No hay mejor motivación para encarar un proyecto que poder hacerlo con la libertad que da el disponer de un gran personaje libre de continuidad y de rígidos designios editoriales. Un lienzo en blanco sobre el que poder diseñar algo nuevo a partir de algo ya existente. Una manera de acercar lo viejo a los nuevos lectores, actualizarlo e integrarlo de manera más actual a la sociedad de hoy. Si bien es cierto que el Superman que se puede leer hoy en sus colecciones dista mucho del que Siegel y Shuster nos mostraron hace 75 años, siempre está encorsetado a ciertos patrones. Por ello, en DC Comics, se crea esta Tierra 1 con el fin de dar ese lienzo en blanco a prestigiosos guionistas con el fin de hacer suyos a personajes tan importantes como Batman o Superman.
El elegido para esta tarea no es otro que el guionista del apellido impronunciable, Michael J. Straczynski. Su figura está muy ligada a la televisión (He-man y los Master del Universo, Shera, Texas Ranger, entre otras ha disfrutado de sus guiones) y por ser el creador de la serie de ciencia ficción Babylon 5 (1994-1998). Pero también es famoso por sus comics Risisng Star, Midnight Nation y su recordada etapa en Spiderman. Por lo tanto parece una más que acertada elección a la hora de encarar un proyecto venido a mostrar el Superman del siglo XXI.
Todo empezó con el primer volumen en el que Strazcynski se ve en la obligación de narrarnos el origen de este remodelado Superman a fin de sentar las bases sobre las que poder trabajar posteriormente. Un extraño entre los humanos, un alienígena llegado de otro planeta al que las circunstancias le obligan a tener que tomar una decisión que no desea tomar… sacrificar la esperanza de tener una vida anónima y normal o dejar que la Tierra sea consumida por los fuegos de venganza de una raza alienígena.
Sobre esta premisa se construye el primer ladrillo que nos lleva a hablar del segundo volumen dedicado a esta serie.
En este segundo volumen el guionista se puede ya permitir empezar a profundizar más en aspectos personales de Superman, desarrollar a los secundarios, crear una nueva amenaza que permita seguir avanzando en la caracterización del héroe y perfilar algo que es de vital necesidad en el personaje: su extraordinaria, profunda y triste soledad.
Clark empieza su nueva vida en Metrópolis tras los acontecimientos del primer volumen. Hay que seguir buscando el artículo que le siga haciendo merecedor de estar en el Planet, lidiar con sus vecinos y en concreto con una vecina más que dispuesta a entablar una relación más personal, mientras la ciudad es acosada por un monstruo que deja tras de sí cientos de cadáveres momificados. Clark no quiere que su vida sea solo Superman, pero el mundo parece empeñarse en que así sea. Y por si fuera poco el ejército no se fía de él y contrata a los expertos científicos que puedan determinar cómo eliminarlo en caso de convertirse en una amenaza.
Straczynski se suelta más en este segundo volumen y consigue impactar más al lector con su trabajo que en el primer volumen. La amenaza a sobrehumana a Metrópolis no es sino la excusa para contar lo que de verdad le interesa al escritor, que es profundizar en los sentimientos de Clark y por ende los de Superman mientras intenta llevar una vida normal. Y para ello hay veces que recurre a forzadas situaciones que se nota están por algo, pero que no terminan de engranar adecuadamente y chirría su inclusión, como es el caso de la vecina excesivamente solícita. Por el contrario hay otra trama que si está integrada de manera muy orgánica dentro de la historia, como la del vecino fan de Bob Dylan que aportan un punto muy humano a todo el conjunto.
El escritor juega con un circo de 6 pistas y demuestra su enorme capacidad para poder manejarlas con soltura y ritmo, salvo en contadas ocasiones en las que la historia embarranca demasiado al cortar muy abruptamente con el fin de llevar su desenlace al final del número.
Al final lo que cuenta son las emociones, las que pueda sentir el lector al leer, las que experimenta Superman… y hay un punto en el que Straczynski se muestra especialmente talentoso al preocuparse también de reflexionar sobre que implica crecer toda tu vida con unos poderes espectaculares y verse privado de ellos. Un momento con una enorme carga emocional que hace al lector darse cuenta de la enorme carga que implica poseer los dones que el Sol amarillo de nuestro planeta le otorga a Clark.
Este volumen no es sino una manera de decirnos lo solo que está Clark. Su vida refleja cómo pasa entre sus vecinos, compañeros de trabajo, su madre, amigos y enemigos sin rozar siquiera a nadie. Es como si lo rodeara un campo de fuerza que impide que lo que rodea pueda llegar siquiera a dañarle, como sus poderes lo protegen del daño físico, dotando al personaje de una extraña melancolía perpetua que pocas veces puede verse en las series regulares del personaje.
Podríamos hablar de un trabajo redondo si acompañando a Straczynski hubieran puesto un dibujante más capaz. Shane Davis nos trae un trazo recto, rígido, seco y sin dobleces, alejado de cualquier plasticidad que pueda servir para que los personajes muestren mejor sus emociones, bien a través de sus rostros o mediante el lenguaje corporal. Todo está estático, sin vida, como en una foto en la que todos los personajes parecen llevar demasiada gomina en el pelo. Lo único que sí que aporta y hace redimirse un poco es su capacidad para mostrarnos la tristeza y melancolía de Clark. Pero más allá de las escenas de acción en las que sí parece soltarse un poco, su trabajo brilla por su inexpresividad y tirantez.
Una novela gráfica que se queda en un casi enorme, entretenida, con momentos que se disfrutan enormemente y con una profunda caracterización de las emociones de Superman. Una lástima que el dibujo no esté a la altura, pero siempre podremos esperar lo mejor del volumen tres donde Davis es sustituido por Ardian Syaf, un dibujante con un trazo más suave.
Hablaremos de esta obra la semana que viene…
Guion - 9
Dibujo - 7
Interés - 8
8
Valoración
Entretenido, superior al volumen I, pero sin terminar de cerrar el circulo. Una gran avance de guion y la confirmación del desacierto en el dibujo.
Esta serie siempre me ha llamado mucho: Superman es mi personaje favorito de DC, me suele gustar lo que escribe Straczynski, me encantan las historias fuera de continuidad y la reinterpretaciones de personajes clásicos pero es ver el dibujo de Shane Davis y siempre acabo dejando el cómic en la librería sin comprar. Me recuerda a lo peor de la década de lo 90 y no puedo con él, y por lo que he visto, el dibujante de la tercera entrega no mejora mucho
La verdad es que el dibujo no acompaña…