Edición original: Star Trek: Debt of Honor (DC, 1992).
Edición nacional/ España: Star Trek: Deuda de Honor (Planeta DeAgostini, 1995).
Guión: Chris Claremont.
Dibujo: Adam Hughes.
Entintado: Karl C. Story.
Color: Tom J. McCraw.
Formato: Novela Gráfica en rústica 96 págs.
Precio: 1295 pts.
Hace unos años, cuando el escritor Chris Claremont visitó Madrid, fui uno de los que guardó cola religiosamente para conseguir su firma. No pensaba hacerlo. Fue mi hermana, al ver mi abulia, quien me gritó: “¿Estás loco? ¡Con lo que Claremont ha significado en tu vida!” Tenía razón. Así que puse en la mochila mis tres obras favoritas salidas de su imaginación y allá fui. Las tres elegidas fueron: Desde las cenizas (que recoge Uncanny X-Men#168-176, con dibujos de Paul Smith y Walt Simonson), Las Guerras Asgardianas (con las maquinaciones de Loki contra los mutantes y el arte de Paul Smith y Arthur Adams) y Star Trek: Deuda de Honor (ilustrada por el gran Adam Hughes). En esta última, con grueso rotulador, escribió el inglés: “Boldly go where no one has gone before” (Ir valientemente donde nadie ha ido antes). Como todo el mundo sabe, el leit motiv más recordado de la serie creada por Gene Roddenberry.
Abrazado a mis nuevos tesoros, volví a casa con una sonrisa. Aunque no soy un aficionado ortodoxo a la saga galáctica (o sea, no le he seguido la pista a lo largo de los años en sus variadas encarnaciones), siento una afinidad especial con la tripulación clásica, los Kirk, Spock, McCoy, Uhura, Scotty, etc. Algunos de sus episodios (pienso, sobre todo, en La ciudad al borde de la eternidad, pero me vale casi toda la 1ª temporada y bastantes de la 2ª) son parte de mi educación sentimental y, para mí, integran la escasa lista de obras maestras catódicas, piezas que pueden ser revisadas una y otra vez a lo largo de los años sin merma en la satisfacción de su recuperación. Además, comulgo con la visión esencialmente positiva que vehicula la serie, ese ansia de exploración y descubrimiento que también está detrás, al menos en sus mejores historias, de mis superhéroes favoritos, Los 4 Fantásticos con Stan Lee y Jack Kirby al mando. Explico esto para que se entienda que la combinación de Claremont con estos personajes era para mí, sobre todo en la época de su publicación -1992 en USA- una mezcla irresistible, ya de entrada. Pero hay más.
Deuda de Honor es una gozada para el trekkie, en efecto. Claremont hace su habitual trabajo de indagación, tomando préstamos de varios lugares (principalmente La máquina del Juicio Final y las cuatro primeras películas de la saga cinematográfica, de donde se recuperan personajes y situaciones; pero no se detiene ahí: innumerables menciones y guiños puede detectar el aficionado, desde la USS Farragut a Janice Rand) y respetando la idiosincrasia de cada personaje, su forma de hablar y de conducirse, sobre todo el Capitán James T. Kirk, auténtico motor de la historia (Spock, en cambio, le queda más bien tópico). El dibujante, Adam Hughes, quien dedicó meses a la tarea, no se queda atrás. Un trabajo titánico de reconstrucción de rasgos, tiempos y ambientes, un poco relamido tal vez, con la manía de los ’90 de no dibujar una sola viñeta “estándar”, pero potente, cautivador, majestuoso, con increíbles parecidos con los actores más allá de la réplica fotográfica. En estos aspectos supera a todo lo que se había hecho antes con la franquicia en el cómic, incluyendo los ejemplares escritos por un inspirado Peter David. Pero no estaría aquí hablando de ella, no la habría elegido aquel día entre la ingente producción claremontiana si eso fuera todo, si sus méritos fueran exclusivamente los de su adecuación a los parámetros dictados por la Paramount. Claremont, como buen inglés, creció leyendo tebeos de Dan Dare, y Frank Hampton, su autor, es uno de los nombres mencionados en la dedicatoria. Por ahí ya vamos entendiendo que la trama no se limita a remedar los mejores momentos del show de televisión, a refrescar su espíritu para las nuevas generaciones, sino que obedece a inquietudes personales, casi diríamos obsesiones. Y vemos en la oficial romulana T’Cel, desubicada de sus raíces, a un trasunto de sus aguerridas féminas, como la mutante Ororo Monroe o la teniente Nicole Shea, protagonista de su novela de ciencia ficción Primer Vuelo. Y esos bichejos insectoides que arrasan todo a su paso y reconstruyen seres a su imagen y semejanza son primos hermanos de los slyzoides que se las hicieron pasar canutas a los mutantes durante un angustioso y memorable periplo espacial [Uncanny X-Men#161-167]. También habremos de notar que otro de los nombres citados en la dedicatoria, Robert A. Heinlein, es autor de Tropas del espacio, relato donde la humanidad enfrenta una invasión de (¡vaya por Dios!) bichejos insectoides con muy malas pulgas.
