Soda Integral 1

 

Edición original:. Soda L´Integrale 1, abril 2011, Dupuis. Contiene los álbumes originales ‘Un ange trépasse’, ‘Lettres à Satan’, ‘Tu ne buteras point’, ‘Dieu est mort ce soir’.
Edición nacional / España: Soda Integral 1, Ponent Mon, 2016.
Guión: Philippe Tome.
Dibujo: Luc Warnant, Bruno Gazzotti.
Color: Stephane Debecker
Formato: 184 páginas en color editadas en cartoné.
Precio: 36 €.

 

Leer una buena BD es como abrir un vino que sabes no te va a defraudar. Semejante símil arrogante sirve para hablar de la agradable experiencia que supone la lectura de una obra como Soda. Mal publicada en España hasta ahora, Ponent Mon se ha tirado a la piscina para arreglar esta situación con una serie de integrales, editados con mimo y denotando un gusto exquisito y un amor por el lector equiparables a esa labor de recuperación de la BD que están llevando a cabo editoriales como Dibbuks o Dolmen.
La que ahora nos ocupa es una buena muestra del gran trabajo como guionista de Phillipe Tome, la otra pata de la mesa que supuso la vuelta a la grandeza de Spirou en los ochenta junto a Janry. Tome creó esta historia tras un viaje a Estados Unidos para recabar información para el álbum de Spirou y Fantasio que transcurre en Nueva York y de regreso no solo había adquirido lo que necesitaba para la aventura del botones más famoso de la historia del tebeo, sino que se le había ocurrido una nueva saga para llenar las páginas de la revista semanal. Junto a Luc Warrant creó un universo más realista, más cercano que la habitual vestimenta fantasiosa de la BD más popular, desarrollando unas tramas situadas en un Nueva York inhóspito, más agresivo para lo acostumbrado a las páginas de la revista. Ese giro adulto, siempre con un pie en la diversión juvenil, dio pie a los casos de David Solomon, Soda para todos, un policía de la ciudad que nunca duerme, que se enfrenta a los más dispares peligros en semejante crisol de razas y culturas. Una de las particularidades del protagonista es que vive con su anciana madre, un personaje dulce e ingenuo, de frágil corazón. Soda no quiere provocarle mal alguno, de modo que se inventa una mascarada para evitar que su progenitora se entere de su verdadero trabajo: Solomon finge ser sacerdote, lo que, claro está, dará pie a numerosos enredos.

Esta premisa cómica crea una base sólida que permite el gag y el chiste, claro, así como situaciones desesperadas para tratar de mantener la fachada. Pero esto nunca impide que el guión olvide la premisa de acción o el caso a resolver, disponiendo con tino las piezas de intriga para desarrollar la historia de manera atractiva y crear el enganche. Si a eso se le suma una inteligente ración de crítica social sin manierismos y una ambientación que procura ser verosímil, la lectura de Soda se confirma, como arrancaba en el primer párrafo, como un acertado viaje por la mejor BD.

Cuatro álbumes componen este volumen, con tiempo así para visitar el pasado del protagonista, en Cartas a Satán, quizá la mejor historia aquí contenida, donde conocemos el caso que llevó a Soda a convertirse en policía o Dios murió anoche, una frenética aventura en pos de un sicario con un plan macabro. A priori, lo contado parece trillado, pero aquí es donde entra en escena otro de los aciertos del guión de Tomé: la caracterización de los personajes. El guionista resulta un as para crear, con pinceladas sencillas, individuos que resultan atrayentes, cuya humanidad rebosa en cada viñeta y que, sin olvidar su naturaleza cartooniana, resultan cercanos, posibles. Esto viene ayudado por los diseños de Luc Warnant primero, creador visual de la saga y de Bruno Gazzotti después. Ambos se pirran por el detalle, por los diseños de los coches y el empecinamiento en recrear calles y edificios. Esto ayuda a esa sensación de verosimilitud que busca el guión, sin olvidar la necesaria exageración de la acción, que aporta dinamismo y nos recuerda que estamos dentro de un tebeo. Ambos dibujantes si bien provienen de las mismas fuentes, despliegan estilos distintos, el primero tendiendo hacia la escuela de Marcinelle y el segundo directo a la escuela de Bruselas. Así, el lápiz de Warnant es más suelto, más caótico y rápido. Gazzotti por contra firma planchas más finas, quizás más pulidas, con una línea clara exquisita y limpia. Para gustos, colores, pero servidor disfruta más con el segundo que con el primero. Pero no le hace ascos a ninguno de los dos.
Sea como sea, publicar Soda en nuestro país es digno de un par de ‘hurras’. Si quieres saber qué es el tebeo europeo popular, esta es una buena muestra.