«Le ordeno volver con vida, teniente«.
En estos últimos diez años estamos asistiendo a un fenómeno interesante – dentro del tebeo comercial franco-belga – que puede convertirse en una tendencia básica que acabe determinando el futuro de este exuberante universo artístico y económico. Se trata de la incorporación gradual y estable de algunos de los principales autores de la nouvelle BD a la disciplina de las editoriales más tradicionales. Un hecho que les lleva a implicarse decisivamente en la reformulación de las principales series de estas compañías e incluso en participar en otros productos igual de convencionales.
Tenemos el caso de David B, encargándose de un guion de Alix, el de Emile Bravo redefiniendo el personaje de Spirou y su entorno con una hermosa tetralogía en construcción, el de Hervé Tanquerelle participando en un excelente producto mainstream como Le dernier Atlas para Dupuis o los de Christophe Blain y Joann Sfar encargándose de un díptico de Las aventuras el teniente Blueberry para Dargaud.
De esta manera, estos antiguos renovadores de la bande dessinée se están acercando mucho más a la trayectoria de autores como J.M. Charlier, René Goscinny o Jijé que a la de la generación intermedia compuesta por Jean Giraud/Moebius, Philippe Druillet, Hermann o Jacques Tardi, unos creadores revolucionarios que partieron de la producción estándar, aunque magnífica, para independizarse y así renovar los contenidos y el lenguaje del medio.
Los grandes beneficiados de todo este fenómeno que comentábamos al principio son la industria del tebeo franco-belga y, por supuesto, los lectores. Lo lógico es que tarde o temprano acaben surgiendo artistas renovadores, casi de forma espontánea, pero que unos autores con tanto cuajo como los citados, y algunos más, participen en productos tan establecidos y que aporten su talento para revitalizarlos desde dentro, garantiza que la industria del cómic francófono tiene el futuro a corto y a medio plazo asegurado. Y nos hace suponer, además, que este porvenir será magnífico.
Todas estas elucubraciones me han surgido tras una primera lectura del álbum titulado
Pero la primera pregunta que todos nos planteamos a priori, cuando nos enteramos del proyecto, es si valía la pena resucitar una serie como Teniente Blueberry y poner al frente a estos dos grandes autores. Una vez leída la primera parte del díptico, la respuesta es rotundamente afirmativa. Esta primera parte de la aventura, titulada Rencor apache, no solo no desmerece el legado de sus creadores originales sino que estamos ante un gran Blueberry. A falta de leer el segundo capítulo, la historia que nos ofrecen Sfar y Blain captura la esencia de este western tan influyente y al mismo tiempo aporta una nueva dimensión a la leyenda.
Nos encontramos ante un relato híbrido que fusiona el espíritu de las entregas del primer ciclo de la serie, que se agrupó bajo el título genérico de Fort Navajo, con la atmósfera de la etapa central de la obra, inaugurada por el maravilloso álbum titulado Chihuahua Pearl. Incluso podríamos emparejarlo con la última historia incluida en el tercer álbum de la serie La juventud de Blueberry realizado por Charlier y Giraud; un relato corto que se titula Tormenta en la Sierra.
El teniente Blueberry se topa, durante una patrulla en solitario por las inmediaciones de Fort Navajo, con el asesinato de dos mujeres apaches. Los responsables son un trio de adolescentes que viven en un poblado minero cercano, gobernado por un fanático predicador. De hecho, la hija del religioso y su hermano son dos de los tres asesinos. Los jóvenes se escapan y esta circunstancia amenaza con convertirse en el detonante de otra guerra entre los indios y los colonos. Algo que Blueberry intentará evitar por todos los medios…
Este inicio, sorprendentemente parecido al de Verano indio de Hugo Pratt y Milo Manara, le permite a Sfar navegar por un territorio que nos es familiar a los lectores; el de Blueberry empeñado en contener lo inevitable de las circunstancias. Pero no es el único guiño al pasado clásico del género que nos ofrece el autor de la serie El gato del rabino, la presentación de los tres muchachos que desencadenan la tragedia es bastante parecida a la que Greg y Hermann usan para introducirnos a los componentes del clan de los Dobbs en el fabuloso álbum Los lobos del Wyoming de la serie Comanche.
Estas muestras de respeto a la gloriosa tradición del western europeo no impiden al guionista avanzar hacia su propia concepción de la mitología del género e introducir en el relato elementos de su universo particular. Sfar centra parte de la historia en dos personajes femeninos realmente poderosos, Bimhal y Ruth Tyreen, algo que Charlier solo potenció al final de su trayectoria en la serie, especialmente en el ciclo titulado Nariz rota. Otro aspecto singular de esta primera entrega es la introducción de ciertos elementos bizarros, casi fantásticos, como son los autómatas del inventor llamado Kleinman que aportan también algo de humor a la tragedia.
