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Buenas noches, estimados lectores y lectoras. Se agradece el esfuerzo de que se mantengan con nosotros todavía, pues a este redactor le toca poner el punto y final a la conmemoración. Puede que este #StanLeeZNDay se esté alargando en demasía, pero es que la figura lo merece, sin duda. Nos encontramos ante uno de los autores más influyentes en el cómic norteamericano. Como todo creador, tiene sus luces y sus sombras. En Zona Negativa, hemos decidido que hoy es un momento para centrarse en lo bonito, rememorar el legado indeleble que ha dejado para la posteridad. Por eso celebramos su influencia, en esta nuestra comunidad. Lee era un guionista forjado en la necesidad de unos tiempos convulsos, tirando de rudimentos que pueden parecer desfasados a muchos lectores actuales, ya que se fogueó como autor durante esa era mágica denominada Golden Age, los días en que todo comenzó en el noveno arte americano. Fue un creativo rompedor, pues desde que tuvo el suficiente control sobre su obra, trató de quebrar muchos de los clichés que llevaba arrastrando el medio, además de incorporar elementos tan revolucionarios como el Tiempo Marvel o el concepto de universo compartido. Hubiera sido menos complicado crear argumentos, sin parar, con un montón de personajes pintorescos, que el tratar de interconectar a los integrantes de plantel marvelita. Una absoluta genialidad.
Solo por esto, ya sería una figura digna de alabar. Pero es que ha dejado estampas bellísimas, en forma de diálogos trabajados, en la producción de la Casa de las Ideas, a lo largo de varias décadas. No debemos caer en la trampa de menospreciar su talento, ya que al escritor que alumbró una frase tan apoteósica como “un gran poder, conlleva una gran responsabilidad” debe tenérsele una mínima consideración. Lee fue un trabajador incansable, puesto que tuvo que sufrir en sus carnes una de las primeras crisis del medio, a mediados de los años cincuenta. Eso le dejó como único guionista en Timely y su continuadora, Atlas, primigenios nombres de la compañía de Martin Goodman. Así, es necesario recordar que Stan no era solo el guionista de diez cabeceras mensuales, era el editor y encargado de producción. Sobre sus hombros descansaba las decisiones fundamentales, a nivel editorial. Y de la necesidad, nació el llamado Método Marvel, una forma de trabajar colaborativa entre guionista y dibujante.
Stan Lee pasó de renegar de su propia profesión a convertirse en un icono del medio con la llegada de la Era Marvel de los cómics. No es el momento, ni el lugar, para repasar su larga biografía profesional, pero por los artículos que me han precedido, pueden hacerse una idea de muchas de sus grandes obras. Lo que sí me voy a permitir es hacer un pequeño alegato del porqué he decidido recordar el Sargento Furia y sus Comandos Aulladores en esta jornada tan especial. Y la explicación proviene de las mismas palabras de Stan The Man, que coloca estas tramas entre sus preferidas, de todos los tiempos: “nadie me dice nunca: “genial ¡¡eres el tío que escribió Sgt. Fury and His Howlings Commandos” Y no entiendo por qué. ¿Sabes por qué me toca tanto las narices eso? Porque creo que las historias de Furia y sus Aulladores se cuentan entre las mejores que he escrito nunca, y son parte de los mejores trabajos que Jack Kirby y yo hicimos jamás”. Podríamos poner en tela de juicio tal afirmación, pues parece un intento de vender una de las propiedades menos conocidas de Marvel (cosa que no es necesaria con los 4F, Spiderman, Hulk, Thor, etc…). Por una vez, vamos a darle la razón a esa memoria tan especial del viejo Stan y vamos a quedarnos con su razonamiento. Pero además, añadiremos que fue un tebeo especial por un par más de buenas razones.
Stanley Lieber entró en la Timely de Goodman como chico para todo a inicios de los años cuarenta. De esta manera, se hizo con los rudimentos del negocio. Pero fue llamado a filas, para participar en la II Guerra Mundial, en 1942. Primero en el Cuerpo de Señales y luego en la parte artística del ejército, donde escribía y realizaba posters para subir la moral de la tropa, estuvo implicado en el conflicto hasta su práctico final, en 1945, fecha en la que fue licenciado. Es cierto que Lee no pisó el teatro de guerra, como sus dos compañeros en Sgt. Fury, ya que Jack Kirby se metió en las trincheras hasta lo profundo y Dick Ayers luchó activamente en el Ejército del Aire. Pero sí transitó por su periodo de formación, como obediente recluta, además de seguir las noticias de manera vivida de todo lo que acontecía en el conflicto bélico. Aunque su puesto fuera más bien relajado, Stan Lee se vio tan afectado como cualquiera por el horror de la guerra.
