Te quedarás encerrada en tu cuarto soñando con tus fantasmas. ¡¿Me oyes?! ¡Para siempre!
Borja González es ilustrador e historietista nacido en Badajoz en el año 1982. Comenzó su andadura en el mundo del cómic publicando en fanzines y revistas. La boca del lobo fue su primer cómic en solitario. Junto a Mayte Alvarado y Rui Díaz crearon la editorial El Verano del Cohete para dar salida a sus trabajos. En ella aparecieron El Rey de los Elfos y La Reina Orquídea. Hace nada acaba de autopublicarse Menneval dentro de su nuevo sello Spiderland / Snake.
Al leer The Black Holes lo primero que viene a la menta es La Reina Orquídea, la anterior obra de Borja González con la que tiene una gran cantidad de puntos en común. Y siendo una maravilla, The Black Holes es un salto cualitativo en todos los aspectos. Estamos ante una obra que no es nada complaciente con el lector al que le exige toda su atención y de las que hay que leer pausadamente. Parándote a paladear cada cada página, cada viñeta, ya que todas te sugieren algo.
Es una historia que se desarrolla en dos espacios temporales distintos: uno en 2016 donde Teresa y su amigas forman un grupo punk llamado The Black Holes y otro en 1856 donde Laura espera a su puesta de largo, que marca su inicio en la edad adulta. Ambas están en pleno paso de la adolescencia a la madurez y se rebelan ante el rol que la sociedad les quiere imponer, a pesar del tiempo transcurrido se enfrentan a los mismo problemas. Se comunican por medio de las canciones de Laura y la poesía de Teresa, ya que ambas hablan un lenguaje común. Esta comunicación supone el elemento fantástico o de ciencia-ficción de la historia, mientras vemos dos historias costumbristas que transcurren en paralelo aunque con un halo de misterio que inevitablemente nos recuerda a David Lynch. Pero según avanzamos el pasado y el presente se entrecruzan con más frecuencia y la sensación de incertidumbre se hace cada vez más poderosa e inquietante.
Es un relato compuesto por momentos macabros, líricos, góticos, poéticos, etc. pero la historia, aunque fascinante, no es lo más interesante de la obra, sino su capacidad para transmitir emociones y sensaciones. Algo que se acentúa con un final perturbador y anticlimático, pero que tiene la virtud de cerrar la obra convirtiéndola en un círculo perfecto que hace que al acabarla tengas ganas de empezarla de nuevo. Y es que el titulo, no solo hace referencia al grupo punk de las protagonistas, habla también de agujeros negros que comunican dos puntos entre sí.
Como en su obra anterior el protagonismo recae de manera exclusiva en mujeres. Todas tienen en común que, independientemente de la época en la que vivan, se tienen que enfrentar a las limitaciones y convenciones que les quiere imponer la sociedad machista en las que les ha tocado nacer. La única forma que tienen de revelarse es con el arte, que es su vía de escape a la libertad, algo que los elementos más retrógrados siempre intentar cercenar. La diferencia con La Reina Orquídea es que aquí no son prisioneras de una cárcel física, aquí la cárcel es emocional y el carcelero son las normas sociales. Y es que aunque se hayan producido avances, las mujeres siguen teniendo que ver demasiadas cosas detrás de unos barrotes.
El apartado gráfico es simplemente prodigioso. Podemos ver la influencia de Moebius en la claridad y simplicidad de todos los elementos o las tintas de Mignola, entre otras referencias pero la personalidad de Borja González está presente en cada trazo. Sus diseños de personajes son perfectos y hace que sean reconocibles en todo momento pese a no tener facciones, eso que parece muy difícil lo supera cuando consigue que además sean tremendamente expresivos gracias a su dominio del lenguaje corporal. Uno de los puntos fuertes es la construcción de los fondos, los elementos arquitectónicos, rectilíneos y demasiado perfectos, son únicamente de dos dimensiones, como si estuviéramos ante un decorado de teatro, esto que parece un defecto se convierte en una virtud ya que dota a la obra de una sensación de irrealidad. Esto contrasta con la distinta forma que tiene de reflejar la naturaleza, mucho mas realista y viva, que permanece inmutable en las dos épocas. Narrativamente es un cómic prodigioso, con una composición de página imaginativa y un gran dominio del tempo de la historia. El color, siempre compuesto por colores planos, tiene una base verde con elementos rojos, cumple una doble función. Sirve como elemento narrativo y para resaltar atmósferas y emociones. Además también cumple la función de indicar en qué época estamos. Uno de los cómics con mejor dibujo del año.
