Justo antes de que comenzara el confinamiento provocado por el Coronavirus, tenía en agenda hacer esta reseña; pero, de repente, nos estalló a todos en la cara esta nueva realidad. La tenía programada para el 20 de marzo, pero decidí finalmente no escribirla. No me sentía con las fuerzas suficientes para hacerles llegar una reseña sobre una catástrofe dentro de otra catástrofe. Creí que no era lo más indicado, hasta hoy. El hecho de no hacer esta crítica en su momento fue por el motivo anteriormente expuesto, pero también el hecho de querer hacer justamente ahora esta reseña se debe a ese aperturismo, a esa vuelta a la (nueva) normalidad y rutina. Si bien estas semanas he rellenado este hueco con el genial Jason, había un deseo por mi parte para volver a lo que quería hacer en primera instancia.
Lo irónico de este asunto, y no estaba preparado, es que
El principal problema que surge con este cómic sobre las Torres Gemelas es que, como bien dice su propio autor, la caricatura política es efímera. Y es lo que sucede aquí.
El cómic se divide en dos partes, y en ambas tienen como eje central la tira de prensa. Por un lado, Spiegelman hace una serie de entregas emulando las dominicales de principios del Siglo XX; por otro lado, una vez acabada su parte, el artista hace una selección de dominicales reales de esa época que tienen más o menos relación con el 11S. Esto es debido a que, como dice Spiegelman, los cómics fueron su refugio para sobrellevar esa crisis que vivió en primera persona como buen neoyorquino que es. El haber tomado la decisión de imitar las dominicales afecta totalmente al diseño del tomo, ya que éste al abrirse debe girarse para que así las dos páginas que tenemos delante se conviertan en una que recoge toda la tira. De este modo, tenemos una edición original y particular con unas páginas muy gruesas.
Spiegelman recupera la figura del ratón de Maus, su obra cumbre, y también trae de vuelta a personajes primigenios del noveno arte. Con una estructura deconstructiva y caótica, el autor da su visión particular de un acontecimiento que movió los cimientos de nuestra sociedad. Hay un estilo gráfico ecléctico tanto a la hora de elaborar viñetas como en el trazo. Lo más importante de este cómic es que funciona como retrato de una época tan cercana y lejana a la vez, con todas sus ramificaciones: políticas, económicas, bélicas, sociales…
Asimismo, cabría destacar la importancia editorial de este tebeo, ya que supuso el divorcio entre Spiegelman y The New Yorker, mítica cabecera estadounidense para la que trabajó durante una década. Spiegelman es una de las figuras más importantes dentro del mundo del cómic de las últimas décadas. Junto a su esposa Françoise Mouly creó la publicación Raw, auténtica escuela de futuras leyendas dentro del cómic underground/independiente como Charles Burns o Chris Ware. Luego vino el hito llamado Maus; obra que es capaz de convencer de la importancia de los cómics incluso a los más escépticos. Ya en 2008, tanto él como su esposa fundaron la editorial Toon Books para la creación de tebeos infantiles.
Como buen autor dentro del underground/independiente la influencia de las tiras de prensa es total hasta el punto que este cómic sería imposible su concepción sin tal influjo. Personalmente, me interesa más la segunda parte del tomo (aquella que incluye dominicales históricas) que las propias creadas por el artista. Y es que estoy hablando de Little Nemo, Bringing Up Father y Krazy Cat, nada más y nada menos. Las tres son obras capitales dentro del mundo de las viñetas. Otra influencia básica entre este tipo de autores es Wally Wood y EC Comics al que Spiegelman rinde un pequeño homenaje, y de paso pide perdón. Wood es una especie de gurú entre estos historietistas.
Guion - 6
Dibujo - 7
Interés - 7
6.7
Spiegelman trata un tema importante y reciente, pero creo que falla en el enfoque, que sí que podría funcionar en su momento, aunque hoy en día queda como un relato caduco.