Siguiendo la pista de Lobezno (años ochenta, un ronin sin hogar)

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Tras nuestro repaso al devenir del Lobezno a través de los años setenta con motivo del inminente estreno de su nueva película, hacemos un alto en la segunda década de la Historia del personaje. Durante los ochenta, aquel tipo arisco de cuerpo hirsuto y gatillo fácil a la hora de sacar las garras comenzó a hacer valer el carisma que había mostrado durante los años de Claremont y Byrne para dejar de ser un miembro más de la Patrulla-X y convertirse en el favorito de todo el mundo. Cambiando su uniforme de combate por una combinación de marrón oscuro y ámbar que terminaría por convertirse en uno de los trajes más recordados del canadiense, esta fue la década en la que comenzó a desmarcarse por su cuenta para acabar disfrutando de su propia colección.

Pilar imprescindible de los X-Men de Chris Claremont, los temores del patriarca de la franquicia mutante a que el personaje escapase a su control hicieron que su serie se fraguase sin prisas y de forma progresiva, protagonizando un par de mini-series antes de convertirse en uno de los personajes centrales de Marvel Comics Presents y disfrutar de su propia colección regular. Hasta finales de los 80, Lobezno fue guionizado de forma prácticamente íntegra por Claremont hasta que este comenzó a delegar en escritores como Peter David, Archie Goodwin, John Duffy y el matrimonio Simonson. El resultado fue un Lobezno aventurero perfilado según los cánones de los héroes de acción clásicos y que consolido su mito entre los John McLane, Rambo o Conan de la época.

Durante esta década, Lobezno se estableció como personajes más populares de la editorial, convirtiéndose en una franquicia peluda y de carácter difícil que no aguantaba las tonterías de nadie. A lo largo de los 80 pudimos ver a Lobezno como un hombre de mundo a caballo entre la frontera de lo salvaje y el recuerdo de Japón, mientras descubríamos detalles del pasado del hombre que se ocultaba detrás de la máscara. La dicotomía entre el misterioso héroe solitario y el hermano de armas que formaba equipo con todos los héroes que se cruzaban en su camino comenzaba a desarrollarse sin que Lobezno se mostrase del todo cómodo con su nuevo rol como animal gregario.



