acción, plagadas de combates y obstáculos, protagonizadas por personajes que normalmente poseen alguna habilidad sobrehumana, son de corazón noble, tienen un objetivo ambicioso y deben recurrir al power-up para derrotar a sus enemigos, los cuales en determinadas ocasiones acaban convirtiéndose en sus aliados, contando con un dibujo más sencillo que el de otros subgéneros.
Sin embargo, el shônen es mucho más amplio y no se ciñe exclusivamente a este tipo de historias. En los últimos tiempos se han publicado en nuestro mercado obras pertenecientes a esta demografía de naturaleza muy distinta a las mencionadas anteriormente, como se trata de Kitaro, Black Jack, A silent voice, To your eternity, Beastars o Nuestra salvaje juventud. La propia Norma Editorial, que publica el manga que hoy nos ocupa, cuenta en su catálogo con obras muy interesantes que se alejan del repetitivo nekketsu, como Death Note o Bakuman, ambas fruto de la colaboración entre OHBA Tsugumi y OBATA Takeshi.
Este es también el caso de Route END, una obra que vio la luz en las páginas de la revista Shônen Jump + de la editorial Shueisha. El protagonista de esta historia es Taji Haruno, un joven cuya madre se suicidó cuando él tenía 10 años y que durante toda su vida ha cargado con la losa de no haber supuesto un motivo de peso para que ella se sobrepusiera a sus problemas y siguiera viviendo. Condicionado por ello, Haruno comenzó a trabajar en una empresa de servicios especiales de limpieza, realizando labores de saneamiento y rehabilitación de escenarios de sangrientos asesinatos o fallecimientos, suicidios y muertes por accidente de personas solitarias cuyos cadáveres pasan un tiempo descomponiéndose, y en consecuencia sus fluidos corporales y hedores invaden las estancias hasta que son encontrados.
En los últimos tres meses se han encontrado varios cadáveres en el vecindario donde vive Haruno. El responsable de ellas es END, un asesino en serie que descuartiza a sus víctimas para escribir su nombre en la escena del crimen, utilizando para ello partes de sus cuerpos y sus órganos. Kôji Tachibana, el jefe de Haruno, decide enviarlo a limpiar el escenario en el que fue encontrada la última víctima de END, mientras que él mismo asume otro encargo. Cuando se dispone a cambiar el suelo de la habitación, Haruno encuentra escondidos los restos óseos de una persona, por lo que avisa a la policía. De esta manera, conoce a la detective Igarashi, encargada de investigar los asesinatos de END, quien, tras interrogar al dueño de la vivienda, averigua que fue el propio Tachibana el encargado de limpiar el mismo piso ocho años atrás.
Para complicar más el misterio, tras estar horas desaparecido, la policía encuentra el cadáver de Tachibana en un apartamento, tras haber sido descuartizado por END. Muy afectado por el fallecimiento de su mentor, Haruno, que ahora es el propietario de la empresa de servicios especiales de limpieza, comienza a investigar por su propia cuenta los asesinatos de END, de forma paralela a la operación dispuesta por la policía, aunque su camino se irá entrelazando con el de los detectives y el del propio END, que realizará inesperadas y medidas apariciones para darnos a conocer sus motivaciones.
El dibujo de Nakagawa es de trazo fino, mantiene cierto carácter abocetado en sus diseños finales y resulta algo discreto, estático y funcional, sin grandes alardes que destaquen, encontrándose totalmente supeditado al desarrollo argumental de la historia. Pese a que la obra se presta a ello, el autor no realiza un tratamiento explícito o macabro de la misma, sino que muestra discretamente los cuerpos descuartizados y se centra en la profundización psicológica de los personajes y el desarrollo de las investigaciones paralelas.
Algo que sorprende en una primera lectura de Route END es el tratamiento natural de la muerte que expone su autor, debido a la constante presencia que esta tiene en las vidas de los protagonistas. Haruno, quien siendo niño encontró el cadáver de su madre tras suicidarse por ahorcamiento, ha orientado su carrera profesional hacia el trato constante con cadáveres en avanzado estado de descomposición, convirtiéndolo en un hecho cotidiano, despojándolo de su impacto. También es llamativa la normalización de la muerte para Yanagime y Katô, trabajadores de la empresa de servicios especiales de limpieza que mantienen relaciones sexuales en cada escenario en el que deben trabajar. Por otra parte, la detective Igarashi trabaja investigando asesinatos y también está acostumbrada al trato directo con la muerte, aunque pronto averiguamos que un acontecimiento de su pasado aún la atormenta. Este hecho supondrá un nexo entre ambos personajes, puesto que Haruno vive en el piso donde un tiempo atrás se suicidó el hermano de Igarashi.
La edición de Norma Editorial es correcta, de tamaño B6 (130×182 mm), en rústica con sobrecubiertas a un precio de 8,50 euros. La historia, ya concluida en Japón, se recoge en 8 volúmenes, en los cuales encontramos al comienzo un resumen del argumento y fichas de los personajes más importantes, así como de las víctimas de END. Se trata de una lectura más que recomendable para quienes disfruten de los thrillers policíacos, presentando una investigación muy bien planificada y desarrollada, una interesante galería de personajes y un acertado uso de la siempre acechante sombra del asesino.
VALORACIÓN GLOBAL
Guión - 8.4
Dibujo - 6.5
Interés - 8
7.6
La vida y la muerte
Route END es un thriller correcto, bien engranado, con una interesante profundización en la psicología de su rica galería de personajes y una visión cotidiana de la muerte. A pesar de no contar con un apartado artístico destacable, su notable desarrollo argumental hacen de este manga una lectura amena e interesante.