Cualquier persona que lea manga, e incluso cómic en general, se topa más temprano que tarde con el nombre de TEZUKA Osamu, dada su relevancia e influencia para autores de cómic a lo ancho y largo del mundo, así como por el aprecio de los aficionados de todas las generaciones. Considerado el padre del manga moderno, revolucionó el cómic japonés tras la II Guerra Mundial, confiriéndole un carácter lúdico y convirtiéndolo en un medio de entretenimiento de masas, experimentó a lo largo de su carrera con diferentes temáticas y recursos gráficos, estableció los métodos de trabajo para la producción de anime y, a pesar de su fallecimiento a la edad de 60 años debido a un cáncer de estómago, es uno de los autores de cómic más prolíficos, estimándosele la autoría de alrededor de 700 mangas y más de 150000 páginas.
TezuComi nació para celebrar el 90 aniversario del nacimiento de este autor en el año 2019. Planteada en el clásico formato de revista manga, durante sus 18 números albergó historias realizadas por guionistas y dibujantes actuales, en las que reflejaban la influencia del sensei Tezuka a la vez que permitía abordar nuevas interpretaciones de sus clásicos. Lo más llamativo de esta propuesta es que para ello se contó no solo con algunos de los autores japoneses más destacados del momento, sino que se abrió la participación a autores extranjeros de renombre, tales como Juan Díaz Canales, Belén Ortega, Víctor Santos, Kenny Ruiz, Ken Niimura, Luis NCT, Joe Kelly, Mathieu Bablet, Elsa Brants, Philippe Cardona o Florence Torta. Este planteamiento holístico e inclusivo refleja en gran medida la progresiva apertura de fronteras que ha ido logrando el cómic japonés desde su penetración en occidente y cómo se ha ampliado en los últimos años el concepto de manga, superando su entendimiento como el cómic producido en Japón por autores japoneses, para ser comprendido como una forma de narrar historias mediante viñetas, a través de unos planteamientos, procedimientos y códigos concretos que no son exclusivos de una nacionalidad determinada.
Planeta Cómic inició hace unos años el ambicioso proyecto de construir una Biblioteca Tezuka que otorgase en nuestro mercado a este gran autor la importancia que merece, con la intención de que este proyecto albergue tantas obras como sea posible, lo que requiere un gran esfuerzo dada la vasta producción de Tezuka. Por tanto, no podían dejar escapar la ocasión de participar en esta iniciativa para celebrar su aniversario y el pasado mes de marzo publicaron el primer volumen de TezuComi en nuestro país. La publicación de la revista en nuestro país tiene la particularidad de ser una antología, es decir, que se trata de una selección de las mejores historias de este proyecto, que se publicarán en tres volúmenes, manteniendo el formato de revista japonés y con un precio de 20 euros para cada uno de ellos.
Para la ocasión, el siempre genial Paco Roca ha realizado una portada exclusiva, en la que algunos de los personajes más representativos de entre todos los creados por el homenajeado deconstruyen la figura de su padre y erigen un gran busto, a partir de la imagen de mito que el propio autor se labró gracias a la importancia capital de sus obras. Además, firma un breve epílogo en el que declara la relevancia que tuvieron para él tanto Tezuka como otros autores japoneses, ya que en ellos encontró historias y recursos gráficos alejados del mainstream occidental, en los que introducían elementos costumbristas o planteamientos y resoluciones más realistas. A continuación, pasamos a realizar una reseña de cada uno de los relatos incluidos en este primer volumen de Tezucomi, siguiendo el mismo orden de publicación de la revista.
SEARCH AND DESTROY DE ATSUSHI KANEKO
Dororo cuenta la historia de Hyakkimaru, un maestro de la espada que debe derrotar a 48 demonios, cada uno de los cuáles posee una parte diferente de su cuerpo. Dororo es, por tanto, una obra sobre la identidad y sobre los sacrificios que todos y cada uno de nosotros debemos hacer por alcanzar la individualidad. La metáfora, en el sentido aristotélico de la expresión, que articula Dororo es sencillamente magnifica.
Además, su trama es sencilla y atractiva, aunque no exenta de profundidad. KANEKO Atsushi (Wet Moon, Premio Asia de la Crítica ABCBD 2014; Deathco, una obra, futurista, punk y gótica) elige trasladar la trama a un mundo cyberpunk, a una sociedad donde las divisiones entre humanos y robots son inasumibles e insalvables.
