Somos: Probetus, de César Verdúguez

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Portada de Somos: Probetus de César Verdúguez

Edición original: Somos: Probetus (Cartem Cómics, 2023)
Autor: César Verdúguez
Revisión de textos: Elena Hernández
Maquetación: Antonio de Diego
Formato: Cartoné. 216 páginas. 29,95€

Primer viaje de un autor novel.

«Hemos viajado en el tiempo.»

Cuando Cartem Cómics dio a conocer los primeros títulos de las obras que compondrían su colección Spanish Bombs, centrada en las obras de producción propia, quizás la más llamativa era Somos: Probetus gracias a una portada magnifica y a las posibilidades que dejaba entrever su premisa argumental. Sin embargo, pese que su autor César Verdúguez (1990), cuenta con una larga trayectoria como ilustrador en el departamento de diseño de Radio Televisión Española, que este trabajo fuera su primer cómic largo podía generar algunas dudas. Tras su lectura podemos afirmar que, pese que la obra tenga algunas partes que no funcionan bien y en las que se notan algunos fallos propios de la inexperiencia, nos encontramos ante un autor que habrá que seguir en el futuro sobre todo por su faceta como dibujante.

Página de Somos: Probetus de César Verdúguez

Somos: Probetus nos cuenta una historia de ciencia-ficción enmarcada en el subgénero de los viajes en el tiempo. En sus páginas nos trasladamos hasta el año 2096 donde conocemos a Sirbino Probetus, un científico de la Naxum Space, que está experimentando con los viajes en el tiempo siguiendo las investigaciones de su padre, Fermín Probetus, al que no llego a conocer porque desapareció en extrañas circunstancias. Tras conseguir crear un portal temporal se embarca en varios viajes al pasado que le llevan a conocer el Salvaje Oeste, el Toledo del s. XVI o la Roma del 79 A. C. Un periplo por tiempo y el espacio que le llevara a terminar investigando su propio pasado y el de su familia y adentrarse en el misterio que encierra la desaparición de su padre.

La historia principal que nos plantea Verdúguez en su opera prima no es un prodigio de originalidad y en algunos momentos peca de ser excesivamente simple y previsible, pero está bastante bien construida y no tiene caídas de ritmo ni incoherencias, algo que con una trama llena de viajes en el tiempo es algo a destacar. La principal virtud del guion es la forma totalmente desprejuiciada y llena de sensibilidad en la que nos presentan al protagonista, que nació con Síndrome de Down, pero que en ningún momento se define únicamente por esa circunstancia. De manera que nos encontramos con personaje bastante rico y bien desarrollado que, sin duda, es lo mejor de la obra. También hay que destacar lo bien integrados que están la enorme cantidad de guiños a series, películas o grupos de música que vemos por todo el libro y que nos sacan una sonrisa en lugar de sacarnos de la historia.

Además de esa falta de originalidad de la historia que ya hemos mencionado, el principal problema que tiene la historia es la indefinición entre historia juvenil y para adultos que se aprecia en toda la obra. A diferencia de lo que sucede con otras obras que están llenas de capas de lectura que se disfrutan según la edad, en Somos: Probetus la mezcla no ha conseguido cuajar de forma que se mezclan diálogos sobreexplicativos y bastante simples, que pueden funcionar bien para los más lectores más pequeños al igual que el sentido del humor totalmente blanco y casi ingenuo, con temas mucho más complejos como algunos de las teorías que hay detrás de los viajes en el tiempo o las dudas de la madre de Sirbi cuando descubre que el hijo que lleva en su vientre tiene Síndrome de Down. Un problema de foco que hace que la historia no acabe de funcionar del todo bien, lo mismo que sucede con los tres viajes al pasado que realiza en protagonista que no aportan nada ni al desarrollo de la historia ni al del personaje y que dan más la impresión de formar parte de una historia ideada para ser serializada en varias entregas que como parte de una obra única. Aunque no se puede negar el valor didáctico del que el autor consigue dotarlos, en particular, el que transcurre en Toledo.

En el apartado gráfico se puede ver la influencia del dibujo de David Rubín y Albert Monteys en muchas páginas, pero a Verdúguez todavía le falta pulir su estilo para poder tener la fuerza y rotundidad que el gallego imprime a su dibujo y la limpieza de líneas, la expresividad y versatilidad del segundo. Sin embargo, no tenemos muchas dudas de que con el paso de las páginas ira puliendo su estilo y formando su propia personalidad porque en esta obra, pese a algunos problemas puntuales, se le ven grandes cualidades. Entre ellas hay que destacar el magnífico uso del color a la hora de transmitir emociones y, por encima de todo, una narrativa que aprovecha perfectamente el formato apaisado, de forma que en la novela gráfica tenemos una enorme variedad en los diseños de página, con composiciones en las que podemos ver viñetas verticales, horizontales, a sangre… un gran número de recursos que nos muestran un gran trabajo de planificación narrativa y que sirven para evitar que durante la lectura tengamos la sensación de estar antes un esquema fijo y repetitivo. Pero pese a esas ganas de jugar con la estructura de las páginas siempre prima la claridad narrativa de forma que cualquiera pueda entenderlas. También hay que destacar el gran diseño del protagonista y algunos de los secundarios, con la excepción del antagonista cuyo diseño hace que sea demasiado obvio el papel que va a jugar en la historia desde su primera aparición. También están muy bien diseñados los logos y rótulos, en los que se puede apreciar el dominio que tiene por sus años dedicado a ello de manera profesional. Entre las partes menos positivas habría que hablar de la ausencia de fondos en muchas de las viñetas y la irregularidad del dibujo con algunas viñetas que dan la sensación de estar realizadas con más precipitación que otras mucho más trabajadas.

Como es habitual la edición de Cartem es una excelsa calidad con un formato apaisado de una gran reproducción y tamaño. Como extras el volumen se complementa con bocetos, ilustraciones, diseños de portadas descartados, la biografía del autor y un prólogo de Paco Roca.

Somos: Probetus es una historia con algunos problemas en su construcción, pero que pese a ellos nos permite vislumbrar las virtudes de un autor que promete. Una entretenida historia de viajes en el tiempo en la que brilla un protagonista que es todo un ejemplo de normalización.

Lo mejor

• La forma de presentar a Sirbini.
• El buen uso del formato horizontal y la narrativa gráfica de la obra.
• El color.

Lo peor

• No acaba de definirse entre historia juvenil y adulta.
• El poco trabajo de los fondos.

Edición original: Somos: Probetus (Cartem Cómics, 2023) Autor: César Verdúguez Revisión de textos: Elena Hernández Maquetación: Antonio de Diego Formato: Cartoné. 216 páginas. 29,95€ Primer viaje de un autor novel. "Hemos viajado en el tiempo." Cuando Cartem Cómics dio a conocer los primeros títulos de las obras que compondrían su…
Guión - 6.5
Dibujo - 7
Interés - 7

6.8

Novel

Un trabajo que, pese a algunos errores, nos descubre a un autor prometedor y un protagonista encantador.

Vosotros puntuáis: 7.74 ( 15 votos)
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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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