Spaghetti de redes
En marzo de 1987 irrumpió en la vida de Spiderman un autor destinado a dar un vuelco a sus aventuras. Su nombre, Todd McFarlane, y su debut en las series arácnidas se produciría en Amazing Spider-Man #298 junto al guionista David Michelinie quien debía aportar cierta estabilidad a la colección tras el adiós de Tom DeFalco y la posterior sucesión de guionistas de entre los que cabría destacar a J.M.DeMatteis (La última cacería de Kraven) o Ann Nocenti (la excelente Vida en el pabellón de perros rabiosos).
Desde el primer momento se vio en él a una estrella capaz de catapultar las ventas del trepamuros y junto a David Michelinie darían rienda suelta a buen número de historias de entre las que destacaría la creación de Veneno y Eddie Brock (en un interesante ejercicio de retrocontinuidad para ligarlo con La muerte de Jean DeWolff), el secuestro de Mary Jane a cargo de un fan multimillonario obsesionado con ella o la magnífica Complot por un magnicidio. En total, veinticinco entregas con las que puso a sus pies a los lectores y editores, se había convertido en la gallina de los huevos de oro, y claro está, una peligrosa posición de poder dado su éxito.
A mediados de 1989 algo se torció, el propio Todd McFarlane ha comentado en varias ocasiones que dibujar Amazing Spider-Man era lo máximo a lo que aspiraba pero que había llegado a un punto en el que como artista no quería estar supeditado a las ideas de un tercero, es decir, por más que estuviese a gusto colaborando con David Michelinie le angustiaba la idea de ser esclavo de las decisiones de otro, tener que estar atado a una silla de dibujo durante días o semanas dibujando escenas o elementos simplemente porque al guionista le había parecido que podía funcionar sin preguntarle a la otra parte creativa – el dibujante – si realmente le apetecía pasarse cuatro semanas dibujando eso y no otro tipo de historias.
Tras darle muchas vueltas a esta idea, hablaría con su editor y amigo Jim Salicrut para pactar una salida de la serie, quería la oportunidad de hacerse cargo del control creativo de una obra por completo, ser guionista, dibujante y entintador y a pesar de su status de estrella estaba más que dispuesto a que dicho proyecto fuese de cualquier personaje, por secundario que este fuese, si con ello gozaba de dicha libertad creativa. Ante esta conversación – y seguro aterrado por las consecuencias de sus palabras -, a Jim se le ocurrió que porqué no una cuarta serie regular del arácnido, esta vez sin adjetivos, sencillamente Spiderman.
De esta forma, en agosto de 1990 vería la luz el primer número de esta colección que revolucionaría por completo el mundo del cómic. Por un lado, Todd solicitaría que el papel utilizado fuese de una mayor calidad, esto encarecería el precio del cómic pero era una decisión primordial para él, y contaría con varias ediciones con diferentes portadas alternativas. Las ganas que tenían los lectores de poder disfrutar de este lanzamiento tras un año de espera desde que dejó Amazing Spider-Man, y por supuesto, la importante especulación que surgió con compradores que vieron negocio en una posterior reventa, hicieron que del primer número se vendiese un número estimado de 2.5 millones de ejemplares.
Todd McFarlane, aparte de ser un buen dibujante era conocedor de sus limitaciones, el no era un buen guionista, es más, ni siquiera aspiraba a serlo, sabía que los lectores iban a comprar la serie por sus dibujos y en segundo lugar por el personaje, con todo, y para hacer más fácil la labor – y que se viesen menos sus defectos -, junto al editor optaría por un modelo que le había funcionado muy bien a la competencia, me refiero a Leyendas de Batman, en la que en cada historia estaba compuesta de cuatro o cinco entregas como máximo y tenía vida por sí sola, la continuidad al servicio de la historia y para daba debía ser una carga el efecto continuará. Claro que mientras que en la serie del murciélago las primeras aventuras estarían firmadas por escritores como Dennis O’neil, Grant Morrison o Dough Moench aquí todo recaía sobre las espaldas del inexperto Todd McFarlane.