El otro motivo es la rencilla personal que tenía con su jefe, el gran Martin Goodman. Como decimos, hoy es el día de Stan, por lo que vamos a respetar su relato original. No vamos a tener en consideración que en DC Comics, a inicios de los años sesenta, había una línea bélica que le granjeaba pingües beneficios. El caso es que Lee y Goodman tenían sus pequeñas desavenencias cotidianas. Para Martin, el comic-book era un medio menor, al que apenas prestaba consideración. Pensaba que su nicho de compradores eran niños con pocas exigencias, por lo que con un nombre llamativo y una bonita portada lo tenía todo hecho. Esto no gustaba a The Man, que recuerda que retó a su propio Publisher a una curiosa apuesta. Presentaría una colección con un encabezado horroroso, y además con un género alejado de los superhéroes, y aun así conseguiría que se transformara en un éxito. Sobra decir que ese proyecto es el Sargento Furia y Sus Comandos Aulladores, y que el editor logró derrotar al jefe, puesto que se convirtió en una cabecera muy longeva.
Así pues, Stan Lee, Jack Kirby y Dick Ayers ponen en marcha Sgt. Fury en mayo de 1963 (fecha de portada). Se trata de una colección donde seguimos las actividades de un pequeño grupo de reclutas, al mando del encallecido sargento Nick Furia, en plena Europa dominada por los nazis. Las tramas se plantean como un tebeo de aventuras, con algo de trasfondo bélico, faltaría más, pero con un tono muy ligero, debido al Comics Code Autorithy. Los autores eran muy conscientes del enfoque; como ex combatientes sabían muy bien lo desgarradora que podía ser la guerra, por lo que la elección del tipo de argumentos y tramas estaba pensado para el más simple (y a la vez valioso) de los motivos: la diversión, en mayúsculas. Eso no exime que haya momentos dramáticos, muertes y heridas que sufren nuestros protagonistas. Pero piensen en este cómic como una versión sin poderes de la típica producción de Marvel; cambiamos las mallas por los uniformes de batalla.
Si hay algo que ha definido al genio de Lee es que siempre buscó a la persona tras la máscara; el individuo antes que el superhéroe. Gracias a ese esmerado trato, a esa cercanía con el lector, al comprender que seres casi irreales podrían tener los mismos problemas que nosotros, produjo una empatía hacia los mismos, lo que implicaba y mucho al lector. En este caso tenemos a un grupo de soldados, embarcados en misiones casi suicidas, que solventan prácticamente en solitario. Algo que sería de escaso valor si no sufriéramos, riéramos o llorásemos con nuestros protagonistas. Eso fue algo muy importante para el guionista; si esta revista estaba destinada a perdurar, debería basarse en unos personajes con un reconocible trasfondo. Volvamos a las palabras del creador original: “una cosa que era realmente importante para mí fue asegurarme de que tuviéramos un grupo mixto de gente, igual que en el ejército real. Ésta probablemente fuera la primera serie que presentara a un irlandés, un sureño, un judío, un italiano y un negro, por no mencionar, posteriormente, un recién llegado que podría haber sido gay. En cuanto a Furia, para mí encarnaba a todos los suboficiales duros, brutales y encallecidos pero completamente heroicos que había conocido a lo largo de la guerra”. Nada más que añadir señorías o mejor dicho, Nuff Said!!.
Hemos quedado que la sensación que trasciende al espectador es ser una cabecera repleta de aventuras más bien irreales. Pero es imposible para el equipo creativo, al tratarse de un conflicto tan reconocible como la II Guerra Mundial, no incluir algunos elementos bastante verídicos. Aquí es donde Stan vuelve a darnos una nueva lección, con la aparición de caracteres históricos, como Hitler, Herman Goering o Rommel, o algunos detalles menos conocidos, como el sector filonazi en los países aliados (el caso del Lord Ha Ha), la U.S.O. (un servicio pensado para el entretenimiento de la tropas), el Bund (quintacolumnas alemanas en territorio americano) o los díscolos Zoot Suits (vividores ajenos al conflicto). Un conjunto de vivencias que el escritor introduce como pequeños regalos entre aventura y aventura.
Stan Lee podía haberse quedado con esto. Mantener el ritmo endiablado, profundizar en personajes principales e introducir cachitos de historia viva. La cabecera funcionaba a las mil maravillas. Solo había que cuidar esos elementos. Pero The Man no se olvidó de su amado entorno compartido. Pocos guionistas se hubieran preocupado en unir, en un arco cronológico muy concreto, a Reed Richards con la II Guerra Mundial, como combatiente en la conflagración, solo para resaltar una conexión con el Universo Marvel. Casi ninguno se hubiera preocupado de montar una trama con el Barón Zemo, un enemigo de los Vengadores muerto por aquellas fechas. Ni ningún atrevido se habría metido en el jardín de volver a acercar al Capitán América a su concepción original, con su sempiterno Bucky, en un team up con los chicos de Furia. Pero el colmo del atrevimiento fue pasar al buen Nicholas al presente, cimentando sobre él la nueva organización de inteligencia de nuestro entorno superheroico preferido, S.H.I.E.L.D. (su archirrival, el Barón Strucker, pasó a ser cabecilla de Hydra, la contrarréplica de corte autoritario que tanto juego ha dado, a lo largo de los años). Un trabajo excelente, otra muestra más del mimo que mostró Stan Lee con su creación más preciada, el Universo Marvel. Habrá quien ponga en duda su porcentaje de colaboración en tal o cual historia, pero el entorno compartido, la idea de que las viñetas se parecieran al mundo real, en la medida lo posible, pues hablamos de argumentos basados en la fantasía, es un empeño de Stan. Ni a Jack Kirby ni a Steve Ditko jamás les importó un pimiento ese tipo de zarandajas.
