ÉRASE UNA VEZ TRES SIRENAS QUE QUERÍAN EMBORRACHARSE
Tres sirenas llamadas Pearl, Tooth y Eez pasan sus días felizmente mientras vagan por el mar bebiendo el alcohol que consiguen rescatar de antiguos naufragios. Hasta que un día, mientras están borrachas, tienen una de esas ideas que a uno le parecen tan iluminadas cuando va contentillo: podrían usar un hechizo para convertirse en humanas, ir a tierra firme y conseguir todo el alcohol que quieran directamente de la fuente original. Sin embargo, tras liarla con estilo durante un buen rato por allí, lo que ninguna de las tres esperaba descubrir es que el hechizo… parece no poder romperse.
Kat Leyh, la autora que ya conquistó a crítica y público con Snapdragon, vuelve con otra obra en la que trabaja como autora completa para darle una vuelta de tuerca a todo lo que conocíamos de las sirenas. Publicada por Gallery 13 en el mercado norteamericano el año pasado, ahora llega a España de la mano de Norma Editorial. Lo hace, eso sí, bajo su sello principal, en vez de bajo el sello Astronave como Snapdragon.
Kat Leyh ya nos demostró de sobra con su trabajo en Snapdragon que le encanta desafiar todo lo social y culturalmente preestablecido, toda clase de tópicos y tabúes. Sirenas borrachas, como se puede apreciar desde el propio título, gira en torno a esta idea y no se preocupa por esconderlo en ningún momento.
Desde la primera página, Leyh declara sus intenciones alto y claro al mostrarnos a una sirena que está borracha, eructa cuando le apetece y lleva los pechos descubiertos. Poco después, además, nos damos cuenta de que el comportamiento de estas tres protagonistas es tremendamente parecido al de un joven humano cualquiera. Eso sí, por mucho que compartan el mismo espíritu, no dejan de ser habitantes del mar que no conocen casi nada sobre el mundo terrestre. Esto conduce a muchas situaciones sobre las que se fundamenta no solo el humor, sino también muchos de los mensajes reivindicativos de la obra.
Por el lado del humor, es evidente por qué tres sirenas que van borrachas y no tienen ni idea de cómo funciona lo que hay a su alrededor es un concepto que puede llevar a situaciones interesantes. Desde el momento en el que las tres protagonistas llegan a una discoteca, se acercan a la barra y piden “tres alcoholes” con toda la ilusión del mundo en sus ojos, pensé que el apartado cómico de esta obra me iba a conquistar. Y no me equivocaba.
Lo cierto es que Sirenas borrachas seguramente sea uno de los cómics que más me han hecho reír hasta la fecha. No hablo simplemente de pensar que algo es gracioso cuando lo leo y proseguir con una agradable lectura, sino de estar riéndome en voz alta cada pocos segundos por los golpes de humor.
Gran parte de este efecto se consigue gracias al dibujo de Leyh, tan expresivo y fluido como en ocasiones anteriores. Sus diseños se te quedan grabados en la mente y cada viñeta presenta su narración de forma impactante y clara. Los personajes ―y esto es especialmente importante― parecen cobrar vida propia y eso ayuda a que se les pilla cariño tan fácilmente.
El caso es que, ante mi desfile de carcajadas, una persona que había cerca de mí mientras leía me preguntó: “pero ¿qué estás leyendo?”. Como respuesta a su pregunta, decidí enseñarle algunas de las escenas que más gracia me habían hecho. La otra persona también se rio y dijo: “me recuerda a She-Ra”. Este comentario me pareció especialmente interesante.
Esta persona es una persona que prácticamente nunca antes se había acercado a un cómic. Su consumo de historias se suele limitar a las series de televisión, algún que otro libro y, mayoritariamente desde hace un tiempo, las redes sociales. Hablamos, por tanto, de una persona que no dispone de información suficiente como para conocer los hechos que conectan Sirenas borrachas con She-Ra.
No sabe quién es Kat Leyh ni quién es ND Stevenson. No sabe que Stevenson creó She-Ra y tampoco sabe que existe un cómic llamado Leñadoras. Del mismo modo, no sabe que Leyh fue una de las encargadas de relevar a Stevenson en el equipo creativo de Leñadoras cuando Stevenson decidió dejar de trabajar en la serie. Por supuesto, desconoce que Leyh mantuvo con gran acierto el estilo y el espíritu del que Stevenson había conseguido dotar a Leñadoras, ya sea porque el estilo de Leyh era muy compatible en primer lugar, porque se impregnó del trabajo de Stevenson en el proceso de tomar las riendas de la serie o por una mezcla de ambas.
Esta persona es una persona que no conocía ninguno de estos hechos y, aun así, supo identificar en apenas unos segundos la conexión que se esconde tras ellos. Una conexión creativa, dos estilos similares y, a su vez, con las suficientes diferencias como para ser apreciados individualmente. Dos visiones creativas que son un auténtico soplo de aire fresco no solo para el mundo del cómic, sino para las historias en general.
Si Nimona era la vuelta de tuerca de muchos de los clichés de los cuentos clásicos con la que ND Stevenson nos hizo querer a un villano y temer a la protagonista, Sirenas borrachas es la vuelta de tuerca personal de Kat Leyh a otros elementos muy extendidos y estereotipados en la cultura popular, pasando de los cuentos clásicos a algunas de las historias más icónicas de Disney.
No es casualidad, de hecho, que las tres sirenas de este cómic se pongan a ver en un momento determinado de la trama La Sirenita, la película de Disney. La autora y el lector admiten con honestidad que lo presentado en esa película es el estereotipo de sirena que hasta ahora tenían guardado en su memoria y, en una escena cargada de metatextualidad, parece que Leyh nos habla directamente a través de sus personajes para declarar que seguir limitándonos a esa visión es ridículo.
Leyh, con su particular estilo y gran talento, da un lavado de cara a estas criaturas de la mitología para adaptarlas a unos tiempos en los que la imagen que teníamos de ellas debido a precedentes como La Sirenita cada vez estaba empezando a flaquear más. En el proceso, nos ofrece un cómic endiabladamente divertido, con personajes a los que se les pilla cariño casi de inmediato y una emotiva reflexión sobre cómo el resto del mundo afecta a nuestro propio concepto de identidad.
¿Quiénes son estas sirenas? ¿Cuál es su lugar en pleno siglo XXI? ¿Habrá una forma de que se adapten o se seguirán sintiendo como pez fuera del agua? Todas estas preguntas, cargadas nuevamente de metatextualidad y otros dobles sentidos, son las que Leyh plantea al lector en otra obra maravillosa que no puedo más que recomendar.
Y por cierto, esa persona que se interesó por lo que estaba leyendo tras ver cómo me reía sin parar, que prácticamente nunca antes se había acercado a un cómic, acabó por pedirme el tomo para echarle un vistacillo… y no pudo soltarlo hasta habérselo leído entero.
Lo mejor
• La gracia y naturalidad con la que desafía cada tópico al que se enfrenta para actualizar el mito de la sirena.
• La tridimensionalidad de los personajes.
• Es rematadamente divertido.
Lo peor
• La disposición de los globos de diálogo no siempre es la mejor y a veces la lectura se vuelve algo confusa.
• El final de la historia puede parecer un poco precipitado.
Guion - 9
Dibujo - 9
Interés - 9
9
Mar-avillosa
Tras Snapdragon, Kat Leyh vuelve a deleitarnos con una obra cargada de humor, reflexiones y personajes entrañables. El mito de la sirena se actualiza en una historia que desafía con gracia y naturalidad todos los tópicos a los que se enfrenta.