  1. El Nido: Consciente de como la popularidad de Lobezno había crecido entre los fans, Claremont decidió darle más protagonismo, haciéndole desempeñar un rol vital en varias aventuras de la Patrulla-X. Dejando de lado los arcos argumentales en los que los X-Men quedaban relegados a un segundo plano, uno de los capítulos más memorables con Lobezno como pieza clave del grupo fue el enfrentamiento del grupo contra la voraz horda de alienígenas conocida como El Nido. Con unos atributos que podrían haber hecho las delicias de H.R. Giger, estos aliens parásitos que viajaban en el interior de gigantescas ballenas espaciales cumplieron una función similar a la de los N’Garai, permitiéndonos ver a Lobezno desatado mientras su factor curativo hacía frente a la infección de una de sus larvas. Con una estructura más compleja que la de sus primos demoníacos, la saga fue el comienzo de intensos enfrentamientos, permitiéndonos ver a Lobezno lidiando con un enemigo interior (una ingeniosa dinámica que se ha repetido en varias ocasiones).
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  3. Honor: La primera aventura en solitario de Lobezno fue con el primer tanteo de Marvel Comics con el formato mini-serie. A cargo de Claremont y un imprescindible Frank Miller, Honor aprovechaba vínculo creado con Japón a través del romance con Mariko Yashida para convertir a Lobezno en un extranjero en tierra extraña. A la mejor tradición de Shogun o Yakuza, la mini-serie que sirve de base para la nueva película de Lobezno rodeó al canadiense de luchadores de sumo, actores kabuki, duelos a espada y -sobre todo- muchos ninjas. Con su relación con Mariko en entredicho a causa de los asuntos turbios de su padre y la presentación de Yukio con su irresistible sensualidad animal, Honor fue la responsable de que durante la primera mitad de la década la mayoría de historias del canadiense estuvieran ligadas Japón, potenciado su faceta como samurai caído en desgracia que le ha acompañado durante toda su historia.
  4. La Víbora y el Samurai de Plata: Tras el enfrentamiento de Lobezno contra Shingen Yashida, Claremont continuó ampliando los lazos del canadiense con Japón a través de la saga de la Patrulla-X dedicada a su accidentada boda con Mariko. Recuperando a dos enemigos del Capitán América y Daredevil, Claremont convirtió a Víbora y el Samurai de Plata en piezas clave dentro de la lucha de poder por el crimen organizado de Japón y jurados enemigos del canadiense. Frustrando irrevocablemente su enlace matrimonial con Mariko, ambos personajes se han mantenido ligados al universo de Lobezno desde entonces, con Hydra, La Mano, la yakuza y Madripoor habitualmente oscilando sobre sus cabezas. Los duelos por espadas mitológicas, muertes trágicas, bodas, torneos a muerte, amputaciones de brazos, más muertes, aspirantes a yernos y numerosos chanchullos por hacerse con el control del crimen sobre el Pacífico occidental han dado forma a un largo historial de encuentros, volviendo a verse las caras gracias a la adaptación al cine con Lobezno Inmortal.
  5. El Sensei: Como todo héroe de acción de los setenta/ochenta, el Lobezno de esta época fue retratado como un tipo arisco de conductas reprobables junto al que nadie en su sano juicio dejaría a sus hijos. Consciente de que los polos opuestos en muchas ocasiones se atraen, Chris Claremont decidió optar por lo impensable al hacer que la alevina Kitty Pryde estrechase lazos con el canadiense a través de una forzosa relación sensei / alumna. Esta alcanzó su cenit cuando ambos se vieron forzados a compartir aventuras en la miniserie Kitty Pryde y Lobezno a cargo de Chris Claremont y Al Milgrom. Valiéndose del subtexto nipón del canadiense por medio de Ogun, Kitty quedó atrapada entre la rivalidad de este viejo amigo de Lobezno con él, obligando al mutante de las garras de adamantium a tomar cartas en el asunto. La mini-serie forjó un lazo irrompible entre la joven mutante y Lobezno, consumando la relación fraternal que han tenido desde entonces. Pero Kitty solo ha sido la primera de una larga lista de sidekicks adolescentes que despertaría la envidia de Batman. Tras ella llegarían la ahijada de Lobezno Amiko Kobayashi, Katie Power, Karma, Júbilo y un largo etcétera de pupilos que han convertido a este Lobo Solitario en el miembro de la Patrulla-X que -pese a lo improbable que se antojase- más ha hecho por la formación de las nuevas generaciones del grupo. Su rol actual como director del Instituto Jean Grey no ha salido de la nada. Como curiosidad, la química entre Lobezno y Kitty durante esta década funcionó tan bien que hace unos años Marvel decidió crear una colección para narrar aventuras entre la pareja mediante retrocontinuidad con la cabecera Lobezno: Primera Clase
  6. Dama Mortal: Una de las últimas incorporaciones de la década a la galería de villanos de Lobezno ligados a la nación del sol naciente fue esta vengativa espadachín hija del responsable de la creación del proceso que permitía introducir el adamantium en los huesos de un organismo vivo. Curiosamente, el primer enfrentamiento entre la hija de Lord Viento Oscuro y Lobezno se produjo mientras esta buscaba a Bullseye, y no porque tuviera un especial interés hacia Logan. Sin embargo, la obsesiva Yuriko Oyama no era de las que desisten fácilmente, regresando tras darse un paseo por la Tienda de Cuerpos de Espiral para que le diese los atributos cibernéticos con los que Barry Windsor-Smith la elevó a lo más alto de la galería de villanos de Lobezno. Yuriko abrió una segunda vía dentro de los rivales de Lobezno en los ochenta, congregando junto a ella a los Enamorados del Club Fuego Infernal que habían sufrido graves amputaciones a manos del canadiense durante la infiltración de los X-Men en su sede. Los damnificados que buscaban venganza contra el mutante de las garras de adamantium tenían una oportunidad para resarcirse, llegando a sacrificar su propia carne para conseguirlo. Convertidos en letales máquinas de matar, Dama Mortal y los Cosechadores tendrían especial relevancia como rivales de los X-Men durante la segunda mitad de la década de los ochenta, haciendo de esta retorcida fusión entre hombre y maquina que parecía seguir las doctrinas de la nueva carna como si fuera su credo una enfermiza vuelta de tuerca del concepto de los Centinelas.
  7. Dientes de Sable: Con su llegada a la Patrulla-X en los setenta, John Byrne decidió diseñar el rostro de Lobezno bajo la máscara sin saber que Dave Cockrum ya lo había hecho años antes. Pero como no hay nada que no se pueda reciclar, el dibujante lo usó para un nuevo villano que él y Claremont introdujeron en páginas de Puño de Hierro. Villano recurrente en varias colecciones, el primer enfrentamiento entre Dientes de Sable y Lobezno no se produciría hasta una década más tarde, en plena crisis de la Masacre Mutante. Ilustrada por Rick Leonardi y -sobre todo- un espectacular Alan Davis aquella encarnizada pelea forjaría la enemistad que ambos antagonistas han arrastrado durante años (elevando a Dientes de Sable al rol de principal nemesis del canadiense). Formando parte de los Merodeadores de Mister Siniestro, Claremont supo dosificar las apariciones del personaje a su participación en la masacre de los Tuneles Morlocks e Inferno más una o dos historias entre ambas. Sin embargo, su aportación más inspirada a esta rivalidad fue el número 10 de la serie regular del canadiense, exponiendo como le había estado atormentando desde su juventud visitándole anualmente para arrebatarle lo que más amase durante la fecha de su cumpleaños. Aquel número en el que Lobezno se veía atormentado por la sombra de un enemigo invisible con el recuerdo de la muerte de Zorra Plateada en su cabeza sigue estando entre los mejores relatos que ha dado la colección del canadiense. En principio, la intención de Claremont era que Dientes de Sable fuera el padre de Lobezno y que este nunca hubiera sido capaz de derrotarlo tras una vida sufriendo incontables torturas por parte de su persona. Sin embargo, esta idea fue posteriormente invalidada por otros guionistas, convirtiendo a Creed en un tío psicótico con una profunda envidia hacia Lobezno.
