Space Riders. Volume 1: Vengeful Universe

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Edición original: Space Riders Volume 1. Vengeful Universe 2015, Black Mask Comics.
Guión: Fabian Rangel Jr.
Dibujo, tinta y color: Alex Ziritt.
Formato: TPB de 56 páginas a color editadas en rústica.
Precio: 12.99 $.

 

¿Esto qué es? ¿Qué son esos colores? ¿Esa calavera motera en medio de un cosmos lisérgico? ¿Y esto otro qué es? ¡Pero si es una nave macarra surcando el cosmos! ¿Pero esto qué es, entonces? Pues un buen ejemplo del mishmash del nuevo siglo: el desenfreno de la moda más radical y los efectos de las drogas, el mix loco de las ventanas de consumo de música, el mejunje visual de un canal de dibujos animados, la pátina incongruente de una pila de revista de cómics en una librería de viejo… Space Riders es ese batiburrillo, pero no agota.

Así a bote pronto, este tebeo es a la ciencia ficción lo que Nightworld de McGovern y Leandri ha supuesto al horror; o lo que Copra de Fiffe ha sido para los superhéroes. Es decir, una vistazo admirado tanto como un revulsivo a géneros que los autores han mamado desde pequeños en un batido loco que supera por fin al posmodernismo. Estos son los hijos de Star Wars, del manga y de la BD como cuna real e influencia a lo molinillo de artistas que han convivido con un arte globalizado a través de internet, donde cualquier referencia está a golpe de clic. Es el desenfado de la nueva ola de autores, evidentemente jóvenes y banales, con poco aún que contar, pendientes de la forma, obsesionados con ella. Y me parece bien, el disfrute es evidente.

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¿De qué va esto? Puro space opera, puro Heavy Metal –la revista, no el género musical, una antigualla para sus autores, aunque de algo de él beben-. Pura referencia, pero con el ADN moderno de un Brandon Graham o un Simon Roy, Space Riders cuenta la cruzada de Capitan Peligro –así, en castellano en el original, con la errata, sin tilde- por recuperar su preciada nava la Santa Muerte y honrar el legado de su padre, fundador del azote del cosmos, los Space Riders del título. Acompañado por un robot femenino y un hombre-mandril, Peligro surca el cosmos en ese cráneo que recuerda tanto al balandro del Brainiac de Superman, como a la moto de Lobo, en medio de un espacio que parece tanto el cosmos del universo DC, como referencias más lejanas, desde Voltron hasta Mad Max. Todo, con una apabullante personalidad, una que ladra desde cada viñeta.

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Vamos, nada nuevo bajo el sol, ya decía, pero una buena muestra de esa tremenda personalidad de los nuevos autores, capaces de fagocitar referencias con ahínco al tiempo que alzan la bandera de la libertad. Esto logra una frescura importante. Una tan rotunda que se vuelve contagiosa y que consigue la auténtica virtud del tebeo: enaltecer el sentido de la maravilla. Es decir, cuando ya te han contado lo mismo mil veces, la única manera de que esa misma historia vuelva a espabilarte es entrándote por los ojos. Y eso logra Space Riders. Un pitch de su trama no soportaría el juicio canino de un grupo de sesudos narradores, está claro, pero vestido con esas formas airadas, envuelto en esos colores potentes, lo que es viejo resulta nuevo otra vez. De modo que sí, el viaje sideral epata de nuevo. Las batallas siderales resultan atractivas. Los secundarios bizarros brillan por su peculiaridad. Y el héroe que es otra vez el hombre con agallas, merece de nuevo su aplauso. Porque en parte de eso va divertir para cada nueva generación: renegar de lo antiguo y vomitar lo viejo, bajo un traje nuevo, acorde a las tendencias particulares de la juventud. Y si esto implica el uso gamberro del color, la tendencia a la plasticidad narrativa, la épica desde una perspectiva sarcástica o la victoria de cierto nihilismo estético, pues será la manera de ser joven entonces. Desde luego, esa debe ser la fórmula de la nueva juventud.

Y es que ya no sólo el lápiz, sino seguro que la escala cromática es la que juega el papel fundamental para construir la personalidad del tebeo. Sí, los diseños son feístas, hay cierta anarquía en el trazo y la narración es laxa y caprichosa, pero es el color el que galopa a su aire por unas páginas psicotrópicas. Tanto que parece que el universo se haya tomado un tripi y la nave con forma de calavera navega un océano sideral de LSD. Tal es así que las viñetas muestran el mundo que hubiera surgido si el 5 por Infinito de Maroto y el Lone Sloane de Phillipe Druillet hubieran tenido un hijo punk. O trapero. Que el punk ya es vintage. Y huele.
Editores españoles, ¡animaos!

  Edición original: Space Riders Volume 1. Vengeful Universe 2015, Black Mask Comics. Guión: Fabian Rangel Jr. Dibujo, tinta y color: Alex Ziritt. Formato: TPB de 56 páginas a color editadas en rústica. Precio: 12.99 $.   ¿Esto qué es? ¿Qué son esos colores? ¿Esa calavera motera en medio de…

Alucinante

Guión - 6.5
Dibujo - 8
Interés - 8

7.5

Puritita psicodelia.

Vosotros puntuáis: 9.6 ( 1 votos)
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flashpoint
flashpoint
Lector
26 febrero, 2016 1:36

Amo este tipo de cómic de scifi… Space Opera al estilo Heavy Metal, que nostalgia.
Gracias por la reseña o quizás nunca hubiese sabido de su existencia.

Daniel Gavilán
27 febrero, 2016 14:11

Tenía interés en echarle el guante a esta serie desde hace tiempo, pero nunca he terminado de decidirme. A ver si lo soluciono en una de estas

Pikachito
Pikachito
Lector
9 mayo, 2016 2:13

Mola, simplemente, mola.