Los personajes principales de la historia se ajustan a sus papeles establecidos; Mike S. Blueberry, Red McClure, el predicador R.G. Dahlstrom o el coronel Benjamin Tyreen son perfectamente reconocibles. Quizás la figura más esquemática sea la del apache llamado Rencor que suponemos adquirirá grosor en la segunda parte. Además, nos encontramos con algunas incorporaciones prometen dar mucho juego como por ejemplo el sargento mayor llamado Woody Jenkins. Finalmente, Sfar concibe alguna secuencia especialmente diseñada para que su colega Blain pueda lucirse, como la que nos introduce en la pequeña concesión minera de Dahlstrom, una escena nocturna y tenebrosa con una ambientación parecida a las obras más recientes del dibujante.
Se trata pues de una aproximación a la serie, y al personaje, que no dinamita la tradición pero que renueva algunos aspectos importantes para evitar la repetición y el aburrimiento. Sfar aporta unas base sólida y atractiva al relato a la espera del segundo capítulo donde se resolverán las principales tramas.
Christophe Blain adapta su arte a las exigencias del guion y a las del pasado de la serie. Atendiendo a estas premisas, hace un buen trabajo.
El artista divide su página en un esquema fijo de cuatro tiras con un número variable de viñetas. Es una cuadrícula que abandona en contadas ocasiones. Su tratamiento de los personajes es eficaz y atractivo, destacan la bravura y belleza de los roles femeninos. Para algunos secundarios emplea el recurso de otorgarles el rostro de actores como el de Claudia Cardinale para la señora Tyreen o el de Woody Strode para el sargento Jenkins, es una fórmula que resulta especialmente útil para dar profundidad a caracteres importantes pero con pocas apariciones en la historia.
La concepción narrativa de esta primera entrega es comedida pero elegante. El autor de Isaac el pirata se contiene en aras del argumento y echamos en falta alguno de sus alardes gráfico-narrativos que tanto nos asombraron en Gus. Sin embargo nos regala algunas páginas hermosísimas, como la penúltima del álbum, que nos prometen futuras alegrías. Los mejores momentos son los que unen a la señora Tyreen con Blueberry donde el arte romántico y melodramático de Blain brilla con especial intensidad.
El color adquiere una importancia determinante en la elaboración de las atmósferas de cada escena. Blain y Clémence Sapin parten de unos tonos esenciales; el naranja, el violeta, el verde y el azul para establecer la situación temporal de las secuencias y determinar su iluminación. La brutal luz del desierto o la noche más tenebrosa adquieren un colorido singular a caballo entre el naturalismo y el expresionismo. Es especialmente hermosa la secuencia donde una patrulla, comandada por un Mike Steve Blueberry en plena resaca, sale del fuerte al amanecer.
Joann Sfar nació en Niza en 1971.
Empezó su carrera en 1994 con la serie Les Aventures d’Ossour Hyrsidoux de la que publicó dos tomos. Para la editorial Delcourt realizó las series Petrus Barbygère (1996-1998) con guion de Pierre Dubois y Les Potamoks (1996-1997) con dibujos de José Luis Munuera, además de colaborar en el guion de los tres primeros álbumes de la serie Troll (1996-2006) junto al guionista Jean-David Morvan y al dibujante Olivier Boiscommun.
En 1998 crea junto a Lewis Trondheim la serie Donjon (1998-2014) de la que se publicarán 36 álbumes y que aquí conocemos como La mazmorra. El dibujo de esta serie – que parodia el género de fantasía heroica y tambiénn los juegos de rol tipo Dragones y Mazmorras – correrá a cargo de artistas como Christophe Blain, Manu Larcenet, Keraskoët, Lionel Papagalli (Alfred) o los mismos Sfar y Trondheim, entre otros.
Este periodo comprendido entre 1999 y el 2010 deviene febril en cuanto a producción ya que Sfar crea varias series y participa en infinidad de proyectos. Sus obras capitales son:
Profeseur Bell (1999-2006) una serie fantástica, escrita y dibujada por Sfar y ayudado en el arte por Hervé Tanquerelle de la que se han publicado cinco tomos; Petit Vampire (1999-2005) una serie de siete volúmenes, por ahora, escrita y dibujada por Sfar; Pascin (2000-2005) una serie de también de siete álbumes y también escrita y dibujada por el propio Sfar; Les olives noires (2001-2003) con dibujos de Emmanuel Guibert, en tres tomos; Grand vampire (2001-2005) una serie de seis álbumes escritos y dibujados por Sfar. El gato del rabino (2002-2018) una obra escrita y dibujada por él mismo, protagonizada por un gato respondón que habla, y de la que se han publicado ocho álbumes. Sócrates el semiperro (2002-2009) de la que realiza los guiones que dibuja Christophe Blain, de esta serie se han publicado tres volúmenes y sigue inconclusa y Chagall en Rusia (2010-2011) con dos álbumes dibujados y escritos por Sfar.