Reservoir Books hace un edición muy buena, con gran reproducción, buen papel y un diseño precioso. Es una gran noticia que una editorial tan grande haga una apuesta por nuevos valores, ojala sigan apoyándolos.
The Black Holes es un cómics que gráficamente está muy lejos de los cánones imperantes pero que entra por la vista y te regala un relato repleto de sensaciones y emociones, que es de lo que se trata cuando se cuenta una historia. Borja González confirma todo lo bueno que apuntó con La Reina Orquídea y se convierte en un autor a seguir de cerca.
Zona Negativa: En tu obra se pueden ver influencias como la claridad de Moebius o las tintas y sombras de Mignola, pero además ¿Qué cómics y autores admirabas de pequeño y cuáles han sido los que más han influido en tu trabajo?
Winsor McCay me impactó mucho cuando era niño. Andaba por casa un álbum de Little Nemo y recuerdo que me identificaba mucho con el protagonista. Te estoy hablando de cuando yo tenía unos cuatro o cinco años, así que no entendía gran cosa del argumento. Pero lo suficiente como para saber que lo que estaba viendo era una representación de los sueños del niño, así que lo que hacía era replicar los míos en dibujos sueltos y pequeñas historias. Por suerte guardo alguno de estos «fanzines». De pequeño también leía Astérix y otras cosas, pero no reconozco ninguna influencia clara.
Después de eso, desconecté de los cómics y me centré en el cine y los libros, que sí me influyeron mucho. Sobre todo la colección de literatura de terror que tenía mi madre en casa.
Años después, mi padre me vió jugando a Panzer Dragoon Saga, un rpg de Sega Saturn, y me dijo que le recordaba a Moebius. Y lo cierto es que hay una conexión real entre Panzer Dragoon y Moebius. Así que mi padre sacó de la estantería una pila de Metal Hurlant, Totem, etc. Arzak, El Garaje Hermético… Me pasé años estudiando cada trazo de esas historias. Es en ese momento cuando empiezo a fijarme en los cómics otra vez. Siempre he dibujado, desde muy pequeño, pero aquí es donde me planteo cómo se hace un cómic.Y reconozco que he tardado mucho en digerir todo eso, procesarlo, y hacerlo mío. Con Moebius aprendí a manejar la línea y con Corben las sombras y el volumen. Lo de Mignola vino después. Me interesaba la síntesis de su dibujo, la construcción de las páginas y su narrativa en general. Aprendí mucho de él.
A día de hoy, diría que queda poco de Moebius o Corben en mi trabajo. Mignola es una influencia más evidente, pero creo que poco a poco irá desapareciendo también. Es normal, supongo.
ZN: ¿Cómo se produce el salto desde los fanzines y la autoedición dentro de El Verano del Cohete a una editorial grande como Random House?
Pues no lo sé, la verdad. He grapado fanzines desde los 17 o 18 años años, y quitando alguna estapa loca de pasotismo adolescente, siempre he estado dibujando cosas de una manera u otra. Luego conocí a Mayte Alvarado, que estaba más interesada en la ilustración, y fue un punto de inflexión enorme porque gracias a ella descubro a muchos autores nuevos tanto en ilustración como en cómic, cine y literatura. Es en ese momento cuando ambos nos ponemos un poco más serios, preparamos proyectos para fanzines, empezamos a interesarnos por la edición, salones… Lo que pasa es que siempre nos gustó manejar todo el proceso y tal vez por esa razón no enseñábamos nuestro curro a editoriales. Poco a poco, con las facilidades que hay hoy para maquetar e imprimir, surgieron las primeras ideas para autoeditar nuestros libros. Los fanzines se nos quedaban ya pequeños, aunque no hemos dejado de hacerlos en ningún momento, la verdad. Montamos El Verano del Cohete junto a Rui Díaz para editar nuestro trabajo y el de autores que nos gustaban. Todo este proceso nos ayudó mucho a manejar la edición y a profesionalizarnos en general.
Y en un momento dado, estudiando la manera de sintetizar mi estilo de dibujo, hice La Reina Orquídea durante el verano de 2015. Funcionó bien y en Reservoir se interesaron lo suficiente como para llamarme y ofrecerme hacer otro cómic con ellos. Y, bueno, yo me había puesto con el siguiente al poco de terminar La Reina Orquídea, así que todo encajó.
