El poder de lo obvio
Mark Russell, ¿quién no ha oído hablar de este guionista? Con trabajos repartidos en diversas editoriales que van desde Marvel, DC a Ahoy, Dynamite… es un escritor que levanta pasiones por su capacidad para saber adentrarse en los temas cotidianos y pasarlos por el tamiz critico de su pluma y fino humor, para devolverlos a sus seguidores de forma que invitan a la reflexión. Sus trabajos despiertan interés entre los aficionados y cada obra recibe la atención de esa aura que parece rodear cada nueva incursión contra el capitalismo, la ciencia, la política, la instituciones, la cultura, la sociedad, la religión… Con obras representativas en estos aspectos como son Los Picapiedra, El León Melquiades, One Star Squadron, que alterna con trabajos menos directos como Red Sonja, Los 4 Fantásticos – Toda una vida, y otros que quieren, pero no llegan como Second Coming, entre otros. Y a ese grupo final es donde se une este último trabajo de DC en llegar a España, Superman – La era espacial.
Las expectativas eran máximas. Los Allred con Russell en un mismo proyecto y con la figura de Superman como eje conductor de una trama que gira alrededor de la destrucción de la Tierra en el año 1985… un año que, como saben muy bien los aficionados a DC, marcó un antes y un después para la editorial y para el propio Universo DC. Nada podía fallar.
Con eso en mente Russell construye una trama insertada dentro de un Universo DC de bolsillo, a su medida, donde aparecen múltiples similitudes, pero severas divergencias, que bien podría llevar a pensar en un Otros Mundos si todavía existiera este tipo de propuestas. ¿Pero que ha podido fallar para que Russell no nos ofrezca un relato lúcido sobre la sociedad americana mientras desarrolla una historia de superhéroes al uso? Pues ha sucedido que el escritor ha querido mostrase demasiado intelectual, demasiado académico, sin saber usar los recursos del noveno arte con añadidos impertinentes que rompen el ritmo de manera constante, como es el abuso de textos de apoyo. Pero no nos adelantemos.
Russell hace un buen trabajo, de eso no cabe duda, pero lo hace porque su ADN está en cada viñeta de esta obra. El problema surge cuando ese ADN satura de puro obvio y de reincidir de manera constante sobre aspectos cotidianos relacionados con los protagonistas de la historia. Esa grandilocuencia con la que pretende llenar la trama, donde cada instante sea sublime y profundo, como si de un libro de autoayuda se tratara, acaba por penalizar al conjunto de tal forma que se agarrota sobre si mismo. Hay espacio para brillantes reflexiones sobre la vida, los objetivos personales, las necesidades reales, el voraz capitalismo que se cree superior a todo, mientras no deja de insistir en la necesidad de reconectar con nuestro lugar en el mundo. Son mensajes e ideas poderosas tratadas por el guionista con mucho más mimo y sutileza en otras obras, optando en este trabajo por un bombardeo por saturación, que se desprende de toda brizna de humor, buscando, o mejor, pretendiendo, abrazar al lector con un edredón excesivamente cargado de reiteraciones obvias. Y para ello recurre a textos que se reparten en cada viñeta y que conjugan pensamientos internos de los protagonistas con sus diálogos en cada secuencia y ese modo de narrar, más cercana un libro que a un cómic, hace que el todo se convierta en cartílago duro de masticar.
Esto hace que la lectura sea un ejercicio denso, no por lo que nos cuenta, sino por lo repetitivos que acaban siendo estos mensajes, mientras la trama avanza de forma inexorable a un final que todos sabemos como llegara. Aquí hay que hacer un inciso, porque cuando Russell dedica espacio a desarrollar la trama, la obra funciona muy bien, es dinámica, juega con todos los recursos de Universo DC su disposición y conjuga bien las distintas amenazas a las que Superman hace frente y como las gestiona, siendo inteligente como acaba llegando la solución final.
Así que tenemos por un lado una historia pura del género de superhéroes, tamizada por el fino teclado de Russell, que no logra alcanzar el equilibrio entre intención y objetivos logrados. Estos dos parámetros lastran, y mucho, a la obra, que castiga de forma progresiva hasta llegar a un punto que llegar a finalizarla resulta más un trabajo que un momento lúdico.
No hablamos de densidad en términos de historia compleja, se puede contar algo muy bien y ser muy complejo, no perder ritmo y no caer en lo obvio, el propio Russell lo ha hecho de manera excepcional, pero aquí no consigue moverse dentro de los parámetros que la ajustada historia demanda.
Mientras, al otro lado del cuadrilátero, nos encontramos con el trabajo grafico del matrimonio Allred, que demuestran con creces porque disfrutan del favor del público en general. En lo gráfico la obra no defrauda, pues los Allred son fieles a su propio estilo y narrativa y conjugan todos sus aciertos y fallos para conformar un todo que se disfruta tanto en lo narrativo, como en lo meramente visual. Es un trabajo que sabe captar esa esencia de los años en los que la historia discurre, aportando un todo unificado y que retrae a esos años de manera clara y directa. Resulta muy gratificante ver las distintas interpretaciones que hace Allred de los héroes que aparecen de DC, con sutiles cambios en sus uniformes, algo que no es muy común por no realizar trabajos en series regulares en DC.
En resumen, La Era Espacial es un trabajo atractivo a dos tiempos. Por un lado, el trabajo de los lápices y color de los Allred. Por otro la historia de superhéroes que no cuenta. Sin embargo, estamos ante una lectura dura, alejada del dinamismo y la finura de Russell, que parecen demasiado centrado en dar muchas lecciones por página, en vez de jugar con un concepto y retorcerlo para ver hasta donde se puede llevar. Un tomo elegante que se llega a atragantar y que invita poco a la relectura.
Lo mejor
• El trabajo del matrimonio Allred.
• La intensa historia de superhéroes que se cuenta.
Lo peor
• La dinámica que impone Russell a la obra que resulta empalagosa por saturación de ideas recurrentes..
• No saber aprovechar los recursos del medio y crear un panfleto de autoayuda.
Guion - 6
Dibujo - 8
Interés - 6
6.7
Descompensada.
Un trabajo que levanta muchas expectativas pero que acaba con cualquiera de ellas una vez se adentra uno en sus intenciones. Un cómic de lo obvio, que se diluye demasiado en intenciones penalizando a la historia que en realidad debería contar.
Pues muy de acuerdo con lo que dices, la lectura se hace un poco plomiza, no fluye. Y no es que sea nada especialmente complejo o sesudo.
Bueno, siempre nos quedará los Gemelos Maravilla de Russell ( con un Lex muy divertido)
Saludos!