Sebastian O (Biblioteca Grant Morrison)

Edición original: Sebastian O USA (DC Comics, 1993)
Edición nacional/España: Sebastian O Biblioteca Morrison. ECC Ediciones, 2022
Guion: Grant Morrison
Dibujo: Steven Yeowell
Color: Tajana Wood
Traducción: Jaime Valero Martínez
Formato: Cartoné 88 págs. A color.15,50€

Los ricos del futuro pasado

«El dandy tiene una ventaja sobre el hombre común»

En 1993, en compañía de Steve Yeowell, Grant Morrison publicó Sebastian O para el sello Vertigo. Una obra enterrada en una bibliografía plagada de maravillas que contribuyeron a una de las mayores revoluciones que ha vivido el medio del cómic. Pero un gran tebeo, a pesar de ello.

Las desventuras de un dandy desfasado, Sebastian O, a vuelta de todo en una Inglaterra inventada, que combina lo más rancio de la época Victoriana y lo más ingenuo de la ciencia ficción de los noventa.

Como consecuencia de que se haya estabilizado la propuesta de Biblioteca Morrison en las novedades de ECC, con sus obras principales ya publicadas, podemos disfrutar de una nueva edición de sus consideradas menores.

Vanidoso, amoral e inteligente con un punto de arrogancia que transforma cada palabra que pronuncia en un reto para aquel con el que está hablando. Así es el protagonista. Morrison construye un personaje magnético para el lector. Con cada aparición, va desarrollando nuevas aportaciones al mito. Primero, como bien toma de la tradición literaria del Reino Unido y los grandes autores de teatro como William Shakespeare, con inspiración de Grecia y Roma, a partir de un diálogo de terceros.

Con estilo, da un aire de misterio alrededor de su figura, de protagonista que está por encima del bien y el mal, y que siembra de tragedia a aquellos que se cruzan en su camino. Las divagaciones de dos guardias sirven para sentar las bases de lo que está por venir y completan una de las mejores aportaciones de autor a la obra.

Después, le sitúa en el centro de la narración, para provocar su sexualidad y erotismo, en contraposición con el ambiente formal que había gobernado el tebeo hasta entonces. Y es cuando empieza su cruzada de venganza y expiación.

Tiene mucho que ver con lo poderoso de un personaje que sientes fuera de su contexto social e histórico en todo momento. Como el Barry Lyndon de Stanley Kubrick, pero todavía más atractivo. También recuerda al Constantine, de su breve relato para Hellblazer con David Lloyd, que había publicado tres años antes.

Un héroe para Rimbaud, un malvado hedonista que explota su lado salvaje aprovechando su carisma y dinero. Con ínfulas, ridículo como solo un rico de generaciones puede serlo sin perder ni un ápice de orgullo ante el resto.

Como demuestra en la escena de las cloacas del segundo número, también es un personaje brutal, violento y excesivo en las formas. Y elitista, tremendamente consciente de su superioridad tanto mental como económica con respecto del resto de mortales.

El resto de secundarios son, de igual modo, exagerados hasta el límite. Tanto en el modo de expresarse y demostrar su carácter nostálgico (como la compañía del intermedio) como en el dibujo. Las ropas son parte de la personalidad última del tebeo, el modo de convertir lo rutinario en distinto. También vemos bufones y sirvientes sexualizados que dan toques de irrealidad a lo que se cuentan que funcionan a la perfección.

El trabajo de Yeowell es correcto. Sin soportar muchos de los vicios de su tiempo, con pocos errores a destacar, pero aburrido en cuanto a estilo e incapaz a la hora de atribuir a la historia su personalidad y propio sello.

Es funcional, sin salirse de una línea evidente. También sufre en los momentos más explosivos de la acción, por su enfoque estático, que dificulta el ritmo de lo que se está contando. Hay poco que no sea de Morrison en su protagonista, le falta mucho de detalle y talento en la construcción de su apariencia y características físicas.

Tampoco se vuelca en lo formal del tebeo, sin complejidad en cuanto a la disposición de la historia desde la división en viñetas.

A pesar de ello, tiene composiciones muy interesantes en el espacio particular que tiene la obra. Lo moderno de la tecnología que se aspiraba tener en el futuro que ahora es presente es, por momentos, original en el dibujo. Tiene, además, con la distancia del tiempo, un interés para el lector actual. En sus mejores páginas, sabe transmitir muy bien lo gris que resulta siempre un mundo de palacios tristes y gente privilegiada, en la literatura.

También apreciar el ambiente decadente del pasado ilustre del Reino Unido. Un retrato complejo de personas sin mucho que hacer más que soportar a los ricos de ocasión, agotando las horas de su jornada laboral para irse cuanto antes a ver un buen combate de wrestling.

El trabajo de Morrison es, de igual modo, ciertamente inocente en el cómputo global. Sabe ser brillante y alimentar su ego con un personaje que adora y sirve para desarrollar muchas de sus inquietudes artísticas y personales. Pero termina por ser irregular en el camino al final, en un relato que se agota cuando su protagonista pierde su impacto inicial, para una aventura que queda subsumida por su estilo.

Con todas sus virtudes y defectos, es un cómic notable, que permite al lector entender y estudiar mejor la obra de Morrison, en el momento en el que está fue publicada y con todo lo que ha venido después. Perfecta oportunidad, por ello, para volverse a encontrar con el malo de Sebastian o verle por primera vez, en esta Biblioteca que, esperemos, continúe dándonos buenos momentos y reediciones.

Lo mejor

• La construcción del personaje por parte de Morrison.
• Los diálogos y las referencias de las que dispone.
• La combinación de estilos.

Lo peor

• El dibujo de Yeowell, que sin ser insuficiente, sí peca de falta de ambición.