Aquel mes de febrero de 1940 fue especialmente frio en los Estados Unidos. Sin embargo, una nueva industria estaba empezando a florecer y tan solo dos años después de que Superman llegara a los quioscos, aparecía el primer héroe que iba a hacer sombra al último hijo de Krypton. Ese mes de febrero se puso a la venta el Whiz Comics #02, con la primera aventura del Capitán Marvel… y la Edad Dorada de los cómics cambió para siempre.
Lo que empezó a principios de la década de los cuarenta acabo de forma abrupta en 1953, para ser retomado más tarde, en 1972, por DC Comics una vez se hiciera con todos los derechos de publicación del Gran Queso Rojo.
Desde entonces el Capitán Marvel ha ido experimentando diferentes intentos por reactivar su popularidad y modernizar, o ajustar, su origen, siendo el primer intento el que tuvo a manos de Roy Thomas y Tom Mandrake tras la publicación de Crisis en Tierras Infinitas. De forma casi inmediata le llegó el turno a Jerry Ordway que sentaría las bases del origen que fue canon hasta el año 2011, con su obra El Poder de Shazam (1993).
Y es que en 2011 en DC pasaron muchas cosas y no fueron precisamente buenas. Fue el año que se lanzó el Nuevo Universo DC, el conocido como los Nuevos 52, con resultados nefastos en muchos aspectos, del que poco o nada puede salvarse de aquellos cinco años oscuros. Sin embargo, existe una rara avis que si merece ser rescatada con entusiasmo, obra de Geoff Johns y Gary Frank, en la que los une el objetivo de revitalizar de nuevo al Capitán Marvel dentro de ese Nuevo Universo.
Publicado originalmente como complemento de la serie regular de la Liga de la Justica, ECC lo recopila de nuevo aprovechando el estreno de la película dedicada al superhéroe y su clara influencia en su salto a la gran pantalla.
Uno de los orígenes más recurrentes del Universo DC es el de Batman, puesto que pocos autores se resisten a incluirlo en alguna de sus historias. Si hubiera que buscar un segundo personaje con el que lo autores sueñan poder trabajar para contar su origen sin duda podría tratarse del Capitán Marvel. Geoff Johns y Gary Frank, no iban a ser menos, máxime cuando la ocasión no solo les brindaba el momento perfecto, sino que además les abría las puertas para dejar su impronta dentro de la mitología del personaje.
Fruto de todo ello construyeron una historia dividida en doce capítulos, un número que está intrínsecamente relacionado con el héroe en cuestión (su primera incursión en el cine fue mediante un serial de 12 entregas titulado Las Aventuras del Capitán Marvel). En estas entregas serializadas, Johns retoma la densa historia del personaje y la somete a un recatado, pero elegante, ejercicio de actualización, en el que se despoja de los que ya huele a rancio y añade nuevos conceptos con los que los nuevos lectores puedan sentirse más cómodos.
La esencia y los matices que caracterizan al Capitán Marvel (en este trabajo es la primera vez que dicha denominación se omite deliberadamente incluso en el interior del cómic, siendo muy interesante como Johns lidia con ello), no quedan sepultados bajo la nueva capa de lustrosa modernidad que Johns diseña, sino que es la base sobre la que todo se sustenta de forma clara y eficaz. Billy Batson no es el angelical niño del origen original, sino que es un huérfano al que le queda poco en lo que creer, rebelde con el sistema que desea protegerlo y refractario a todo aquello que pueda verse como una familia. Se acabo el tener a un muchacho trabajando en una emisora de radio, para centrarse en su condición personal y mostrarlo como alguien vulnerable, con buen corazón, que necesita redescubrirse a si mismo para poder ser quién es en realidad.
Los cambios afectan a todo el entorno de Billy y a los enemigos clásicos del Capitán Marvel, que reciben un tratamiento, severo en el caso de Sivana, más sutil en el caso de Black Adam. Cambios que se encargan de poner a prueba al nuevo paladín de mago de la Roca de la Eternidad, que ve como su nueva condición le confiere habilidades extraordinarias, en un cuerpo adulto, que no se despoja de la actitud adolescente de un Billy predestinado a ser mejor de lo que el cree que puede llegar a ser.
En el apartado visual de la obra, Gary Frank, destaca por su despliegue narrativo, el punto fuerte de este trabajo, que se ve reforzado por un excelente uso del lenguaje no verbal, la composición de página y la limpieza de un dibujo que entra por los ojos para alojarse de forma clara en la memoria del lector. Frank, no solo dibuja, sino que complementa a Johns y logra impregnar de modernidad una historia que quiere seguir sabiendo y oliendo a la Edad Dorada de los comics.
Con todo este caldo de cultivo el desarrollo de la historia resulta dinámico, fresco, actual, interesante y todo ello sin hacer que rechinen los dientes de los más puristas con el origen clásico del protagonista. Johns realiza un buen trabajo global, con tendencia a la exageración emocional de algunos aspectos de la obra, en la que los personajes tienden a actuar con excesiva teatralidad para cumplir con las exigencias de la trama. Una trama que de pura sencillez encandila al lector que se queda con ganas de más.
!SHAZAM¡
Guión - 7
Dibujo - 8.9
Interés - 8
8
Un trabajo que busca rescatar a un personaje tanto para los lectores clásicos como los posibles nuevos lectores y que no esconde su inspiración en la Edad Dorada de los comics. De lo poco rescatable de los Nuevos 52.