Edición original: Spaceman HC USA, 2011, 2012, DC Comics.
Edición nacional/ España: Noviembre de 2012, ECC Ediciones.
Guión: Brian Azzarello.
Dibujo y entintado: Eduardo Risso.
Color: Patricia Mullvihill, Giulia Brusco.
Formato: Tomo de 224 páginas a color encuadernado en cartoné.
Precio: 20 €.
El mayor valor de Spaceman reside en su originalidad. De entrada, el abanico de posibilidades narrativas que se presenta a priori ante semejante título es inmensa. Spaceman es un nombre demasiado convencional dentro de la ciencia ficción. Demasiado genérico. Así que el astuto Azzarrello, ya desde el momento en el que bautiza a su criatura, juega al despiste. Y las magníficas portadas que fueron apareciendo en la red antes de su publicación, obra de Dave Johnson, ayudaban a esa sensación. Porque Spaceman es un título de ciencia ficción, pero sus pilares no pueden estar más alejados de la hard sci-fi que denota su título. Esto no es Asimov o Clarke. Pero tampoco el ya sobado homenaje retro a la imaginería pulp del space opera. Esto va más allá, ansía tener más personalidad, así que con pinceladas cyberpunk, algo de Orwell, un soplo de Dick y regurgitado después de pasar por el turmix gangsta-noir del propio Azzarello, tenemos esta curiosidad que no podría nacer sino bajo el seno –moribundo, por cierto- de Vertigo. Y es que bajo la premisa de mostrarnos la vida de un auténtico viajero de las estrellas, el escritor norteamericano tiene a bien crear un futuro distópico, donde los polos deben haberse derretido, hundiendo las ciudades costeras y dividiendo a la población en dos clases del todo opuestas a nivel económico: los que viven en al confortabilidad tras el enorme muro que impide el paso de las aguas y los que malviven entre las ruinas sumergidas de las grandes ciudades. Algo similar se puede ver en los cines actualmente en la magnífica Bestias del Sur Salvaje, por cierto, aunque el tono de esta cinta nada tenga que ver con la dibujada por Risso.
Volvamos a la historia. En medio de este ámbito postapocalíptico, Orson, un ser humano creado artificialmente para poder soportar los rigores de la conquista de Marte, dedica su tiempo en la Tierra a recoger chatarra entre las ruinas de la ciudad sumergida, tras el fracaso del programa espacial de la NASA que lo trajo a la vida. Simiesco y solitario, su tiempo transcurre entre regateos con otros compradores y sesiones masturbatorias. Hasta que el azar permite que Tara, la mediática hija de una pareja de celebrities sosías de Brangelina, caiga en sus brazos tras ser secuestrada por los malos de turno. Esta premisa, en las antípodas, repito, de lo que uno podría esperar dado el título del tebeo, sirve para que Azzarello se quede a gusto haciendo una crítica –algo manida ya- a la tele-realidad, así como a la deshumanización de las masas frente a semejante contenido audiovisual. Quizá alargada en exceso –nueve números deberían dar para algo más- y con evidentes decesos en el ritmo –sobretodo en aquellas escenas de menor calado por más convencionales, que son las protagonizadas por la pareja de agentes de la policía que investigan el secuestro-, Spaceman brilla aún así gracias a la descripción de los entornos en los que se desarrolla la trama. Esto se ve reforzado por la capacidad de Eduardo Risso para diseñar los mundos en los que se desenvuelven los protagonistas. Así, todo parece plausible y cada detalle de su entorno revela una capacidad minuciosa para el retrato de su ambiente. Desde las barcazas de desguace hasta los muelles improvisados en medio de los escombros de una ciudad perdida, Risso hace gala de su maestría en la creación de entornos urbanos verosímiles. Esto, unido a la enorme capacidad del argentino para diseñar un vestuario realista, provoca la sensación, al observar con detenimiento sus viñetas, que aquello que vemos, podría ser un documental sobre lo que está por venir y no una alucinación sobre el futuro de un escritor enajenado. Por tanto, el tono visual de la obra, siendo lo más logrado, es su mayor baza.