  8. Madripoor: Cuando Claremont finalmente se decidió a darle serie propia a Lobezno no lo hizo repitiendo ninguna fórmula que hubiera aplicado en la Patrulla-X o las miniseries anteriores, sino que se sacó un país ficticio de la manga para convertir al canadiense en una suerte de héroe de novela negra operando bajo el pseudónimo de Parche. Modelada a imagen de Singapur, la Madrid Pobre (Madripoor para los amigos) se convirtió en la Casablanca de Lobezno, mientras se la describía como una de las naciones más corruptas del planeta. Punto estratégico para el contrabando de cualquier cosa ilegal que se moviera entre Asia y el resto del mundo, Madripoor estaba controlada por un reyezuelo que mantenía estrecho contacto con los señores del crimen que de verdad controlaban lo que se cocía en la isla. Aprovechando cualquier oportunidad para darse una escapada a la isla y ayudar a una vieja amiga que actuaba bajo el nombre código de Tyger Tiger, las aventuras de Lobezno en la colección en Marvel Comics Presents y los primeros números de su serie regular se desarrollaron dentro de este entorno en el que Claremont introdujo elementos como el Bar Princesa o los matones Hemorragia y Camorra. Los sucesores de Claremont continuaron aplicando este enfoque aventurero en sagas como La Piedra Gehena, la saga de Tierra Verde contra Geist o el Proyecto Lazarus. Posteriormente, la isla ha continuado teniendo un papel destacado en diferentes sagas, sirviendo de núcleo de poder de organizaciones como Hydra o La Mano (llegando incluso a tener sucedáneos como la Bagalia introducida por Rick Remender en sus Vengadores Secretos). Dentro de la mitología de Lobezno, Madripoor y su etapa como agente independiente dentro de los carteles clandestinos de oriente bajo la identidad de Parche siempre tendrá un papel importante siendo el eje sobre el que giraba esta etapa de su Historia.
  9. Team Up: La fama de antisocial y solitario de Lobezno comenzó a tambalearse a través de las innumerables historias que compartió con otros personajes durante la década de los ochenta. Habiendo demostrado su valía como miembro de la Patrulla-X durante los setenta, ahora a Lobezno le faltaba probar que podía desarrollar química junto a otros personajes, y vaya si lo hizo. El primer team up del canadiense fue el que protagonizó junto a Rondador Nocturno en la primera saga de la serie de los X-Men tras el funeral de Jean Grey, y el experimento de mezclar sus personalidades dispares funcionó tan bien que la editorial probó suerte con infinidad de personajes (fueran miembros de la Patrulla-X o de otras colecciones). Ya hemos hablado más arriba del rol de Lobezno como sensei de los jóvenes pupilos de los X-Men, pero también protagonizó un buen puñado de aventuras memorables junto a los miembros más veteranos del equipo. Entre estos son especialmente reseñables la prueba de fuego que vivió Pícara durante el enfrentamiento contra la Víbora y el Samurai de Plata, su team up con Kaos en la miniserie Meltdown, su participación en el rescate de Mariposa Mental después de su transformación en Lady Mandarin o su rivalidad con Gambito durante la etapa dibujada por Jim Lee. Este carácter gregario no se quedó ahí, y a lo largo de los ochenta vimos como se desarrollaba su relación con Carol Danvers y Spider-Woman mientras protagonizaba memorables encuentros con Hulk en su etapa como Mister Fixit o con el Hombre Araña en el mítico Spider-Man Vs Wolverine. Los ochenta fue en otras palabras la década en la que la fama de solitario de Lobezno se convirtió en uno falso eslogan de presentación que poco o nada describe a un personaje que -a pesar de su carácter tosco- es probablemente el personaje Marvel que más colaboraciones ha tenido con otros personajes.
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  11. La Noche de los Cosechadores: Uno de los momentos más inolvidables de las aventuras de Lobezno durante los años 80 fue su crucifixión al más puro estilo Conan a manos de los Cosechadores en la última saga de la etapa australiana. Liderados por Donald Pierce, Dama Mortal y los suyos irrumpieron en la ciudad abandonada que la Patrulla-X había convertido en su hogar, obligando a los mutantes a atravesar el Lugar Peligroso (lo que dejó al canadiense a merced de sus enemigos cuando llegó al lugar de los hechos desde Madripoor). La imagen del canadiense con sus extremidades clavadas a una cruz con forma de «X» mientras se veía atormentado por el delirio del hambre, la sed y los efectos del sol sobre su cabeza probablemente sea una de las más sugerentes de la historia de la franquicia. Esta saga fue además en la que la joven sin techo que se había colado en el poblado abandonado se dio a conocer, forjando las bases de la relación entre Lobezno y Júbilo (la cual viviría su momento cumbre entre finales de los ochenta y principios de los noventa). Con referencias que iban desde la saga Mad Max hasta Aliens pasando por el citado bárbaro cimmerio de Robert E. Howard, La Noche de los Cosechadores podría haber sido el epílogo perfecto para la andadura del personaje en los ochenta. Aun así, Claremont y Jim Lee se encargarían de estirarlo un poco más.
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  13. Leyendas Vivientes: Durante esta década, Lobezno todavía recordaba los detalles de su pasado a pesar de que el lector no fuéramos conscientes más allá de grandes rasgos. Tampoco era otra cosa que un tipo muy viejo al que su factor curativo que le había permitido vivir más años de lo normal. Esto brindaba una oportunidad única para la retrocontinuidad, algo que -hasta el momento de esta historia- se había limitado a cosas puntuales como la historia que reveló la relación entre Lobezno y Dientes de Sable. Sin embargo, el número autoconclusivo que nos ocupa decidió ir todavía más lejos, aprovechando las posibilidades que este lienzo en blanco ofrecía para relatar encuentros del canadiense con otros grandes iconos de la editorial en pasado. Relatando un encuentro con el Capitán América en el escenario de la II Guerra Mundial en el que además se establecía que la Viuda Negra fue algo así como su primera pupila, Leyendas Vivientes abrió la veda para el sinfín de añadidos que se han realizado a la historia del personaje desde finales de los ochenta en adelante. Ahora ya que cada uno decida si esta última aportación de Claremont al personaje poco antes de abandonar la serie fue realmente positiva, algo lógico que era imposible de evitar o una adición que ha hecho más mal que bien.



