Con motivo del estreno de la primera temporada de The Boys el 26 de junio del pasado 2019, algo que parece haber acontecido hace cuatro vidas en una realidad muy diferente a la actual, un servidor reseñó el primer integral de la serie original en viñetas creada por el guionista norirlandés Garth Ennis y el dibujante estadounidense Darick Robertson, primero para el sello Wildstorm y más tarde para la editorial independiente Dynamite Entertainment. El 4 de septiembre de este «annus horribilis» llegaba la segunda temporada de la ficción audiovisual creada por Eric Kripke, Seth Rogen y Evan Goldberg y protagonizada por Karl Urban, Jack Quaid, Laz Alonso, Tomer Kapon, Karen Fukuhara, Antony Starr, Giancarlo Esposito o Aya Cash. De manera que para mantener la tradición hoy vamos a desentrañar pormenorizadamente el contenido del segundo de esos tres integrales, publicados en España por Norma Editorial, para continuar indagando en la colección que sirvió de base para la exitosa producción de Amazon Prime Video que, con siete episodios emitidos mientras escribo estas líneas, ha vuelto a ganarse el favor de la crítica y un público deseoso de ver a Bill «El Carnicero»y los suyos repartir hostilidades contra los dementes y corruptos superhéroes encabezados por el Patriota.
Las 752 páginas de las que consta este segundo integral de The Boys abarcan los arcos argumentales: Herogasm, La Sociedad de La Auto-Preservación, Nada Igual en el Mundo, La Plume de Ma Tante Est Sur la Table, El Salvaje Instante al Rojo Blanco, Lo Que Sé Yo, Los Inocentes, Creer y El Afable Escocés. El primero de ellos es uno de los más recordados y celebrados de la colección que recibe el nombre de una festividad anual en la que todos los superhéroes se reunen a escondidas de la opinión pública para llevar a cabo una descomunal orgía sexual, etílica y estupefaciente en la que los excesos y las bestialidades están al orden del día. Con Garth Ennis poniendo el pie en el acelerador del cinismo y lo grandguiñolesco y un caricaturesco John McRea sustituyendo en la labor con los lápices a Darick Robertson el resultado son seis de los números más alocados y salvajes de una colección que no ha sido nunca amiga de la sutilidad o la contención. El segundo arco está dedicado casi en su totalidad a Stormfront, el superhéroe supremacista nazi al que Bill «El Carnicero» y sus compañeros se enfrentan mientras a un recuperado Darick Robertson le echa una mano en el apartado artístico nuestro querido y añorado Carlos Ezquerra.
Con los siguientes tres arcos Garth Ennis baja los decibelios para hablarnos del pasado de varios de los personajes principales de The Boys. Nada Igual en el Mundo, La Plume de Ma Tante Est Sur la Table y El Salvaje Instante al Rojo Blanco cuentan los orígenes de Leche Materna, Frenchy y La Hembra, no sólo añadiendo una interesante nueva dimensión a los perfiles psicológicos de los protagonistas, sino también desmontando las afirmaciones de aquellos que proclaman que The Boys sólo es un cómic repleto de violencia explícita y sexo gratuito sin fondo alguno mientras Darick Robertson acentúa su vertiente más tierna en cuanto a la labor al dibujo. Lo Que Sé Yo marca un punto de inflexión en lo referido a la relación entre Billy «El Carnicero» y Hughie cuando el primero descubre la relación sentimental que el segundo mantiene con Luz Estelar. El siguiente, Los Inocentes, es el centrado en la infiltración de Hughie en el grupo de Super Duper formado por cándidos, humildes y hasta deficientes mentales empijamados que verán su realidad dar un vuelco radical con la llegada del psicótico Malquñimico como nuevo líder. De nuevo Ennis y Robertson despliegan su mala baba e inquina para contarnos que no todos los supes son unos violentos desalmados, aunque paguen un precio muy caro por ello.