Aunque tiene mucho sentido que la peripecia de Hyakkimaru (una humana a la búsqueda de las piezas de su identidad) se ambiente en un mundo de robots (máquinas cuya identidad está compuesta por piezas), lo cierto es que en esta decisión Kaneko se deja por el camino buena parte del misticismo, la originalidad y la poesía que caracterizaban el Dororo original.
No obstante, Kaneko (dibujante que alcanza cotas gráficas considerables) se regala el espacio suficiente como para permitirse reflexiones de altura acerca de la belleza, la perfección, la incompletitud, lo raro y lo espeluznante. En este sentido, Search and destroy se parece más a Pluto de URASAWA Naoki (otro remake de Tezuka) que al Dororo del que en teoría parte.
HEARTLESS DE KEN NIIMURA Y JOE KELLY
El tándem formado por Ken Niimura y Joe Kelly no es la primera vez que se reúne. En el lejano 2008 publicaron I Kill Giants para la editorial norteamericana Image Comics, obra recientemente reeditada por Norma Editoral bajo el título Soy una matagigantes. Un cómic en blanco y negro con una atmósfera manga cuya protagonista, Barbara Thorson, no dejará a nadie indiferente.
Pero esta no es la única vez que el tándem ha trabajado codo con codo. Unos años más tarde volvería a encontrarse en las páginas de The Amazing Spider-Man y, en 2018, también para Image Comics, trabajaron en un capítulo titulado For want of a bullet… en la antología Traces of the Great War.
Ahora, reunidos para honrar tributo al Dios del Manga, Niimura y Kelly nos ofrecen una visión renovada del Dr. Black Jack, pero con la esencia clásica del personaje. Los autores consiguen que veamos al personaje de Tezuka en cada una de sus apariciones sin renunciar a su forma de narrar la ficción y de gestionar el humor.
Si alguien no ha leído Black Jack y lee Heartless, tendrá una idea muy aproximada de qué encontrará en las historias originales del personaje. Por tanto, parece una fantástica carta de presentación para las generaciones futuras. Para todos aquellos neófitos a Tezuka sensei que no estén seguros de si probar o no con las historias del doctor.
Black Jack de TEZUKA Osamu es uno de esos cómics en formato, principalmente, de capítulos autoconclusivos que meren ser leídos. Tanto por el carisma del personaje como por la cantidad de cuestiones éticas, morales y científicas que pone sobre la mesa. Black Jack es un personaje complejo que lleva sus principios hasta el límite, situándole eso, en ocasiones, al margen de la ley. Pero, siempre, dentro de la moralidad. Cuestiones que Ken Niimura y Joe Kelly consiguen reflejar a la perfección.
AYAKO DE KURIN KUBU
En 1973, cuando TEZUKA Osamu ya estaba inmerso en sus trabajos más adultos, en la revista Big Comic de Shogakukan se publicó una de sus historias más dramáticas y perturbadoras: Ayako. Un manga ambientado en el final de la segunda guerra mundial que retrataba la dura realidad que vivían los japoneses ocupados por las tropas estadounidenses.
KUBU Kurin ha conseguido actualizar este contexto para dar una nueva y actualizada vida a Ayako. Mientras que el protagonista de la historia original, Jiro, era un excombatiente que regresa a su pueblo natal como espía de los aliados; en la actualización, Jin también retorna a su pueblo natal para descubrir qué esta pasando alrededor de una posible trama de corrupción urbanística. Allí, del mismo modo que su homólogo, descubre que su padre ha tenido una hija ilegítima, Ayako. Este será la punta del iceberg de la historia.
La actualización de Kubu resulta adecuada e interesante, consigue atraer el interés del lector, saber qué sucede a continuación, cómo se solucionará este dramático entuerto. A nivel artístico, la calidad de Kubu es incuestionable, pero de alto contenido erótico. No categorizaría este hecho propiamente de fanservice, ya que la historia exige esa carga erótica, pero la manera de ejecutar esta necesidad puede llegar a ser grotesca. Ahora bien, si investigamos acerca de la carrera profesional del autor, descubrimos que sus trabajos se enmarcan básicamente en el hentai. Quizás un relato de este calado hubiera sido más interesante en manos más sugerentes como, por ejemplo, las de OSHIMI Shûzû (Las flores del mal, Rastros de Sangre).
