Superman: El Hombre de Acero Núm. 1-9

 

Edición original: Superman Unchained Núm. 1-9
Edición nacional/ España: ECC Edciones
Guión: Scott Snyder
Dibujo: Jim Lee, Dustin Nguyen
Entintado: Scott Williams
Color: Alex Sinclair
Formato: Grapa, 32 págs. A color.
Precio: 2,50 euros

 

Mucho se ha escrito sobre Superman a lo largo de sus 75 años de historia. Aventuras de lo más variado, en diferentes medios, radio, prensa, cine, series de TV y por supuesto comics, una inmensa cantidad de ellos. Tantas que a estas alturas uno podría pensar que ya se ha dicho todo cuanto se podía decir de este personaje, pero no es así. Siempre quedará otra historia que contar de Superman, sea donde sea, mientras quede un solo escritor que esté dispuesto a intentar cabalgar y domar al más grande los personajes que el séptimo arte ha dado al mundo.

Estos comics, estos nueve números, como algunos recordarán del artículo de sorpresas y decepciones del 2014, fue mi elección como la decepción del año pasado. En dicho artículo dejábamos las razones para esta reseña que llega ahora que se publica en España el noveno número de la colaboración entre Scott Snyder y Jim Lee.

Lo primero a aclarar es que un cómic que resulte ser decepcionante no tiene por qué ser un mal cómic. Sencillamente no ha sido capaz de colmar tus expectativas sobre el mismo, bien porque se queda corto en su planteamiento, bien porque a su alrededor hay excesivo hype o cualquier otro por qué que se os pueda ocurrir.

Superman no está solo. El ejército de los Estados Unidos tiene su propio Superman, Espíritu, que trabaja para ellos sin preguntar y media en conflictos mundiales a criterio del Gobierno norteamericano. La organización terrorista Ascensión promulga un mundo sin Superman y para ello desea sumir a la Tierra en un invierno nuclear que obligue a Kal-El a abandonar su planeta adoptivo. Por si esto fuera poco Lex Luthor se fuga de la cárcel con la intención de salvar al mundo de su inminente destrucción. EL enfrentamiento de Superman y Espíritu es solo cuestión de tiempo, cuando lo intereses del Ejercito chocan abruptamente con los de Superman que se niega a compartir sus posesiones guardadas en la Fortaleza de la Soledad. Todo se complica cuando Lex Luthor revela que la Tierra está a punto de ser invadida y que tan solo el sacrifico de Superman puede salvarla.

Todos los trabajos de Jim Lee van acompañados de una fuerte campaña de publicidad que se encarga de hacer crecer las ansias de los aficionados. Su fama, ganada en los años noventa, sigue precediendo a este dibujante que nunca deja indiferente a nadie. Su estilo destila una enorme fuerza visual, siendo capaz de hacer dibujos capaces de impresionar hasta a sus detractores y su capacidad para el diseño está fuera de toda duda… pero siempre deja un sabor agridulce en todo cuanto hace en la actualidad.

Jim Lee ha trabajado con muchos guionistas, algunos tan importantes como Chris Claremont, Frank Miller, Brian Azzarello y Scott Snyder por citar a algunos de ellos. En los noventa su fuerza y dibujo espectacular llegaba a ensombrecer el talento de su compañero escritor (Claremont), en otros el talento del guionista brillaba por su ausencia (Frank Miller), en otros el guionista ataba tan corto a Lee que su trabajo quedaba aplastado y el resultado final era cuando menos aburrido (Brian Azzarello) y en otros se puede decir que es cuando más cerca de estado el binomio guionista-dibujante de conseguir una verdadera simbiosis (Scott Snyder) pero sin terminar de lograrlo en conjunto.

Snyder arranca la historia dejando a Lee el espacio suficiente para que se luzca. No vamos a ir al grano solo empezar, no es necesario, hay tiempo para contar la historia y decide dejar que el dibujante nos meta en la historia con una espectaculares páginas que quitan el aliento, si no nos molestamos en analizarlas con lupa.

Snyder quiere contarnos una historia nueva, con un Superman ajeno a lo que su contrapartida secreta, Espíritu, le hace ver: su responsabilidad va más allá de enfrentarse a villanos. Su responsabilidad es para con el mundo que lo acogió y eso implica tener que tomar partido en los conflictos de los hombres.

El planteamiento no es nuevo. Hemos visto otras veces como se acusa a Superman de no intervenir para detener conflictos armados, crisis políticas, hambrunas o cualquier otro drama social que pueda afectar a una nación o continente. Tan solo interviene en catástrofes naturales, donde la política y las relaciones internacionales no van a juzgar su intervención con un acto de guerra, una provocación o simplemente prepotencia sobre la humanidad.

Superman es cualquier cosa menos altruista. Recuerda a la versión cinematográfica de 1978, donde demuestra un egoísmo sin medida al anteponer sus deseos personales a los de la misma humanidad. Snyder es consciente de ello y explora esa faceta del personaje sin pudor alguno. Nos muestra un Superman altivo, más proclive a defenderse que a dialogar, sintiéndose atacado permanentemente, mientras se repite a si mismo que lo que hace es lo correcto. Quiere seguir la senda del cambio motivado por las circunstancias y lo consigue sobradamente, ya que no estamos ante el mismo Superman al principio que al final de la historia y para ello Snyder remata, como es marca de la casa, explicando todo punto por punto, sin dejar casi espacio al lector para que interprete y determine como quiere el final de la historia.

Y aun así el conjunto global decepciona. Decepciona porque no se ha conseguido el objetivo final de ser una historia redonda, con un gran dibujante y un guionista que lo está dando todo. Hemos estado cerca de conseguir que de una colaboración entre un guionista de renombre y Jim Lee nos dé un cómic con carisma suficiente como para ser recordado. Pero entretiene, divierte y hace que la vista se deleite con escenas espectaculares, por lo que al final uno no sabe muy bien como sentirse al terminar la lectura de los nueve números.

Decepcionado y satisfecho a partes iguales. Lo cual es ya mucho más que en anteriores ocasiones en las que Jim Lee y un guionista HOT intentan que los fuegos artificiales tapen las carencias de trabajos que al final terminan por parecer meramente alimenticios.