Brood 06Y con esto concluimos con nuestro repaso a los principales puntos que definen el devenir de Lobezno durante los ochenta, una década en la que evolucionó como personaje, consolidando las bases que lo convirtieron en un icono. Muchas de las ideas con las que se concibió originalmente quedaron desechadas por el camino mientras que otras continuaban puliéndose hasta definir un enfoque más parecido al que tenemos hoy. Sin embargo, las bases fundamentales continuaban intactas, convirtiéndolo en el antihéroe por antonomasia del cómic americano de supertipos disfrazados. Embutido en su traje de luto por la muerte de Jean Grey, Lobezno era el héroe de acción duro e implacable que encontró un caldo de cultivo para hacer brillar sus características definitorias con el auge del género. Su relación con la Patrulla-X y su carácter salvaje y visceral continuaron siendo las bases sobre las que continuó creciendo, mientas la idea de que fuera un mustélido mutado en lugar de un mutante quedaba en el olvido. Su relación con Japón a través de Mariko Yashida, su naturaleza como hombre de mundo con pasado misterioso y las consecuencias de de su enfrentamiento contra los sicarios del Club Fuego Infernal fueron las tres claves que más se explotaron durante esta década, en la que comenzó a desarrollar un universo propio con galería de villanos personal y a consolidar sus aventuras en solitario.