PRESOS EN EL EDÉN DE SÔICHIRÔ
Prime Rose fue una de las últimas obras realizadas por Tezuka, poco antes de su temprano fallecimiento, la cual permanece inédita en nuestro país a día de hoy, a la espera de que Planeta Cómic se anime a publicarla en el marco de la Biblioteca Tezuka. Esta historia se situaba en un mundo fantástico el que la tecnología futurista y sociedades primitivas se dan la mano, un contexto en el que el Imperio de los Gonda conquistó y sometió a los Kukurit, a quienes les han conferido el estatus de esclavos, ciudadanos sin derechos cuyas vidas carecen de valor. Sumándose a la corriente del momento en el que fue concebida, esta serie de ambientación fantástica contaba con una joven heroína como protagonista, llamada Emiya Tachi, cuyo pasado esconde una trágica historia y que se ve obligada a dominar el arte de la espada y desarrollar habilidades de combate cuerpo a cuerpo para poder escapar a la opresión de los invasores.
Sôichirô, un autor desconocido en nuestro país y que no cuenta en su haber con ninguna obra de renombre, fue el elegido para escribir y dibujar Presos en el Edén, una reinterpretación de la obra original, en la que introduce algunos cambios y renueva el punto de partida de la historia. Emiya, que carece de un brazo, se gana la vida como la luchadora más letal de una clandestina arena de gladiadores, en la que se erige en la ídolo de los ciudadanos kukurit, quienes encuentran en sus victorias una forma de escapar al tiránico yugo del Imperio Gonda y de la privilegiada posición que la etnia guroman ha tenido sobre ellos históricamente. El grueso de estos primeros compases de la historia lo ocupa un combate entre Emiya y Pira, la líder de una facción que persigue y castiga a los kukurit. El relato, del que aquí se presentan los dos primeros capítulos, se caracteriza por tener un estilo de dibujo shônen estándar, sin una gran personalidad, pero que resulta correcto y que, gracias a su dinamismo y a la alternancia de planos y diseño de las páginas, conecta muy bien con el tono de la historia. A pesar de estar lejos de las mejores historias de esta antología, su autor sale airoso de la difícil papeleta de emular a Tezuka sensei y nos deja con ganas de poder disfrutar de la obra original.
LA NUEVA PRINCESA CABALLERO DE BUREIDÔ
La Princesa Caballero, junto a Astroboy, es una de las creaciones más conocidas de Tezuka. Al menos si hablamos de la primera parte de su carrera caracterizada por historias destinadas a un público infantil y alejadas de trabajos como Adolf, Buda y Fénix que marcarían su etapa de madurez. La Princesa Caballero es un compendio de ese Tezuka obstinado en construir historias ligeras, entretenidas e influidas fuertemente por el fondo y forma de las primeras producciones animadas de Disney.
Además, La Princesa Caballero se considera habitualmente “la madre de todos los shojos” y un antecedente remoto al subgénero de las magical girls. Es decir, una obra clásica como pocas del Dios del Manga que ha tenido un impacto innegable en la cultura popular (en gran parte también por su adaptación al anime). El manga se publicó originalmente entre 1953 y 1956 y en 1958 contó con una secuela. Ya en 1963, el propio Tezuka actualizó su propia obra y en 2013, KAGURAZAKA Atsushi y FUKAKI Shouko, realizaron un remake de la obra coincidiendo con el 60 aniversario de La Princesa Caballero.
En resumen, no es la primera vez que se ha planteado una nueva versión de esta obra clásica y la que encontramos en el primer número de TezuComi tampoco pasa por ser la más ambiciosa. La nueva Princesa Caballero es una propuesta del grupo creativo Bureidô formado por MURAMASA Mikado y HARAMURA Toshikiri al que se suma en este caso el dibujante MIYAMOTO Robo (Last Exile: Fam the Silver Wing). Estamos hablando de un equipo relativamente joven cuya mayor experiencia tiene que ver con historias relacionadas con el campo del hentai y algunas publicaciones yuri. Esto se evidencia ya en las primeras páginas de su versión de La Princesa Caballero.