Claremont sucumbe, a veces, a la verbosidad marca de la casa. Un par de secuencias son demasiado explicativas, como escritas a modo de recapitulación. El principio es, sin duda, demasiado lento, deudor, además, de la peor entrega jamás filmada de Star Trek (Misión: Salvar la Tierra). La mayor parte del tiempo, sin embargo, la acción es trepidante y las pausas para la caracterización, deliciosas. Los diálogos entre Jim Kirk y la romulana T’Cel son como de Howard Hawks, de los mejores que ha escrito jamás el otrora patriarca mutante. Llama la atención el espléndido manejo de un elenco extensísimo, incluyendo entre los habituales del programa a personajes de nueva creación (alguno recuperado posteriormente en los cómics). Todo ello en una historia autoconclusiva, apreciable incluso por un lego en la materia. A fin de cuentas, se trata de salvar al mundo, ¿no?
Aquí Adam Hughes empezaba a ser el artista a quien los editores soñaban con encadenar a la mesa de dibujo. Como digo siempre, una vez que tienes entre tus manos un trabajo de este calibre te olvidas del tiempo que has estado esperándolo y yo, por lo menos, prefiero un tebeo como este, disfrutable una y otra vez, a la ración mensual de “lee hoy y olvida mañana” con que nos suelen tangar. Sólo el cuidado de Hughes en fondos y ambientación da para hacer sonrojar a la mayoría de sus compañeros de profesión. Y, aunque no siempre está igual de acertado, los tipos humanos y las expresiones faciales que despliega en poco más de 90 páginas exceden -con mucho, me temo- las habilidades que celebrados artistas (y no miro a nadie) demostrarán a lo largo de toda su vida laboral. Con todo, alguno habrá que sólo repare en las exuberantes medidas con que suele adornar a sus chicas. Hughes disfruta, evidentemente, mostrando encantadoras señoritas: el puente del Enterprise nunca estuvo tan concurrido de bellezas anónimas. Tampoco su famosa tripulación gozó en cómic de mejor aspecto. No lo olvidemos.
El punto más cuestionable de su labor es el puramente narrativo, con viñetas que crecen y decrecen sin diagramación definida y figuras que se rebelan y escapan de sus marcos. Sus páginas tienden a ser alambicadas, excesivas. Sin llegar a perjudicar la narración, tampoco la favorecen; la vuelven, eso sí, más contemplativa, como corresponde a imágenes cargadas de detalles. Entendemos las peripecias gracias a las palabras de Claremont; los dibujos de Hughes añaden matices, entornos, fisicidad, pero apenas velocidad o ritmo. Si la acción es -como sostengo más arriba- trepidante, su pulso procede de los textos, paradójicamente. Los dibujos de Hughes “frenan”, obligan a mirar con atención. Este no es un truco que me entusiasme, pero aquí funciona. Con todo, a veces me pregunto si la cosa mejoraría con un Hughes menos desatado, más pendiente de la cinemática de las figuras, o si ello devaluaría el encanto que la obra indudablemente posee.
Ni Claremont ni Hughes volvieron a colaborar, juntos o por separado, en la franquicia, como si ambos hubieran pagado con creces su deuda con los héroes de juventud. “Por los amigos que encontré en el camino, que han enriquecido mi vida y han hecho que los viajes pasados, y los que vendrán, merezcan la pena”. En el mejor de los mundos, proyectos como este saldrían a la luz todos los años.
