Edición original: Skizz (2000 AD progs 308-330, 1983).
Edición nacional/ España: Skizz (Dude Cómics y Otakuland Distribuciones, 2004).
Guión: Alan Moore.
Dibujo: Jim Baikie.
Color: B/N.
Formato: Tomo.
Precio: 9€.
Como muchos de ustedes, el que esto escribe es admirador de Alan Moore. No por casualidad, mi debut en Zona Negativa se produjo con una obra del bardo de Northampton: Un pequeño asesinato, con el argentino Óscar Zárate en el apartado gráfico. Obtuvo una buena acogida. A día de hoy es mi texto con más comentarios. Esta joyita incomprendida de su producción lo merecía, sin duda. Y también me recuerda lo que el mismo Moore dijo sobre su periplo en La Cosa del Pantano, donde su episodio favorito era Lección de anatomía y la sensación extraña que le producía que el trabajo del que se sentía más orgulloso fuera, al mismo tiempo, el primer capítulo de su saga. Hoy vuelvo a Moore con una historia muy diferente, muy alejada de sus obras de renombre y, sin embargo, con ciertos puntos de interés que bien merecen una consideración.
Skizz es, probablemente, el trabajo del que el británico se siente más decepcionado. Pertenece a su etapa de aprendizaje en IPC y, verdaderamente, es su historieta más convencional para la editorial. Carece de la garra de sus mejores relatos cortos (recopilados en Future Shocks) o de la mala baba de DR&Quinch y no digamos ya de la inventiva y los progresos en la caracterización de La balada de Halo Jones, uno de sus primeros tebeos auténticamente memorables. Skizz viene a ser una réplica “clase obrera” de E.T. que, no obstante, gozó del suficiente apoyo de los lectores para prolongarse durante 22 entregas. “Prolongarse” tal vez sea la palabra clave, en cuanto en seguida parece claro que el guionista no dedica el mismo entusiasmo en los primeros capítulos que en los últimos, quedando la sensación de que la obra prometía más, pese a sus evidentes taras de origen. Moore tuvo que bregar con un plot sugerido por la editorial y salió francamente asqueado de determinadas injerencias, como la inclusión de algunas frases entre el extraterrestre y Roxy, la protagonista femenina, en el capítulo final. Sin morderse la lengua, el autor llegaba a pedir a los lectores que no perdieran el tiempo en algo sin el menor interés (pueden leer la entrevista completa aquí).
¿A qué viene entonces contravenir a Moore? ¿Es que su autocrítica es injustificada? De ninguna manera. Skizz es una obra menor de su producción. No hay vuelta de hoja. Sin embargo, se originó en un momento clave de su formación como escritor y, como suele ocurrir entonces, tiene el germen de muchas ideas y recursos que repartirá luego pródigamente en sus obras.
Skizz, un alienígena que se llama a sí mismo “el intérprete Zhcchz del Imperio Tau-Ceti”, cae a la Tierra por un fallo mecánico de su nave en un inicio que recuerda poderosamente al de la historieta Tigres, su estupenda contribución a la mitología de los Green Lantern Corps. Estas primeras seis páginas están llenas de inventiva. El extraterrestre, homenaje a la tira Pogo de su admirado Walter Kelly, prefigura un episodio posterior de La Cosa del Pantano (The Saga of Swamp Thing#32) tanto en lenguaje como visualmente. Moore asume el reto de dotar al ser de una personalidad propia y lo hace discutir con el ordenador, que quiere incinerar la nave para evitar que su tecnología caiga en poder de los humanos. Ciertos detalles de humor negro lo emparentan con la tradición de cuentos cortos de 2000 AD, que él mismo había cultivado. En el siguiente capítulo, Skizz recorre Birmingham, sorprendiéndose de las fábricas, los automóviles y unos jóvenes punkies que le hacen huir despavorido a refugiarse en un pequeño cobertizo de las afueras, donde conocerá a Roxanne O’Rourke en una escena reminiscente del encuentro de Elliot y E.T. Los paralelismos con la película de Spielberg son tan descarados que, más adelante, cuando entren en escena los tipos del gobierno con sus trajes presurizados para llevarse a un Skizz enfermo, los protagonistas discuten sobre lo que habían visto en el célebre film. Tal parece una venganza del barbas contra unos condicionamientos demasiado rígidos. Como es presumible, los elementos más interesantes aparecen cuando la historia, aún siguiendo a pies juntillas el hilo marcado, presenta detalles o perspectivas inéditas, a menudo con cargas de profundidad. Por ejemplo: Elliot se gana la confianza de E.T. dejándole un rastro de caramelos (curiosa conducta para un ser inteligente, por cierto, el ir recogiendo las golosinas del suelo) mientras que a Skizz la comida de la tierra… ¡le hace vomitar! (obsérvese como el gusto por los detalles que consagraría en Watchmen está aquí de forma embrionaria en elementos como los cereales Kellog’s, casi un product replacement historietístico). Más: el rescate de Skizz sigue un esquema que precisa de la colaboración y toma de conciencia ciudadana, al igual que -salvando las distancias- el plan de V para desestabilizar el sistema. Otro aspecto que diferencia esta propuesta de su original hollywoodiense es el cariño con que Moore trata las meditaciones de la criatura, especialmente durante los primeros capítulos, preocupándose de retratar su forma de pensar y apuntar un código de valores más pintoresco que profundo.
