Cuando el poder no compensa y la responsabilidad pesa demasiado
No hay duda de que, para quienes amamos el mundo del cómic, hay viñetas, momentos que se quedan grabados a fuego en nuestra retina y a los que siempre volvemos cada cierto tiempo.
Y es que, un medio que en el caso de los superhéroes, y en el caso de Marvel, con Spiderman, que lleva más de sesenta años contando historias con el personaje, da para un buen puñado de imágenes icónicas que no podemos quitarnos de nuestra cabeza.
Una de ellas es, sin duda, ese Spiderman que alcanza la madurez levantando sobre sí mismo una pesada estructura metálica para llegar a tiempo al hospital y salvar a Tía May, en aquel inolvidable Amazing Spider-Man Vol. 1 #31 en el que Steve Ditko convirtió al icónico personaje en algo más que un muchacho adolescente enfundado en unas mallas.
Sin duda, si hablamos de John Romita Sr., ilustrador que sustituyó a Ditko en la colección tras la salida de éste y a quien dedicamos esta particular semana, a todos nos viene a la cabeza ese momento en el que Mary Jane, aparece por fin de cuerpo entero ante Peter pronunciando esa frase tantas veces recordada en la que con una sonrisa le decía a un atribulado y sorprendido Hombre Araña que le había tocado la lotería.
Pero si tengo que elegir un momento personal, ese momento que me viene a la cabeza cuando pienso en John Romita Sr., y en todo lo que su arte dio al trepamuros y al mundo del cómic en general, solo puedo pensar en ese Peter Parker iracundo, enfurecido, que dándonos la espalda a nosotros, a sus abnegados lectores, tira el traje de Spiderman en un contenedor.
Y es que, sí, puede que un gran poder conlleve una gran responsabilidad, pero seamos serios: La responsabilidad siempre pesa más que el poder, y el poder nunca compensa lo suficiente. No si eres Peter Parker.
Por eso, cuando en Amazing Spider-Man Vol.1 #50, de Abril de 1967, Peter decide dejar de ser Spiderman, harto de que el público, influenciado por el Daily Bugle no solo nunca le agradezca su desinteresada labor, sino que además le odie por ella, aunque tengamos ganas de salir corriendo detrás de él, con el traje en la mano para pedirle que cambie de idea, no podemos evitar comprenderle.
¿Quién no se ha sentido así alguna vez en su vida? ¿Cuántas veces hemos pensado en tirar la toalla respecto a un ser querido, a una situación concreta, a nuestro trabajo o incluso a nuestras aficiones?
¿Cuántas veces hemos pensado que no vale la pena seguir adelante con una buena acción del tipo que sea, puesto que no nos sentimos recompensados por ellas?
Este momento fue tan importante para el personaje, y para el cómic superheroico en general que hemos podido ver homenajes al mismo tanto en la serie animada de 1994 sobre el personaje, con en su segunda película, dirigida por Sam Raimi, como incluso en otros muchos cómics que nada tienen que ver con él, sin olvidarnos de que Brian Michael Bendis volvió a este hecho con Miles Morales cuando el personaje todavía formaba parte del Universo Ultimate.
Si el hecho de que Peter con quince años, no fuera un simple sidekick que emulaba a un superhéroe más adulto, sino un superhéroe con problemas reales, al que la vida enmascarada le hacía más cuesta arriba su vida civil, ello terminó de completarse y de hacerse real en este número 51, en el que el héroe decidía tirar la toalla y dejarnos claro que la opinión pública había ganado la batalla, que nada merecía la pena.
Pero ¡ay!, las cosas nunca son como creemos que deberían ser. Y en el caso de Peter, su sentido del deber y de la responsabilidad siempre terminarán por ganar la batalla al respecto de sus deseos particulares. Y es que, cuando Spiderman deja de existir, y J. Jonah Jameson se hace con el traje que alguien ha encontrado en la basura, ese traje que nos miraba pidiéndonos que interviniéramos, que ayudáramos a Peter, un nuevo criminal aparece en la ciudad, un jefe mafioso que sin Spiderman en Nueva York, tendrá mucho más fácil el salir airoso de sus fechorías.
Ese criminal poco después, y en otra colección de cierto Diablo Guardián, sería bautizado como Kingpin, y el resto es historia.
Guión - 7
Dibujo - 8.5
Interés - 10
8.5
Legendario
Recordamos a John Romita Sr. con uno de sus cómics arácnidos más icónicos.
El levantamiento de toneladas de peso, el «face it, tiger», el Spiderman no more al que va dedicado el artículo y Spiderman con Gwen en brazos y el puño en alto hacia el Duende Verde so los cuatro momentos más icónicos de la historia de Spiderman.
Añadiría a Spiderman saliendo de su tumba en la Última Cacería, pero a cierta distancia de los cuatro mencionados.
Al final vas a ser un Parker en lugar de un -El. Totalmente de acuerdo, añadiría la imagen de los seis brazos al final del AS #100, puede que por delante de la salida de la tumba en La Última Cacería, pero por detrás de los cuatro principales que mencionas.
Spidey arrojándose a sí mismo a la chimenea industrial, el primer beso con la Gata Negra, la boda de tía May y Doc Ock… aunque quizá el paseo que le da el Duende Verde, atado y desenmascarado, pueda entrar en el top.
Aunque mi favorito siempre será el paseo en moto con Gwen.
Gran artículo y gran elección, AS #50 es mi cómic favorito de Spider-Man.