La fuerza de la voluntad.
La introducción de nuevos personajes y nuevos conceptos en una franquicia como la de Green Lantern es algo que se ha hecho a lo largo de su andadura en numerosas ocasiones. Desde la famosa impureza amarilla, más tarde eliminada, el espectro emocional, armas ligadas a la energía verde pero no vinculadas a un anillo… la llegada de John Stewart, Kyle Rayner, Guy Gardner, Simon Baz, Jessica Cruz… un selecto club al que se ha unido Sojourner Mullein, creación de N.K. Jemisin y Jamal Campbell para su trabajo, dentro del sello Young Animal de DC Comics, Sector Lejano.
Jemisin es uno de los valores más relevantes del género fantástico y de ciencia ficción de la actualidad. Su carrera está plagada de éxitos de crítica y ventas, habiendo ganado los prestigiosos premios Hugo, Locus y Nébula, por novelas como El portal de los obeliscos, La quinta estación o el cielo de Piedra (con la que hizo triplete al ganar los tres premios mencionados en la categoría de mejor novela de fantasía), entre otros trabajos de idéntica calidad. Su pluma se muestra certera, incisiva, reivindicativa, creando mundos complejos con personajes tridimensionales capaces de fascinar al lector, desde una perspectiva global e inmersiva de una prosa elegantemente construida.
Y ahora da el salto al noveno arte para conformar un relato que aúna ciencia ficción con el género policiaco (tan adscrito al concepto de los Green Lantern), en el que crea a la citada Sojourner Mullein, para lanzarla en un periplo de 12 números en el que deberá hacer frente al primer asesinato en 500 años de una sociedad en la que conviven tres razas alienígenas distintas, con una población total de cerca de 20.000 millones. Y si todo ello no fuera suficiente, ha de lidiar con su aislamiento del cuerpo de Green Lanterns, las particularidades de su anillo y entender y asimilar las costumbres de tres razas muy alejadas socialmente las unas de las otras.
Jemisin construye un relato sólido que permite que su protagonista fascine desde el primer momento. Todo en realidad gira alrededor de Mullein, mientras los acontecimientos van siendo minuciosamente detallados a medida que la historia fluye. La Green Lantern muestra pronto un carácter luchador, intenso, de marcada rebeldía contra los actos injustos y una voluntad monolítica a prueba de todo. Y tras esto también hay espacio para mostrar sus emociones, sus intereses afectivos, su sensación de aislamiento y soledad y la necesidad que tiene por integrarse en una sociedad que parece muy ajena a la de la Tierra. La conjunción de todos estos aspectos es lo que dota a Mullein de una tridimensionalidad muy potente desde la primera página, pues no estamos frente a la heroína prototípica, sino ante una protagonista muy humana, que es el espejo contra el que se mira una sociedad donde se han desterrado las emociones.
Emociones que juegan un papel fundamental en la trama puesto que mientras las tres razas condenan su existencia en Mullein, esgrimiendo las virtudes de no mostrar dichas emociones por ser un ancla para la felicidad y el desarrollo. En contra existe una “droga” capaz de hacer sentir de nuevo a aquellos que a toman, lo que le permite a Jemisin poner sobre la mesa el eterno debate sobre si las emociones son una necesidad en toda sociedad o por el contrario la esclavizan.
Apenas hay discusión abierta, pero si está presente todo momento cuando los personajes interaccionan entre ellos a lo largo de los acontecimientos que se desarrollan en la miniserie. En ese sentido, Jemisin, ni busca reeducar al lector, ni planta ideas propias, sino que se abre el debate que sirve para el devenir de la historia y deja abierta la puerta al lector para que sea el mismo el que decida hasta donde desea llegar con la lectura.
La conjunción subyacente a la resolución del asesinato pronto comienza a carecer de interés, en lo que podría llamarse efecto Twin Peaks, donde los personajes llegan a fagocitarlo todo por poseer una construcción muy sólida, tal y como ocurría en la serie de televisión de los años 90, en el que el asesinato de Laura Palmer parecía más una excusa con la que poder sacar a relucir los trapos sucios de la población de tan idílico pueblo del norte de los Estados Unidos.
Este desequilibrio entre personajes y trama pronto comienza lastrar a la historia que no encuentra un ritmo narrativo fluido, constándole encontrar su propia voz, con números muy intensos, alternados con entregas que poco aportan ni al conjunto ni a los personajes. Es necesario entender esto como la necesidad de que haya números que lo apuesten todo por el desarrollo de los personajes y otros que lo hagan por la propia trama, algo que es inevitable, pues tanto en lo primeros como en los segundos siempre ocurre algo de suma importancia y sería un error apostarlo todo a la trama como el único vehículo válido para que todo funcione de manera orgánica. Unido a este factor nos encontramos con multitud de conceptos nuevos, de ese mundo en el que conviven las tres sociedades, que se incrustan de manera algo apresurada, sin apenas espacio para poder respirar y asentarse de forma más natural en el lector. Es más, un problema de espacio que de narración, pues Jemisin en ese sentido si logra poner todas las piezas en su sitio, pero algo apretujadas debido a la extensión de 12 números.
A esa irregularidad se le suma el problema del dibujo. Jamal Campbell, al que le podemos encontrar también en la serie limitada escrita por Brian Michael Bendis, Naomi (con serie de TV en HBO Max actualmente), realiza un trabajo completo, pues también se encarga de aplicar el color, para sobresalir en las escenas de diálogos, con un medido tempo y planos que permiten seguir en cada momento lo que sucede, para perderse en los momentos de acción. Unos momentos que resultan caóticos en sucesiones de viñetas que apenas permiten percibir lo que ocurre, teniendo que recurrir a la interpretación supuesta de lo que se quiere contar en ese momento. El efecto se ve muy afectado, también, por el color que aplica, que se siente muy artificial, por mucho que estemos en un mundo alienígena y la paleta de colores pueda ser más eléctrica. Lo que sin duda es necesario aplaudir el es ejercicio de diseño que se marca Campbell y que en la edición de ECC se añaden como extras, siendo todo un valor añadido que se disfruta de principio a fin.
En definitiva, estamos frente a una obra muy interesante, con un dibujo errático, a la que le cuesta encontrar su propia voz, que es fagocitada por una protagonista de enorme carisma, pero que se ve atrapada por el espacio encorsetado del que dispone. Eso hace que todo fluya de manera poco dinámica, con demasiadas irregularidades, que lastran el buen sabor que podría haber dejado un trabajo con más espacio para respirar y desarrollar lo que Jemisin crea de la nada.
Lo mejor
• Su protagonista.
• La caracterización.
• Los diseños y el mundo que se construye de la nada.
Lo peor
• Un dibujo confuso.
• Un trabajo encorsetado con problemas de ritmo.
Guion - 7
Dibujo - 6
Interés - 8.5
7.2
Mullein tiene futuro.
Un trabajo brillante en la caracterización, que desarrolla de cero multitud de conceptos nuevos y que fascina por su protagonista, pero que tiene problemas de ritmo y desarrollo por su encapsulamiento en 12 números. Una lástima que el dibujo no este a la altura des despliegue de caracterización de Jemisin.
Una obra notable, muy bien el salto de Jemisin al cómic.
Coincido bastante con la crítica, el dibujo y diseño de personajes se ve espectacular pero su narrativa es bastante confusa en ocasiones. En todo caso, una propuesta diferente y muy recomendable.