Edición original: Scars #1-6 (Avatar Press, 2002-03).
Guión: Warren Ellis.
Dibujo: Jacen Burrows.
Color: B/N.
Formato: comic book 32 págs.
Precio: $3’95 c/u.
Uno supondría a estas alturas que un escritor como Warren Ellis tendría en España un nutrido grupo de seguidores y, por tanto, un equipo de editores entusiasmados por ofrecerles cada entrega que saliera de su enfermiza -y, sin embargo, tán lúcida- imaginación, pero la realidad muestra otra cosa: en nuestro mercado faltan trabajos de cierta enjundia, como Orbiter (junto a Collen Doran) o Crécy (ilustrado por Raulo Cáceres), pero sobre todo varios de esos que transitan las aceras más oscuras del alma como City of Silence, Gravel, El vampiro de Sussex (adaptación del relato homónimo de Sir Arthur Conan Doyle) o este Scars, dibujada por Jacen Burrows y publicada entre 2002 y 2003 como serie de seis números por la editorial Avatar Press.
Sinopsis: El detective John Cain, de Homicidios, es requerido para investigar el asesinato de una niña de once años, Tiffany Payne, cuyos restos aparecen repartidos en tres cajas. La brutalidad del crimen despierta ecos dolorosos de su pasado cercano, aún sin cicatrizar. Ante los padres de la víctima John Cain hace una promesa: encontrará al culpable y se lo hará pagar, cueste lo que cueste.
Scars es un policíaco al límite, de esos que apasionan a Ellis, impregnando muchas de sus obras (a veces mezclado con otros componentes: la ciencia ficción en Tales of the Witchblade: la historia de Selena; el horror en Strage Kiss y sus secuelas), del que tal vez su exponente más logrado sea Fell, casos adictivos en 16 páginas junto al dibujante Ben Templesmith. Casi todos sus investigadores tienen un algo (o un mucho) de John Constantine, el mago urbano creado por Alan Moore a propuesta de los dibujantes Stephen Bissette y John Totleben, y John Cain -sin relación con las fuerzas ocultas pese a tan bíblico apellido- no es una excepción, tanto en su aspecto como en su carácter obsesivo e irascible, incluyendo la sombra de un pasado que le persigue. Ellis confiesa en el cómic que buscaba remover conciencias, salir de la zona de confort con una atrocidad tan abominable que nos asustara realmente, que nos hiciera sentir que de verdad hay monstruos ahí fuera y que el mundo puede volverse aterrador e insoportable en un abrir y cerrar de ojos. Para ello, fantaseó con la muerte de su propia hija a manos de un psicópata. Sé cómo suena lo que acabo de escribir.
Ellis está verdaderamente cerca de conseguir su objetivo. El primer capítulo es una pieza fascinante de dolor y monstruosidad, en la que es difícil no sentirse zarandeado por sentimientos que bailan entre la piedad y la repulsión. Alguna secuencia cuestionable (la discusión en los baños de la comisaría) no empaña la fuerza del conjunto. Ni siquiera la rigidez del trazo de Burrows, más frío aquí aún si cabe en la combinación entre inexperiencia y tramados de gris, desvirtúa la historia; estoy por conceder, incluso, que el tipo tiene un talento innato para retratar locuras que se nos quedan muy dentro, con independencia de la valoración general que nos merezca su trabajo, y a sus páginas de Crossed, la serie de Garth Ennis, me remito.
Luego pasa que Ellis se traiciona. Hay una emoción real en esos inicios, pero el desarrollo se vuelve, poco a poco, demasiado peliculero. Sin desmerecer las semejanzas con la serie Burke (creación de Andrew Vachss), Ellis parece obsesionado con remedar Seven, la cinta de David Fincher, cayendo en la mayoría de situaciones que ya eran tópicas cuando las protagonizaron Morgan Freeman y Brad Pitt hace 20 años. Para el capítulo final las coordenadas iniciales han caído en el olvido. El desenlace cuadraría perfectamente en la Sin City de Frank Miller… si Miller no lo hubiera hecho ya, poco más o menos, en Ese cobarde bastardo.
El relato funciona muy bien en torno a la víctima y sus familiares y amigos. La caída de interés se produce en el «descenso a los infiernos» del policía, un poco porque esta historia nos la han contado antes y mejor, y otro poco porque el propio Ellis toma atajos en la investigación del caso, como si le aburrieran las pesquisas, sin darse cuenta de que para que haya «descenso a los infiernos» no solo tiene que haber «infiernos» sino una senda que, progresivamente, se interne en los abismos. Página a página, empiezan a pesar decisiones como no saber qué diablos hacer con la forense del caso o no haber profundizado en la relación de Cain con su compañero policía, que aparece y desaparece de escena caprichosamente.
El apartado gráfico tiene ese tono amateur característico de las producciones de Avatar. En el caso de Burrows se comprende pronto que es debido a la ausencia de sombras y fuentes de luz, incluso más que al envaramiento de los personajes. Se busca una narrativa clara, inequívocamente visual, que evidencia una cierta planicie en sus recursos, con la cámara pegada a los personajes, sin demasiadas florituras, plano y contraplano constante, algún picado para acentuar el dramatismo. Con todo, esta atonía estética cuadra con el espíritu de la historia y, como se ha dicho, Burrows tiene talento para conjurar imágenes de pesadilla.
Al final, pese a sus méritos, Scars deja un poso de decepción, porque apuntaba mucho más alto. Una obra menor de Ellis que, por sorpresa, contiene algunas de las foto-fijas más desgarradoras de su producción.
Esto lo leí hace tiempo. No me acuerdo de mucho, pero recuerdo que a) daba realmente mal rollo y b) tuve también esa impresión de que a Ellis le aburría/estaba desinteresado con el tramo intermedio de investigación y fue directamente al final.
No es precisamente una gran obra, pero en comparación con otras cosas que he ojeado de Avatar…
Jacen Burrows, un dibujante francamente limitado, por no decir muy malo… pero que el grueso de su carrera ha estado al servicio de Ellis, Ennis y Moore.
El tío no se puede quejar, la verdad.
Pues no conocía este título de Avatar. Aunque no creo que lo vea editado por aquí pronto, tras el cierre de EDT. En cuanto a la obra en sí, parece que es como Avatar Press en general, algún trabajo «menor» de grandes guionistas con dibujantes cumplidores y poco más, que muestran algún concepto interesante pero que suele acabar tirando hacia el gore. Dicho esto, sabiendo cuales son las expectativas de los cómics que publica, yo he disfrutado de varios títulos entretenidos, eso sí ningún nuevo Watchmen, Planetary o Predicador, claro.
En cuanto a Burrows, llamadme defensor de causas perdidas, pero yo no lo veo tan malo. Cumplidor, un poco justito pero tampoco horrible (he visto peores dibujantes en la propia Avatar o en editoriales más grandes. De hecho es el dibujante estrella de la editorial, lo que dice bastante de lo que se puede esperar uno del nivel gráfico de sus series.