Seguir viviendo gracias al dibujo.
«Una se levanta y lucha con todos los medios. Como puede. Intenté construir un dique de contención dibujando. Para bloquear el sinsentido. Dibujar para dejar de pensar. Dibujar, dibujar, dibujar…»
Independientemente de la religión o ideas políticas que defiendan si hay algo a lo que tienen realmente miedo los extremistas es a la libertad de expresión, y en particular, al humor y la sátira que habitualmente ponen el foco en lo ridículo de esas creencias que defienden con tanta vehemencia, dejándolas en evidencia ya que muchas veces están sustentadas en mentiras o medio verdades. A lo largo de la historia de la humanidad hemos visto como, independientemente del lugar del mundo que se trate, siempre tratan de silenciar a quienes osan poner en cuestión las posiciones de poder que han obtenido gracias a esas creencias, lo que varía son las formas. Algunas veces se apoyan en la censura, las leyes restrictivas con la libertad de expresión y demandas absurdas y otras veces de manera mucho más expeditivas y violentas con paquetes bombas y balas. Por desgracia, hay ejemplos de toda índole algunos cercanos como el atentado a El Papus o los múltiples problemas que ha tenido y sigue teniendo El Jueves a lo largo de su prolongada existencia, pero el que más vivo está en nuestra memoria es el atentado contra Charlie Hebdo del 7 de enero de 2015. Esa fecha de infausto recuerdo dos encapuchados irrumpieron en la redacción del semanario satírico y asesinaron a los dibujantes Cabu, Charb, Tignous, Georges Wolinski y Honoré, al economista Bernard Maris, el corrector Mustapha Ourad, la columnista Elsa Cayat, y Michel Renaud, fundador del festival Rendez-vous du carnet de Voyage e invitado a la reunión, además de a los policías Franck Brinsolaro y Ahmed Merabet y a Frédéric Boisseau, conserje de Sodexo. En horror se prologo durante dos días más en los que también asesinaron a otras 5 personas. El terrible crimen que habían cometido en la revista era hacer un chiste sobre Mahoma. 17 vidas por un chiste. Por suerte, los lápices no han perdido su poder y la sátira y humor siguen siendo un arma poderosa que todavía cumple su labor contra todos los fanatismos, le pese a quien le pese. Los terroristas no consiguieron acabar con la publicación de la revista, ya que algunos de sus miembros sobrevivieron al atentado, algunos con graves heridas y otros ilesos, además de una parte de los miembros de la redacción que no estaban presentes ese día. Sin embargo, desde entonces todos han sufrido unas heridas psicológicas muy profundas que hoy en día todavía arrastran. Algunos se han tratado de recuperar a través de arte y el cómic como ya nos contó
Corinne Rey (1982, Annemasse), conocida en el mundo del cómic como Coco, comenzó a trabajar en Charlie Hebdo como dibujante y editora en 2009. A lo largo de su carrera también ha colaborado en otras publicaciones como Libération, Psikopat, Vigousse, Les Inrockuptibles, L’Humanité, Illegal Times o Le Rav. En 2019 publicó una adaptación al cómic de El banquete de Platón junto al el filósofo Raphaël Enthoven. El 7 de enero de 2015 Coco se dirigía como cada semana a la sede del semanario satírico Charlie Hebdo para su reunión semanal, esa a la que
De la misma manera que hacía Meurisse en La levedad, Coco nos relata en Seguir dibujando su vida diaria tras el atentado y la manera en la que trata de sobrellevar los diferentes sentimientos que le ha provocado. En las primeras páginas nos deja ver como el miedo, el dolor, la tristeza, la conmoción, el duelo, la cólera y, sobre todo, una sensación de culpa la abruman como un inmenso océano que no le permite salir a flote y le llevan a revivir constantemente aquel fatídico día. En las escenas que trata de explicar esa zozobra vital usa precisamente esa metáfora visual, representándose como una figura caricaturesca pequeña y frágil a merced de las olas. Una idea brillantemente ejecutada que representa sus sentimientos de manera diáfana y que nos permite hacernos una idea del profundo sufrimiento que padece y de lo difícil que le resulta convivir con ese dolor y tomar las riendas de su vida. Pero lo hace sin caer en la tentación de recrearse en ese dolor, ni permitir que la defina ni a ella, ni a este cómic. Además, a pesar de reflejar ese dolor de manera muy vivida, la lectura nos deja una sensación de esperanza y nos muestra sus imparables ganas de seguir viviendo pese a la tragedia. Un mensaje alto y claro que se convierte en el mejor homenaje posible a los asesinados.