Si releemos la obra original de Tezuka hoy en día está claro que encontraremos una visión de los roles de género que no se corresponde con nuestra sensibilidad actual en estos temas. La Princesa Caballero de Tezuka era la historia de Zafiro, una joven princesa de Silverland que debía ocultar su condición y hacerse pasar por hombre para preservar sus legítimas aspiraciones al trono. La peculiaridad es que por azares del destino Zafiro poseía un corazón masculino, que al tomar el mando le otorgaba valentía y aplomo, y otro femenino, el cual la convertía en poco más que una inútil incapaz de valerse por sí misma.
En La nueva Princesa Caballero, los derroteros de la historia siguen fieles a la premisa de la obra de Tezuka pero al ser una de las historias que tendrán más de una entrega en los siguientes números de TezuComi no podemos acabar de valorar si la propuesta de Bureidô abordará de forma muy diferente la cuestión de género implícita en la trama. Por ahora, tenemos un homenaje a la obra original en la que lo más llamativo son los nuevos diseños para los personajes ya clásicos del manga de Tezuka. En ese sentido, la estética se centra en la espectacularidad, con muchos primeros planos y un especial cuidado en el detalle de vestuario y caracterizaciones.
En definitiva, La nueva Princesa Caballero es una historia simpática y sin muchas pretensiones que a sabiendas de no encontrar un enfoque y/o perspectiva original para las aventuras de Zafiro -como otros autores participantes en este proyecto han intentado con sus propuestas- opta por repetir la jugada y quedarse en una manera reverencia al genio del Dios del Manga.
SON GOKU EL PERGAMINO DEL GATO DE KENNY RUIZ
La leyenda de Son Goku supuso la adaptación al manga por parte de Tezuka de este relato clásico de la literatura china, publicado de forma anónima y que también sirvió de inspiración a TORIYAMA Akira para la creación de Dragon Ball. La historia recoge el periplo del monje Xuanzang hasta la India para recuperar los sutras sagrados, que en su camino conoce a tres seres inmortales que lo acompañarán en su cometido: Sun Wukong, un agresivo mono diestro en las artes marciales que posee un bastón mágico y una nube voladora, Sha Seng, un duende acuático, y Zhu Bajie, un cerdo que otrora fue comandante de las fuerzas navales del cielo y tiene un gran apetito alimenticio y sexual. En la década de los 50, cuando la producción del dios del manga iba dirigida principalmente a niño, realizó una adaptación edulcorada y simplificada de la historia original, con unos diseños muy influidos por los cortometrajes de animación de la factoría Disney.
Kenny Ruiz ha sido el encargado de homenajear este temprano trabajo de Tezuka, habiéndolo seleccionado por la forma en la que fusionaba en él la mitología, el humor, las aventuras y las enseñanzas budistas, como confiesa en la entrevista que acompaña al relato. Para la ocasión, Ruiz se retrotrae a los años de entrenamiento como mago de Son Goku, de quien en apenas 30 páginas realiza un acertado, emocionante y divertido retrato, recogiendo su origen en una única página y dando pie al desarrollo de la historia, la cual comienza con una reprimenda al protagonista por parte de su maestro, quien le intenta transmitir los fundamentos de la técnica de la transmutación. Tras una elipsis de seis meses, Son Goku participa junto a otros aprendices en una competición cuyo vencedor recibirá un pergamino con técnicas secretas, lo cual nos permite ser testigos de sorprendentes transmutaciones y una emocionante disputa. El explosivo dibujo de este autor combina a la perfección con el argumento y el enfoque de la historia, contribuyendo a que los lectores sientan el frenetismo de la carrera y consiguiendo un gran impacto visual en los momentos clave con el uso de grandes viñetas y planos cercanos que permiten apreciar con gran detalle las transmutaciones de los personajes.
LOS TRES RICHARDS DE JUAN DÍAZ CANALES
Adolf es probablemente la obra que más ha contribuido a cimentar la reputación de TEZUKA Osamu como “autor adulto”. No es que Astroboy, Oda a Kirihito (el gran precedente de Adolf) o Dororo no traten temáticas adultas y complejas, pero en los tres casos el género (la ciencia ficción, el terror, la fantasía samurái) oculta o entierra la complejidad del discurso de Tezuka. Dada su temática, Adolf se revela con mayor naturalidad como una obra compleja.
Adolf es, en realidad, la historia de tres Adolfs. Adolf Kaufmann, miembro del ala más radical del partido nazi. Adolf Kamil, miembro del ejército israelí y culpable de crímenes de guerra. Adolf Hitler. Adolf es, en realidad, una historia sobre los orígenes de la discriminación y el odio; es decir, una historia de violencia.
