Shazam! – La monstruosa sociedad del mal

 

Edición original: Shazam! The Monster Society of Evil núms. 1-4 USA.
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guión: Jeff Smith.
Dibujo: Jeff Smith.
Entintado: Jeff Smith.
Color: Steve Hamaker.
Formato: Cartoné, 208 págs. A color.
Precio:.

 

Cuando los años pasan y se dejan atrás las diferentes etapas de la vida, niñez, adolescencia, juventud… se llega a ese período denominado madurez en el que se dice que se produce la pérdida de la inocencia (aunque se pierde mucho antes por las prisas por crecer que parecen haberse arraigado en los últimos veinte años). Inocencia en su afección de sin malicia, sin mala intención, sin picardía, que llama a la ingenuidad, que no daña ni es nocivo… un concepto que se fija inevitablemente a la niñez pues es el momento en el que la imaginación tiene el poder de cambiar las cosas. Y es que perder la inocencia es perder la capacidad de creer en todo, sin límites, donde los impulsos y necesidades son puros y detrás de cada decisión no hay segundas intenciones. El Capitán Marvel (desde 2011 ya es denominado Shazam) encarna todo eso y por eso es tan complejo trabajar con su figura, su concepto, su mitología… y plasmarlo visualmente y verbalizarlo es algo que está solo al alcance de unos pocos autores.

Mirar atrás en el tiempo y buscar el punto focal del nacimiento del superhéroe como tal nos lleva, ineludiblemente, a 1938 con la creación de Superman, con las influencias que acarreaban sus creadores, Siegel y Shuster, tanto culturales como sociales. Superman significó el punto de partida para que otras editoriales, incluso la propia National (la antigua DC Comics), se quisieran subir a ese tren de éxito asegurado que era tener una publicación en el mercado con un superhéroe en portada. Una de ellas fue Fawcett Comics (1939-1953) que observando las ventas del héroe de la S en el pecho de National, publicó en la revista Whizz Comics #02 (1940) al Capitán Marvel, creado por el guionista Bill Parker y el dibujante Clarence Charles Beck. No es lugar para extenderse más sobre sus orígenes, importancia editorial, éxito y relevancia cultural del personaje, pudiendo leer algo más en este breve repaso a su historia realizado hace un tiempo: Rumbo a Convergencia.

Jeff Smith (1960) es un autor muy reconocido dentro de la industria por su trabajo, autopublicando, Bone (1991). Smith se caracteriza por un estilo de dibujo muy inspirado en los dibujos animados y las tiras cómicas, siendo una de sus influencias más reconocidas la de Pogo de Walt Kelly al que descubrió a los nueve años. Tanto le impresionó que con diez años ya existen dibujos de Bone.

Bone la editó bajo el sello editorial propio Cartoon Books y constó de 55 números, del que hubo dos spines off, Rose y Estúpidas, estúpidas monstruoratas. Otro de sus trabajos más relevantes es RASL (2008). Actualmente en las vitrinas de su casa lucen diez premios Eisner y once premios Harvey.

Y es por ello que Smith asumió el reto, en 2003, de hacerse cargo de una serie limitada de cuatro números del Capitán Marvel.

El trabajo de Smith con el Capitán no desaprovecha la oportunidad de revisitar el origen del héroe en cuestión, algo que se hace de manera regular en DC Comics cada vez que se encara un proyecto donde es protagonista. Pudimos verlo con la miniserie de Roy Thomas y Tom Mandrake, el enorme trabajo de Jerry Ordway en la serie regular, Power of Shazam, o ya más recientemente, Geoff Johns durante los Nuevos 52. El origen mágico de las habilidades de Billy Batson, es sin duda, uno de los orígenes más recurrentes del cómic con permiso, claro está, del de Batman.

Sin duda que se quiera narrar de nuevo el origen del personaje tiene una razón de peso y por esa aureola mística que desprende, esa suspensión de la incredulidad que destila, esa positividad, pues se aleja de la destrucción de un planeta o del asesinato de la familia. Puede que el protagonista sea huérfano y se vea obligado a malvivir en la calle, pero su origen lo cambia todo desde una perspectiva optimista de como la vida puede mejorar.

Smith toma todos estos conceptos y los vuelca de nuevo en una trama fundacional que implica ligeras variaciones sobre el origen inicial del personaje, pero que mantiene todas las partes icónicas del mismo a fin de no perder el significado metatextual del mismo.

El mago Shazam, que mora en la Roca de la Eternidad, elige a un nuevo portador para sus poderes antes de que llegue el final de su vida. Un portador que ha de hacer frente a los males que asolan el mundo y que de nuevo se representan a través de las estatuas que bordean el pasillo que lleva hasta el mago. Una forma visual de dar un significado palpable a lo que está mal respecto a lo que está bien en el mundo y que Billy Batson comprende a la perfección mientras las observa atónito en su lento caminar por el pasillo.

Y es que la historia de Jeff Smith va precisamente de algo tan simple y tan complejo como es el eterno enfrentamiento entre el bien y el mal, el egoísmo y la generosidad, las ganas de destruir y las ansias por vivir, en una trama en la que todo está polarizado de esta forma y que discurre de forma fluida y dinámica, añadiendo más valor a los tres números que componen la miniserie.

Otro de los puntos relevantes es la visión que da del mundo infantil Smith, donde nos refleja ese mundo adulto que infravalora el valor, la intuición, la inteligencia y la capacidad de asombro de los niños y niñas, apartándolos como si sus valoraciones no estuvieran a la altura de su hermético mundo adulto. Un punto importante que resulta muy revelador, al ser el héroe tanto un adulto como un niño y viceversa, por lo que los dos mundos, aparentemente separados, se fusionan para dejar ver que nunca hay que dejar de lado a nuestra niña o niño interior.

Smith no desarrolla una trama compleja, sino que apuesta por la sencillez, la fluidez y una puesta en escena limpia y elegante para poder transmitir bien la esencia pura sobre la que se cimienta el personaje. Hay momentos para el drama, la risa, la diversión, la ira, la impulsividad… y es que esta miniserie se construye alrededor del enfrentamiento entre el mundo adulto y el infantil, para comprender que en el enfrentamiento no está la virtud del ser humano, sino que es algo que yace en la colaboración.

Una obra muy sincera y honesta para con el personaje que ve, en este nuevo acercamiento a su origen, la oportunidad para mostrarse tal y como es. Aquí los villanos son como los de antes, muy villanos y con planes diabólicos. Aquí los héroes son como los de antes, muy héroes… pero con el añadido de poder ver el mundo con la mirada de un niño que aún cree, sueña e imagina lo que tanto cuesta a los adultos.