También colabora en la serie Sardine de l’espace (2002-2005) y realiza para las editoriales l’Association, Delcourt y Marabout, la obra Les carnets de Joann Sfar (2002-2016) una serie de álbumes en forma de diarios íntimos con textos, dibujos, música y esbozos. Actualmente centra su atención entre el cine, la novela y los cómics.
Sus últimas obras publicadas en Francia son Aspirine (2018) editada por Rue de Sèvres y Lieutenant Blueberry. Amertume apache (2019) con dibujos de Christophe Blain.
Precisamente, Christophe Blain (1970) nació en Argenteuil, Francia, y empezó su carrera comercial en solitario con la historia titulada El reductor de velocidad (1999) que publicó Dupuis. Antes había ilustrado las series Hiram Lowatt et Placido (1997-2000), Donjon Potron-Minet (1999-2006) y Sócrates el semiperro (2002-2009) con guiones de Joann Sfar o Lewis Trondheim.
Isaac el pirata (2001-2007) es la serie que le catapulta a la fama como autor completo, una obra de la que llegará a hacer cinco álbumes y que resta inacabada. En 2007 inicia la serie del Oeste titulada Gus de la que ha realizado cuatro episodios y en 2010 empieza su obra más popular Quai d’Orsay – basada en la vida pública del político y diplomático Dominique de Villepin – con la que obtendrá un éxito considerable, incluso entre un público no habituado a leer cómics. Junto al cocinero francés Alain Passard realiza en 2011 el álbum En cuisine. En 2019 publica Lieutenant Blueberry. Amertume apache, con guion de Joann Sfar, donde ambos retoman la figura del famoso personaje creado por Jean-Michel Charlier y Jean Giraud. Está previsto que se publique un segundo volumen de esta aventura. Actualmente está preparando el quinto tomo de la serie Gus que seguramente se titulará Rose.
Si queréis más información sobre la carrera de Christophe Blain os recomiendo el extenso y exhaustivo dossier realizado por Alejandro Ugartondo en nuestra sección de cómic europeo Más allá de la Galia.
La edición de Norma es correcta; sin fallos pero sin alardes. El álbum es en cartoné, tiene un tamaño excelente, algo más grande que el europeo estándar y cuenta con un papel y una impresión excelentes. No hay ningún tipo de extra a modo de introducción o artículo de contexto y el precio es ajustado.
Teniente Blueberry. Rencor apache es un álbum notable que amenaza con convertirse en excelente a poco que sus responsables acierten con la segunda parte. Los autores establecen las premisas básicas para ofrecernos una historia clásica de la serie que incluye, además, las dosis necesarias de renovación e innovación para que resulte atractiva a los nuevos lectores.
Joann Sfar y Christophe Blain nos atraen con un argumento convincente, nos atrapan con unos personajes carismáticos y nos deslumbran con unas secuencias llenas de emoción e intensidad. Quizás es prematuro afirmar que Charlier y Giraud han encontrado a sus sucesores pero a mí, en concreto, me gustaría que la iniciativa prosperase más allá de los dos volúmenes previstos. Y creo que este es el mejor elogio que se puede conceder a un proyecto como este.
Salut!
Guion - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 9
8.8
Regeneradora
Primera parte de un díptico que promete grandes alegrías
Me ha gustado mucho. El guion, el dibujo y el color. Fantástico Blain.
Lo ojee y lo deje, el dibujo un 5 siendo generosos.
Muy de acuerdo, no me convence nada el dibujo. Además, por lo que he visto en alguna web francesa de referencia a los lectores de allá tampoco les ha convencido nada este nuevo Blueberry así que no me subo. Eso sí, el que quede sin conocer la serie que no dude en acercarse a los 9 integrales de Norma (del 4 al 6 son ya obra maestra total). El talento de Charlier y Giraud está por encima de épocas y modas.
Llamadme loco; pero creo que a Jean Giraud le hubiese encantado este álbum…
Está genial, con dibujazo y unos encuadres que dan docenas de viñetas para enmarcar.