Steve Gan: el blues del entintador enamorado. Leyendas de Conan (05)

Leyendas de Conan es una serie de artículos que publiqué en mi antiguo blog y que ahora vuelven a tener actualidad a raíz del relanzamiento del personaje de Conan en España a cargo de la editorial Panini. Es por esto que hemos creído que podría ser interesante ampliarlos y actualizarlos para compartirlos, esta vez, con los lectores de Zona Negativa.

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Entre los aficionados a la serie Conan the Barbarian hay una cuestión que se repite una y otra vez de manera cíclica; se discute quien fue el mejor dibujante de las diferentes colecciones del bárbaro cimmerio. Unos abogan por el inglés Barry Windsor-Smith, otros por John Buscema y algunos se acuerdan de Neal Adams, de Cary Nord, de Gil Kane o de Tomas Giorello… Y sin embargo hubo un tiempo en el que alguien lo tenía muy claro.

Casi en las antípodas de Nueva York – donde se gestaban mes a mes las diferentes historias de la franquicia hiboria – en la lejana península de Filipinas, un dibujante local que ejercía de entintador free-lance para el estudio dirigido por el matrimonio DeZuñiga, apostaba que el mejor dibujante de Conan era sin duda el gran John Buscema. Este entintador se llamaba Steve Gan y profesaba un amor profundo por el arte del neoyorquino. Admiraba tanto su narrativa como sobre todo su trazo y sabía de lo que hablaba porque era de los pocos que veía de primera mano sus originales. Cuando le llegaban por correo las páginas de la serie Conan el Bárbaro que debía entintar, casi lloraba por tener que tapar con su trabajo el increíble lápiz de su colega norteamericano, lo consideraba un atentado al excelso arte del que cariñosamente todos llamaban Big John. De tal manera que un día tomó una drástica decisión…

La colección se encaminaba con paso firme hacía una etapa histórica y tras varios números dibujados por Buscema – acabados por entintadores como Pablo Marcos, Tom Palmer o Dick Giordano – se dio la circunstancia que el número 57, titulado ¡Incidente en Argos!, lo dibujó y entintó en su integridad Mike Plogg. Para encarar la historia del encuentro entre Conan y Bêlit, previsto para el siguiente número; el 58, el guionista/editor Roy Thomas suspiraba con tener un equipo creativo estable y en concreto sufría por el constante baile de entintadores. Para remediarlo contactó con Tony DeZuñiga que estaba realizando un espléndido trabajo en la revista en blanco y negro La Espada Salvaje de Conan, pero este, saturado de trabajo, le ofreció la colaboración de un dibujante joven de Filipinas que representaba su mujer Mary DeZuñiga. El elegido era Steve Gan y su primer trabajo sobre los lápices de Buscema fue en la trascendental historia ¡La reina de la Costa Negra!, donde además fue presentado en los créditos de manera bastante espectacular, como se puede ver en la muestra parcial de la página 01 que podéis ver abajo.

Steve Gan (Santos S. Gan) nació en la República de las Filipinas el 22 de mayo de 1945. Firmaba sus trabajos como Steve en homenaje a Steve Ditko.
Estudió arquitectura en la universidad de Manila, en el llamado Mapúa Institute of Technology. Tras licenciarse, comienza a trabajar para la industria de los komiks filipinos y a partir de 1974 empieza a colaborar como artista free-lance para el mercado del comic book norteamericano, a través de la agencia de representación de artistas filipinos de Mary y Tony DeZuñiga. Concretamente trabaja como dibujante para la editorial Marvel en cabeceras como Skull the Slayer, Dracula Lives, Marvel Preview (Starlord) o en Savage Tales y como entintador en Conan the Barbarian, Tarzan, Ghost Rider Team Up… Tras el incidente en Conan the Barbarian deja de colaborar con la agencia de los Zuñiga.
A principios de la década de los ochenta realiza un trio de historias para la editorial Warren Publishing. Es en esta época que deja definitivamente el mundo de los cómics para entrar en el negocio de la animación, encargándose del diseño de personajes y también de los storyboards.