En cuanto al tono de la historia, sencillamente se desató, aunque en el pasado el personaje había vivido aventuras más ‘adultas’, lo cierto es que costaba encontrar aventuras dirigidas a un público de más edad con lo que daría rienda suelta a espectaculares batallas en las que la vida de Peter se vería amenazada, esta vez de verdad. El tema de los villanos a utilizar en estas aventuras también traería cola, y es que una cosa es que fuese el “niño mimado” de Marvel y otra muy diferente que pudiese saltarse la planificación que habían llevado a cabo el resto de guionistas en cuanto a los personajes secundarios y villanos que iba a utilizar cada uno. Este es uno de los motivos por los que a Todd le tocó utilizar unos “juguetes” no de primera fila pero sí sumamente interesantes sobre todo a nivel gráfico como son el Lagarto, el Duende o Morbius además de jugar con interesantes conceptos como Vudú o Wendigo.
¿Consiguió Todd salir airoso de este entuerto? Pues depende a quien se le formule la pregunta. A nivel de ventas la respuesta es obvia en cuanto al apartado puramente gráfico es indiscutible que elevó el nivel, ya de por sí espectacular, que había mostrado en su anterior andadura, por desgracia, en su faceta como “no guionista” se le vieron todas las costuras que él ya mismo anticipaba. Por un lado, Spiderman trata sobre Spiderman, y esto que puede parecer algo de perogrullo no lo és, y es que salvo excepciones contadas no hay ni rastro de Peter Parker, y por ende, hace un uso muy testimonial de los personajes secundarios que aquí quedan relegados a meras comparsas, duele ver el nulo protagonismo que le da a un personaje como Mary Jane, es más, me atrevería a decir que le molesta su figura al autor como queda evidenciado en algunos diálogos de Spiderman (me niego a decir Peter) que obviamente ponen voz a los pensamientos de Todd. Podríamos tildar – o no, según el tipo de historia que queramos leer – de uno de los muchos defectos de esta etapa, el problema es que no solo se vislumbra lo mucho que le cuesta armar una trama que va más allá de escenas de acción, sino que renuncia al uso de los diálogos y en un porcentaje muy alto la historia fluye en base a textos de apoyo o diálogos mudos. De la misma manera que las relaciones sin máscara no fluyen, tampoco lo hacen las distintas conversaciones entre héroes o héroes y villanos. Es cierto que personajes como Lobezno, Lagarto o Wendigo, por citar a tres personajes que cuentan con un rol importante, no tienen una excesiva verborrea pero de ahí a no saber sacarle juego a dichas conversaciones no hace sino que evidenciar que el traje de guionista le venía excesivamente grande.
Entrando más en detalle, la andadura de Todd al frente de esta nueva colección duró seguramente menos de lo que todos esperaban, tan solo dieciséis entregas, de las cuales quince correrían a cargo del autor canadiense a excepción del número quince de la colección del que se haría cargo Erik Larsen, quien tomaría el posterior relevo en la colección. El motivo del adiós lo achacaba el autor a querer disfrutar más de su familia, su mujer Wanda y su hija recién nacida Cyan, así lo explicaba él mismo en el correo de los lectores de la última entrega en la que dedicó unas emotivas palabras a los que le habían ayudado a lo largo de su etapa en Marvel Comics. Por desgracia, su adiós escondía la mayor de las traiciones y es que tan solo seis meses después saldría a la venta el primer número de Spawn, su auténtico proyecto, su serie regular y sobre la que tendría todo el control editorial. Pero esa es otra historia y de la cuales mis compañeros ya se extendieron en este fabuloso artículo.
Estas quince entregas reúnen un total de cinco historias: Tormento (Spider-Man #1-5), Máscaras (Spider-Man #6-7), Percepciones (Spider-Man #8-12), Submundo (Spider-Man #13-14) y el crossover Sabotaje (Spider-Man #16 y X-Force #4). Pasemos a desgranarlas.