Star Trek: Deuda de Honor fue publicado en 1995 por Planeta DeAgostini, reproduciendo la edición USA en tapa blanda con el añadido de entusiastas prefacios de Cels Piñol y Ana María Meca y una curiosa decoloración de las páginas respecto al original, sin afectar a los negros, pero desluciendo el correcto (aunque poco imaginativo) color de Tom McCraw. Es algo observable en otras publicaciones de la época, como la Marada de Claremont y Bolton (el mismo equipo de El Dragón Negro). ¿Habrá algún día nuevas ediciones de estas magníficas obras?
Delicioso tebeo. Me encanta leer este tipo de reseñas, Javier. Debo decir que a mi gusta ese ritmo pausado al que te obliga el dibujo de Hughes. Comparado con la pirotecnia de muchos de los «narradores» actuales otorga a Deuda de Honor un aroma a clásico, o al menos a un trabajo que no envejece.
Buena reseña, Javier. Yo también espero una nueva edición de la novela para echarle un tiento.
Yo no lo conocía, pero una obra conjunta de Claremont y Hughes tiene ser digna de un lugar privilegiado en cualquier estantería que se precie.
Vaya, mira tú. Me encontré este tebeo hace años en una tienda de viejo; y tras darle unas cuantas vueltas (yo no soy muy aficionado a Star Trek que digamos…) al final me lo pillé. Malo sería que no me gustase estando Claremont y Hughes de por medio. Y me gustó. No es un gran tebeo, es cierto, pero tiene algo… puede que encanto sea lo que mejor le encaja, sí. Hmmm… tal vez haya llegado la hora de una relectura.
Lo que siempre se me viene a la mente cuando leo o releo un tebeo dibujado por Hughes es que es una verdadera lástima que este hombre no se dedique más a menudo a dibujar cómics y no sólo portadas, porque es un dibujante como la copa de un pino.
«Lo que siempre se me viene a la mente cuando leo o releo un tebeo dibujado por Hughes es que es una verdadera lástima que este hombre no se dedique más a menudo a dibujar cómics y no sólo portadas, porque es un dibujante como la copa de un pino.»
Pues no es el único que lo piensa.
Lo último que ha hecho, el before Watchmen Doctor Manhattan es para que se le desencaje a uno la mandíbula. Si no le da para hacer una serie, que le encarguen minis, que termine la puñetera All Star Wonder Woman, que haga lo que quiera, pero que dibuje un poco más.
Por cierto, en Before guachmen coincide con otro al que cuesta mucho pillarle dibujando una página interior: J. G. Jones.
Misión salvar la tierra no era mala, era sosa… no había tiros, no había efectos, no había naves (lo justito) pero definía a los personajes perfectamente, y encima funcionó excelentemente en taquilla. Más mala era la ultima frontera, por ejemplo y si hablamos de las pelis de la nueva generación, insurrección es insoportable…
El tebeo de Claremont es un tebeos de Claremont y con eso queda dicho todo: bocadillos enoooormes que uno soporta porque de vez en cuando aparecen toques del gran guionista que todos conocemos. El dibujo es de Hugues y lo mismo, con eso queda todo dicho.
«Pues no es el único que lo piensa.
Lo último que ha hecho, el before Watchmen Doctor Manhattan es para que se le desencaje a uno la mandíbula.»
Es que esto del Before Watchmen me tira tanto para atrás, que me vuesta horrores comprar alguno de esos tebeos. Pero sí que he ojeado el de Hughes y tiene una pinta tremenda. De momento, no los he pillado y me digo a mí mismo que no es por ser una precuela sacacuartos sino porque no me he decidido entre pillar las grapas o esperar al futuro tomo. Pero es bastante probable que caiga.
Y, Mr. X, no me trates de usted, por favor, que, aunque agradezco la cortesía, me hace sentir un tanto incómodo.
Lo del usted es una costumbre tonta que tengo al escribir por interné.
A mi Before Watchmen de Hughes me parece el mejor y, si, estoy con usted/contigo, no deja de ser un desperdicio de talento totalmente innecesario. Pero qué talento.
Por cierto, ¿hay una nueva moda que consiste en poner mal a Star Trek: Misión salvar la Tierra?
Porque desde siempre se consideró de las mejores (o directamente la mejor).
¿Ahora resulta que es la peor?
Ya es la segunda vez que lo oigo en el plazo de unos meses. Empieza a ser sospechoso.
