Nunca nos sobra un autor de cómic.
«Daniel comprende que el joven es brillante, incisivo, original e inspirado, como él no lo será nunca.»
Para muchos autores de cómics trabajar para el mercado francobelga siempre fue un sueño, una especie de El Dorado donde todos sus sueños de una retribución justa por su trabajo se cumplirían y ha sido así durante muchos años. Sin embargo, durante los últimos años las condiciones económicas se han ido precarizando a medida que las tiradas se hacían más cortas, el mercado se inundaba de novedades y los plazos de entrega se acortaban. Algo que ha provocado protestas por parte de los autores, pero que no parece estar en vías de solución por el momento. Esta realidad no tan idílica es la que nos muestra
Sobra un autor de cómic nos cuenta la historia de Daniel, el alter ego de Blancou, un historietista sin mucho talento y en apuros económicos que tras sufrir la cancelación de su último proyecto por parte de su editor se encuentra con Kévin. Él es un joven dibujante, aunque más interesado en el Arte Contemporáneo que el en cómic, pero ha realizado un proyecto de cómic sorprendente e innovador que hace que Daniel se cuestione su propio trabajo. Ante su falta de ideas decide enviar el proyecto de Kévin como si fuera propio a un editor, que prendado de la propuesta lo publica cosechando un éxito inmediato y situando a Daniel como el autor estrella de moda.
A través de su alter ego, Blancou nos enseña la vida diaria de un autor de cómic alejado del éxito. Vemos como su actividad laboral suele estar marcada por contratos editoriales abusivos con condiciones miserables, cancelación de proyectos, nulo interés de los lectores por su obra que se ve reflejado en las colas de firmas y en las ventas de sus álbumes, dificultades económicas y un largo etcétera. Aunque la obra nos nuestros esos problemas desde el humor y la exageración no conviene olvidar que son situaciones reales. La obra nuestra una visión crítica con todos los actores de la industria, desde los editores que precarizan a los autores, hasta el esnobismo de los críticos, periodistas y algunos autores, además de la caduca y elitista visión que se tiene desde el mundo del arte del cómic. Esa visión crítica de la industria del cómic no está exenta de autocrítica hacia algunas de las concesiones que hacen los autores como vemos en la página veintidós donde el protagonista acepta trabajar en un álbum colectivo por unas condiciones infames.
Además de la visión crítica sobre la industria en la obra podemos ver las inseguridades que deben afrontar los creadores en una sociedad en la que el éxito viene únicamente marcado por el redito económico y los intereses creados. La falta de reconocimiento de su obra y su nula capacidad para conectar con los gustos del público llevan a Daniel a traicionarse a sí mismo en pos de un éxito inmerecido y deshonesto, que el sistema, mucho más deshonesto que él, no tiene ningún problema en validar, aunque para ello deba ignorar la verdad.
Tan interesante como lo que nos cuenta en esta obra resulta la forma de hacerlo ya que desde un estilo sencillo y caricaturesco muy expresivo y claro, Blancou firma algunas secuencias realmente notables en las que experimenta con las posibilidades narrativas del medio. Sin llegar al despliegue de herramientas del medio de otros autores consigue que la gran mayoría estén presentes de una forma orgánica y sin que resulte forzada. Entre ellas destacan sobre todo el brillante uso del color, con una paleta muy limitada que nos retrotrae a la que tenían los cómics populares hace años, y el de las onomatopeyas, una de las señales de identidad del cómic que muchos autores parecen haber desechado. Un cómic para leer, y releer, detenidamente ya que es un compendio de las posibilidades gráficas del medio.
Daniel Blancou es un historietista francés nacido en 1976. Estudio Artes Aplicadas en Estrasburgo mientras estudiaba se presentaba a concursos de cómic obteniendo en 1995 el primer premio en el concurso escolar del festival de Angoulême. A partir de 2002 comienza a publicar en el fanzine Tchô !, además de trabajar como colorista de la serie L’odyssée du temps entre 2002 y 2004. En 2008 aparece Le roi de la savane, su primer álbum protagonizado por un personaje que creó en Tchô !. En los años posteriores aparecen Albert le magnifique (2009), Être riche (2009) y Retour à Saint Laurent des arabes (2012). En los cuatro ejerce como autor completo, algo que cambia con Énergies Extrêmes en el que ilustra un guion de Sylvain Lapoix y en Sous le feu corse en el que el guion es de François Pottier y Patrice Camberou. A lo largo de su carrera también ha trabajado en álbumes colectivos como Etre là avec Amnesty international y La revue dessinée. Sobra un autor de cómic es su vuelta como autor completo, además de su único cómic publicado en España por el momento.
Sobra un autor de cómic es un retrato despiadado del mundo del cómic en el país vecino que nos nuestra entre risas la cruda realidad actual en el que Daniel Blancou se nos revela como un autor a seguir que para nada sobra.
Lo mejor
• La crítica brutal tanto al mundo del cómic como al del arte contemporáneo del país vecino.
• La brillante composición de algunas páginas repletas de recursos gráficos.
Lo peor
• La realidad que retrata la obra es el día a día de muchos autores.
Guión - 8.5
Dibujo - 8.5
Interés - 9.5
8.8
AUTOR
Una obra que retrata desde el humor las dificultades laborales y creativas que atraviesan los autores de cómic revelándonos la cara oculta de la industria.