Juan Díaz Canales (en un truco muy propio de un guionista) elige apropiarse de esta estructura tricéfala para componer su historia. Los tres Richards es la historia de tres Richards. Richard Schwarz, escultor de bustos de Hitler. Richard Herzog, un espía. Richard Wagner.
El problema con Los tres Richards es que solo se apropia de la superficie de Adolf, del truco de los tres nombres, y deja de lado los tortuosos procesos de transformación, catarsis, redención y condena que caracterizan Adolf y en general todas las obras de Tezuka. De este modo, Los tres Richards se convierte en un cómic predecible: desde el momento en el que Wagner descubre que tiene ascendencia judía ya sabemos que va a ocurrir con los otros Richards.
Tanto el argumento como el dibujo demuestran tener aspectos poco trabajados y pulidos, llegando el cómic a convertirse en ocasiones en una lectura confusa, hasta el punto de que (al acabar esta entrega) uno no tiene claro si Los tres Richards es una historia única o serializada.
Aun así, solo por la valentía que Díaz Canales demuestra al acercarse a Adolf merece la pena acercarse a esta apuesta por lo foráneo que realiza Tezucomi.
EL DIOS DE LA DESTRUCCIÓN Y EL SEÑOR DE LA CREACIÓN DE FLORENCE TORTA Y PHILIPPE CARDONA
Philippe Cardona y Florence Torta forman una pareja creativa que desde 2006 han colaborado en obras para el mercado francobelga como Serge le Hamster de l’Enfer, Sentaï School y Rolqwir. La influencia del cómic japonés en ellas resulta más evidente en algunos casos que otros, pero en cualquier caso es un ejemplo más de las nuevas tendencias ligadas al manga que se han difundido entre los artistas más jóvenes del cómic francés en las últimas décadas.
Cardona y Torta presentan en El Dios de la Destrucción y el Señor de la Creación un relato breve inspirado en Astroboy, el famoso niño robot creado en 1952 por Tezuka que supuso todo un impacto para millones de niños de la época. Este pequeño héroe metálico, inspirado en el Pinocho de Walt Disney y con un trasfondo de ciencia ficción coetáneo al desarrollado por Isaac Asimov en sus novelas, ha tenido diversas adaptaciones a otros medios y ha sido reinterpretado en más de una ocasión. La más exitosa ha sido la que nos presentó URASAWA Naoki en Pluto donde el mangaka se atrevió a darnos una versión en clave de thriller futurista del universo de Astroboy.
Este no es el camino que han elegido Cardona y Torta para su homenaje a esta magnífica creación de Tezuka. La pareja actualiza estéticamente a los personajes de la obra original y plantea una historia tan sencilla y directa como las que el mismo Dios del Manga escribió originalmente para Astroboy. No hay muchos matices ni grises en la propuesta, cosa que sí era capaz de insuflar de forma orgánica Tezuka a sus relatos.
El Dios de la Destrucción y el Señor de la Creación es una historia marcada por la acción y un cierto componente de drama que lo mismo que ocurre con La nueva Princesa Caballero de Bureidô en este mismo volumen, se conforma con el simple y llano homenaje. En esencia, eso es lo que nos proponen los relatos incluídos en TezuComi, pero en casos como este se siente como una oportunidad perdida (y realmente única) de intentar algo diferente y más relacionado con el orgullo creativo de Tezuka -lo que le llevó a convertirse en el Dios del Manga- que con limitarse a repetir sus esquemas y patrones.
El trabajo de Cardona y Torta es un respiro en esta entrega entre las propuestas más interesantes de Los tres Richards de Juan Díaz Canales y La mirada de Pandora de Víctor Santos y, en ese sentido, hemos también de valorar la variedad de tonos que nos ofrece la publicación y el papel que en ello juega un relato como el de Cardona y Torta.
LA MIRADA DE PANDORA, DE VÍCTOR SANTOS
El genial Víctor Santos no tenía una tarea fácil con su aportación a esta iniciativa. Dar su visión de una obra tan compleja y extensa como lo es MW, tratando de captar su esencia y llevarla a su terreno era una empresa exigente. MW es una de las obras más completas de la carrera de Tezuka, estandarte de su etapa más oscura, volcada en el género seinen. Una historia que puede escandalizar a los lectores más sensibles, no solo por el descaro a la hora de romper tabúes con relaciones sentimentales y sexuales entre hombres (recordemos que fue publicada entre 1976 y 1978 en un país tan conservador como Japón), sino por la fría crueldad de un protagonista que encabeza una trama llena de pequeñas piezas que van construyendo una historia al más puro estilo de la mejor novela negra. Con un dibujo, por supuesto, impactante y a la altura del maestro.