En la primera de ellas, Tormento, Spiderman se las tendrá que ver por un lado con un Lagarto totalmente fuera de sí y Vudú, una hechicera creación del autor y que apoya su génesis en la figura de Kraven el cazador. Es una carrera asfixiante, una lucha sin cuartel en la que veremos el lado más salvaje del dibujante, que sea un mal guionista no implica que sea un mal narrador gráfico y aquí juega de una forma magistral con los planos para mostrar la angustia, con el tamaño de las viñetas para transmitir esa claustrofobia y claro está, ese carismático traje de Spiderman hecho jirones representativo del momento tan duro que está viviendo. Quizás por ser la primera que se publicó y por tanto probablemente tuvo más tiempo para dedicarle pero bajo mi punto de vista es la más espectacular a nivel gráfico. Sobre el leit motiv de Vudú pues habría que correr un tupido velo, lo mismo que el papel frívolo que juega Mary Jane que intenta trasladarlo a aquella jovencita que buscaba en la diversión evadirse de sus problemas en casa.
A pesar de contar solo con dos entregas, Máscaras es de esas historias que se te quedan en la retina por lo impactante de determinadas escenas, el villano protagonista de esta aventura es un desquiciado Duende quien ha secuestrado a varios adultos y niños con los que jugar con sus nuevos poderes mágicos desfigurando el rostro de sus presas para hacerlos semejantes a su nuevo demoníaco aspecto. En esta aventura, Spiderman comparte cartel con el Motorista Fantasma en su encarnación de los noventa que recordemos era Danny Ketch y gozaba de mucha popularidad gracias al buen hacer de Howard Mackie. Juega con conceptos interesantes, como ese acentuado síndrome de Estocolmo del chaval que el Duende tiene secuestrado, y lo cierto es que poco más da de sí la historia más allá de la curiosidad de ver compartir espacio a Spidey con Motorista.
En Percepciones se mete en terreno difícil, primero por sacar a Peter/Spiderman de su hábitat natural para llevarlo a Canadá, allí como fotógrafo del Daily Bugle tendrá que sacar la instantánea perfecta del monstruo asesino que tiene atemorizada la población, todo apunta a Wendigo, y claro está, si hablamos de Wendigo y Canadá no podía faltar Lobezno quien comparte protagonismo con el arácnido. Si en las dos aventuras había una tendencia hacia el terror, para esta tercera mezcla de nuevo ese género con el noir en busca del culpable real de los asesinatos, la historia está bien hilvanada y aunque el desenlace final es un tanto confuso lo cierto es que consigue sorprender que al final es de lo que se trata, si se me antojó que no le tiene para nada cogido el pulso a un personaje como Lobezno, no tanto a nivel gráfico donde si funciona a la perfección sino por sus formas que distan mucho de lo que le define como persona.
Submundo es de lejos – bajo mi punto de vista – la más olvidable de las historias que creo, en ella tenemos a Morbius el vampiro viviente como protagonista de la misma y la investigación por la desaparición de varios ciudadanos. A nivel gráfico se comienza a notar el desgaste del autor y mezcla algunas páginas espectaculares, sobretodo aquellas en las que aparece Morbius con otras francamente terribles en cuanto a ejecución, no es que Todd McFarlane haya sido un autor especialmente barroco en cuanto a los fondos pero es que tenemos algunas páginas en las que directamente ha aplicado un fundido en negro de fondo para evitar añadir elementos.
Y llegamos a la última historia de su etapa, Sabotaje, es curiosa por varios motivos, por un lado, se trata de una historia en dos partes en la que la primera sería la entrega dieciséis de Spider-Man y la segunda sería la cuarta entrega de X-Force, cabecera que contaba con los guiones de Fabian Nicieza y el argumento y dibujo corría a cargo de Rob Liefeld. Más allá de este mini cruce, la historia destaca porque todas las páginas están en horizontal dando un mayor juego a Todd McFarlane y Rob Liefeld aun penalizando la narrativa. La historia es bastante simple, un ataque por parte de Tom el Negro y Juggernaut contra las torre gemelas que Spiderman y X-Force tendrán que evitar. Una historia entretenida que sirve para ver de qué forma mezclan dos autores tan distintos como McFarlane y Liefeld.
