La cronómetros de la Enterprise han empezado contar hacia atrás. Escaneando una radiación producida, se dirigen al planeta que la origina. Al mismo tiempo, en el interior de la insigne nave estelar de la Federación,Beckwight, trafica con gemas del sonido con el teniente Lebeque, a cambio de información. Cuando los efectos de su toma, casi ocasionan que la Entrprise quedase inutilizada, Lebeque señala a Beckwight que le va a denunciar, siendo entoconces, cuando este escapa, y se teletransporta al planeta. Ante esta extraña huida, Kirk, Spock, Rand y seis miembros de seguridad, van en su busca, hallando un mundo fantasmal, donde no tienen frio y pueden respirar. Allí divisan una ciudad entre montañas, en cuyo interior se encuentra tanto los Guardianes de la Eternidad, vigilantes del Vórtice del Tiempo, como Beckwight, quien tras ver y escuchar el relato de los Guardianes sobre la posibilidad de viajar a otra época, sale a escena, y tras luchar con Spock, Rand y Kirk, atraviesa el Vórtice del Tiempo, y cambia el curso de la historia.
Hecho que quedará demostrado, cuando al teletransportarse el equipo de exploración a la Enterprise, aparecen en la nave Cóndor, con unos tripulantes diferentes a los de la Flota estelar, por lo que Kirk y Spock, deciden regresar al planeta gracias a la resistencia de Rand en la sala de teletransportación, y pedir a los Guardianes que les dejen ir en busca de Beckwight e impedir ese cambio de universo, para ello, solo pueden ir antes o después de la aparición de Beckwight, e impedir que actúe sobre el punto focal , que es indispensable para el flujo normal del tiempo. Y con unas enigmáticas palabras sobre “aquello que debe morir”, Kirk y Spock, son enviados a la Norteamérica de 1930.
Interesante premisa de pura y dura ciencia ficción, la narrada en los dos primeros números. ¿Suficiente para que La Ciudad al borde de la eternidad sea considerado como uno de los mejores capítulos, no solo de La serie Original, sino de toda la franquicia? ¿O qué dicho episodio fuese merecedor de los premios Hugo y el guión original el premio WGA?
Sin lugar a dudas, lo que hace que tanto este episodio, como el guión original de Harlan Ellison, adaptado al cómic por Scott y David Tippon, tenga tan alta consideración, es lo que sucede a continuación, lo que se sucede en 1930.
Por un lado, Ellison realiza un radiografía social de una ciudad norteamerica que está sufriendo los estragos de “La gran depresión”, tanto en el inicial discurso xenófobo con el que se encuentran cara a cara Kirk y Spock a su llegada – y tan cercana al mundo presente-, como en las condiciones laborales, donde abunda el desempleo y el trabajo poco remunerado, sin olvidar un escenario de miseria donde existen comedores sociales, excombatientes mendigando o que se hacen pasar por ellos, guetos y contrabando de alcohol. Por otro, el novelista ganador de numerosos premios Hugo, establece una historia de amor, que mas al borde, está más allá de la eternidad, pues se le ha ofrecido un universo entero. Si, el contexto es critico, pero el punto focal es maravilloso, al presentar el dilema respecto a sacrificar un amor por la historia, o más bien, sacrificarse uno por los demás- idea que recuerda a la relatada en Star Trek II: La ira de Kahn.
Además de estos dos conceptos recurrentes y que son el hilo conductor de la historia, resultan también muy interesantes, como no podía ser de otra manera en un guión de Star Trek, las reflexiones que el relato presenta a lo largo de los cinco números.
En las primeras páginas del primer número, se narra, cómo esa Federación utópica de Rodenberry, puede que no fuese tal como la presentasen, o más bien, que siendo así, no habría abandonado cuestiones como las drogas, en un ambiente en el que uno puede pasar más de cinco años alejado de su casa y su familia, o del enriquecimiento, síntoma de la dificultad de que en un universo sin problemas económicas, no hubiese quien quisiese tener más que los demás. Todo ello, generando además, traición o contrabando.
