Edición original: Marvel Comics – diciembre 1975 – noviembre 1977
Edición España: Comics Forum – julio-septiembre – 2001
Guión: Doug Moench, Scott Edelman
Dibujo: George Pérez, Gil Kane, Keith Pollard, Al Milgrom
Entintado: Frank Chiaramonte, Fred Kida, Mike Esposito, Vince Colletta, Don Perlin, Keith Pollard, Jim Mooney, Bob Wiacek, Terry Austin, Al Milgrom
Color: Diane Buscema, Janice Cohen, Petra Goldberg, Glynis Wein, Don Warfield, Phil Rachelson, Hugh Paley, Ellen Vartanoff, Irene Vartanoff
Portada: Rafael López Espí
Precio: 5,68 euros (cada tomo en tapa blanda de 112 páginas)
Los tomos antepenúltimo y penúltimo de la colección Selecciones Marvel recopilaron –aunque no de forma completa- la primera colección que la casa de las ideas dedicó a los Inhumanos. Ahora que la poderosa raza creada por Stan Lee y Jack Kirby vuelve a cobrar protagonismo (o algo parecido) no está de más echar una mirada al que fue uno de tantos intentos de aprovechar a Rayo Negro y familia para algo más que echar unas aventuritas con o contra los Cuatro Fantásticos.
En primer lugar, hay que retroceder en el tiempo a la segunda mitad de la década de los setenta. Son tiempos de experimentación, en los que se prueba suerte con los más variopintos conceptos. Son los días de Shang-Chi, Pantera Negra, Deathlock, Killraven, Howard el Pato… También es una época en la que una legión de jóvenes más o menos talentosos vela sus primeras armas en la realización de tebeos. No es extraño, en consecuencia, que los Inhumanos tuvieran su oportunidad y que ésta fuera a su vez la de unos veinteañeros que, cuatro décadas más tarde, aún siguen dando guerra en la industria estadounidense: Doug Moench y George Pérez.
La premisa de una civilización compuesta por unos parientes de la humanidad dotados de apariencia y poderes fantásticos resultaba atractiva. Hasta ese momento, poco se sabía del reino de Attilan y de sus singulares pobladores, más allá de la relación amistosa (casi familiar) que tenían con el cuarteto comandado por Reed Richards. Además, una aventura tan memorable como La guerra kree-skrull había vinculado a los inhumanos con el milenario conflicto entre los dos imperios galácticos. La suma de estas dos premisas venía a prometer bastantes alegrías a una afición que recibía una serie en la que había una sociedad oculta con una cultura milenaria originaria –vía experimentación genética- de una galaxia lejana.
La colección, que alcanzó nada más y nada menos que una docena de números, incidió sobre conceptos ya conocidos por parte de la afición. En primer lugar, el protagonismo se centró de forma casi exclusiva en la familia real attilana. El rey Rayo Negro, su esposa Medusa; los primos Karnak, Gorgón y Tritón; la joven Crystal y su esposo Pietro Maximoff, Mercurio. Junto a ellos, el perro Mandíbulas. Frente a ellos, como antagonista más o menos recurrentes, el loco Maximus, hermano del monarca y eterno aspirante a califa en lugar del califa. Los complots del inventor chiflado, los problemas de integración del mutante en la sociedad inhumana y los de esta misma respecto de la humanidad en general, son algunos de los hilos argumentales que Moench empleará para intentar dar un trasfondo más o menos sostenible a una civilización de la que poco se conocía, más allá de los coloridos atuendos diseñados por Jack Kirby. Por otro lado, don Doug jugará también con la doble herencia recibida por el pueblo inhumano. Son descendientes de seres humanos a los que una avanzadilla kree utilizó como cobayas para convertirles en armas y apuntar con ellas a sus verdosos adversarios. Terrícolas con la mirada puesta en las estrellas que no terminan de encajar ni en estos suelos ni en aquellos suelos. Al mismo tiempo, los dirigentes del Imperio Kree tendrán hacia sus creaciones una actitud que en modo alguno es homogénea: unos se avergüenzan de la existencia de los inhumanos (en lo que parece ser una versión galáctica del complejo de Frankenstein) en tanto que otros aspiran a recuperar el control sobre esos experimentos que llevan mucho tiempo campando por sus respetos. Temidos y odiados por una humanidad que les ve extraños y peligrosos, temen y odian a su vez a sus progenitores estelares. Sin poder escapar de su pasado y ansiosos por construir un futuro en paz, Rayo Negro y los suyos habrán de combatir por su libertad y su supervivencia en la Tierra y en el espacio.