Para tratar de superar sus problemas decide acudir a varios especialistas en salud mental que le proponen diferentes tratamientos, algunos bastante peculiares que retrata con la ironía y sátira que caracteriza a todos los autores que ha pasado por Charlie Hebdo. Usando la terapia que hace Coco con uno de ellos nos relata lo que le sucedió ese día, y nos explica porque la revista se había convertido en un objetivo. Acertadamente nos cuenta lo más crudo y explícito del atentado con un fundido a negro, porque como dice es un recuerdo que tiene bloqueado. Además, es mucho mejor recordar a sus compañeros llenos de vida. Asimismo, nos relata la manera en la que vivió los días posteriores y cómo para los supervivientes el dibujo se convirtió en una poderosa razón para seguir viviendo y continuar con la revista fue el mensaje que les quisieron enviar a los asesinos. De esta manera la novela gráfica se convierte en un alegato en favor de la libertad de expresión y refuerza la idea de que no hay democracia plena si no tenemos la libertad de reírnos y decir lo que queremos.
Además de relatar sus problemas Coco convierte Seguir dibujando en un sentido homenaje a sus compañeros de redacción, relatando pequeñas anécdotas de cada uno de ellos y las conversaciones que tuvieron justo antes de la reunión llenas de bromas y vida. También nos enseña el funcionamiento interno de la revista y los problemas que tuvieron en los meses posteriores al ataque. Esos momentos íntimos, como cuando nos nuestra como Cabu le ayudo con una caricatura o el apoyo de Charb durante sus primeros pasos en la revista, logran que mientras lees la obra se te haga un nudo en la garganta al sentir el amor que les profesaba y lo estúpido de sus muertes. Un testimonio cercano y real que se convierte en la memoria de unos autores que marcaron la historia del humor gráfico francés.
Como ya hemos mencionado, el estilo de Coco es caricaturesco, en particular cuando se dibuja a sí misma, aunque para retratar a sus compañeros emplea uno más realista. La obra está poblada de imágenes realmente potente como las mencionadas olas o su forma de retratar a los terroristas, que convierte en dos inmensa y amenazadoras sombras negras. Unas imágenes cargadas de simbolismo que consiguen transmitir a la perfección sus sentimientos en cada momento. Una de las partes destacada del apartado grafico de la obra el espléndido uso del color que hace la autora francesa en la que toma como base el blanco y negro, pero empleando otros colores que sirven para representar algunas emociones como el azul que simboliza el miedo, el rojo usado para la muerte o una panoplia de colores para reflejar la exuberante vida de la naturaleza. Pese a ser una autora más habituada los gags de una página la obra se lee con una fluidez extraordinaria que demuestra que tiene un gran conocimiento del lenguaje y las posibilidades del medio.
Bang hace una edición muy cuidada de la que, sin duda, será una de las obras más recordadas de este 2022. Ojalá tenga la repercusión en nuestro país que un trabajo tan valiente como este se merece.
Seguir dibujando es una obra catártica en la que Coco exorciza algunos de sus demonios gracias al dibujo. Un canto de amor y un sentido homenaje a sus compañeros y al medio para hacer una necesaria y encendida defensa a la libertad de expresión.
Lo mejor
• La honestidad que desprende el trabajo de Coco.
• El retrato lleno de amor y cariño que hace de sus compañeros asesinados.
• La capacidad para expresar sus problemas emocionales gracias a los dibujos.
Lo peor
• Que el cómic surja de una tragedia.
Guión - 9.5
Dibujo - 7.5
Interés - 10
9
Sobreviviendo
Coco firma un soberbio trabajo que refleja la importancia de tener algo a lo que aferrarse para sobrellevar los momentos más difíciles de la vida. En su caso el dibujo y la memoria de sus compañeros de Charlie Hebdo.