Ruido blanco, de “Luis”

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Portada Ruido blanco, de “Luis”

Edición original: Ruido blanco (Planeta Cómic, 2024)
Guion: “Luis”
Dibujo: “Luis”
Color: “Luis”
Formato: Cartoné. 256 páginas. 25€

Poco ruido y pocas nueces.

Muchas veces la información que dan las editoriales sobre sus cómics les hace un flaco favor generando un estado de opinión previo al lector que no se corresponde con lo que se va a encontrar cuando adquieren su ejemplar. Un perfecto ejemplo es lo que ha hecho Planeta Cómic con Ruido Blanco de “Luis”, autor de Reina Roja Una historia diferente (Ediciones B), un thriller bastante sosito que no se sale de los parámetros más trillados del género, al que han tratado de revestir de forma artificial de un misterio y una originalidad que le hacen un flaco favor a la obra, ya que, por desgracia, para nada se corresponden con lo que nos encontramos en sus páginas. En ellas podemos leer una historia en la que un grupo gubernamental de origen e intenciones desconocidas recluta a las cinco personas más inteligentes de planeta para entrenarlos con el objetivo de enfrentarse, aparentemente, a una organización más misteriosa todavía llamada Ruido Blanco. Pero, como es habitual en los thrillers, la realidad dista mucho de ser lo que parece en un principio.

Viñeta de Ruido blanco, de “Luis”

Una premisa no excesivamente original, pero que cuenta con alguna idea llena de posibilidades que permite albergar la esperanza de que se pueda sacar un buen cómic si se acierta en diferentes elementos hacen de este tipo de historias un éxito como dotar a la trama de giros de guion interesantes y sorprendentes, crear unos personajes que nos den ganas de seguir leyendo para conocer su destino o contar con un apartado gráfico atractivo, por citar solo algunas de las características que acostumbramos a ver en un buen cómic de estos planteamientos como sucede con Planetary, un ejemplo de lo mejor que puede ofrecer este género. Por desgracia, casi ninguna de ellas está presente en la obra de “Luis”, algo de lo que no se puede responsabilizar a la promoción realizada por editorial. En Ruido Blanco nos encontramos con unos personajes planos que no consiguen salirse de su propio arquetipo y que se comportan de una forma poco coherente y toman decisiones que resultan totalmente aleatorias. Las relaciones que se establecen entre ellos surgen de manera espontánea y sin ningún desarrollo previo. Parecen únicamente la excusa para hacer avanzar una historia que lo hace de forma atropellada y repleta de golpes de efecto sin sentido ni pegada. Un conjunto de cosas que provocan que el interés por ver el desenlace de la historia sea mínimo. Una sensación que no aumenta al conocerlo, porque resulta previsible y anticlimático con un malo que siente la absurda necesidad de explicar con todo lujo de detalles su plan como los peores villanos. Un tedioso y sobrexplicado final que cae en el error habitual de presuponer que los lectores no son capaces de seguir la trama hasta ese momento y en el que podemos vislumbrar ecos de Watchmen, pero sin la desesperanza y malicia que le dieron a la vuelta de tuerca final en su obra maestra Alan Moore y Dave Gibbons.

Página de Ruido blanco, de “Luis”

Otras obras con esas lagunas en el guion por lo menos nos ofrecen un apartado gráfico que permiten encontrar otros puntos de interés, pero en este caso tampoco brilla a gran altura ni a nivel narrativo ni en el estilo de dibujo o en el diseño de los personajes. Narrativamente nos encontramos con varias escenas en las que resulta complicado saber qué es lo que está pasando porque el dibujo no es claro y los planos elegidos para algunas viñetas no son los correctos. Además, también hay un problema cuando la obra salta entre las dos tramas paralelas que desarrolla, puesto que en varias ocasiones tardamos en saber que ha sucedido ese cambio ya que no hay ningún elemento gráfico, narrativo o texto que nos lo indique, lo que unido a unos personajes que en muchas ocasiones no son fáciles de distinguir bien unos de otros provocan una sensación de confusión al lector. No sucede con todos los personajes, ya que hay algunos que toman sus rasgos de personas conocidas como el director de cine Koldo Serra, -algo que cuando son personajes importantes en la trama a título individual me saca de la historia por completo-. Otro de los problemas narrativos que vemos en la obra es el abuso de viñetas panorámicas que nos encontramos durante toda la historia, lo que junto a un estilo abocetado y algo impersonal provoca en muchos casos que tengamos la sensación de encontrarnos más ante un storyboard de cine que ante un cómic. Ese estilo poco definido se va volviendo más habitual con el transcurso de las páginas como si cada vez estuvieran dibujadas con más premura, dejando la sensación de encontrarnos con un trabajo que ha quedado a medias o hecho a todo correr.

Ruido blanco es una obra fallida que apuntaba alto, pero que no termina de despegar del todo. Una pena ya que alguno de los planteamientos de “Luis” podrían haber tenido como resultado un thriller correcto y entretenido, pero el resultado es más bien decepcionante. Esperemos que sus próximos trabajos Manga (Fandogamia) y El Palíndromo Imposible (Cartem) luzcan a mejor nivel.

Lo mejor

• Hay alguna idea interesante en la historia, aunque su desarrollo posterior no termina de sacar todo su potencial.

Lo peor

• Las carencias de guion, dibujo y en la construcción de personajes hacen que la obra no acabe de cumplir con las posibilidades que tenía.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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