Star Wars: Vader derribado

 

Edición original: Marvel Comics – enero – marzo 2016
Edición España: Planeta DeAgostini Comics – septiembre 2017
Guión: Jason Aaron, Kieron Gillen
Dibujo: Mike Deodato, Salvador Larroca
Entintado: Mike Deodato, Salvador Larroca
Color: Frank Martin Jr., Edgar Delgado
Portada: Mark Brooks
Precio: 14,95 euros (tomo en tapa dura de 152 páginas)

 

El tercero de los tomos recopilatorios de la serie protagonizada por Darth Vader se centra en el cruce entre esta colección y la cabecera principal de la franquicia galáctica, amagando un encuentro entre los héroes de la rebelión y el señor oscuro del Sith que, por aquello de respetar los hitos inalterables de la continuidad «starwarsiana» no se producirá hasta El Imperio contra Paca. Por tal razón, hay que asumir que este conato de enfrentamiento no va a ser en modo alguno concluyente y tiene, más bien, el valor de ver cómo funcionan las incorporaciones de nuevo cuño que el de aportar algo a un relato cuyas líneas maestras están bien fijadas. Esta reseña continúa la serie de las mismas centrada en la colección protagonizada por el antiguo Anakin Skywalker, cuyos tomos primero y segundo fueron objeto de tratamiento en su momento, pero si desean conocer otra opinión sobre esta aventura, aquí pueden consultar el artículo escrito por Gustavo Higuero hace casi un año.

Refresquemos un poco la memoria, antes de abordar el contenido de este tomo. En su serie, Darth Vader decide actuar al margen del emperador Palpatine e intentar averiguar cuál es la identidad del piloto rebelde que destruyó la Estrella de la Muerte. Contra la voluntad de su señor, recorre algunos de los escenarios de su juventud, mientras reúne las piezas e intenta esquivar a los esbirros de un amo muy suspicaz. En sus pesquisas, recluta a un trío que se ha convertido en una de las mejores incorporaciones de esta segunda época marveliana de Star Wars: la doctora Aphra y los droides asesinos 0-0-0 y BT-1. La bizarra científica y la pareja de robots constituyen una suerte de reverso tenebroso de Han, C3PO y R2D2. Este reflejo distorsionado o pervertido se hará más patente cuando haga su aparición Krrstanan, un wookie con las tendencias carniceras de su especie sublimadas. Entretanto, Luke intenta averiguar por sí mismo qué es lo que supone ser un caballero jedi, sin ser aún consciente de la relación que le une a un Vader que ya ha descubierto la artera maniobra de Palpatine y la estrategia de Kenobi para mantener al joven Skywalker a salvo. En Vader derribado, el señor oscuro tendrá la primera oportunidad para echar el guante mecánico a una persona que apenas ha empezado a descubrir qué es la fuerza y que carece de un mentor que pueda ayudarle.

La historia comienza con una batalla aérea en la que Vader demuestra, una vez más, su pericia como piloto. Nada va a pararle en su obsesiva búsqueda y, aplicando su talento para la guerra, hará pedazos a un escuadrón de naves rebeldes. Solo el ataque -casi suicida- de Luke -que siente la presencia de su adversario, pero no comprende aún cómo funciona el vínculo que les une- hará que ambos den con sus huesos y sus destrozados cazas en la superficie de un planeta en el que habrá de desarrollarse el segundo acto de este nuevo encuentro. Sus respectivos aliados partirán hacia la superficie de ese mundo, con fines de rescate y ayuda. Esto será el punto de partida para una nueva sucesión de escenas de acción, en la que cada uno de los personajes participantes tendrá su momento de protagonismo. Luke intentará desvelar algo más de los sinuosos caminos de la Fuerza; Leia afrontará con determinación una serie de decisiones difíciles; Han, Chewie, 3P0 y R2 se las verán con sus contrapartidas «vaderianas» y todo el mundo se irá con la sensación de que algo crucial estuvo a punto de ocurrir.

El punto fuerte de la historia es, en mi opinión, la figura de Vader. El señor oscuro es empleado de forma que queda patente, una vez más, su condición de personaje central en la saga galáctica ideada por George Lucas hace más de cuarenta años. Aquí, guionistas y dibujantes se conjuran para que su figura sea imponente y su presencia incontestable. Su determinación para capturar a Skywalker le hará batirse en solitario contra la Alianza Rebelde y contra los agentes del Imperio que compiten con él. La demostración de su poder en el área bélica es solo comparable a sus escenas en los últimos compases de Rogue One; sus escenas de diálogo con la princesa Leia también son memorables y el resultado es una historia en la que se saca petróleo de un yacimiento -la vida, obra y milagros de Darth Vader- que parecía agotado.

El punto débil del tomo es, desde mi punto de vista, el apartado gráfico. Deodato y Larroca se desempeñan bien en su labor y sus respectivas versiones de la galaxia reflejan a la perfección el canon cinematográfico. Sin embargo, a la hora de tratar con personajes humanos, las técnicas que emplean para conseguir que los dibujos se asemejen estrechamente a los rostros del elenco cinematográfico, dan como resultado unas expresiones un tanto acartonadas. En el caso de don Mike, el uso de las sombras esconde esta cualidad, pero en el caso de don Sal, está más que patente.

En conclusión, tenemos una historia trepidante, pletórica de acción y dotada de pequeños toques de comedia y misterio, que deja abierto el camino para que las dos colecciones implicadas sigan su curso.