S.O.U.L.

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1859
 
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Edición original/ España: S.O.U.L. (Zona84 nº 69-75; Toutain, 1990).
Guión: Jaime Vane.
Dibujo: Fernando de Felipe.
Color: Fernando de Felipe (infografía: Jaime Vane).
Formato: Tomo rústica 68 págs.
Precio: 1.200 ptas.

 

Sabemos que la ciencia ficción no habla del futuro sino del presente, apenas enmascarado, ora vestido de esperanza (o sea: vamos en el buen camino) ora como advertencia o lamento (o sea: por aquí vamos mal). Pasa que, claro es, a veces erramos la senda y los peores vaticinios se cumplen: hoy día las obras de George Orwell, en particular 1984, no se leen como ficción de anticipación sino casi como ensayos para comprender el dominio mental y el pensamiento hegemónico, lo que las vuelve aún más terroríficas que en el momento de su aparición en librerías. No obstante, lo frecuente es que la obra diga más de la fecha de su concepción que del futuro donde, un poco arbitrariamente, se ubica.

S.O.U.L. -acrónimo de Search Organization of Unknown Limits, organización criminal de alienantes propósitos, amén de obvia evocación del estilo musical- se inscribe en el pesimismo desencadenado por la revancha neoliberal que sucedió a los movimientos contestatarios de los ’60 y ’70. Por tanto, es hija de la década de los ’80, aunque se publicase en sus postrimerías serializada en la revista Zona84 entre los nº 69-75 (1990) y en álbum en 1991. En 1991 aún no se había entronizado el entretenimiento; la experimentación, la complejidad y el hermetismo eran considerados virtudes (sí, en serio) y los artistas, aún entregados a la ficción de género, arriesgaban en los códigos de la historieta en vez de poner un ojo en la adaptación cinematográfica o, peor, en la maleabilidad transmediática de la franquicia moderna. Quiero decir que Jaime Vane (seudónimo de Vicente Rodríguez Sánchez) y Fernando de Felipe (autor de la magistral El hombre que ríe) eran jóvenes ambiciosos que bebían los vientos de los renovadores del mainstream USA, específicamente las técnicas de fragmentación y dosificación de la información ensayadas por Frank Miller en Ronin, El regreso del Señor de la Noche y Hard Boiled (acompañado aquí por Geoff Darrow), sin hacer ascos a vacas sagradas como Alan Moore o Howard Chaykin. S.O.U.L. es voluntariamente ambiciosa, vocacionalmente poliédrica y convencidamente hermética como lo fuera ese experimento genial de Stray Toasters pergeñado por Bill Sienkiewicz, con la que comparte un tronco de pérdida emocional y ramalazos de Frankenstein ciberpunk; también, y esto pasa mucho cuando los autores miran a una realidad distinta a la suya –S.O.U.L. está ambientada en EE.UU.-, la obra nace extrañamente desfasada, con hilo musical de los años ’50 y ’60 junto a la nota actual de Prince… actual en 1991, quiero decir, año en que la estrella tocó por primera vez en España, pues en abril de 2008, fecha de inicio de la aventura distópica, Prince había dejado de ser el referente que fue.

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Si separamos y reconstruimos las hebras argumentales de S.O.U.L. (es decir, nos abstraemos de la técnica expositiva y los elementos de diseño) convendremos en que son más bien livianas. Al contrario que, por ejemplo, S.O.S. Felicidad, el mosaico elaborado por F. de Felipe y Vane sacrifica el crecimiento de los personajes al impacto de las situaciones en aras de una descarnada crítica social: la desinformación de los medios de comunicación, la segregación racial (apuntalada incluso con imágenes de Martin Luther King), la deshumanización de la sociedad (rayana en el esperpento con unos caricaturescos «mad doctors»), etc. Un fresco angustioso que embota los sentidos con ráfagas de videoclip, emulando el zapping entre canales de tv que en los ’80 era la metáfora del tráfago de la vida moderna pero que en la era de internet y las aplicaciones de móvil resulta encantadoramente vintage. Digámoslo ya: ese presunto caos sería calma en una red social como twitter. En la vida moderna el zapping es lo que uno hace en su casa para descansar.

Pese a todo, estas páginas encierran un importante poder fascinador. F. de Felipe es un fuera de serie, con un pie en Europa (¿sólo yo veo huellas del Tanino Liberatore de Ranxerox o del primer Miguelantxo Prado?) y otro en Norteamérica, sobre todo en esa tradición que escarba en los lugares más enajenados (como esa granja que parece extraída de un fotograma de La matanza de Texas… ¿recuerdan Marketing y Utopía?). Sospechamos que las citas de canciones aluden a Watchmen, por ejemplo, pero con el mismo derecho podemos observar que en Harlem blues (1979) el maestro italiano Guido Crepax salpicaba las páginas con estándares de jazz, igual que Ricardo Barreiro y Oswal hicieron lo propio con el tango en Buenos Aires, las putas y el loco (1980). Y, si nos soltamos el pelo, tampoco nos costará encontrar similitudes entre los cobayas humanos de S.O.U.L. y los apóstoles de la nueva carne del cine de David Cronenberg.

Personalmente, siempre me ha encantado ese momento en que el protagonista, Vyvyan Kaymanun negro con el nombre blanco» para su compañero de habitación- se confiesa ante la efigie de Prince, en un monumento medio derruido consagrado a la memoria del músico. De los paralelismos establecidos (del citado Luther King a Marvin Gaye) deducimos que el cantante de Minneapolis también ha sucumbido a una muerte violenta, a pesar de que el plano se corta para no indicar la fecha del deceso; de lo contrario, en 2008 no habría tenido problema en seguir con su carrera (como así ha sido). La cuestión músico-racial (que más tarde abordarían también James Cameron y Kathryn Bigelow en la apabullante Días extraños) resulta, andando los años, la más convincente y actual, y el mismo Prince compuso hace pocos meses una canción en homenaje al adolescente negro tiroteado por la espalda por un policía blanco de Baltimore. Los autores eligen la letra de «The Cross», tema incluido en el doble Sign «O» the Times, para ilustrar el capítulo sexto (de siete), lo que denota conocimiento y buen gusto.

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En muchos aspectos, S.O.U.L. es una obra juvenil, nacida de la rabia ante la injusticia y las ganas de comerse el mundo, y, como tal, llena de energía e ideas, pero ausente de perspectiva y reflexión; es decir: un grito de desafío en imágenes.

  Edición original/ España: S.O.U.L. (Zona84 nº 69-75; Toutain, 1990). Guión: Jaime Vane. Dibujo: Fernando de Felipe. Color: Fernando de Felipe (infografía: Jaime Vane). Formato: Tomo rústica 68 págs. Precio: 1.200 ptas.   Sabemos que la ciencia ficción no habla del futuro sino del presente, apenas enmascarado, ora vestido de…
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Forager
Forager
Lector
27 octubre, 2015 10:49

Aún conservo los Zonas en que se publicó originalmente. Qué pena, que De Felipe ya no dibuje cómics.

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Lector
27 octubre, 2015 11:15

sí,esta obra mola mucho,pero para mí su gran obra,con diferencia,es su MUSEUM.