Pasar de la autoedición a publicar en Reservoir Books no supuso muchos problemas, tal vez por todo lo aprendido durante los años de El Verano del Cohete. Además, me dieron libertad para hacer lo que quisiera.
ZN: The Black Holes es un cómic muy difícil de explicar tanto por tu estilo gráfico como por su temática ¿Cómo lo definirías?
Es cierto que cuesta definirlo. No hay un tema claro al que puedas agarrarte a la hora de clasificarlo, pero es más o menos intencionado y aunque tiene mucho que ver con mi manera de trabajar, también responde a las ideas o sensaciones que pretendo transmitir. Diría que, tanto La Reina Orquídea como The Black Holes, tratan sobre la necesidad de encontrar un espacio y un tiempo que te pertenezcan. Lo que ocurre es que desde ese punto puedo acercarme a otras ideas, como lo dificil que es imaginar un futuro cuando eres incapaz de entender el presente. Y, también, sobre lo difusa y cambiante que es nuestra percepción del pasado. La influencia de la ficción en nuestra percepción del mundo es otro tema muy presente en ambos libros. Sentir nostalgia por algo que solo conoces por ficciones, por ejemplo.
Me gusta mezclar todas esas ideas en mis cómics para que el lector no sepa exáctamente dónde está, qué está ocurriendo o si lo que está pasando es real o no. Intento que el lector se sienta tan perdido como los personajes.
ZN: En el apartado gráfico hay varias cosas de tu obra que me llaman la atención: la ausencia de rostros de los personajes, los colores planos para enfatizar emociones y los fondos en dos dimensiones como si fueran un escenario de teatro. ¿Cómo surgen estas ideas que ya veíamos en tus obras anteriores?
Bueno, diría que fue un proceso lento pero ahora mismo estoy muy contento con estos recursos. Creo que encajan bien con el tipo de historias que quiero contar. En The Black Holes, las protagonistas se ven fuertemente influenciadas por el entorno, así que intento reforzar esa idea desde el grafismo, la elección de los elementos que aparecen en escena, la composición de página, la perspectiva, etc. La intención es que los personajes estén definidos por el el mundo que los rodea, y no tanto por sus actos. Además, creo que la ausencia de rostros ayuda a meterte en la piel de Laura o Teresa, en lugar de simplemente entenderlas o identificarte con ellas. La influencia de los videojuegos es fuerte aquí.
ZN: Tus historias resultan muy naturales, casi como si no trabajaras con un guion acabado. ¿Cuál es el proceso que sigues en cuanto a construcción de guion y dibujo?
Es un proceso un tanto caótico, la verdad. Es cierto que trabajo sin un guión cerrado e incluso puede que empiece a dibujar páginas sin tener absolutamente nada escrito. En otras ocasiones, empiezo escribiendo diálogos y después busco en las libretas a los personajes que están hablando. Más que una trama al uso, me interesa crear un marco que afecte de alguna manera a los personajes. En La Reina Orquídea, dos chicas pasan un verano en una época que no les pertenece, y con eso me vale para jugar con sus emociones en dicho contexto. Y cuando empecé a escribir The Black Holes, lo único que sabía es que unas adolescentes perderían cualquier conexión con la realidad, con su presente, al montar una banda de punk en 2016. Y que sus canciones retorcerían el espacio-tiempo de alguna manera. Todo el trabajo posterior es más emocional que argumental. Me interesa más el tono, una atmósfera concreta, que crear una trama para los personajes.
ZN: Tanto The Black Holes como La reina Orquídea son dos obras que hablan sobre el paso a la madurez de varias adolescentes, ¿Por qué ese interés y por qué las protagonistas son mujeres?
Bueno, ninguno de los dos cómics debe entenderse como autobiográfico, pero sí es cierto que comparto los deseos, miedos o frustraciones de los personajes. Intento hablar de mi a través de ellos. Dicho esto, que sean adolescentes responde a una alarmante falta de madurez por mi parte. A veces olvido que estoy cerca de los cuarenta y creo que por eso recurro a esa edad, me siento más cómodo ahí. No sé, te quedaba todo por hacer, ¿no? Había tiempo de sobra. Pero en realidad yo no era como Laura cuando tenía dieciocho años. Soy así ahora. Así que no hablo de mi adolescencia si no que me proyecto en ella. Que las protagonistas sean mujeres es un ejercicio de proyección similar y lo cierto es que resulta muy liberador. Pero no hay ningún discurso detrás de ninguna de las dos cosas.