Sin prisas pero sin pausa, el personaje pasó de ser un mero secundario a ser uno de los iconos más firmes de Marvel Comics y el principal estandarte de la franquicia mutante. Conforme se acercaba a los 90, esa faceta aventurera que lo definió durante toda esta década fue dando paso a una mayor exaltación de la violencia y a rocambolescos juegos de espejos relacionados con su pasado, mientras el recuerdo de su amor por Jean Grey continuaba ganando peso tras el regreso de la pelirroja y los escapes que dieron a su pasión a lo largo del segundo lustro de los ochenta. Esto sin embargo será materia para tratar otro día. Hasta entonces, disfrutemos con el recuerdo de sus grandes sagas de los ochenta.

Brood 05

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Antoine
Antoine
Lector
14 julio, 2013 21:45

No la he vuelto a leer pero en su día me encantó la miniserie con Kitty, recuerdo que gustó hasta el dibujo de Al Milgron.

jojojajo
jojojajo
Lector
14 julio, 2013 21:49

La crucifixión de Lobezno fue uno de los primeros cómics de los mutantes que leí. Que nostalgia, aunque incluso en ese momento el dibujo me pareció bastante churro.

anderson
anderson
Lector
14 julio, 2013 23:00

…recuerdo que gustó hasta el dibujo de Al Milgron.

..Momentazo historico, Milgron agrada a alguien

Carlos Cruz
Carlos Cruz
Lector
14 julio, 2013 23:14

Viéndolo así, en un repaso ‘deconstruido’ de la década entera, lo que queda claro es que en los ochenta pasamos de tener un personaje de una pieza, a un abanico de Lobeznos, según la serie, el lugar, el partenaire o el público al que se quisiera llegar.

Se empezó con la dicotomía chulería-salvajismo Vs. espiritualidad-rollito japonés, para ir añadiendo capas: el Lobezno mentor de lolitas; el Lobezno viejuno de vuelta de todo; el que está a caballo entre los siglos; el Lobezno pirata, el ‘Bogart’ de mal vivir; el Lobezno insociable y el que es superabierto y se apunta a todos el grupos habidos y por haber del Universo Marvel…
Vamos, que hay más Lobeznos que Batmanes, sólo que en este caso todos conviven en la misma época.

No es que lo hicieran más complejo, más bien lo difuminaron del todo.

Forager
Forager
Lector
15 julio, 2013 0:13

Vendí la miniserie con Kitty por el dibujo de Milgrom y ahora me arrepiento, echo de menos hasta los dibujos del bueno de Milgrom…

Antoine
Antoine
Lector
15 julio, 2013 0:30

No recuerdo quien lo entintó, ni tengo ganas de mirarlo, pero es, de largo, el mejor trabajo del bueno Milgron.

Ocioso
Ocioso
Lector
15 julio, 2013 0:49

Si algo define la serie de Kitty y Wolverine es el pelo con mierdimullet que me lleva la chiquilla. Se les pueden aplicar los mismos adjetivos, a la serie, y al corte de pelo.

manolin
manolin
Lector
15 julio, 2013 11:55

Jojojajo: ¿pero que dice tio? toda la etapa de Silvestry en los X-Men fué genial, con un Claremont desencadenado dando rienda suelta a todas las ideas marcianas que se le iban ocurriendo, con Longshot, Dazzler, Kaos , Los Cosechadores, el Nido, Inferno, Júbilo,…y con ese aire tan apocaliptico y decadente que le daba el Silvestry con sus dibujos. como te vuelva a oir decir que sus dibujos eran un churro te tendré que desafiar a un duelo con pistolas al amanecer, o peor todavía, me chivaré al propio Silvestry y pasaras por la humillación de que te dé una paliza el único dibujante de comics musculoso del mundo.

Spirit
Spirit
Lector
15 julio, 2013 13:36

Buen artículo, enhorabuena por el mismo.

La mini serie dibujada por Migron la entintó él mismo, y es cierto que es uno de sus mejores trabajos, con un estilo más suelto y personal. De hecho, creo que si hubiera evolucionado hacia ese estilo…pues seguiría siendo Milgron, pero quizás no sería tan denostado actualmente. De todas formas, a mí me encantaba en su tiempo, y su etapa de Peter Parker me sigue pareciendo si no buena si bastante digna.