A medida que la trama avanza, sin embargo, Moore parece diluirse en un encargo cada vez más oneroso y mecánico para él. Algún personaje se le resiste, como el agente del Gobierno para asuntos marcianos, tratado con un desprecio y una falta de sutileza inhabitual en él; otros, como Cornelius, apenas pasan del remedo simpático del retrasado de De ratones y hombres, la obra maestra de John Steinbeck. La splash-page con que concluye el penúltimo capítulo ya es una renuncia expresa a desvincularse de su modelo. No obstante, el genio de Moore aún brillará con alguno de sus toques “marca de la casa”, como la viñeta final, un bello epílogo que renueva la confianza en su habilidad innata para cerrar de la mejor forma posible sus fantasías.
El dibujante Jim Baikie firma un trabajo correcto, destacable sobre todo en las expresiones faciales y en su reconocible ambientación de barrio obrero de Birmingham, con la típica solidez de los ilustradores británicos. Baikie volvería a colaborar con Moore en El día del padre, una reivindicable historia en dos partes del justiciero Vigilante, donde repetiría la caracterización física de Cornelius.
Skizz fue parcialmente publicado en España por MC Ediciones, compartiendo cabecera con Dan Dare y Harry Veinte, coyuntura que tal vez explique el aprecio que le tengo, superior a sus méritos reales. Pero nadie puede escapar a su infancia, ¿verdad? Años más tarde fue recogido íntegro en un tomo en blanco y negro publicado al alimón por Dude Cómics y Otakuland Distribuciones al precio de 9 euros.
En definitiva, no me atrevería a recomendar Skizz al neófito que se acerque a la figura de Moore deslumbrado por su fama colosal, pero sí al aficionado inquieto que desee comprender mejor la gramática de uno de los autores clave de nuestro tiempo.
Pues seguro que es mejor, o al menos lo parece, que el Neonomicon, que es el único tebeo de Alan Moore que de verdad me ha parecido mediocre, mediocre.
Menos mal que fue un regalo 😉
De Skizz sólo sabía que existía, y si encima está a medio publicar… Eso sí, me han entrado ganas de releer DR & Quinch
CUIDADO CON LAS NARANJAS, MARLON!!
A quien le interese, en el 2000 AD Annual de 1984 viene un artículo de 3 páginas de Moore explicando de qué tratará la serie y sus intenciones (está escrito antes de que se publicase la primera historia) y bocetos y primeros diseños de Skizz.
Tiegel, a medio publicar quedó la versión a color. El tomo que reseño, en B/N, contiene la historia completa.
Tachuela, ¿cómo has conseguido esa maravilla?
Javier, por favor te lo pido, deja de reseñar cosas que quiero leer. O al menos da a entender que están descatalogadas!
Un Moore menor de los 80 es un escritor superior a cualquier otro de esa misma época. O sea, que esta misma obra, sin ser de sus mejores trabajos, es una obra disfrutable por sí misma y a tener en cuenta. A mí me parece estupendo que se reseñe.
Puede que sea un Moore primerizo, pero al menos se le notan las ganas de disfrutar y hacer algo y no se pone plasta como en posteriores trabajos con sus obsesiones de magia negra y tal.
Incomprensiblemente, la he visto saldada en infinidad de ocasiones por ahí. De hecho, creo que en Studio Comics, de Barcelona, la tienen a pocos euros actualmente (mi propósito no es hacer publicidad de esa librería, de la que no tengo acciones ni participación alguna, si no avisar a quien le interese aprovechando que me pasé el otro día horas y horas escarbando en todos sus rincones en busca de ofertas y material antiguo)
A mi Skizz me parece un cómic pero que muy bueno. Una lectura realmente emotiva en la que me encontré seriamente preocupado por el destino de algunos de los protagonistas, con los que por algún motivo es realmente fácil empatizar. Creo que el señor Moore la considera una obra menor y no muy brillante, pero a mi me parece tremenda, muy por encima de muchas de sus obras como WildC.A.T.S, Supreme, Superman, Batman, Green Lantern, El Día del Juicio…
«Tachuela, ¿cómo has conseguido esa maravilla?»
Con Torrent, que la revista es muy divertida pero la economía no me da para poder consultar cualquier número cuando lo necesito.
Javier,
Estupenda reseña. Es una obra que nunca me.decantaba por conseguirla o no, pues me parecia que una obra temprana no podía estar a la altura del Alan Moore que todos tenemos presente.
Como dice Spirit, una obra menor suya es superior a la de cualquier otro autor medio. Así que decidido. A por ella. Y eso que estoy nuevamentr con From Hell, con lectura simultanea.de anexos y V de Vendetta (por la recopilación de Ecc).
A ve si superamos ese record de comentarios.
Jajaja. ¡Eso sí que no me lo esperaba, Tiegel! Me guardo la respuesta para cuando «otros» (y no miro a Reverend, ¿eh?) me acusen de lo contrario. 😉
Eso sí, como comenta el amigo Spirit, también yo lo he visto por ahí a cuatro euros. El barbas bien se merece un pequeño esfuerzo…
No creo, Swamp Thing, que Skizz esté a la altura de algunas de las obras que citas (Superman o La broma asesina me parecen muy superiores, la verdad), pero sí que es una historia entrañable, con un arranque muy divertido y un epílogo de categoría. Le tengo bastante cariño y no entiendo la inquina con que la trata su autor.
Gracias, Tachuela. No te hablo de mi economía porque entonces sí que nos echamos a llorar.
¡Qué capacidad, Nascitturuss! Yo lo único que alcanzo a simultanear es la entrega semanal de El guerrero del antifaz (y a veces tengo que consultar cómo quedó la semana previa). From Hell en concreto me exige un nivel de concentración inaudito. Es por lo que llevo aplazando su relectura. V, en cambio, la tengo más asimilada, desde la grapa de Zinco al tochal de Planeta. ¿Qué tal está la nueva edición de ECC?