Una auténtica odisea es lo que nos propone el autor italiano
La historia del Conde Lazarev es la de un aristócrata ruso que dos décadas antes del estallido de la revolución bolchevique intenta atentar contra el zar Nicolás II. Es una epopeya trágica y triste, pero no tanto por lo que sufre el protagonista, como por lo que padecen las personas que le rodean.
Gabriel Belosselsky Kovalensky es noble, es profesor del Instituto de Física y Matemática de San Petersburgo y es guapo. Pero ante todo es un hombre atormentado, un adelantado que no pertenece a su tiempo, un aristócrata que reniega de su condición. Frente a sus ideales de igualdad y justicia social, el conde acaba topando con la realidad que, llena de traiciones, contradicciones e intereses personales, le obliga a renunciar a sus sueños redentores y le empuja a una existencia azarosa, cruel y sin piedad Además acaba convertido en un juguete del destino. Al final de su vida consigue casi todo lo que había soñado, pero desgraciadamente todo está muy lejos de ser como lo había imaginado.
A través de este personaje Micheluzzi nos muestra una época histórica realmente convulsa, que marcará la historia del siglo XX y que traerá consigo cambios políticos y sociales de una profundidad enorme.
Una obra coral
Además del conde Lazarev, en Siberia encontramos grandes personajes secundarios como la joven Natalia Karaieva una mujer dulce, valiente y atormentada por el amor que será crucial en el destino del protagonista o el resentido Andréi Andreievich un abogado glacial y lleno de recursos.
También conoceremos a personajes históricos como el mismo zar Nicolás II, el místico Grigori Yefimovich Rasputín o Vladímir Ilich Uliánov más conocido como Lenin, todos ellos retratados de manera documentada y realista.
Pero ante todo esta obra representa de manera coral a las diversas fuerzas sociales que se encontraban en permanente lucha en aquellos tiempos convulsos; La monarquía, a través del zar Nicolás II, es descrita por Micheluzzi como un estamento débil y benévolo protegido por un régimen cruel y autoritario. La aristocracia la retrata llena de gente intransigente y privilegiada que oculta tras sus buenos modales un corazón helado. Una incipiente clase media se debate entre sus aspiraciones aristocráticas y la esperanza de un cambio, los revolucionarios del ejército rojo es una amalgama de gente desesperada, fanática y sin nada que perder y finalmente el pueblo lo describe como una masa inculta, pobre y oprimida por el que todos los demás luchan y a quien nadie quiere realmente escuchar.
Micheluzzi pretende describir con objetividad todo este contexto histórico y lo consigue en gran medida huyendo del maniqueísmo, creando personajes con entidad y evitando los conceptos abstractos.
Y sin embargo al final de todo nos encontramos con una hermosa pero trágica historia de amor. Con un triángulo terrible entre personajes impulsivos y sin empatía que acaba dañándose irremediablemente entre ellos y también a todos los que les rodean.
El narrador omnisciente intervencionista
En un recurso muy poco utilizado en el cómic convencional, Micheluzzi emplea la figura del narrador omnisciente, pero participativo para explicar su historia. Lejos de quedarse resguardado en la seguridad de su posición elevada, el desconocido relator de Siberia comenta los acontecimientos, dialoga con los personajes, se burla de sus debilidades e incluso los riñe. Pero estos parecen no oírle. No pueden escucharle, con dos excepciones; la del loco Grigori Rasputín y la del protagonista Lazarev, que en los momentos de más desesperación, dialoga airado con el inquisitivo y molesto narrador.
El arte de Attilio Micheluzzi se disfruta mejor en blanco y negro. Gran parte de sus trabajos están realizados sin color, especialmente los dedicados a un público más adulto, y demuestran un dominio enorme del artista de los recursos de la iluminación y del entintado a pincel.
En esta obra, el autor italiano divide la página en 3 tiras de 2 o 3 viñetas. Pero no es un esquema fijo ya que lo abandona a menudo en aras de la narración o de la espectacularidad y a menudo utiliza también la viñeta panorámica que ocupa toda una tira.
El estilo de Micheluzzi es muy característico. Sus personajes masculinos son de rasgos rudos y severos, de ceño fruncido y ademanes agresivos. Los femeninos suelen presentar tez suave, ojos soñadores y a menudo llorosos.