Las aventuras recogidas en estos dos tomos tienen más valor desde el punto de vista histórico que por la calidad intrínseca que atesoran. Los personajes y el propio trasfondo están vagamente desarrollados, y lo que puede verse de los protagonistas no es más que una continuación de lo que se había contemplado en apariciones precedentes: Rayo Negro es majestuoso; Medusa su abnegada y bizarra esposa; Karnak es el artista marcial estoico; Gorgón el ceporro musculoso; Tritón el ser submarino; Maximus el conspirador fracasado. Sin embargo, durante los veinticinco años siguientes las historias “inhumanas” no se alejarán en demasía de estas líneas (con excepción de la novela gráfica de Ann Nocenti y Bret Blevins que, desgraciadamente, no fue continuada por la prometida serie regular que presuntamente prologaba). Ya en este siglo veintiuno, puede comprobarse que, dejando aparte detalles importantes como la maxiserie de Paul Jenkins y Jae Lee o el creciente protagonismo de don Blackagar como iluminatus, las aventuras del pueblo de Attilan han partido de conceptos que ya aparecían en esta cabecera de los años setenta. La relación con el resto de la población terrestre, entre el ocultamiento y el recelo mutuos. Los conflictos con el Imperio Kree, que en tiempos recientes han llegado a gobernar. La compleja relación entre los miembros de la familia real. Ahora que una nueva colección inhumana está en los quioscos, sólo queda preguntarse si tendrá mejor suerte que ésta, si discurrirá por caminos transitados o si por el contrario se desvanecerá en la próxima oleada comercial. En mi opinión, las cabeceras publicadas durante el cambio de siglo (la citada maxiserie y la miniserie realizada por Pacheco, Marín y Ladronn) han sido las que han planteado ideas más originales para un concepto que se asemeja demasiado a la franquicia mutante. Las conspiraciones y juegos de poder planteados por Jenkins y el escenario de ciencia-ficción elaborados por el equipo hispanoparlante constituyeron trabajos ciertamente interesantes que, desgraciadamente (sobre todo en el segundo caso) no tuvieron la continuidad y la influencia que merecían.
Volviendo a la recopilación en estos dos tomos, hay que señalar que, aparte de Moench y Pérez, podemos encontrar un montón de nombres bien conocidos de esos tiempos: veteranos de la talla de Gil Kane, currantes como Keith Pollard y, como anécdota, un primerizo Al Milgrom al que aún se le notaba mucho la influencia del rey Kirby. Si miramos la larga lista de entintadores y coloristas encontraremos más trabajadores ilustres, de ésos que tanto se prodigaron en otros tiempos en mil y una cabeceras, antes de los ordenadores y antes de que los tebeos de superhéroes fueran la sobreexplotada mina de una industria cinematográfica carente de ideas. Volviendo a los nombres principales, hay que advertir que no es de los mejores trabajos de Doug Moench y que George Pérez aún recuerda poderosamente a su mentor Rich Buckler, pero precisamente por eso se redobla el valor e interés históricos de estas historias.
Blevins hizo que los Nuevos Mutantes parecieran tener la edad que teóricamente debían tener, que con Guice parecían ya adultos con toda la barba. Tenía un estilo propio que, cosas de la vida, en su momento fue largamente denostado. El tiempo acaba poniendo a todo el mundo en su sitio, aunque don Brett esté desaparecido.
Ese Rayo negro colgado de pies y manos sobre Attilan es historia del tebeo pijamero.
DEbo decir , aún a riezgo de que los veteranos me lapiden, que cuando leí estos selecciones Marvel, después de haber oido mucho tiempo las excelencias del Material que contenian, me decepcionó un tantillo. Eso sí, para congraciarme al menos con uno de estos Veteranos, me adhiero totalmente a su defensa de Brett Blevins, yo espero que Panini acabe recopilando los Nuevos Mutantes de este con Louise simonson, tal como ha hecho con los de Claremon y Bill-seguroque no se escribe así- Zienkiewicz..