Situados ya en principios del siglo XX, Kirk y Spock, establecen de manera intermitente, interesantes diálogos respecto al ser humano, tanto en un prisma individual, como ente social. Respecto a esto último, se plantea críticamente cómo es el ser humano, que no difiere el de 1930, con el de 1968 o 2017, ante la miseria y el hambre, pues todos ellos abrazan fácilmente discursos cercanos al fascismo. De igual modo se plantea, que esas circunstancias, causadas por el hombre, son un reflejo de nuestra poca evolución desde el neolítico. Para Spock, ver esta situación de desigualdad perenne, es sinónimo del barbarismo del habitante de la tierra. Tal lacra, no es negada por Kirk, pero si, que se generalice gratuitamente, pues el terrícola, ha demostrado con creces, tanto colectivamente como individualmente, que no es un bárbaro. Y ante esta última cuestión, el cómic lo representa en diferentes personajes; ya sea una persona honesta, un mentiroso o uno vil: todos ellos, en diversos momentos pueden cometer el mas noble acto.
Además, se plantea la importancia que tiene cada individuo para el devenir de la historia de la sociedad, ya sea por los actos que realizamos o los que dejamos de cometer, o por que nuestra existencia pueda generar o no, una descendencia que puede influir, en diferente grado en el curso de la historia.
Por otra parte, la confrontación entre Spock y Kirk, entre un humano y un medio humano y medio vulcano, está intrincada al relato. Ambos discuten, se enfrentan, respecto a lo que se ha de hacer y el por qué. Spock, critica el planteamiento de Kirk, recordando que están en una misión, que detrás de ellos, hay vidas por salvar que han confiado en ellos, pero que aún así, es un subordinado, y como tal, es leal a su capitán, pero que la verdad es otra. Ante este hecho, resulta gratificante el observar lo excelente que están representados los dos personajes más conocidos del universo Star Trek, pues si Spock se muestra cabal, más que lógico, no olvida su empatía por su amigo, y Kirk, alejado de sus bravuconadas y ligerezas, siente un profundo amor que le ocasiona una angustia ante la responsabilidad de sus actos como capitán.
Harlan Ellison, autor del guión del famoso capitulo de Star Trek, es un aclamado escritor, fundamentalmente de ciencia ficción, que a lo largo de su carrera ha ido acumulando numerosos galardones; siete Bram Stoker, once Hugos, dieciocho Locus o cinco Nebulas entre otros, así como diversas controversias con otros autores, empresas o editoriales, siendo uno de estos casos, el del guión original de La Ciudad al borde la eternidad.
Es posible que muchos lectores, incluso seguidores de La Serie Original que han disfrutado de este episodio, desconozcan que es una adaptación que difiere en muchos aspectos del guión original enviado por Ellison. Una vez que fue publicado este, se produjo un debate sobre cuál historia era mejor, y vista esta adaptación, que según los guionistas del cómic, Scott y David Tippon, es estricta respecto a este, un servidor, a pesar de disfrutar de las dos, se queda con la historia de Ellison, y con el cómic.
Las diferencias son enormes, y ya comienzan desde el inicio, pues si en el episodio clásico, el motor inicial era un paranoico Dr. McCoy a causa de la administración accidental de un fuerte medicamente, en el guión de Ellison, como se ha relatado al comienzo, es Beckwight, a causa de su trafico de drogas. No es este sitio para enumerar cada una de las diferencias, ya sea el distinto aspecto de la ciudad del planeta, la información que proporcionan los Guardianes -su explicación respecto al Vórtice, el punto focal y su descripción- la existencia de Condor, la estima por la población pobre, el papel de la hermana Keller, sus sospechas y su dilema, así como dos hechos que se muestran opuestos, pues en la serie, al inicio, en lugar del discurso xenofobo, se muestra un dialogo cómico con un policia respecto al aspecto chinesco de Spock, y al final, se introduce una especie de justificación ¡de la bomba atómica!, que en el guión de Allison no existe.
Por lo visto y leido en la adaptación que han realizado, Scott y David Tippon, quienes han trabajado en varios cómics del universo Star Trek tras su paso a IDW, la historia de Ellison presenta pocas fisuras, es más organica, no centrá todo el protagonismo en la trinidad de Star Trek, proporciona mas explicaciones de ciencia ficción, así como plantea cuestiones filosóficas más interesantes. Aún así, el episodio televisivo emitido, también tiene sus aciertos, con una mayor compresión del inicio de la relación amorosa – en este caso, el dialogo inicial, es más fluido en la serie televisiva que en el cómic, donde resulta más forzado ¿culpa de la traslacción del lenguaje televisivo al cómic? – y más dramático el final. A pesar de un par de viñetas, que uno puede no enteneder cómo se ha llegado a esa situación, el cómic se comprende perfectamente, y en palabras del conflictivo Ellison, hace justicia a “su sueño original”.