Roy Thomas explica así su decisión de contratar a Steve Gan en el texto del número 59, de septiembre del 2000, de la colección española de Conan el Bárbaro editada por Fórum:
«Probablemente [Mary y Tony DeZuñiga] nos mandaran muestras de su trabajo, y es muy posible que que la elección final dependiera de mí. Steve Gan (con el que, lamento decirlo, jamás me encontré ni hablé personalmente) combinaba dos cualidades que yo siempre había buscado en el entintador de Buscema/Conan, muy especialmente para el cómic a color: un sentido de fuerza en su línea de entintado y buen sentido al completar los lápices de Buscema, para que el cómic tuviera ese toque de ilustración artística que el lector esperaba de las historias de Conan«.
Y efectivamente el aspecto visual del Conan the Barbarian número 58 (en la colección de Fórum iban un número adelantados) es espectacular muy adecuado para la historia que contaban.

Así pues, nos encontramos por fin con un equipo artístico estable para la colección a color de Conan, que emprende una etapa decisiva y emocionante que acabaría durando tres años y medio.
Todo iba bien ¿Seguro? Al principio si, y Thomas, Buscema y Gan narran el origen de Bêlit para luego abordar el enfrentamiento de ambos con el legendario Amra. Pero los problemas aparecieron al llegar al número 64 de la colección en episodio titulado ¡Los demonios de la serpiente emplumada! Creo que el propio Thomas lo explica mejor que nadie en el texto del número 65 de la colección de Fórum:
«Quise adaptar uno de los relatos de Robert E. Howard no protagonizados por Conan, «The thunder rider», como base para una aventura del espadachín cimmerio. Baste con decir que John Buscema se encargó del dibujo a lápiz completo de este episodio y realizó un trabajo especialmente impactante. Tal y como habíamos hecho con todos los números anteriores, enviamos los originales a las Filipinas, casi al otro lado del mundo, al estudio de los DeZuñiga, quienes, como de costumbre, los entregaron al entintador Steve Gan. Y, si no recuerdo mal, fue entonces cuando empezaron los problemas«.

Cuando se acercaba la fecha de entrega de los originales ya entintados, Mary DeZuñiga le envió una nota a Thomas diciéndole que Gan se negaba a entregar las páginas. Dice Thomas:
«Nos dijo que Steve Gan se había enamorado del dibujo a lápiz de John y que se negaba por igual a entintarlo y a devolverlo a los DeZuñiga. Se había puesto a calcar los lápices en tinta. Pero este procedimiento era mucho más lento y el dibujo no llegaría a tiempo. (…) ¿Un entintador al que le gusta tanto el dibujo a lápiz que lo calca entero para poder conservarlo?«.

Original de Conan the Barbarian #58 pag18. Lápices John Buscema, tinta Steve Gan

Evidentemente se planteaban varios problemas, pero el más acuciante era resolver qué material llevaría el número 64 de la colección. Finalmente decidieron reimprimir y colorear un episodio en blanco y negro titulado El secreto del Rio Calavera dibujado por Jim Starlin, entintado por Al Migrom que se había publicado en Savage Tales 5 en julio de 1974. Por eso el comic book de Conan the Barbarian, que salió en julio de 1976, tiene un título en la portada y una historia con otro título diferente en el interior.

Una vez resuelto el problema de los plazos de entrega, se trataba de seguir con la continuidad de la serie. El primer paso era recuperar los originales de John Buscema. Aquí Roy Thomas como buen fabulador le añade algo de salsa a la historia:
«Por lo que Mary y Tony DeZuñiga me contaron más tarde (y no olvidéis que sólo conocemos la versión de una de las partes implicadas), acabaron por enviar a dos sujetos de su estudio a casa de Steve Gan, para que recobrasen las páginas a lápiz y convencer a Steve que se olvidase de su idea de calcarlas para así poder mandarnos una versión entintada sin estropear el dibujo a lápiz original. Sé que las Filipinas, al menos en la zona de Manila, eran un país moderno y urbanizado ya en 1976. Pero no he podido borrar de mi mente la imagen de un par de musculosos filipinos, machete en mano, abriéndose paso por la jungla hasta la aislada cabaña de Steve Gan. No sé qué ocurrió exactamente. Tengo la esperanza de conocer algún día a Steve Gan y oír su versión de los hechos. Era muy buen entintador y me supo mal tener que prescindir de él en circunstancias tan extrañas«.

