Superman – Perdido

¿Cómo gestionar el tiempo perdido?

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Edición original: Superman: Lost núms. 1-10 USA (DC Comics, 2023-2024)
Edición nacional/España: Superman: Perdido (ECC Cómics, 2022)
Guion: Christopher Priest.
Dibujo: Dan Jurgens, Will Conrad, Lee Weeks, Carlo Pagulayan.
Entintado: Jason paz, Brett Breeding, Joe Prado, Júlio Ferreira, Jonas Trindade.
Color: Jeremy Cox, Elizabeth Breitweise.
Traductor:: Guillermo Ruiz Carreras.
Formato: Cartoné. 256 páginas. 32,50 €

Superman, pobre de mí

Para los veteranos del lugar esta historia de Superman extraviado por el universo no les resultara novedosa, pues ahí está la saga Exilio, en la que el personaje realizaba su propio vía crucis sideral intentado perdonarse por la ejecución de unos criminales kryptonianos, responsables de la aniquilación de todo un planeta. Y es que nada puede justificar matar.
Aquella saga mítica hoy en día, y para muchos superior al trabajo realizado por Byrne previamente, arrastró al personaje a sitios hasta entonces apenas explorados y es un ejemplo de cómo Superman permite poder contar historia de enorme calado humano.

Priest asume con este trabajo el realizar una obra ambiciosa, donde la premisa se muestra potente y la excusa perfecta para poner sobre la mesa una serie de conceptos que permitan explorar nuevas facetas del personaje. No estamos ante un guionista fácil ni que subestime a los lectores, pues Priest siempre mira más allá y se permite añadir capas a muy distintos niveles para que sus obras permitan relecturas igual de placenteras a la primera vez que uno se enfrenta a ellas.

¿Qué tenemos entre manos al abrir Superman Perdido?

Tenemos una obra que está en un punto indeterminado de la continuidad de personaje, pues no hay rastro de Jon, pero si hay un sólido matrimonio ente Lois y Clark. La Liga de la Justicia que aparece da algunas pistas, por lo que podríamos estar en algún punto borroso de la primera década de los años 2000.

La historia, que exuda épica desde el primer momento, se pone en marcha con la Liga actuando en el rescate de un artefacto alienígena sumergido en el océano. Esto define el camino que quiere tomar y pone el foco en Superman que queda atrapado en una singularidad gravitacional que lo empuja al espacio de tal forma que acaba varado, perdido, en un lugar remoto de un universo hostil e indómito.

Y es aquí donde Priest comienza a mostrar su talento. No estamos ante una obra en la que vayamos a encontrarnos la forma más radical de la narrativa del guionista, que aquí sigue patrones más convencionales, pero sin perder nunca su propia forma de ser. Superman está justo donde desea tenerlo y con el personaje en esa situación comienza a desarrollar diversos aspectos de su personalidad y cómo reacciona a los estímulos externos a los que debe hacer frente. Así que vamos a poder vivir su complejo de mesías de manera directa, así como el sentimiento de abandono, la culpa, la regresión personal y la desconexión emocional, motivadas por esa peregrinación a la que se ve sometido Clark.

Sin duda, todo queda expuesto y su desarrollo es superficial (y es que se podía haber profundizado mucho más en alguno de estos puntos), porque detrás de un acontecimiento de este calibre, la erosión mental del individuo hubiera sido mucho más agresiva de lo que el cómic llega a mostrar, pero es que estamos ante una obra que no pierde de vista al género al que está adscrita y es por ello por lo que no trasgrede algunas normas que hubiera sido realmente interesante que se hubieran roto con su protagonista.

La obra no se centra tan solo en los aspectos personales y psicológicos de Clark, sino también aspectos políticos, sociales y comerciales (asociados al mundo en el que se ve desplazado), mientras narra en paralelo las consecuencias que sufre Clark a su regreso a la Tierra, por lo que se permite adentrarse en como Lois vive la situación mientras lidia con su trabajo. Aquí Priest, aparentemente, y así se ha interpretado por nuestra parte, mira al pasado, a esa Edad de Plata tan loca, donde los planes de los villanos son tan brillantes como absurdos y tan imposibles como creíbles, pues lo que manifiesta ante el lector es precisamente esa especie de guiño al pasado que se solventa con un apropiado deus ex machina que todo lo puede.

