Hace poco empecé a leer Reina Roja de Juan Gómez Jurado y en su comienzo descubrí una cita de Alicia a través del espejo, una en la que la Reina de Corazones le explica a Alicia que en su país debes correr si quieres mantenerte en el mismo lugar, y si lo que pretendes es llegar a algún sitio “hay que correr al menos dos veces más rápido”. Esto al parecer sirve para dar nombre a una hipótesis evolutiva, pero creo que sirve perfectamente para ilustrar otro concepto: el de las vidas estancadas. Esas en los que los minutos se hacen eternos y los años pasan en un suspiro, típicamente ubicadas en pequeños pueblos donde creces con pocas expectativas que se hacen menores aún con el nacer de las canas, hasta que lo único que queda son días calcados del anterior, de casa al trabajo y del trabajo a casa con una nube gris encima, en los que lo único distinto son los momentos en los que te preguntas qué habría sido de ti si hubieras corrido, al menos, dos veces más rápido.
Royal City es un cuento sobre las vidas estancadas.
Continuamos con la serie que ha salido triunfadora de nuestro top indie de 2019, con mucha diferencia el mejor top del mundo del cómic y galaxias cercanas. Una obra de Jeff Lemire en la que ejerce como autor completo y que se ha ganado el respeto de crítica y público español desde su llegada a nuestras tierras de la mano de Astiberri. La serie, que ya finalizara en EEUU tras unos breves 14 números, supera su ecuador con esta segunda entrega y queda a la espera de su tercer y último acto, que según los avances que ha presentado la editorial vasca llegará en julio. Una larga espera para poder disfrutar de la conclusión de esta maravillosa obra nominada al Eisner 2018 a la Mejor Serie Nueva y que cautiva con cada página y con cada frase.
Si en el primer arco conocimos a los distintos miembros de la familia Pike y sus frustraciones unidos por la fantasmal figura del difunto Tommy, este segundo volumen titulado como Sonic Youth nos traslada atrás en el tiempo, hasta ese fatídico 1993 en el que el más joven de los Pike perdiera la vida en una desgracia de la que aún no sabemos nada. Con un Tommy taciturno, desubicado y aquejado por unas horribles jaquecas como eje central, Lemire nos lleva de nuevo por un tour que acompaña a todos los personajes y a sus inquietudes en aquellos momentos pretéritos.
Jeff Lemire es un autor atípico. No quiero enrollarme mucho hablando de él, porque ya le he dorado la píldora lo suficiente en las reseñas de Gideon Falls, pero es excepcional cómo un autor que ha llegado tan alto dominando el género superheroico a las mil maravillas y regalándonos historias independientes tan apasionantes, ya sean de ciencia-ficción o de terror, puede encontrar realmente su máximo exponente cuando se limita a escribir historias sobre personas. Personas atadas a un lugar, a un suceso, a un ser querido o a todo ello a la vez. Es un todoterreno capaz de contar cualquier historia, pero su momento favorito es cuando aparca el todoterreno, se sienta en la mesa de una cafetería en medio de la nada norteamericana y observa. Observa a la camarera sonriente pero cansada, con los tobillos hinchados por una jornada de doce horas y un niño que la espera jugando en la calle porque no tiene a nadie que se pueda hacer cargo de él. Observa al camionero parlotear sin parar con quien tiene al lado, tratando de desahogar sus largas horas de soledad al volante de un tráiler cuya única carga sin un destino claro es él mismo. Y en esta ocasión, observa a toda una familia en busca de su destino antes de que la vida les dé el revés más violento de todos.
La magia de este segundo volumen de Royal City es cómo desgrana los dramas de cada uno de sus personajes de una manera totalmente orgánica, insertándote dentro de la familia Pike y empapándote de sus ilusiones y sus miedos. En cierto modo, se podría decir que el tour astral que Tommy realiza con su padre al final de primer tomo es una alegoría del viaje por el que el autor canadiense nos lleva por toda la obra a nosotros mismos. Con ese dibujo tan característico suyo que tanto relaciona ya su lector con el costumbrismo rural y esa narrativa plagada de silencios que hablan a chillidos, Lemire le dedica a cada personaje su espacio y su tiempo, hablándonos de la desolación de renunciar a lo que más queremos en pos de lo que debemos. Un retrato que en este caso gana un valor especial al poder ponerse en contraste lo que los personajes sentían y esperaban en 1993 con lo que ya sabemos que sienten en el presente. Y ahí es donde cobra especial atención el contraste de los jóvenes.
Si El guardián entre el centeno es un retrato de la frustración adolescente que se vuelve irritante una vez has madurado, Sonic Youth es su versión no caduca. Con un foco constante sobre el personaje de Tommy, Lemire consigue proyectar esa desubicación que tanto se experimenta cuando se empieza a dejar de ser niño de una manera totalmente comprensible y con la que poder empatizar a la perfección. Una proyección que usa al difunto Pike como raíl central, pero que no se olvida del resto de hermanos de la familia para hablar tanto de las aspiraciones truncadas como de los cambios de rumbo hacia una vida mejor.
Royal City es una ciudad que esconde muchas historias, y todas ellas están llenas de arrepentimientos y frustraciones en las que te puedes ver reflejado a la perfección. Jeff Lemire es nuestro guía por sus calles, y en cada esquina nos recordará lo fácil que es quedarse atrapado en ellas si no corremos, al menos, dos veces más rápido.
Guion - 9.3
Dibujo - 8
Interés - 9
8.8
Una obra colosal que te cala hasta los huesos.
No tenía idea de esta obra de Lemire
Muy buena reseña, me conecté solo para felicitar, muchas gracias y un saludo!
¡Muchas gracias!