Supongo que, una vez más quiere arrastrarnos a no se sabe qué trabajo ilegal…
Fabien Vehlmann es un guionista francés nacido en 1972 que comenzó a trabajar en la revista Spirou en 1998. Con una trayectoria cada vez más solida, se ha convertido en uno de los guionistas más importantes de la BD. En nuestro país cada vez se editan más obras suyas entre las que destacan: Ian (Spaceman Books) con Ralph Meyer, Green Manor (Dibbuks) con Denis Bodart, El marqués de Anaon (Norma) con Mathieu Bonhomme, La isla de los cien mil muertos (Astiberri) con Jason y Solos (Dibbuks) con Bruno Gazzotti.
Yoann es un dibujante francés nacido en 1971. En España, es conocido por su obra relacionada con Spirou ya que de sus otros trabajos solo se ha publicado La ladrona del cementerio (Dibbuks) con guión de Éric Omond. En los últimos años estaba centrado en Spirou pero en 2017 retomó su serie infantil Toto l’ornithorynque con guiones de Éric Omond y publicó Les CaptainZ en la que se encarga del dibujo y colabora en el guion con Olivier Texier.
Tras años de guerra, la muerte de su dictador trae la paz a Aswana. El más feliz por esta noticia es Don Contralto, un mafioso condenado a 634 años de cárcel (por un minúsculo malentendido, por supuesto) y que cree haber encontrado el tesoro de Alejandro Magno… ¡en un laberinto subterráneo de Aswana!. Para encontrarlo, recurre a su sobrino Don Vito Cortizone quien convence a Spirou y Fantasio para seguir la pista de los pergaminos desaparecidos de Alejandría….
Con Un botones en Sniper Alley, Vehlmann y Yoann firman su mejor trabajo en la colección principal de Spirou, por lo menos de los publicados en España. Es un álbum que mezcla los gags y su estilo trepidante que es lo que de momento ha caracterizado sus álbumes con la aventura de los de Tome y Janry, pero puestas al día y modernizadas para la ocasión y con un tono cada vez más adulto. Lo que no tiene es la locura e imaginación desbocada de los trabajos de Franquin. Nos dan una aventura muy disfrutable, con muchos toques de humor, que es lo que se espera cuando se abre un álbum de Spirou.
En el anterior álbum teníamos una crítica a los medios de comunicación y a la cultura de masas que nos llega desde los Estados Unidos, aquí vemos una crítica a las injerencias políticas de la Unión Europea y Estados Unidos durante la primavera árabe que se produjo a principios de esta década. Aswana, el país imaginario donde se desarrolla el cómic, podría ser Egipto, Libia o Túnez. El cómic pone en cuestión los motivos que buscaban los países occidentales con su intervención y se atreve a cuestionar si la democracia es el sistema de gobierno adecuado para esos países, lo hace dando voz a los habitantes del país que se hacen unas preguntas que aquí nunca vemos. Vemos los elemento más rastreros del conflicto, los mercenarios occidentales, el expolio del patrimonio cultural, la inoperatividad de los casos azules, etc… Esto pasa en la primera parte de la historia, la segunda deja atrás toda crítica para convertirse en aventuras que nos recuerdan a las mejores de la serie aunque con un final algo precipitado.
El álbum sirve para recuperar a personajes de otras épocas como Vito el Cenizo, los sabios amigos del conde de Champiñac, etc… y también para meter en continuidad el Spirou por… que realizaron los autores. Recuperan a personajes de otras épocas pero de manera respetuosa con lo que se hizo con ellos y sin que sientan la necesidad de usarlos como los autores originales ya que no alteran el estilo propio que van adquiriendo en sus álbumes. La mayor sorpresa en ese sentido es que aparece Tomás el gafe, un prólogo de lo que nos espera en el siguiente álbum con la vuelta del personaje más añorado de la serie.
Vehlmann y Yoann han conseguido imprimir de una personalidad propia a la serie haciendo que sus álbumes sean cada vez más reconocibles gracias a varias ideas que se van repitiendo en sus álbumes. Así vemos como siempre hay alguna escusa peregrina para que Spirou tenga que conservar su traje de botones, el humor se vuelve más adulto que en otras etapas, algo que aquí vemos en el gag de francotirador (digno del Franquin más negro) o que la última página nos conduzca siempre al siguiente álbum.
El estilo de Yoann es muy deudor de los autores que le han precedido, sobre todo de Janry y Franquin, desde su Spirou por… había adecuado su estilo al de la serie pero en este álbum lo vuelve a acercar a su estilo previo. Parece que como ya está asentado como dibujante quiere dejar su marca en la serie. Narrativamente es muy clásico, brillando en las escenas de humor. Sus personajes son muy dinámicos y expresivos. Los escenarios están dibujados de manera muy detallada y verídica, si nos fijamos bien podremos ver algún cameo. El trabajo del color es muy solvente y se adecua a los estándares de la serie. En definitiva, un trabajo más que correcto en el que se podría innovar más y darle un aire más moderno.
La edición de Dibbuks es de la calidad habitual en esta serie: gran reproducción, buen papel y un precio realmente competitivo. Qué gran momento para la BD fue cuando decidieron hacerse con los derechos de la serie. Ojalá otros personajes clásicos como Lucky Luke o Tintín tuvieran una editorial que apostara por sacar unas ediciones dignas de ellos.
Un botones en Sniper Alley es el mejor trabajo de Vehlmann y Yoann con el personaje. Una aventura que como las clásicas de la BD sabe combinar la crítica con el humor y la aventura, dando un álbum que sin llegar al nivel de los mejores de la serie está a un alto nivel. Y en el siguiente vuelve… ¡Hop!¡Hop!¡Hop!
Guión - 7
Dibujo - 7.5
Interés - 7.5
7.3
Esperanzador
Estamos ante el álbum más ambicioso de Yoan y Vehlmann en la colección y sin duda el de mejor resultado a pesar del final un tanto precipitado.
