Hablar del segundo número de Secret Wars es hablar exactamente del verdadero inicio de la miniserie. Sí, soy consciente de que yo mismo reseñé el primer número de la edición española y dije que era un comienzo perfecto, incluso para los lectores que nunca antes se habían acercado a las páginas de un cómic Marvel, pero las cosas como son: este segundo número tiene en el lector una sensación que quiero pensar que sintieron aquellos que pudieron disfrutar de la edición original de las Secret Wars de los años ochenta. Y tenemos un grave problema ya cuando vamos a la estantería a recoger nuestro ejemplar: ¿qué portada cogemos? Panini sigue editando dos portadas diferentes, la de
Y es que cuando abrimos este segundo número nos encontramos con un mundo del que, en teoría, no sabemos nada, pero que resulta asombrosamente familiar. Y digo que no sabemos nada de este mundo en teoría porque en realidad ninguna de las series que han acompañado al primer número en España, ya sea El Ascenso de Attilan, El Guantelete del Infinito, El Viejo Logan o Fuerza-V, han acompañado a que se desconozca el nombre y el regente de la nueva realidad Marvel. Mundo de Batalla se presenta ante los lectores en este segundo número en toda su extensión, y no sólo eso, si no también una nueva jerarquía mundial que serán los encargados de controlar los diferentes dominios que lo componen, según las leyes de su todopoderoso creador. Pero no adelantemos acontecimientos.
Desde hace meses, allá cuando se anunció esta espectacular miniserie, era de dominio público que los guardianes de la seguridad en todo Mundo de Batalla, los policías superpoderosos que harían frente a las infracciones de los diferentes dominios, serían un ejército de Thors, y en las primeras páginas de este segundo número asistimos al nombramiento de un nuevo miembro de este cuerpo de élite. Es este joven Thor, procedente de Nueva Albión, el que nos sirve para conocer los inicios de Mundo de Batalla y su estructura social, asiste perplejo a un enfrentamiento entre dos Barones para ver a quién le corresponde la verdad y nos envía al Escudo para conocer qué es lo que ocurre más allá de sus anaranjados muros de piedra, un dato que puede parecer inocuo, pero que muy posiblemente tenga alguna trascendencia, igual que la tiene el sol que alumbra Mundo de Batalla, aunque esto ya lo comentaremos en el momento que sea oportuno.
Este segundo número es una presentación perfecta de un mundo fantástico en el que se pueden ver un buen número de restos de realidades alternativas que han sido rescatadas por aquel que se enfrentó a los Todopoderosos y salió victorioso. Hablamos claramente de Victor Von Muerte, el nuevo dios, rey y señor de todo lo que existe, que ha conseguido salvar de la destrucción a un buen número de habitantes de unas pocas realidades alternativas de todo el Multiverso para demostrar ante todos que en realidad es un buen tipo. Y que no hay nadie más poderoso que Muerte, así que quizás debamos añadirle a su voluntad mesiánica un ligero toque de megalomanía.
La Fundación, el equipo científico de Muerte en Mundo de Batalla, alerta a su líder, Valeria, de un hallazgo que dejará a todos perplejos. Al otro lado del suelo que hollan los súbditos de Muerte, junto a los restos de unos cuantos héroes como el Hombre Gigante, se encuentra una estructura metálica que todos vimos en el primer número: la Balsa ha conseguido llegar sana y salva después de la destrucción completa de todo el Multiverso, aunque no se detectan formas de vida en su interior y hasta la última página no saldrán a la luz aquellos que duermen en su interior. Una pequeña sorpresa para ir dando sabor a la trama.
Un lector que haya podido disfrutar de las Secret Wars originales puede continuar buscando los diferentes paralelismos en esta nueva miniserie. El más evidente de todos ellos es la presencia de Muerte como el mayor y más poderoso miembro del reparto, sobre todo tras haber derrotado no sólo a uno, si no a la totalidad de los Todopoderosos que se encontraban más allá de toda existencia. La Balsa es una más, gracias a su diseño que sale directamente del que utilizó el Todopoderoso para llevar al Mundo de Batalla original a los héroes y villanos que se enfrentarían para su entretenimiento. El haber seleccionado los restos de realidades alternativas para crear el nuevo mundo que Muerte gobierna desde su trono es otro homenaje a la serie original y a las diferentes secciones de planetas del Universo 616 que formaban el Mundo de Batalla de los años ochenta.
La historia también muestra un elemento que muchos aficionados a la fantasía podrán reconocer, y es una sociedad feudal en la que los Barones deberán rendir pleitesía ante el rey que consiguió unirlos a todos bajo su poderoso puño de hierro, con juicios por combate que demostrarán de qué parte se encuentran la Justicia y la Verdad, y cuyas leyes deberán ser cumplidas con el riesgo de ser enviados al Escudo, para enfrentarse a las abominaciones que se encuentran más allá. Toda la narración de este número tiene un ligero sabor a Canción de Hielo y Fuego en su interior, algo que consigue hacer que los lectores se sientan más cómodos a la hora de adentrarse en el nuevo Mundo de Batalla.
un número muy,muy,chulo.las cosas como son.
un siniestro bastante molón,y un muerte que resulta perturbador(que aprenda bendis,y su muerte-cabra).
Alrededor de Muerte girará toda la trama, sin ninguna duda. Y sí, Mr. Siniestro es un verdadero lujo en este número.
El dibujo es una obra de arte.
Quizás por eso los retrasos de la serie en Estados Unidos, pero la espera merece la pena