Pues a mí estos Inhumanos no me han suscitado nunca ningún interés, la verdad. Ni como secundarios en los 4f ni en aquella sobrevalorada maxiserie del aún más sobrevalorado Paul Jenkins. Ahora que me estoy desconectado de la actualidad marvel, cambiante cada mes, no sé qué estatus tienen, pero a mí siempre me han parecido un grupo de segunda bastante aburrido.
Si no recuerdo mal, hubo unos números anteriores a los que son objeto de la reseña dibujados por el gran Neal Adams. Estos números…¿siguen inéditos en España?
Yo descubrí a Blett Blevins en aquellos números del Juez Dreed de Zinco, y su labor es todavía mejor en blanco y negro y sin las viñetas remontadas. Hizo un número de LEGENDS OF DARK NIGHT, el último publicado por zinco, que es una delicia.
«Hizo un número de LEGENDS OF DARK NIGHT, el último publicado por zinco, que es una delicia.»
Si señor, el nº 43 con una portada de Brian Bolland de las que quitan el hipo, snif que tiempos aquellos…
Spirit: juraría que esas aventuras corresponden a Marvel Fanfarria (o una cabecera similar) compartida con la Viuda Negra (creo). Comparto plenamente la consideración de Paul Jenkins como guionista muy sobrevalorado, pero con estos Inhumanos lo hizo bastante bien (y de ésas rentas y de las del Vigía vivió durante la década siguiente).
En cuanto a la premisa de la colección, tengo que confesar que para hacer la reseña tuve que releerme los dos tomos porque no me acordaba absolutamente de nada. «Selecciones Marvel» dejó en mi memoria historias bien aposentadas pero otras pasaron como una buena parte de las grapas de consumo mensual de hoy en día.
P. S. Acabo de darme cuenta de la mala rima que tiene el nombre «Blackagar».
A mi los humanos actualmente y tras las nieblas terrígenas campando me parecen un filón de incalculable valor para crear nuevos superheroes y dejar a guionistas crean sus própios nuevos personajes. Sin olvidar la fragmentación de la famiilia real como base para otro gran puñado de grapas. Además a Marvel le viene que ni pintado para dejar a los mutis a un lado mientras los Derechos de explotarlos en el cine no está en sus manos.
«Comparto plenamente la consideración de Paul Jenkins como guionista muy sobrevalorado, pero con estos Inhumanos lo hizo bastante bien (y de ésas rentas y de las del Vigía vivió durante la década siguiente).»
Cuando decís que algo está sobrevalorado, ¿a qué os referís? Muchas veces no os entiendo, ¿sobrevalorado por qué o por quién? Porque que yo sepa Jenkins le pone a parir todo el mundo y hace tiempo que no tiene trabajo en las grandes. A mi tampoco me apasiona aunque alguna cosa interesante nos ha dejado. ¿Sobrevalorado? No, yo creo que está valorado en su justa medida.
Gracias a «Los Inhumanos» estuvo unos cuantos años convertido en guionista de referencia para proyectos de fuste como «Vigía» u «Origen». Sus trabajos en series regulares como la de la Masa o la de Spider-Man dejaron patente que no era oro todo lo que relucía. El tiempo ha puesto las cosas en su sitio.
Exacto Luis. A eso me refería, que durante, no sé, tres años, a Jenkins le llovieron los encargos. Y luego pues se le vieron las costuras y hasta hoy.
Lo leí hace tiempo, e incompleto, pero creo recordar que su Hellblazer tampoco estaba nada mal. Pero, vamos, tampoco vamos a ponernos a reivindicar a Jenkins, por cuatro tebeos buenos que hizo hace diez años.
Puestos a reivindicar, en la reseña de mañana reivindico a un señor al que pondría por delante de Jenkins. Nunca se dio pisto y nunca fue primera figura de nada, pero era un currante.
Casi aciertas: Luis Aguilé.
Me leí la miniserie de Pacheco y Marín y me gusto bastante. Incluidos los dibujos de Ladronn. Me pregunto si hubiera sido aún mejor di marvel no les hubiera recortado el número de entregas y hubieran podido mantener las originales. Me pareció una buena ambientación de la parte cósmica con gran número de personajes. Kree, Shiar … Salía el padre de Starlord. Que no se sí entraría en continuidad, supongo que sí.
Pacheco era un gran fan de Starlord y, sinceramente, su idea respecto del personaje y su origen me parece más interesante que lo que ha hecho Bendis con él.