Quienes flipábamos con el Lobezno salvaje y con malas pulgas de la patrulla nos sentimos, en general, un poco decepcionados al ver como su serie era esa cosa rara de MADRIPOOR donde se vivían aventuras sin violencia y con tramas un tanto diferentes a lo habitual. Visto con la perspectiva del tiempo, fue un acierto ese aire a lo Terry y los piratas, pero en su momento fue una apuesta arriesgada. Ignoro si fue una decisión artística de Claremont o que se acojonaron al ver cómo el héroe de las masas era alguien salvaje capaz de matar y quisieron irlo suavizando.

En todo caso, creo que el comentario de Carlos Cruz es bastante acertado; en los 80 tenemos un batiburrillo de Lobeznos según el público, según se tercie, etc…Yo también pienso que más que un personaje de una pieza teníamos (y en cierta forma aún hoy tenemos) algo difuminado y adaptable…Lo cual, dicho sea de paso, si propicia aventuras tan divertidas y bien hechas como la de la JOYA GHENNA de P.David, por mí estupendo.

jojojajo
jojojajo
Lector
15 julio, 2013 14:35

Manolín, yo me refiero precisamente a un cómic que no era de Silvestri, cuando Lobi y Júbilo se escapan, que lo dibujaba alguien que era malo con ganas, y comparado con Silvestri todavía más.

jojojajo
jojojajo
Lector
15 julio, 2013 14:47

Rick Leonardi era.

Kaulso
Kaulso
Lector
15 julio, 2013 14:56

Ejem, jojojajo el «problema» de ese número no era el GRAN Rick Leonardi, era del entintado Kent Williams…. http://www.comics.org/issue/47043/

jojojajo
jojojajo
Lector
15 julio, 2013 15:09

Pues debía ser eso, ya te digo que se me hizo muy difícil leerlo.

Louontherocks
Louontherocks
Lector
15 julio, 2013 21:19

Buf es cierto, que mierda de tintas se marcó el Williams ese, Leonardi y Silvestri iniciaron las rotaciones de dibujante?? Porque sí que se iban turnando con bastante frecuencia, a mí me gustaban los dos, hicieron una etapaza hay que reconocerlo.
Sobre Lobi esta época fue muy buena también, no sólo por Claremont, al dibujo verdaderas máquinas como Buscema, Byrne y el propio Silvestri

Forager
Forager
Lector
15 julio, 2013 22:38

Muy buena teoría la de Carlos Cruz, la de la diversificación de Lobeznos en los ochenta. ¿Difuminación? Bueno, pero su papel de esforzado profe en Lobezno y los X-Men, por ejemplo -y con la colaboración de esa gigantesca creación morissoniana de Quentin Quire, tan bien llevada por Aaaron-, es de lo MEJOR que he leído en Marvel jamás.

Jerónimo Thompson
Lector
15 julio, 2013 22:41

Leonardi entraba en Uncanny para apoyar a Silvestri, sobre todo cuando la serie pasaba a quincenal en verano. El estilo de Leonardi me gusta, pero el editor la cagó al colocarlo como «apagafuegos» de Silvestri, porque sus estilos no armonizaban nada, y en aquel momento sentaba como una patada en los testículos encontrarse en un número con Leonardi en lugar de Silvestri, que era el que daba la imagen oficial de la Patrulla-X en aquella época.

Forager
Forager
Lector
15 julio, 2013 22:44

Adoro la etapa australiana-Claremont/Silvestri, y ahora podéis arrojadme tomates, pero hasta ROB se marcó entonces un número suelto muy simpático, con coña a costa de la Invasión de DC incluida, si no recuerdo mal, en una época -me temo que solo su primerísima etapa: Halcón y Paloma, esto y poco más- en que su dibujo todavía era/me parecía interesante porque se lo curraba.

Jerónimo Thompson
Lector
15 julio, 2013 23:14

No seré yo quien tire los tomates, Forager…

Lo peor de la etapa Silvestri es cuando te encontrabas que no era Dan Green quien lo entintaba, sino Joseph Rubinstein, porque entonces tocaba echarse a llorar: cómo jodía el tío el trazo de Silvestri.

Carlos Cruz
Carlos Cruz
Lector
15 julio, 2013 23:44

«Muy buena teoría la de Carlos Cruz, la de la diversificación de Lobeznos en los ochenta. ¿Difuminación? Bueno, pero su papel de esforzado profe en Lobezno y los X-Men, por ejemplo -y con la colaboración de esa gigantesca creación morissoniana de Quentin Quire, tan bien llevada por Aaaron-, es de lo MEJOR que he leído en Marvel jamás».

