Shutterbug Follies

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Edición original: Shutterbug Follies (Doubleday, 2002).
Edición nacional/ España: Shutterbug Follies (Planeta DeAgostini, 2005).
Guión y Dibujo: Jason Little.
Entintado de Fondos: Raina Telgemeier, Ed Chichik, Harold Edge.
Color: Alexander Rothman, Vanessa Bertozzi, Cristina Pantoja, Ellen Lindner.
Formato: Novela Gráfica.
Precio: 13,95€.

 

Creo que el comentario más frecuente en mis reseñas es algo así como “No sabía de su existencia”. Confieso que a veces ni yo mismo sé muy bien cómo han llegado a mi biblioteca determinadas obras. Este es uno de esos casos.

Bee, una inquieta joven de 18 años, trabaja en una tienda de revelado fotográfico. No le pagan mucho pero coincide con su afición artística, al tiempo que le permite acceder a las vidas privadas de la gente. De las mejores instantáneas saca copias para su álbum personal, que comparte con su amiga Lyla. Un día, un prestigioso fotorreportero acude al establecimiento para que se hagan cargo de su último trabajo. Bee se sorprende al encontrar imágenes del suicidio de una mujer. Las examina con atención. Algo no le cuadra…

El argumento en seguida deja claras las referencias cinematográficas del autor: Brian de Palma (con películas como Impacto o Doble Cuerpo), La Conversación (F.F. Coppola, 1974), El fotógrafo del pánico (M. Powell, 1960), La ventana indiscreta (A. Hitchcock, 1954) y, sobre todo, Blow Up (M. Antonioni, 1966), entre las más nobles; también coincide con preocupaciones sobre la intimidad y el crimen que pueden rastrearse hasta lugares dispares como El Dragón Rojo (B. Ratner, 2002), basada en la novela de Thomas Harris (el creador de Hannibal Lecter), o Retratos de una obsesión (M. Romanek, 2002), con Robin Williams. Convengamos en que no es el punto fuerte de la obra. Aunque se sigue con agrado, tampoco ofrece nada nuevo si se conocen los referentes citados arriba.

Lo mismo puede decirse de los personajes principales. Bee se hace simpática, al igual que alguno de los colaboradores, pero no es fácil hallar algo especial que le asegure un hueco en nuestro apretado corazoncito. Nada original o memorable puede citarse de unos malvados que cumplen su función de villanos con la probada eficacia de un tebeo de Tintin. Ni siquiera la ambientación nos descubre zonas malsanas o lúgubres antros de perversión; antes al contrario: todo queda perfectamente iluminado y claro, incluso de noche. Así que la potencia de la obra recae casi en exclusiva sobre el dibujo y la narrativa. Y en este apartado, ciertamente, no se le puede poner una pega. Jason Little (y un nutrido grupo de colaboradores en entintado y color) casi parecen haber inventado la línea clara al estilo norteamericano. Expresiva en gestos y movimientos, trepidante cuando debe serlo, las más de 150 páginas pasan en un suspiro. Lectura ligera, sin duda. Pero no tan sencilla de realizar.



Little acude al formato apaisado, poco corriente en la tradición USA (a excepción de las compilaciones de tiras diarias de prensa) para darle, quizá, un toque de distinción. O porque se publicó originalmente como acompañamiento de periódicos on line. Es igual. Acierta. Contribuye a la agilidad narrativa y, mezclada con la ya mencionada influencia de Hergé, da un sabor distinto a las peripecias de Bee. Otro detalle: las viñetas tienen las esquinas redondeadas, excepto cuando los personajes miran fotografías, desprendiendo un suave aroma a viejo álbum de fotos. La aventura, de marcado cariz amable pese a lo escabroso del tema, sugiere la posibilidad de futuras entregas con nuevos y apasionantes casos. Poseedor de un trazo encantador, el autor dedica sus mejores esfuerzos al diseño de su protagonista, una chica en la órbita indie de Ghost World o ¿Por qué odio Saturno?, pero sin sus neuras. Little se esfuerza en dotarla de una fisonomía característica, inmediatamente reconocible. Es curioso como parece llevar siempre el mismo jersey, aunque cambian los colores de las rayas, y el mismo pantalón vaquero, aunque puede ser verde, rojo o azul. Del cuidado en el diseño de personajes da fe que no caiga en ese mal endémico de la repetición de rasgos faciales. Tal vez pensara en familiares y conocidos, pues todos tienen un aspecto bastante cotidiano.

No he vuelto a leer nada de Jason Little. Y me digo que es una pena, porque Shutterbug Follies resulta una lectura entretenida, pero, sobre todo, apunta maneras que deberían ser confirmadas en próximos trabajos. Poco le queda por mejorar en cuanto a dibujo y presentación. Unos misterios un poco más originales, unas tramas más elaboradas y una apuesta por secundarios pintorescos podrían convertir a Bee en la detective adolescente por antonomasia del mercado USA. ¿Quién sabe? Tal vez esté camino de serlo en Motel Art Improvement Service, publicándose desde 2005. De peores mimbres han salido estupendos resultados.

Planeta DeAgostini publicó Shutterbug Follies en 2005 en un bonito tomo en tapa dura por 13,95€.

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Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
11 junio, 2013 16:31

Pues yo te lo voy a volver a decir. No tenía ni idea de la existencia de esto. Pero como tampoco es que me llame demasiado, va a ser bastante probable que siga sin conocerlo. A no ser que lo vea en la biblioteca o alguien me lo preste, que nunca se sabe.

Lo que sí encontré ayer fue uno de esos tebeos que seguirían siéndome desconocidos de no ser por tus reseñas: Período Glacial. En cuánto me ponga un poco más al día con la pila, me lo leo.

Mr. X
Mr. X
Lector
11 junio, 2013 16:35

Pues yo me pillé hace poco el número del coleccionable Daredevil en la que sale esa historia de Miller y Buscema. Y mira que tengo unos cuantos números del coleccionable, pero ese en concreto no.
Siga usted descubriéndonos esas cosas.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
11 junio, 2013 22:32

Puws mira, siguiendo con lo de encontrar las obras que por un motivo u otro me perdí en su momento y que Agrafojo me anima a buscar con sus reseñas… precisamente, esta misma tarde y tras varios meses, he conseguido Un Pequeño Asesinato de Allan Moore y Zárate.