ZN: Los finales de ambas son totalmente anticlimáticos, algo que en mi caso ha conseguido que no me las saque de la cabeza en mucho tiempo, sobre todo en The Black Holes, con ese final que te transporta al principio de la historia y te hace querer releerla, ¿es algo premeditado desde un principio o es lo que pedía la historia?
En parte lo pedía la historia, claro. Hay una influencia directa entre los dos tiempos que maneja que maneja el cómic, así que construir lazos entre el final y el comienzo de la historia tenía sentido. Recuerdo que durante los últimos meses, antes de dar el libro por cerrado, trabajé mucho con Jaume (mi editor) para que esto funcionase correctamente. La idea era que al terminar el libro, el lector necesitara regresar a la primera página para comprender ciertas cosas.
También es cierto que concibo los cómics como algo más cercano a la música que a la literatura. Escuchar un disco una y otra vez es regresar a un estado emocional concreto, y me gustaría que mis comics funcionasen igual.
ZN: En tu obra la música es muy importante. ¿Qué canciones o discos nos recomendarías para escuchar mientras leemos The Black Holes?
Mientras trabajaba en The Black Holes escuchaba a Angel Olsen, U.S. Girls, Disasterpeace, Holly Golightly… Ghost Rider, de Suicide, aparece dos veces en el cómic y tiene una importancia capital a la hora de entender el tono de la historia.
ZN: La edición de The Black Holes es fantástica ¿Qué grado de decisión has tenido en la edición en cuanto a formato, páginas, etc…?
Pues quitando algunos detalles de última hora, más o menos diseñé el libro entero. En un momento dado pasamos de rústica a tapa dura, y ahí se hicieron cambios en la paginación. Pero de eso se encargó la editorial. También hicieron algunos cambios en la tipografía de la portada, que ciertamente no quedaba muy bien.
ZN: A pesar de dar el salto a una editorial grande, hace nada has publicado Menneval dentro de spiderland/snake, ¿Qué te aporta la autoedición?
Los fanzines te aportan inmediatez y experimentación, pero también ayudan a quitarte presión. Puedes trabajar a tu ritmo, nadie te exige nada… Solo hay una razón para hacer un fanzine: que te apetezca hacerlo. Y eso, cuando intentas ganarte la vida dibujando, no ocurre siempre. Es como un balón de oxígeno. Adoro los fanzines y creo que los seguiré haciendo siempre.
ZN: ¿Tienes planes o propuestas para reeditar tus primeras historias? ¿En qué estás trabajando ahora?
No hay planes de reedición, la verdad, pero sí que estoy trabajando en nuevos proyectos. Aunque The Black Holes se publicó en junio, yo había terminado mi trabajo en diciembre de 2017, así que en esas fechas pude empezar a tomar notas, escribir diálogos y demás, para lo que sería mi siguiente libro. Lo que pasa es que al llegar el verano decidí tomar un descanso antes de meterme en algo que me tendría ocupado año y medio como poco, y empecé a trabajar en algunos fanzines. Ahora mismo ando liado con una historia larga que se publicará por capítulos en spiderland/snake, pero hasta que no tenga una buena cantidad de material no sacaremos el primero. Este mes retomaré el libro y tocará compaginar con la serie, así que ya veremos si no me explota la cabeza, porque también tengo ganas de hacer un par de fanzines cortos…
ZN: ¿Hay algún autor o cómic actual que te vuelva loco?
¡Muchos! Entiendo que la oferta de cómics actual es abrumadora, pero gracias a eso estoy descubriendo a mucha gente. Tillie Walden, Sammy Harkham, Max Baitinger… Estoy deseando que Apa Apa publique lo nuevo de Maria Medem, que tiene una pinta impresionante. Y quiero leer ya lo próximo de Emma Ríos (y el segundo tomo de Mirror) pero para eso queda. También estoy leyendo mucho manga, que es como un pozo sin fondo. Es que se está editando muchísimo, hay mucha variedad, y eso es horrible para mi bolsillo, pero es genial para crear lectores.
Guión - 8.5
Dibujo - 9
Interés - 9
8.8
Punk
Una fabula macabra y punk que te atrapa tanto a nivel visual como emocional. Borja González equilibra a la perfección la forma con la emoción dando como resultado una obra memorable y duradera.
Buena reseña y gran entrevista; ganas tremendas de leerla, y, por lo que parece, de releerla.