Superboy y Robin siempre han sido dos recurrentes del Universo DC. El primero fue borrado del mapa con Crisis, pero se recuperó el concepto con la Muerte de Superman. El segundo siempre ha estado ahí, con diferentes muchachos bajo la máscara, para acompañar a Batman y añadir algo de humanidad a la oscuridad que siempre acompaña al Caballero de la Noche. Dos conceptos que nacen con el mismo propósito y que de nuevo se recuperan, actualizan y relanzan de forma independiente en la serie Superhijos a raíz de los acontecimientos de Renacimiento.
Que se lance al mercado esta serie responde a la necesidad de acercar a sus dos grandes personajes a posibles lectores mucho más jóvenes, trasladando la relación que tienen Batman y Superman de amistad tensa, a sus dos vástagos, Damian y Jon. Los hijos de Superman y Batman juntos, dos personalidades tan alejadas como las de sus padres, que se ven obligados a trabajar juntos en sus particulares aventuras. Un escenario ideal para que esos lectores tempranos, ávidos de descubrir series con las que poder sentirse identificados, se sientan atraídos por la peculiar dinámica que el guionista Peter J. Tomasi y el dibujante Jorge Jimenez han imprimido a la serie.
Superhijos no es una serie para todos los públicos. Sí es una serie que puede ser disfrutada por todos, pero su objetivo, como ya se ha mencionado, es el de estar más cerca de lectores más jóvenes, con menos rodaje, que de lectores curtidos en mil batallas. Y cumple a la perfección con dicho objetivo. Tomasi caracteriza a la perfección a Jon y Damian, exagerando rasgos de su personalidad a fin de dinamizar más su complicada relación. Damian es más odioso que nunca y Jon arrastra ese halo de bonachón y paciencia infinita. Un dúo que pronto se ve inmerso en una aventura en la que su primer reto es enfrentarse a Kid Amazon, una suerte de versión adolescente del gran villano de la Liga de la Justicia.
Tomasi construye este primer arco de tal forma que el villano es verdaderamente terrorífico. Su frialdad es tal que se deja sentir a través de las viñetas y por tanto añade verdadero dramatismo a la trama. La historia no se siente como algo banal y es que Tomasi no menosprecia a su lector potencial bajando el nivel narrativo, sino que ajusta bien las herramientas de las que dispone a fin de que todo funcione adecuadamente tanto en el tono como en la trama.
La lectura de Superhijos es extremadamente divertida. Tenemos a estos dos jóvenes héroes que pueden valerse por si mismos a la perfección, pero que han de cumplir las normas que todo joven de su edad tiene que acatar en su casa. Ese nexo con lo cotidiano, por mucho que sus padres sean quienes son, aporta naturalidad a una situación que de por si puede resultar agria de tragar en su concepto.
Superhijos es, probablemente, una de las series más dinámicas, desenfrenadas y optimistas de las publicadas por DC en la actualidad. Tomasi sabe jugar a la perfección con la mitología de Batman y Superman, adaptándola a Damian y Jon que, como sus padres, hacen lo que hacen porque alguien tiene que hacerlo. Va impreso en su ADN y son fieles a sí mismos, lo que permite que el conjunto funcione bien durante estos primeros cuatro números en los que se asienta la dinámica sobre la cual va a funcionar la serie en posteriores entregas.
Algo que es fundamental a la hora de lanzar una serie de esta índole al mercado es el dibujante encargado de dotarla de un aspecto característico que la defina de forma visual. Superhijos tiene la suerte de tener a Jorge Jimenez a los lápices para encargarse de dar forma a ese universo preadolescente. Jimenez se molesta en dibujar a los protagonistas desgarbados, proporcionalmente algo exagerados, como cualquier otro muchacho de su edad en pleno crecimiento, dotándolos de un aspecto visual único. Damian y Jon difieren de su entorno por completo, ya que Jimenez separa a la perfección el mundo de los niños con el de los adultos a través de dos estilos bien diferenciados. Superhijos no podría ser lo que es sin el trabajo del dibujante español que brilla con fuerza en cada número. Su fuerza visual, su estilo dinámico, con un trazo limpio, capaz de amoldarse a lo que Tomasi requiere para contar la historia, lo erigen como el autor ideal para la serie.
Superhijos es la serie DC para empezar a leer cómic de superhéroes. Superhijos es la serie para divertirse y alejarse del tono oscuro y grandilocuente que rodea a otros personajes. Superhijos es la serie con la que divertirse de forma honesta, simple y directa. No es una serie que vaya a hacer historia, ni vaya a cambiarnos la vida, pero cumple su cometido y funciona. ¿Qué más se le puede pedir?
Guion - 6.5
Dibujo - 8
Interés - 8
7.5
Eficaz,
Superhijos es la serie perfecta para iniciarse en DC y como lector de comics. Su tono desenfadado, coloquial, cercano y divertido la hacen ideal para el publico juvenil, pero sin despreciar en absoluto a lectores más curtidos.
Totalmente de acuerdo con tus palabras, Gustavo, acerca de que «Supersons no podría ser lo que es sin el trabajo del dibujante español». Y es eso lo que me hace temer que en cuanto Jorge Jiménez tenga una nueva serie o se tome descansos demasiado largos entre número y número, la serie pierda el brillo. El editor ha de andarse con mucho tino para elegir sustituto/a/s a Jiménez o se cargará la serie, alguien del estilo de Humberto Ramos, Jorge Molina, o Nick Bradshaw, que no es que sus estilos se parezcan entre sí, pero es el tono luminoso y cómico que la serie precisa. Como metan a dibujantes de estilo anodino adiós muy buenas… Y por favor, que no la mezclen con eventos o crossovers, que dejen a los chavales al margen de movidas pero con muchos cameos con los que interactuar de forma divertida.
El número 13 USA no está dibujado por Jorge Jiménez, lo que significa que o se ha tomado un descanso o ha abandonado la serie…lo que significaría dejar de coleccionarla de inmediato…