En Creer Garth Ennis y un brillante Russel Braun con las ilustraciones cargan las tintas contra el cristianismo recalcitrante mediante el festival religioso impulsado por la organización Creer en el que intervienen los miembros de Los Siete y otros superhéroes de renombre internacional mientras conspiran entre bambalinas. Hablamos con este de otro arco de vital importancia, ya que en él se revela la personalidad del infiltrado de The Boys en la base central de Los Siete y Hughie descubre por fin que su pareja, Annie January, es en verdad Luz Estelar, situación que da un vuelco al statu quo de la pareja. El tomo se cierra con el que podemos considerar, no sólo el corazón de toda la colección ideada por Garth Ennis y Darick Robertosn, aunque este último sea sustituido por un inspirado John McRea, sino también un rendido homenaje a El Hombre Tranquilo, el clásico dirigido por John Ford y protagonizado por John Wayne. Si para hablarnos de los tiempos pretéritos de Frenchy, Leche Materna o la Hembra los autores de la obra usaron un número por personaje en esta ocasión son seis los que conforman esta especie de miniserie en la que Hughie vuelve a su Escocia natal para recordar años pasados y de paso hacer lo propio con los de Luz Estelar. Si alguien ha llegado a leer esta joya autocontenida repleta de sencillez, candidez, nostalgia o profundidad dramática y sigue pensando que The Boys sólo es un cómic efectista y demencial debería hacérselo mirar inmediatamente.
Desde un punto de vista estructural este segundo integral de The Boys se antoja menos cohesionado y compacto que el primero, en gran parte también por el baile de dibujantes. Pero esto no es debido a carencias narrativas, sino a que sus autores decidieron no acomodarse relatando continuamente la misma historia centrada en la guerra clandestina del grupo de protagonistas contra los superhéroes en general y Los Siete en particular. Siendo Garth Ennis consciente de que no son suficientes las relaciones interpersonales de sus personajes en el presente, por muy bien definidas y desarrollas que estén las mismas, toma la decisión, llegando el ecuador de la colección, de indagar en el origen de varios de ellos para exponerlos de cara al lector desde una perspectiva mucho más cercana y empática. En el proceso se enfatiza el tono brutal y explícito que caracteriza a The Boys desde sus primeros compases, pero dejando cada vez más espacio a unas emociones que irán in crescendo en el resto de historias que conformarán la recta final de la serie y que Norma Editorial recopiló en un tercer y último integral del que también hablaremos por estos lares tarde o temprano. En breve volveremos a acercarnos tangencialmente a la obra de Garth Ennis y Darick Robertson con motivo de la finalización de la segunda temporada de la serie, actualmente en curso, porque tenemos muchas cosas buenas que decir, y alguna mala, sobre la exitosa traslación a imagen real ideada por Eric Kripke, Seth Rogen y Evan Goldberg.
Lo del arco Herogasm es espectacular y no por las mil burradas que son capaces de meter los autores en estos seis números sino por ser la crítica más feroz que he podido leer nunca a la práctica de las editoriales de crear eventos sin ton ni son, cuyo único objetivo es cruzar a sus personajes para montar una gran historia vacua, llena de mamporros y sin consecuencias a largo plazo.
Es una pena que toda la carga crítica que tiene la serie sobre la industria del cómic de superheroes se haya perdido en su traslación a la pequeña pantalla, aunque por otro lado es algo lógico (son medios distintos) y lo hayan intentado compensar con una crítica bastante acertada de la sobreexposición de las redes sociales
The Boys (el comic) va ganando según avanza y Garth Ennis cuando se deja los excesos (siendo estos más o menos divertidos según lo inspirado que este) y se mete con los personajes es un autor que sabe darles autentica profundidad y carácter. Aparte que para mí es el que mejor sabe reflejar las relaciones de amistad entre colegas. Una (relativa) pena que odie a los superhéroes en general porque con ciertos famosos tamdems haría maravillas si los tratará con respeto.
En mi opinión, la pelea contra Stormfront es el punto más alto de la serie en cuanto a cómo toda la historia conduce a enfrentamiento a muerte. Y Ennis se las arregla para, como siempre, meter referencias a la IIGM mientras sus personajes se baten con el nazi.