Edición original: Marvel Comics – noviembre – 1997
Edición España: Comics Forum – octubre – 1998
Guión: Stan Lee, Tom DeFalco
Dibujo: John Romita Sr.
Entintado: Dan Green
Color: Steve Oliff
Portada: John Romita Sr. (primer número)
Precio: 375 pesetas (número único en grapa de 48 páginas)
Prólogo: visitas nostálgicas al ayer.
Han pasado casi veinticinco años desde que este tebeo fuera publicado en nuestro país, por cortesía de Comics Forum. En aquellos tiempos, el sello tebeístico por antonomasia de Planeta DeAgostini conmemoraba el décimo quinto aniversario de su edición de las series de Marvel.. Por tal razón, el año 1998 fue pródigo en publicaciones de todo tipo, que fueron desde la recuperación de clásicos inéditos o de difícil localización hasta la llegada en un tiempo razonable de proyectos especiales como el que aquí nos ocupa, definido sin duda por la característica de la nostalgia. Treinta años después de que John Romita se reuniera con Stan Lee para contar historias protagonizadas por el trepamuros blaugrana y el letrado sin miedo, dibujante y guionista se reunían con los dos héroes urbanos más populares de la empresa, para enfrentarles a uno de sus mayores enemigos: Wilson Fisk, Kingpin.
Una historia arácnida como las de antes
Desde que la primera estancia de Frank Miller en la serie protagonizada por Daredevil, Kingpin ha sido el mayor enemigo del cuernecitos, en sus dos identidades. La mera mención de Born again sirve como prueba validadora de esta afirmación. Sin embargo, Fisk hizo su aparición como parte de la galería villana de Spider-Man, de la mano de Lee y Romita padre y, a no mucho tardar, la premisa inicial de ser un jefe del crimen organizado dejó paso a la condición de supervillano arquetípico, con planes al uso y tecnología de viñeta. Habría que esperar a la llegada de Miller para que tuviéramos al Wilson que conocemos y que se ha paseado por las versiones televisivas y cinematográficas de los últimos treinta y cinco años (sí, estoy contando El juicio del Increíble Hulk). Aquí volvemos a la encarnación pretérita, con un Kingpin metido en los negocios habituales, pero con el toque villanesco que le es tan caro a papá Lee. Un malo más malo que Fisk con nombre estrafalario -Zoltaro-, un científico tópico de moral más tópicamente cuestionable -el Doctor Mindella- y una droga fabulosa con efectos secundarios más bien letales.
Lee y Romita padre -secundado el primero por su émulo aventajado Tom DeFalco y embellecido el segundo por un entintador del talento de Dan Green y un colorista con las habilidades de Steve Oliff- ambientan la historia dentro del presente de entonces: Peter ha superado las secuelas de la saga del clon y tiene de nuevo a un redivivo Norman Osborn en su vida; Matt ejerce la abogacía en el prestigioso bufete de la madre biológica de su amigo Foggy. Los Vengadores y los Cuatro Fantásticos han vuelto de su presunta muerte, al final de la batalla contra Onslaught. Aquí tenemos, en mi opinión, la primera inconsistencia entre obra y trasfondo. Los veteranos autores utilizan los datos que les ofrece el statu quo del dúo protagonista para anunciar a la parroquia lectora que esto está integrado en la continuidad, pero luego se dedican a contar una historia que hubiera tenido más sentido o todo él tres décadas atrás. Spider-Man es falsamente incriminado por hechos delictivos que no ha cometido y colegas que han luchado codo con codo con él empiezan a perseguirle. Esto da lugar a situaciones ciertamente absurdas, como el hecho de que hasta la Patrulla-X se sume a la persecución, siendo como son temidos y odiados por un mundo que… ustedes saben. Como pueden imaginar, dada la naturaleza de número especial, todo se acaba resolviendo, tras las habituales dosis de emoción, intriga y dolor de barriga. El espectáculo debe continuar en las series regulares, dejando este episodio como una entrañable curiosidad en la que todo el mundo parece más joven, inexperto y monodimensional de lo que debería ser. Para tratarse de un tebeo que, originalmente, llevaba el título en solitario de Kingpin, no hay mucho del Fisk que hemos conocido desde los ochenta del siglo pasado y mucho más de su versión de Spider-Man: The Animated Series (que, en el momento de la publicación del tebeo afrontaba su temporada final). ¿Una forma de enganchar al público televisivo y atraerlo a la continuidad clásica? ¡Quién sabe! Para lo que aquí importa, ni los personajes presentados -que no pasaban de arquetipos muy genéricos- ni la trama -típica y tópica- fueron retomados. El único aspecto relevante es, quizá, el hecho de que Kingpin esté de vuelta en Nueva York, haciendo de las suyas, tras un olvidable paso por la segunda colección patrullera y su previa caída a manos del propio Daredevil.
Epílogo: tener, retener y tentar
Este tebeo es la muestra de que Romita Sr. seguía manteniendo el buen pulso que había alimentado su talento durante su época de mayor productividad. El dibujante volvería en proyectos especiales en los años subsiguientes y en los que el cómic y la historia que contenía, como en este caso, era menos relevantes que el hecho de que el caballero que diera a varias generaciones de lectores su versión arquetípica del aspecto del lanzarredes volvía a coger los lápices y a dibujar con ellos a Peter Parker y al nutrido elenco de personajes que lo acompaña en sus aventuras y desventuras.
Como curiosidad final, hay que decir que, pocos meses después de esta publicación, Forum retomaría la publicación del Spidey clásico, enlazando la finiquitada Classic Spider-Man con el inicio de la etapa de John Romita Sr. en The Amazing Spider-Man.