Por si esta excelente historia no bastase, para que cualquier lector de ciencia ficción se interesase por esta obra, que IDW publicó dos años antes de la conmemoración del 50 aniversario de Star Trek, y que la editorial Drakul publicó el año pasado para celebrar dicha fecha, se acompaña de una sobresaliente labor gráfica, tanto por los lápices y acuarelas de J.K. Woodward, cómo por las portadas de Juan Ortiz.
Respecto al primero, a quien se le pudo ver en El Angel caido de Peter David, señalar que su trabajo artistico, es apabullante, tanto en la composición de página como en la expresividad de los rostros, logrando dinamismo y fuerza a pesar de su estética pictórica. Apenas en un par de ocasiones se puede observar ciertos gestos forzados, y en ocasiones, estos son intencionados a causa de ser un guiño. En los escasos, pero interesantes extras que presenta el tomo, se encuentran cuatro páginas en las que el mismo Woodward explica paso a paso el complejo proceso para crear una página del primer número. Sin duda, este cómic debe mucho al excelente trabajo del dibujante, el cual se beneficia de que el cómic no sea una adaptación de lo ya visto en el episodio televiso, sino que al serlo de un guión, que gran parte de él no se utilizó, le da la libertad para crear algo nuevo y no ser mera copia de los fotogramas. Y ante desafio, Woodward es el máximo reponsable de lográr que la visión Ellison sea publicá de manera visual, con toda su esplendor. Se podría destacar, la creación de los la ciudad al borde la eternidad, así como el diseño de los Guardianes y el Vórtice, o las tintas del parlamento entre Kirk y Spock, en un claro oscuro, que nos impide saber donde se hallan o si es un recuerdo. Sin obviar, la excelente y variada paleta de colores que aplica Woodward, a lo largo de la historia y en diversos lugares; Enterprise, la ciudad de los Guardianes, la tierra en 1930.
A todo ello se le ha de sumar, un trabajo que en ocasiones no se suele destacar, como es el de las portadas. Como bien señala en los extras, Chris Ryall, editor de IDW, a los seguidores de Star Trek, les gustan las covers donde se encuentran los rostros de los protagonistas de la Enterprise, y dicho cometido lo realizó Paul Shiper, de manera muy notable para las portadas alternativas, dejando en manos de Juan Ortiz – quien por aquel entonces estaba creando posters de cada uno de los episodios de La serie original– las portadas, llevando estas más allá, creando imagenes hipnoticas, llenas de misterio, belleza y pasión, con una mezcla entre lo futurista y lo retro.
Por ultimo, reseñar, que además de las portadas, y las paginas de Woodward donde explica y muestra su proceso de creación, la edicción de Drakul, presenta un sincero prólogo de agradecimiento por parte de Ellison, así como un corto epílogo del mismo, además contiene siete páginas de anotaciones de Woodward y Scott respecto a diversas viñetas, donde se indica entre otras cosas; las múltiples referencias a Ellison, cameos de amigos y artistas, así como homenajes al episodio, finalizando con el texto de Ryall de cómo se gestó el cómic.
En definitiva, cinco números que hará pensar, sorprenderá y divertirá al mismo tiempo, tanto al seguidor del universo Star Trek que desconoce la existencia de este guión, como al lector de cómics.
Guión - 8.7
Dibujo - 8.7
Interés - 8.5
8.6
Sobrecogedor
Un cómic que reflexiona sobre el ser humano, el amor y el tiempo, a la vez que es una interesante historia de ciencia ficción, que no olvida de radiografiar un momento histórico, tan cercano a nuestro presente, a pesar del tiempo trascurrido. Y todo ello con arte gráfico magistral
Hermosa historia enriquecida en su guión original. ¡Qué alegría que se edite este tipo de material!
Muchas gracias por comentar Nippur.
Y comparto tu opinión sobre la alegría de ver esto publicado.
Por cierto ¿qué prefieres, está historia o el capítulo?
Un saludo