Pero tras todo lo expuesto, cuando uno termina la lectura de este tomo, lo que termina por ver es que la historia cuenta muchas cosas, pero sobre todo hay una que destaca por encima de todas y es la insignificancia del ser. De la nula importancia que tenemos en el cosmos y como este nos ignora, buscando sus propias soluciones a todo, por salvajes y aparentemente destructivas que puedan parecernos. Asumir esto, entender que no somos piezas determinantes en esa inmensidad es lo que le permite digerir a Clark lo vivido, sin desesperar en su misión, entendiendo que solo puede, humildemente, ser lo que es, hacer lo que hace, hasta el límite que el propio cosmos marca. Y Priest nos lo dice de manera muy sencilla y simple, a través de algo tan mundano, tan de casa, como es un electrodoméstico casero muy común en las cocinas. Algo pequeño, controlable, pero relevante desde un punto de vista de la vida diaria, que es el símil perfecto para que reflexionemos sobre lo que se ha leído.

En la parte artística tenemos involucrado a Carlos Pagulayan, viejo conocido del guionista, por estar también con él en la recordada etapa de Deathstroke, que aquí también aporta valor, no solo con sus lápices, sino también en el propio argumento. Su trabajo es fiel a sí mismo, con un marcado buen uso de la narrativa, algunos deslices anatómicos, sobre todo faciales, pero que se perdonan por todo el despliegue que llega a realizar para plasmar tanto las escenas intimas, como las que deben vomitar épica por los cuatro costados. A las labores de dibujo también nos vamos a poder encontrar con Lee Weeks que aporta su talento en algunos capítulos de forma esporádica, los que miran a un futuro posible, que se insertan de manera orgánica en la trama, por lo que no generan puntos disruptivos en el computo visual de la obra. Otros dibujantes involucrados en la obra son, Dan Jurgens, José Luís y Will Conrad, a los que se les puede aplicar los mismos adjetivos que a Weeks, pues su trabajo no rompe visualmente la obra y aporta el valor apropiado en cada momento.

Estamos ante una obra grande que aporta una historia interesante, llena de simbolismo, que atrapa, que convence, que ayuda pensar sobre lo efímero de todo, la insignificancia del ser y nuestro papel en la vida. Con sus luces y sombras, no deja de ser u trabajo lúcido, que hace anhelar más trabajos de Priest en DC, incluso desear una larga etapa al frente de alguna serie, pues se demuestra que Priest ha alcanzado su plena madurez como escritor y es capaz de aportar grandes ideas al cómic de superhéroes más convencional.

Lo mejor

• La profusión de ideas que hay en esta obra.
• Lo adictiva que resulta su lectura.

Lo peor

• Algunas ideas pueden quedar mal definidas y no alcanzar tod su potencial.
• Cierto abuso del deus ex machina.
• Publicado en grapa mensualmente hubiera sido toda una experiencia narrativa de primer nivel.

Edición original: Superman: Lost núms. 1-10 USA (DC Comics, 2023-2024) Edición nacional/España: Superman: Perdido (ECC Cómics, 2022) Guion: Christopher Priest. Dibujo: Dan Jurgens, Will Conrad, Lee Weeks, Carlo Pagulayan. Entintado: Jason paz, Brett Breeding, Joe Prado, Júlio Ferreira, Jonas Trindade. Color: Jeremy Cox, Elizabeth Breitweise. Traductor:: Guillermo Ruiz Carreras. Formato:…
Guion - 8
Dibujo - 8
Interés - 10

8.7

Lectura obligada.

Un relato de potente factura, que elabora un certero retrato de Superman y que aprovecha para poner frente al lector aspectos de profundo calado. Sus debilidades son nimias frente a la fortaleza que muestra como obra. Un trabajo a recordar y a no olvidar.

Vosotros puntuáis: 8.24 ( 7 votos)
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Hijo de Jor-El
Hijo de Jor-El
Lector
28 julio, 2024 13:13

Y nominada a los premios Eisner.

No es fácil escribir a Superman, por eso las buenas historias que tiene son muy buenas historias.