¿En qué mundo paralelo se ha considerado que Misión Salvar la Tierra es una de las mejores pelis de la franquicia? Si lo único bueno que se puede decir de ella es que la siguiente (Ultima Frontera) era infinitamente peor…
Las ballenas, «metáforas floridas»… buf…
Pues lo creas o no, siempre se ha considerado de las mejores.
Quizás son los tiempos que corren, en los cuales escasea el sentido del humor.
Pero vamos, que yo recuerde, siempre se ha considerado de las buenas. Es, de hecho, PAR, siendo las impares la flojas 🙂
A mí ya me pareció floja cuando la volví en los 90s, que conste; y la tercera es impar y me gusta 🙂 (¡continuación directa de La Ira de Khan!)
1295 ptas. ¡ah;que tiempos¡.
Estoy con los dientes largos después de leer el post.En su día me pillé el tomo de el juicio de Kirk, que si no recuerdo mal, está situado después de la cuarta película, que por cierto me moló más después de verla en modo cronológico (serie original y pelis). Muy divertida. Qué pena que no se pueda encontrar estos cómics.Como nuevo aficionado a ST, es muy complicado encontrar novelas o cómics ambientados en ese universo.
nuevo aficionado de star trek? madre mia, existe de eso? bienvenido, que somos muy poquitos en este país 🙂
Una pregunta, te han aficionado las nuevas pelis o algo del viejo universo?
y material antiguo en espalo no hay mucho pero siempre hay paginas de segunda mano..
un saludo
Yquemasda: Soy seguidor de ST desde que hace años sacaron en VHS una coleccion con las siete primeras pelis. Siempre he tenido curiosidad pero no los medios para ver las diferentes series. En este país sacaban las temporadas a cien euros cada una y yo no tenía ganas de que me sacaran la pasta así por las buenas.
El año pasado me hice con la saga trek comprando las ediciones UK a un precio más asequible (por ejemplo, la serie original completa, tres temporadas, por 40 euros comparado a 50 y pico que sale sólo una en Españistán) y por eso soy nuevo aficionado.
En su momento, tuve la fortuna de hacerme con buena parte de la colección de novelas gráficas de Forum. Lo malo, que había un par de ellas que no me llamaban mucho la atención. Por fortuna, quedaron en mi estantería y años después pude disfrutar de ellas.
Una de ellas, esta novela de Star Trek, que no siendo muy fan de la saga si que me gustó bastante, es muy recomendable. (Al igual que otra de las novelas que al principio tampoco me llamaban, la de Marada)
Totalmente de acuerdo que el Before Watchmen de Jms y AH es el mejor, en cuanto a dibujo sobretodo.
Este comic que tratamos no lo conozco pero no puede ser malo, en el 92 Cris estaba en plenitud de facultades todavia no?
Muy buena reseña (Javier, como siempre haciendo justicio a esas joyas semipreciosas del pasado) y buen cómic.
Creo que la historia principal está bastante bien llevada con esos saltos a través de los años y consigue que los dos protas (Kirk y T’Cel) queden muy bien retratados.
Lo único que para mí emborrona el resultado final es Claremont haciendo sus Claremontadas: metiendo con calzador esos secundarios poochies que no aportan demasiado y distraen la atención de la trama principal. Habría preferido que desarrollaran más al capitán Klingon o le dieran más protagonismo a Spock en vez de tanta cadete buenorra que es la repera en todo (a esas que las dibuje Hughes de fondo y ya alegran).
Este cómic está disponible en las bibliotecas públicas de Barcelona:
http://sinera.diba.cat/record=b1392520~S23*cat
Siempre he querido leer un cómic de Star Trek. Quizás sea este con el que comience (si lo encuentro, que se edito hace mucho)
Deke Rivers, la IV siempre me ha parecido espantosa, aunque en su día, es cierto, se considerase de las mejores. Si digo que hasta prefiero la V, que es con la que todo el mundo se despachaba a su gusto, aunque sólo sea por la secuencia de «rema, rema, rema el marino…» Si ahora llega el revisionismo y se la pone en su lugar no queda sino aplaudir.
Khonshu, también tuve esa impresión de que el Claremont nos mete su Kitty Pryde o su Pícara con calzador. Rasgos de estilo, los llaman, pero, como vd., hubiera agradecido que se ciñera más a «lo básico», pues con T’Cell ya había creado un personaje memorable y congruente con el universo Trek. Spock, coincido de nuevo, le queda un tanto deslucido.