La etapa de Todd McFarlane en Spiderman destaca por lo espectacular de su propuesta, personalmente me habría gustado que hubiese podido jugar con primeras espadas como Dr. Octopus o Elektro pero lo cierto es que el haber utilizado estos villanos tan marcadamente monstruosos ha jugado en su favor para darle ese toque más alejado a lo que se estaba contando en el resto de series. A nivel de desarrollo de personajes, pues como comentaba, no se puede decir que destaque por ello, es más, muchos personajes aparecen un tanto desfigurados como Peter, Logan o incluso Mary Jane. Los diálogos o más bien la ausencia de estos, especialmente en la primera aventura, juega en contra de lo que podría haber sido la historia con un guionista de verdad, lastima que entrase tan cauteloso. Y el apartado gráfico es lo que hace que valga la pena este volumen y su lectura o relectura, tras más de treinta años sigue conservando la espectacularidad y plasticidad con la que nos dejó a todos boquiabiertos.
En cuanto a la edición, estamos ante un producto en colaboración entre Panini Cómics y SD Distribuciones, de venta en librerías, es decir, no lo encontraremos en la web de la editorial. Es un volumen cartoné con sobrecubiertas, espectacular sin las guardas por cierto, y que incluye al inicio un estupendo – como siempre – prólogo de Julián Clemente, por cierto, que manía con ponerle fondos negros a los prólogos con lo que dificultan la lectura, y al final del volumen encontramos portadas alternativas, varios artículos de la época, correos de los lectores, la reproducción a página completa de varias páginas a tinta, en cuanto a la reprodución, es cierto que en algunas páginas se produce un efecto moire que heredan de la versión anterior, nada insalvable pero que es una pena que no se haya podido subsanar, en fin, toda una delicia para hacer de esta la mejor edición hasta la fecha del Spiderman de Todd McFarlane.
Lo mejor
• El dibujo de Todd McFarlane.
• La edición es magnífica.
Lo peor
• Los guiones poco trabajados.
• El nulo tratamiento de los personajes secundarios.
Gran artículo.
Pues yo tuve la suerte de comprar el mismísimo número 1 del Spiderman de McFarlane en el mismísimo agosto del 90, justo después del Mundial de Italia, en una librería especializada. No podía creerlo cuando lo vi allí en la estantería. Y como oro en paño que todavía lo guardo.
Para mí «Tormento» es la más espectacular en cuanto a dibujo, y «Percepciones» es la mejor historia.
En cuanto al guión … «su telaraña …¡útil!»
Jajaja.
Este fue el primer comic de Spiderman que compré y durante mucho tiempo el único que tuve. Después ya completé toda la época de los 80-90 del personaje y pude situar esta etapa donde correspondía. Vista con la perspectiva de tiempo, el paso de McFarlane por los títulos de Spiderman fue algo rompedor, más por el impacto que supuso que por la calidad de las propias historias. Y este título en particular, por mucho cariño que le tenga por el tema nostalgia, siempre me ha parecido el punto de inflexión en el que las cosas empezaron a ir mal en la Marvel de los 90
Qué cómics más malos, por dios, me sangran los ojos
Es el principio del fin. Cuando empezó a importar la forma y no el fondo y la linea cinética se convirtió en la autentica protagonista ya no de Spiderman sino del superheroico. Pero si las ventas acompañaban normal que esto se incentivara.
Yo me quedo con el Spiderman de Conway y Buscema en la serie Spectacular, (contemporaneo a esta Mcfarlada y ahora editandose por Marvel Heroes de Panini) pero de lejos.
Telita
…de araña.
Saltarina..
Tuve entre mis manos el Número 1 vía Editorial Pavón (´94 creo)…y es parte de lo que creo que me hizo detestar al personaje hasta hoy. Entiendo la revolución que se produjo, pero a mi este estilo me dejó totalmente afuera, incluso me alejó del comic por años al multiplicarse por todos lados.
Que etapa nefasta.
Tengo muy presente también haber comprado la edición de Pavon en un kiosco de diarios en mi barrio por aquel entonces, y terrible fue la decepción que me lleve al leer ese comic.
Gracias a dios que ya venía leyendo al personaje desde hacia varios años antes y poder comprobar que había otras etapas que si valian la pena.