Soldado de Invierno 1: El invierno más largo

Coño, perdón, que no sé que he tocado… Sigo…

Que quiero decir que a lo mejor mañana, o pasado, o dentro de cinco años, no la considero la mejor (entre otras cosas porque a mí lo de hacer listas no me acaba de ir. Yo soy más bien básico: o me gusta o  no me gusta.); pero, ahora mismo sí estoy convencido de que, de todas las que he leído, es la que más me ha gustado.

A mí sí que me gusta leer historias del Capi en plan espía (dentro de lo absurdo que es creer que alguien que va constantemente vestido con unas ropas tan poco discretas como fácilmente reconocibles pueda tener alguna utilidad como espía o agente secreto…) o como agente de Shield. De hecho, creo que Stan Lee dió con la tecla cuando convirtió a Rogers en esa especie de agente oficioso de Shield (junto con lo de hombre fuera de su tiempo, que es el gran hallazgo a la hora de caracterizar al personaje.). No sé, a lo mejor es que soy muy raro, pero yo, cuando leo un cómic del Capi espero ese tipo de historia, o si no algo más alocado como la etapa en solitario de Kirby, pero no tanto un tebeo de supers al uso. Y me explico: para verle darse de tortas con supervillanos ya tengo sus apariciones con los vengadores; en su colección quiero verle enfrentarse a otro tipo de situaciones, que le definan y diferencien de los demás. De la misma forma que en la cole de Thor prefiero tramas mitológicas o cósmicas, o en la de Lobezno asuntos alejados de los temas de las series mutis.

Y creo que en ese sentido Brubaker lo ha hecho de lujo. También es verdad que hasta cierto punto era previsible, teniendo en cuenta el tipo de historias que escribe Brubaker. Es verdad también, como apunta Lemmytico, que Rogers no está tan centrado y calmado como suele ser habitual… pero Brubaker coge al personaje tras su paso por Marvel Knights (y aquí reconozco que toco de oído, porque de esta etapa sólo leí los dibujados por Cassaday) y ahí el personaje está muy influenciado por el 11-S y la paranoia por el terrorismo. Vamos, que en parte es por «la herencia recibida» (mira tú, con lo de moda que está la frase y por fin consigo colarla…), aunque enseguida Bru desvíe esa ira hacia una frustración de Steve porque está seguro de que Cráneo volverá a atacar pero no sabe dónde. Y tras eso ya viene lo de Bucky, el Soldado de Invierno… es lógico que el Capi esté un poco fuera de sí. Además, a mí personalmente me encanta lo de mostrar las dudas e inseguridades de un personaje que, de puertas para afuera, es tan seguro y firme. ( y sí, ya sé que no es el primero en hacerlo.)

Otra de las cosas por las que siempre me gustará esta etapa es el trabajo realizado por Bru con Bucky; un personaje que siempre me cayó como una patada en los mismísimos. Será otra de mis manías, pero así como nunca tuve problema en aceptar la idea de un luchador abanderado portando un escudo en pleno frente de batalla… lo de ver a un jovial chaval en coloridas mallas dando saltos siempre me tocó la moral. Por no hablar de la escenita de Bucky entrando en la tienda y pillando a Rogers a medio cambiar: «¡Oh, cielos, ese traje…!¡Eres el Capitán América!» «¡Cáspita, me has descubierto! No me queda más remedio que darte un traje y llevarte al frente conmigo para que no te chives.»… De verdad que nunca pude con eso. Y de un plumazo, Brubaker rompe todo eso y reescribe el pasado del personaje. Y todo ello sin borrar lo anteriormente dicho ni hacer uso de la retrocontinuidad; simplemente nos dice que lo que hasta ahora dábamos por bueno no era más que la versión oficial de la historia, algo preparado para ocultar una verdad más oscura pero más plausible y verosímil. Porque en realidad se trata de eso, de verosimilitud. No de realismo. Por definición una historia de superhéroes nunca será realista; pero sí puede ser contada de forma verosímil. Me vuelvo a ir… En definitiva, con el Soldado de Invierno Brubaker convierte a uno de los personajes más ñoños de la editorial en uno de los más interesantes desde… desde hace mucho.