Podríamos seguir desgranando argumentos, analizando tramas concretas, recordando la increíble energía que surge del dibujo de Kirby o el empeño que puso Ayers en trasladar elementos del contexto bélico (aviones, tanques, armamento, etc.) pero esa labor ya quedó cubierta en anteriores trabajos de este redactor. Si alguien se encuentra interesado, tienen reseñas más extensas sobre “Siete contra los Nazis” o “¡En las fauces de la muerte!”, los dos Marvel Limited Edition que se han publicado con protagonismo de los Aullladores, en esta misma página. Aquí nos hemos juntado para celebrar el legado de Stan Lee, un creador que nos ha dado tantos momentos de felicidad que su falta todavía pesa en nuestros ánimos. Y para nuestro homenajeado, estos cómics de Furia y sus muchachos eran algo muy especial.
Muy bien, vamos a contagiarnos del espíritu vitalista y tremendamente optimista de Stan. Podemos imaginarlo, fácilmente, ocupando su puesto en el Olimpo del noveno arte. Allí, seguro, ya ha montado su Bullpen particular y tiene a Kirby, a Ditko, a Buscema, a Everett, a Severin y a tantos otros, imaginando las próximas historias a desarrollar, puesto que el espectáculo nunca puede detenerse. Si acaso, descansar para tocar un rato la ocarina, pero nunca parar; es lo que tiene ser un contador de historias consumado. Aquí, en nuestra realidad terrena, nos consolamos repasando su larga y fructífera carrera. Vaya una vida, Stan. Venga, una última vez………
Sargento Furia
Guion - 7
Dibujo - 7
Interés - 6.6
6.9
Valoración Global
Acción, adrenalina, tensión pura en un cómic de aventuras con el consabido trasfondo bélico. Una muestra del buen hacer de Lee, Kirby y Ayers que solo nos puede traer más que toneladas de diversión
Siempre me ha gustado esa anécdota de la apuesta de Lee a Goldman. Como siempre me gustan estos artículos que contagian el entusiasmo por los cómics de los que se trata.
Excélsior. DEP Stan.
Gracias amigo Dynamo, por su comentario. Stan siempre tenía ese tipo de anécdotas. Era un contador de historias nato. Mi preferida, sin duda, es aquella de su mujer convenciendole de hacer los 4F. El UM no podía tener una forma más poética de comenzar que esa.
Saludos!
Muy buen homenaje a Stan Lee, y un buen ejemplo para glosar su obra: un trabajo sencillo, ‘pequeño’, no tan exhaustivamente analizado como las series más exitosas, y en donde se pueden apreciar bien sus aportaciones.
Me gusta también que el texto sea tan ecuánime, algo que tiene un mérito especial viniendo de un admirador declarado y entusiasta de Kirby y su obra.
Gratitud por sus palabras, Imparcial. Un trabajo sencillo, que no simple, que sirve para el más noble de los fines, entretener.
Y sí, soy un fan declarado del Rey. Pero eso no quita para que le recocozca sus muchos méritos a Stan. No hay contradiccion intrínseca en las dos afirmaciones.
Saludos!!
Una vez acabados de leer todos los artículos/reseñas en recuerdo de Stan Lee y su obra, solo queda felicitaros por el estupendo trabajo que habéis realizado los redactores de ZN con tan poco tiempo de reacción.
Y me vas a permitir, Arturo, que felicite especialmente a Juan Iglesia Gutierrez por su artículo «Stan Lee – El autor» que me ha parecido excelso, creo que aquí estaría más que bien usado el palabro. Considero que pone los puntos sobre las ies, como se suele decir, y eso en el caso del Yayo y las eternas polémicas que lo envolvieron, y lo envolverán siempre, no es nada fácil. En cualquier caso, decir que yo estoy muy de acuerdo con su punto de vista sobre esa historia.
Y como curiosidad, citar también el trabajo de Jordi T. «Cuando S.L. quiso ser mangaka» de lo que yo no tenía ni idea. Y, hombre, siendo sincero, no me interesa excesivamente ese material, pero me ha resultado muy curioso y me ha provocado más de una sonrisa su lectura y el video de la peli, con el bueno de Stan comentando el invento con toda la ilusión del mundo. Verdaderamente, un fenómeno el Yayo.
Lo dicho, enhorabuena a todos.
Rockeros saludos
– – DEP Stan Lee – –
Poco que añadir. Salvo felicitarle por su homenaje, sr. Porras. Y unirme al luto. DEP The Man.
Agradecerles, Baldi y Mimico sus últimos comentarios.
Es indudable que la muerte de un mito como Stan ha causado impacto en la redacción. Creo que quedó un día muy emotivo y que los redactores que participamos tratamos de homenajear de la mejor forma posible su legado. Complicado, ante la magnitud de la figura. DEP The Man.
Un abrazo compañeros!.!!