Víctor Santos, con su peculiar estilo gráfico, aprueba con nota. En las apenas 30 páginas de que dispone introduce de lleno la esencia de MW, mostrando una pequeña radiografía de lo que puede encontrarse en la obra original. Se trata de un caso más del retorcido Michio Yûki y el sufridor padre Garai como impotente espectador de los acontecimientos. Es una historieta que perfectamente podría encajarse a modo de elipsis en la obra original. Aunque de manera un poco apresurada en las primeras páginas, el lector enseguida encuentra la trama de corrupción política internacional, la experimentación con armas químicas, el desastre provocado que casi acaba con la vida de Yûki y el malévolo plan de éste ante el lamento de Garai. En definitiva, todos los elementos del manga de Tezuka están reflejados en La mirada de Pandora.
Pandora es un personaje creado para la ocasión, que consigue crear empatía al igual que en MW lo hacían las mujeres que caían ante los encantos del mal encarnado. Ante la falta de espacio para desarrollar la historia, muy astutamente Víctor Santos plantea una situación de límites morales ante el peligro suscitando el planteamiento personal de cada lector, en función de su manera de pensar acerca de la violencia, la muerte y la justicia, o la falta de ésta. Lo hace además, con un trabajo brillante en los lápices. Juega con sus característicos contrastes de blancos y negros, logrando crear esa atmósfera noir tan acertada para una obra como la que nos ocupa. Transmite una gran expresividad y un dinamismo brutal. Un resultado impecable que demuestra lo bien que casa el estilo de Víctor Santos con el manga.
EL MANDITO DE MATTHIEU BABLET
La adaptación de la Metrópolis de Tezuka por parte de Matthieu Bablet es una auténtica guinda al maravilloso pastel que es este primer volumen de Tezucomi. Es gráficamente la obra más rompedora con el estilo manga del resto de historietas que pueden leerse en el volumen. El trabajo del autor francés supone una perfecta comunión entre el estilo europeo más preciosista y plagado de detalles con el manga más expresivo. Una auténtica bomba artística con un resultado espectacular. Aunque la inmensidad de las tonalidades de grises puedan invitar a imaginar si la pequeña obra hubiera ganado más o menos si hubiera estado coloreada.
En El Maldito, Bablet opta por rendir su particular homenaje a Tezuka proponiendo una historia que continúa los acontecimientos de Metrópolis, casando a la perfección con ésta por la potencia de la idea planteada. Recupera al inspector Mostacho, que se encuentra volcado en un complicadísimo caso de secuestros en serie de niños en la ahora decadente gran ciudad. La gravedad del caso, así como la impotencia ante el avance en su investigación, le llevará a buscar ayuda en un personaje en quien en el pasado nunca habría confiado: el Barón Rojo, cuya posición y aura de poder e influencia se han venido a menos, a mucho menos de lo que encontramos en el manga original. Pero no por ello pierde un ápice del atractivo que despertaba. Aparece también el querido Ken’ichi, quien ahora va a la universidad, pero a pesar de los años transcurridos desde la tragedia no ha pasar el duelo por la triste pérdida de Michi.
El avance de la historia se hace disfrutable ante la originalidad del planteamiento. El reflejo de las personalidades de los protagonistas que conocemos está bien captado, con un tono tal vez más adulto que el que imprimía el Tezuka del momento de su concepción. Recordemos que Metrópolis fue uno de los primeros mangas del maestro, que se publicó en 1949, y en el que ya fue volcando recursos de un estilo que con el paso del tiempo iría puliendo. Bablet no reflexiona tanto en el tema de la inteligencia artificial, el uso de máquinas humanoides y el desarrollo tecnológico para hacer el mal. Aunque todos los elementos los va perfilando y el giro final ofrece un halo de drama decadente directamente relacionado con la amenaza tecnológica, el camino recorrido, en tono detectivesco más desenfadado, es igualmente disfrutable por lo que el resultado final ofrece una obra bien compensada que se clava en la sensibilidad del lector.