Pero es que además (está claro que era la niña de sus ojos) hace algo más con Bucky Barnes. En no pocas ocasiones hemos visto historias en las que Rogers dejaba «su cargo» y era sustituido por otros que, o bien no daban la talla (como el chaval de la etapa de Englehart que apenas duraba dos episodios entre que vestía el traje y era asesinado por Cráneo), o bien eran la antítesis de Rogers (John Walker, futuro USAgente). Pero, cuando tras la «muerte» de Steve Rogers, Bucky se hace con el escudo por fin vemos a alguien que sí es capaz de ser el Capitán América. A su manera y con sus métodos, pero es la primera vez que, como lectores, vemos a alguien que podría perfectamente ser el relevo del protagonista de la colección. Al menos fisicamente, porque (por si los cínicos lectores tenían alguna duda de que aquello fuese a ser definitivo) durante todo el tiempo que Steve estuvo «muerto» su presencia flotó constantemente sobre la colección, y Brubaker se esforzó en recordarnos, al mismo tiempo que mostraba la valía de Bucky, a través de flashbacks o sentimientos del resto del reparto que sólo hay un Capitán. Que Steve Rogers era el Capitán América mucho antes de tomar el suero del supersoldado. Que lo que de verdad define al personaje son los ideales y las convicciones de Steve, no un escudo y una máscara. ( y, de nuevo, Bru no fue el primero ni será el último en contarlo; pero a mí me encantó cómo lo hizo.).

Y es cierto que, como dicen Jorgenexo y  Lemmytico, todo esto choca con colocar a Rogers como el superpoli del UM. ( Mi versión preferida del Capi también es la del tipo que por muy patriota que sea, y por muy dispuesto que esté a ayudar a su gobierno, siempre antepone a las personas al sistema, y que no se muerde la lengua y critica lo que cree que va mal…). Pero puede que tampoco sea tan descabellado. A ver si soy capaz de explicarme… Una de las mejores historias del Capi es aquella en la que Stern y Byrne hacían que el Capitán pudiese llegar a presidente. Allí se contaba como Steve se veía tentado ante la posibilidad de poder usar todo el poder de ese cargo  para hacer las cosas del modo correcto; aunque, y tras reflexionarlo profundamente, rehusase a presentarse. Aquí, Bru lo pone en una situación similar con la diferencia de que ahora sí cede a la tentación. Steve Rogers es un personaje íntegro, pero también muy ingenuo, y carece del cinismo y la puntual falta de escrúpulos de Stark o Furia. Yo creo que sí entra dentro del personaje el que pudiese pensar «yo sí seré capaz de usar todo este poder para hacer lo correcto.». A mi parecer, el fallo está en no haber mostrado esa faceta más allá de algún comentario ocasional de Shaon o la Viuda Negra en plan «cada vez actúas más como Furia.». Hubiese estado cojonudo ver a Rogers tratando de cambiar las cosas y fracasar frente al sistema y la burocracia. Y que fuese eso y no el aparente destino final de Bucky lo que le llevase a vestir de nuevo el traje del Capi.

Voy a ir cortando, porque veo que me está quedando un ladrillo de tres pares de cojones… y ni siquiera estoy seguro de que haya quedado minimamente coherente. Perdón, de verdad.

Sólo una cosa. A pesar de todo lo dicho en el tostonazo de arriba, Jorgenexo lleva más razón que un santo en una cosa. Tenemos muy poca memoria a veces y encumbramos enseguida y con un fervor casi fanático lo último que nos ha emocionado antes de dejar pasar un tiempo prudencial para ver qué poso deja. Y por mucho que nos guste determinada obra, no deja de ser una opinión personal. (Eso sí; como dice Kravinoff, poner a parir Tintín debería estar penado de algún modo.)

Por último (y ahora en serio, de verdad que paro ya de dar el coñazo); llevo un buen rato dándole vueltas… Ha comentado Tiegel que había estado leyendo «Las estrellas mi destino». Joder, que me suena un huevo ese título y no acabo de caer de la burra…

 Pertenece a Starman de James Robinson. Masterpice

Gracias, Zape.

Y a todo esto; que me ha gustado este primer tomo del Soldado de Invierno. Si acaso pondría como pega que aunque Guice ha mejorado un huevo, es una lástima que Lark no haya dibujado todos los números.

Pues gracias, Tiegel. Veré de hacerme con él. Y confieso que estaba oyendo campanas sin saber donde sonaban. El título me hacía pensar, vete a saber por qué, en Bradbury. Pero supongo que será porque hace poco me leí El Hombre Ilustrado.