Quizás «difuminación» no sea la palabra adecuada, pero es que a mí a partir de las 23pm los sustantivos se me atragantan. Casi me gusta más lo de la diversificación, como las marcas, que amplían su audiencia potencial, aunque se pierda en parte la identidad inicial.

«Adoro la etapa australiana-Claremont/Silvestri, y ahora podéis arrojadme tomates».

A mí de esa época me parece que a Claremont le habia dado demasiado en la cabeza el sol australiano o similar, pero reconozco que nadie ha pintado esos culos respingones de las X-Women como el bueno de Silvestri. Ni siquiera Lee, y no digamos ROB.

Jerónimo Thompson
Lector
15 julio, 2013 23:58

La etapa australiana pura y dura, que consiste básicamente en la segunda saga del Nido (muy flojita, sí), la de Genosha (bastante decente) e Inferno (a mí me encantó este cross-over), quizá no sea la mejor de la serie, pero aunque sólo fuera porque sirvió de preámbulo a Disolución y Renacimiento (con la que sí que flipé bellotas, con ese Lobezno crucificado como punto álgido), ya tendría todo mi cariño.

Quizá sea una cuestión de nostalgia, pero yo tengo esta etapa en muy alta estima.

Lemmytico
Lemmytico
Lector
16 julio, 2013 9:57

Completamente de acuerdo con Daniel.

No he querido a entrar a comentar hasta ahora porque Lobezno es el caso más claro de lo que llamo «retrocontinuidad lectora». Vamos, que los lectores reescriben sus propios recuerdos sobre lo que leyeron. Así, ya no es que Lobezno haya dejado de molar o que en el fondo no molara tanto. ¡Es que en realidad nunca ha molado nada! Y todo el mundo lo sabía, claro. Porque, como hay quién ha dicho en los dos post, ni siquiera «Lobezno y Kitty Pride» era buena.

Yo no. «Honor», «Lobezno y Kitty Pride», los seriales de Marvel Comics Presents y los primeros números de su cole en solitario me siguen pareciendo obras maestras que releo al menos una vez al año.

Y por cierto, tampoco me parece que desde entonces «no se haya hecho nada bueno con Lobezno», aunque probablemente nunca llegue a hacerse nada tan bueno con él como aquellas historias de los 80.

Ocioso
Ocioso
Lector
16 julio, 2013 10:16

Lemmytico ha comentado: Porque, como hay quién ha dicho en los dos post, ni siquiera “Lobezno y Kitty Pride” era buena

A mí no me gustó nada. A lo mejor con otro dibujante …

guolberin
guolberin
Lector
16 julio, 2013 10:31

Es cierto que el dibujo es malo de cojones, pero la historia a mí siempre me ha parecido buenísima. Prefiero mil veces esta historia mal dibujada que, por ejemplo, la miniserie que hizo Claremont con Bobillo de Kitty hace unos años. Muy buen dibujo, pero aburrida a más no poder.

Ocioso
Ocioso
Lector
16 julio, 2013 10:40

Deberían dejar que la redibuje Jim Lee.

guolberin
guolberin
Lector
16 julio, 2013 10:42

No jodas, no te pases, prefiero Milgrom al rayitas

Ocioso
Ocioso
Lector
16 julio, 2013 11:26

Daniel Gavilán ha comentado: solo por la forma tan drástica de hacerse el pelado

¡Es verdad, me acabo de acordar! ¡Se lo cortan a katanazos!

Animal Man
Animal Man
Lector
16 julio, 2013 12:59

Yo yo que le tengo cariño a Milgrom. Debe ser por asociaciones con momentos agradables, porque malo era un rato el hombre. Como entintador sí que quiero recordar que era mejor en cambio.
Y hablando de reediciones, «La joya Gehenna» no se ha reeditado aun, ¿verdad?

Jerónimo Thompson
Lector
16 julio, 2013 16:19

«todo empezó a irse a la mierda con la entrada en el “lugar peligroso” y ya jamás volvió a ser, ni de lejos, lo mismo.»

Pues sí, a partir de ahí Claremont empezó a dispersarse demasiado, pero «Disolución y Renacimiento» y los números de Actos de Venganza que enlazó justo a continuación con Lobezno hecho un trapo y oyendo voces y el regreso de Mariposa Mental como japonesa, molaron un huevo.