Pero es en la creación del personaje protagonista donde ambos autores son capaces de marcar otro tanto. Orson, el hombre del espacio, es un personaje arrebatador. No es listo, no es un héroe –de hecho, aún teniendo una moralidad más loable que la de sus contemporáneos, no llega a ser una figura sin tacha-, se deja manipular, es torpe y corto. Pero funciona gracias a su pulsión fundamental, que es la de cuidar sin miramientos comerciales a ese tesoro ansiado por todos que es la hija de las estrellas televisivas. Y el sentimiento, al parecer mutuo, desarrolla una velada historia de casto amor paterno-filial. Y esa imagen de ese individuo simiesco, adoptando a la indefensa huérfana, crea páginas poderosas, que recuerdan desde las inevitables King Kong o la Bella y la Bestia, hasta símiles cercanos y más actuales como el Koma de Waazem y Peeters, Light and Bold de Trillo y Bernet o Ranxerox de Liberatore, salvando las distancias con cada uno, desde luego.
Otro apartado donde el lápiz del argentino triunfa es en el diseño del entorno marciano, tremendamente sugerente, logrando una imagen incluso poética del planeta rojo, siendo al tiempo verosímil con los diseños de la iconografía astronáutica, cuya funcionalidad suele estar reñida con el diseño. Es aquí donde Risso demuestra que es muy capaz de escapar de su zona de comfort –esto es, entornos urbanos actuales de género negro- y desarrollar escenarios del todo distintos, como este de ciencia ficción pura. Es un pena que la subtrama espacial sea tan corta. Un tebeo entero de estos autores en un ámbito de ciencia ficción cósmica sería un hit casi seguro.
Pues después de lo que disfruté de 100 balas tendré que echarle un vistazo a este. Gracias por la reseña!
Como bien dices, lo mejor de la obra es su originalidad. Pero mejor aún es que no hacen de ese mundo creado el protagonista de la historia, sino que sólo lo utilizan de ambiente para desarrollar una historia que podría contarse en el presente perfectamente.
Leí los cuatro o cinco primeros números del tomo. Me pareció una historia simple y muy lenta envuelta en un escenario muy bonito, donde Risso y su fantástico dibujo mantiene la lectura. El caso es que para mí el problema de Spaceman no tiene que ver con la originalidad de los elementos que conforman la historia y explica Raúl, es que dentro de todos esos elementos la historia no funciona bien. A ésto, añado que Risso contribuye a enmascarar las limitaciones argumentales con una cierta confusión que no hace sino agudizar la lentitud de la historia con el resultado de partes tremendamente aburridas.
Pues yo estuve a punto de pillármelo, pero como los comentarios no eran demasiado favorables al final lo dejé. Pero la reseña ha vuelto a picarme la curiosidad.
Yo estoy igual. Cada vez que voy a la tienda merodeo en torno suyo y al final cojo otra cosa. Antes o después caerá, es cuestión de tiempo, pero…
Jopé..otro comic que tendré que comprarme, ¡pobre bolsillo mio!, ¿por que no tendré una aficción más barata como coleccionar huevos fabergé o desayunar ostras, caviar y champán?
Que ganas tenía de que llegara esta reseña (porque sabía que llegaría…) , me pasa lo mismo que a Retranqueiro, las críticas de algunos compañeros del estilo de la de Ataúd Johnson me terminaron de echar para atrás pero ahora se ha vuelto a despertar mi interés inicial asiq antes o después lo compraré fijo. Dudo más por el trabajo de Azzarello ya que sus últimos trabajos que leí fueron el Ciudad Rota y su Superman que no me convencieron en absoluto pero me está encantando su Wonder Woman …..todo dudas, todo dudas!!!. Pero este post ha decantado la balanza.
es bueno, no es la gran obra, pero es muy original, un mundo realmente interesante, no se porque y ya se que no tiene nada que ver pero este mundo me recordo un poco a la pelicula del 5to elemento, y a la de total recall, la vieja donde salia el idolo de Rob! arnold
A mí me dejó así, así. Tiene aciertos, pero la caída de ritmo se hace desesperante en muchos tramos.