El entintado del número 65 lo acabaría The Tribe, que era el nombre escogido por el estudio de los DeZuñiga para firmar sus trabajos colectivos a tinta.
Curiosamente tras varios números más de probaturas, donde el entintado pasó por varios pinceles, en enero de 1977 otro filipino llamado Ernie Chan volvería a retomar esta labor para quedarse por mucho tiempo. Chan demostró mucha profesionalidad y no consta que causara problemas. Seguramente no estaba tan enamorado del trabajo de Buscema como el malogrado Gan

Del enamorado entintador Steve Gan poco más se supo. No sé si Roy Thomas ha conseguido finalmente hablar con él. Lo que está claro es que su admiración por el trabajo del dibujante de Nueva York le causó un daño profesional irreparable, aunque más tarde entrase en la leyenda de la saga cimmeria como el hombre que se enamoró del arte de John Buscema.

Salut!

Si queréis leer los anteriores capítulos de esta serie:

Barry Smith. El arquitecto de la Edad Hiboria. Leyendas de Conan (01)

El lápiz salvaje de Neal Adams. Leyendas de Conan (02)

Soy un truhan, soy un señor. Leyendas de Conan (03)

¡Una de indios! Leyendas de Conan (04)

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pelayo
pelayo
Lector
25 agosto, 2019 11:50

Gracias por el artículo y por la anécdota sobre Gan. Viniendo de Thomas (que era muy «cuentista» en el buen sentido de la palabra), me he acordado de aquello que decían en «El hombre que mató a Liberty Valance»:»Cuando la leyenda se convierte en un hecho, imprime la leyenda». Porque a mí no me extraña que alguien -más si es alguien con sensibilidad artística- se enamore del trabajo de Buscema hasta el punto de hacer una majadería conducido por una mezcla de humildad y respeto por el trabajo de otros.

Creo que Buscema, a pesar del reconocimiento y relativo éxito que gozó, mereció MÁS, mereció quizás unas tarifas más altas por página para que pudiera tener más tiempo para hacerlas con todo el detalle y virtuosismo del que era capaz, y para que pudiera entintarse a sí mismo y que, por ejemplo, sus rostros cobrarán expresión al 100%. En vez de eso, mi percepción es que fue un profesional que le cogió el pulso a la maquinaria editorial de Marvel y se convirtió -como otros grandes- en un jornalero que, a destajo, iba produciendo muchas páginas por mes para tener unos ingresos dignos, con suficiente calidad artística pero sin alcanzar todo su potencial salvo en algunas ocasiones. Me gusta pensar que en un universo paralelo, cuando Hal Foster se retiró de su página dominical de Príncipe Valiente, eligió a Buscema -que era muy fan suyo- como su sucesor, y la serie siguió siendo puntera durante 15 años más. ¡Una semana entera para dibujar 1 página!¡Qué lujazo! Como premio de consolación de eso que no fue, nos quedó aquel nº 15 de Aventuras Bizarras ambientado en Camelot.

Jesusy
Jesusy
Lector
26 agosto, 2019 10:13

Un par de puntualizaciones: tras el cese de Gan en el número 63, la tinta es obra de The Tribe del 65 al 67 y del propio Buscema en el 68. Tras un fill-in, en el número 69, obra de Val Mayerik y The Tribe, Ernie Chan vuelve a entintar la serie en el número 70, no ha debutar, pues Chan fue el entintador de la serie desde el número 26, el segundo de Buscema en la serie y tras un primer episodio con tintas de Sal Buscema (y una pequeña aportación de John Severin).

Eduardo
Eduardo
Lector
26 agosto, 2019 11:26

Excelente artículo y muy interesante la historia de lo ocurrido con Steve Gan. Si realmente ocurrió así resulta alucinante el nivel de admiración de ese artista por John Buscema.

Y hablando de Buscema, yo también soy de los que pienso que es una pena lo ocurrido con él. Es cierto que será recordad y que nos ha dado páginas memorables, pero también es verdad, como dice Pelayo, que no dio nunca lo mejor de sí mismo porque se contentó con producir mucho y ser un jornalero del cómic. Era un auténtico superdotado que de haber dispuesto del tiempo e interés necesario para realizar páginas con el detallismo que podía dar y entintadas por él mismo habría podido ser considerado a la altura de gente como Raymond o Foster. No entiendo como Foster no le seleccionó como su sucesor. Buscema dando lo mejor de sí mismo en una página semana habría sido algo increible.