«cuando apareció el payaso de Gambito con la mini Tormenta (ni me acuerdo cómo solucionaron eso)»

Lo «arreglaron» en la penosa «Proyecto: Exterminio», y sí, Gambito fue el heraldo de toda la porquería que vendría después. Yo aguanté hasta el final de la segunda etapa de Romita Jr., momento en que le di la patada a toda la franquicia mutante que había seguido hasta ese momento. Después de eso, sólo volví para la etapa de Alan Davis en las dos series de los X-Men (muy buena, aunque el final se le fuera de las manos) y para la de Morrison (que nunca me llegó a gustar demasiado, y abandoné en dos o tres ocasiones, aunque al final la terminé).

Antoine
Antoine
Lector
16 julio, 2013 17:02

Mira que Milgron era malo, pero para un trabajo bueno que hizo en su carrera también le dais palos.
No hay piedad.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
16 julio, 2013 18:18

Milgrom era un paquete como dibujante, pero su entintado a Stroman en Factor-X estuvo muy bien.

Odinson70
Lector
17 julio, 2013 1:14

18. » …Rubinstein….. cómo jodía el tío el trazo de Silvestri »

Será la nostalgia, pero a mi me gustaba…

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Y la miniserie con Kitty, la compré y la aborrecí de inmediato, nunca pude con el dibujo, que desperdicio de historia, en el trastero está más de veinte años.

Honor es la mejor historia de Lobezno en las pasadas tres décadas y lo seguirá siendo en las próximas tres, también.

Jerónimo Thompson
Lector
17 julio, 2013 10:19

En ese dibujo quizá no se note tanto, pero tú fíjate en los dos primeros números de la segunda saga del Nido (#232-233 USA) y después en el tercero (#234 USA). Vamos, para echarse a llorar. Le quitaba toda la gracia al trazo de Silvestri, que sin embargo lucía en toda su gloria cuando era Green quien lo entintaba.

Odinson70
Lector
17 julio, 2013 16:46

Es Green era mejor para Silvesty y ya está, Rubinstein quedaba mejor con otros dbujanes, tipo Ron Frenz (Spiderman), Byrne (Capitán América), Sal Buscema… Y Fran Miller !, porque «Honor» les quedó muy bien, diría yo:

http://www.comicbookdaily.com/wp-content/uploads/2012/07/Wolverine-Issue-4-cover-by-Frank-Miller-and-Joe-Rubinstein.jpg

Jerónimo Thompson
Lector
17 julio, 2013 16:50

Ah no, que no se me entienda mal: no digo que Rubinstein fuera un mal entintador, sólo que a Silvestri se lo cargaba.

Erik Lensherr
Erik Lensherr
Lector
17 julio, 2013 20:26

Sin duda ,la década de los 80 fué la más definitoria de la vida editorial de Lobezno…fueron las obras de Claremont & Miller, la etapa de Larry Hama con Silvestri y la etapa de Claremont y Jim Lee y la fabulosa Arma X de Barry Smith las que definieron el caracter actual de Logan, el parámetro por el cual se mide al mutante….sus mejores aventuras sin duda ocurrieron en los 80, en la actualidad todo o casi todo lo que rodea a LObezno bebe de aquella época dorada…

Odinson70
Lector
18 julio, 2013 17:12

Cuando comentamos estos COMICS -así, com mayúsculas- de los 80, o de los 60 y 70, y veo los actuales…. pues eso.

http://www.skywaspink.com/uploads/lobezno1982.png

zape
Lector
18 julio, 2013 21:57

Me permito convidar, que aunque no la escriba yo no está mal del todo: http://nevillescu.com/2013/07/18/lobezno-honor-recordando-tiempos-mejores/

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
19 julio, 2013 11:45

«Vamos, que era un personaje con muchas capas, pero todas giraban sobre un mismo núcleo y estaban conectadas entre sí. No eran aspectos herméticos deslavazados sin relación entre sí, sino que todos estaban conectados y daban forma a un mismo todo.»

De acuerdo con Daniel. De hecho, ese es el Lobezno que a mí me gusta; el personaje con múltiples facetas que lo dotaban de una personalidad rica en matices y lo convirtieron en uno de los más fascinantes de Marvel. A mí el Lobezno de los primeros tiempos me dice muy poco. Que estaba bien y tenía su punto, pero el psicópata que se ponía tó loco y sacaba las garras a la mínima tanto contra enemigos como contra amigos funcionaba sobre todo por contraste con el resto de héroes. Limitarlo a eso lo hubiera convertido en un personaje recurrente y repetitivo, un palizas que enseguida habría sido relegado a la segunda fila. Pero lo que (sobre todo)Claremont, Byrne, Miller, Barry Smith hicieron con el personaje en estos años fue todo un acierto.

Lemmytico
Lemmytico
Lector
19 julio, 2013 13:04

Amen.