El entintado es basto pero atractivo, predominan las manchas hechas a pincel y los rayados manuales a plumilla. La iluminación suele ser dura con abundantes sombras. Micheluzzi domina a la perfección las escenas nocturnas y en algunas entrevistas se jactaba de no cometer nunca errores de perspectiva debido a su formación como arquitecto. La documentación es abundante y exhaustiva. Mobiliario, medios de transporte, las ropas y las armas están perfectamente descritos – pero no de manera molesta para la narración – también las ciudades, los pueblos y los entornos naturales.
La obra de Attilio Micheluzzi es demasiado desconocida en España. El italiano nació en Umag, en la región de Istria en 1930. Tras la Segunda Guerra Mundial la zona devino terreno yugoslavo pero Micheluzzi que provenía de una familia de militares, concretamente su padre era aviador, se crio en África y también en la Italia peninsular por lo que no le influyeron personalmente los cambios de nacionalidad.
Estudió arquitectura y ejerció esta labor para la familia real de Libia hasta que el régimen del general Gadafi expulsó a los extranjeros del país. Se estableció en Nápoles donde, a principios de la década de los 70, empieza a colaborar con diversos semanarios de fumetti realizando relatos cortos de episodios y personajes históricos. En 1974 crea su primera serie titulada Johnny Focus para el semanario Corrieri dei Piccoli, a partir de entonces será un habitual en las revistas de cómic para adultos de Italia y Francia. Sus obras principales son Capitan Erik (1976) una serie con guion de Claudio Nizzi, publicada en Il Giornalino y que toma de su dibujante inicial; Ruggero Giovannini. Para esta revista crea también Petra Chérie (1977) un personaje que le acompañará durante gran parte de su carrera y que le permitirá expresar artísticamente una de sus grandes pasiones; la historia de los pioneros de la aviación. Para la editorial CEPIM – más tarde Bonelli – realiza dos álbumes de la colección Un hombre, una aventura que se titulan L’uomo del Tanganyka en 1978 y L’uomo del Khyber (1980). Para la revista Alter Alter crea su obra cumbre, Marcel Labrume (1980) compuesta de dos historias, la primera homónima y la segunda; Alla ricerca del tempo perduto (1983) que conforman un relato sobre la Segunda Guerra Mundial, cínico y desencantado, pero paradójicamente profundamente romántico. En Francia la editorial Humanoïdes Associés publicará en 1983 dos álbumes de la serie; Que tu es beau Marcel, t’es un salaud Marcel y A la recherche des guerres perdues que lo consagrarán como un autor relevante a nivel europeo y mundial.
Ya para el mercado de cómic adulto Micheluzzi realiza Rosso Stenton (1982), Air Mail (1983) para la revista Orient Express, Bab-el-Mandeb (1986), Jean Mermoz (1986) y Siberia (1988) para la revista Corto Maltese, la atípica Roy Mann (1987) con guion de Tiziano Sclavi y Titanic (1988) para la revista Comic Art y otra colaboración con la editorial Bonelli realizando una historia de la serie Dylan Dog titulada Gli orrori di Altroquando (1988) también con guion de Sclavi.
Attilio Micheluzzi murió en septiembre de 1990, dejando inconclusa la obra Afghanistan que se publicó incompleta en la revista Comic Art en 1991.
También podéis consultar reseñas de otras obras de Micheluzzi en Zona Negativa:
Air Mail Integral, una magnífica reseña de Raúl Sivestre.
Petra Chérie, en una extraordinaria reseña de Diego García Rouco.
La edición de Siberia a cargo de Ponent Mon sigue la tónica de esta editorial. El tamaño es adecuado, está encuadernada en cartoné, está bien impresa aunque algunas viñetas presentan un aspecto algo “quemado” y el satinado del papel aclara un poco los negros, aun así el grosor y la calidad del material es excelente. El álbum cuenta con un buen artículo a cargo de José E. Martínez que nos sitúa perfectamente la obra en su contexto. El precio es muy ajustado para un álbum de estas características, incluso si es en blanco y negro.
Siberia es una de las últimas obras de Attilio Micheluzzi y es una de sus historias más representativas. La ambientación histórica, en una época del pasado convulsa y crucial, y su trágico y profundo romanticismo la convierten en un perfecto ejemplo del arte de este autor italiano que siempre confesó que hubiese preferido vivir en el pasado pero que legó al futuro varias decenas de obras extraordinarias. Esperemos que aquí haya llegado el momento de conocerlas todas o casi todas…
Salut!
Guion - 8
Dibujo - 8.5
Interés - 8.5
8.3
Epopeya
Una obra coral, llena de personajes carismáticos, con una historia de amor poética y terrible
Su dibujo en blanco y negro, es espectacular.
Este le tengo ya en la pila esperando… pintaza