Si se debe luchar contra un enemigo imbatible, seguramente la batalla más cruda sea contra nosotros mismos. Las complicaciones de asumir que vamos a morder el polvo constantemente, y que cualquier victoria que suceda, por improbable que sea, seguramente sea una agridulce y pírrica. En esas circunstancias, ¿Por qué vale la pena luchar? ¿Es nuestro orgullo lo que nos mueve y no nos deja aceptar un engaño más cómodo? ¿Y si dicho conflicto causa más mal que bien? ¿Quién sale beneficiado de todo esto?
Siete para la Eternidad nos plantea una premisa de una historia de una revolución. Pero va más allá de eso, y tiende hacia la visceralidad y a lo emocional, puesto que la historia también puede entenderse como una de venganza. La rebelión de los personajes no es por una mera discrepancia de pareceres con el “rey”, si no que este les ha agraviado y acorralado hasta dejar sin alternativa a los disidentes.
Es fácil empatizar con el protagonista de la historia. Un personaje diseñado con cabeza, tridimensionalmente y, aunque proactivo, el empleo de la voice over nos permite empatizar con él. A su vez, de nuevo, el receptor de cualquier historia tiende a posicionarse con el personaje débil que con el fuerte.
El hecho de que haya un desequilibrio de fuerzas, está perfectamente medido. Lo suficiente como para que la fuerza opresora sea imponente, que desborde a los personajes que, aparentemente no tienen nada que hacer, pero que tienen flecos.
A su vez, logra que nos creamos a unos villanos que si bien son unidimensionales, son frágiles. Una vez logren hacerles caer, se vuelven más peligrosos que nunca. Es difícil lograr esa sensación de que un villano es totalmente terrible, aun estando en situación de rey caído.
Tal vez se deba a que la gran fuente de conflicto es la que produce la constante tentación que produce sobre todos los personajes. El antagonista tiene algo de faústico, en el sentido que en todo momento ofrece un pacto para que te unas a él, a modo de firmar tu rendición total e incondicional.
Estructuralmente, cada episodio menos el segundo parte de un texto escrito, a modo de voice over que nos anticipa en parte el tono y los temas que tratarán cada episodio de forma que, tal vez, resulte un tanto explícita, pero que, como he dicho, ayuda a subrayar tanto el punto de vista del protagonista, como las reglas del juego del mundo en el que habitan los personajes. Es un recurso que permite recopilar mucha información en poco espacio, pero seguramente Remender hubiese sido capaz de encontrar una solución algo más creativa. A su vez, cada número sigue unas tramas horizontales pero funcionando de forma autónoma. Es difícil establecer en qué momento empieza un arco argumental y termina, al menos en estos cuatro primeros números.
Por otra parte, me cuesta bastante clasificar esta obra en un género o subgénero en concreto. Bebe de muchos, aunque no es una pieza pura de ninguna. Es una mezcla de pulp, mundo postapocalíptico, ciencia ficción distópica, supervivencia, aunque sigue una clara estructura de liberación/rebelión de un pueblo.
Rick Remender es uno de los niños bonitos de Image. Con Low y Ciencia Oscura en activo, y con el éxito de Tokyo Ghost, al prestigioso autor solo le faltaba otra serie abierta para lograr un tríptico de series de ciencia ficción pulp. Tras esto, no es de extrañar que la editorial le haya concedido su propio sello, algo, que por otro lado, es un estatus que ha alcanzado por méritos propios.
El trazo de Opeña alcanza unas cotas nunca vistas. Seguramente haya tenido una agenda más distendida para la preparación de esta obra, puesto que en este trabajo se aprecia un cuidado milimétrico de los detalles. Sus personajes son más extremos que nunca, y está totalmente desatado, pero logra que este mundo tenga un empaque visual y está relacionado al concepto d mundo completamente hostil a todos los niveles. Todo ello se ve fortalecido por un impresionante, como de costumbre, trabajo de Matt Hollingsworth.
La edición de Norma Editorial incluye los cuatro primeros números. Además de eso, también están recopiladas las portadas originales y alternativas, además de una serie de exquisitos bocetos de Jerome Opeña.
Siete para la Eternidad es una de las series independientes más interesantes que nos ha llegado a las estanterías últimamente. Como cualquier gran historia, funciona como un reloj. Un mundo que respira y sangra en el que da gusto pasar un tiempo.
Guión - 7.5
Dibujo - 8
Interés - 8
7.8
Siete para la Eternidad en su carta de presentación nos presenta todo lo que se puede pedir a una serie de Rick Remender. Distinta, pero coherente. Otro acierto para Image.
Uno de esos comics a los que le tengo ganas y después de la crítica, más
Gracias por la crítica. Personalmente me ha decepcionado, muy por debajo de Fear Agent, Deadly Class o Black Science.
Y el problema se ha agravado en el segundo tomo, en el que Opeña ni siquiera dibuja todos los números, algo que espero que sea algo puntual y no vuelva a repetirse. A pesar de todo, sigo confiando en que Remender se entone…
Me parece lo peor que está haciendo Remender ahora mismo, con diferencia abismal. La premisa está muy bien y Opeña, a priori, es genial, pero es que estamos ante el guión y arte más aburridos de la carrera de ambos autores. Al menos puede decirse que se han compenetrado bien, aunque no hayan buenas noticias sobre ello.
Pues a mi de lo que he leído es la que más me gusta y creo que es por Opeña, es cierto que da la impresión de no ir al 100%. Tokyo Ghost no terminó de convencerme buenas ideas, buen dibujo pero no logré conectar con los personajes. En first class, me decepcionó mucho el final de la primera parte y la actitud en general del protagonista, pero en esta serie sí que me caen bien los personajes, a pesar de la actitud de Marcus a veces y de lo tarados que están en general, cosa que se entiende viniendo de dónde vienen.
Lo que no se le puede negar a Remender es que sabe elegir a los dibujantes. Y una apreciación personal es que de momento, para mi, sus mejores momentos los ha tenido en Marvel. Espero que la cosa cambie conforme avancen Deadly Class y SDS, y aún tendré pendientes Low y Ciencia Oscura
Para gustos los colores, Tokyo Ghost, me gusto muchisimo, este siete para la eternidad, tambien me ha gustado, en cambio Ciencia Oscura, me parece horrorosa, y mira que le he dado oportunidades, me parece horrible, al igual que Descender, pero es cuestion de gustos, claro.
Me he leído casi todo lo que he visto de Remender, y lo único que me ha gustado ha sido Clase Letal. Veo mucha diferencia en sus otros trabajos, no parece el mismo autor. Y Siete Para La Eternidad tiene fallos por todos lados, parece de un guionista principiante, no lo entiendo, una pena.:(
Oye, ya te he visto en varios artículos el empleo del anglicismo «voice over».
Debes de ser usuario de iPhone porque sino no se entiende habiendo de toda la vida la expresión «voz en off» para referir exactamente lo mismo, o aún mejor lo de voz de narrador.
La verdad que me cuesta a veces que no lleguéis a empatizar con que el ( mira, voy a hacer de tu ) «target» de vuestros lectores es muy variado, y opteis por un enfoque ( «Focus» tal vez dirías tú) de narración más generalista, que todo el mundo entienda.
Entiendo que en la redacción sois variados y haya desde » millenials» como Mercader, a veteranos como Raúl, pero un poco de uniformidad en la base de expresiones, que no en el estilo que cada cual tendrá el suyo, se agradecería.
Y sino. Porque parar ahí?
Porque no «outsiders» por disidentes o «Game rules» por reglas del juego?
Si algo está ya empleado y normalizado, no inventes