Antes que la serie, fue el cómic. Hoy precisamente les voy a hablar del tebeo que dio pie a una de las mejores series para la pequeña pantalla del año pasado, que ustedes pueden ver a través de Netflix. Ya tratamos aquí, en su momento, la adaptación televisiva de la mano de mi compañero Pedro de Mercader; excelentes tanto la crítica de Pedro como la versión televisiva de un magnífico y crudo cómic creado por Charles Forsman.
Forsman, joven autor nacido en Pennsylvania en 1982, se caracteriza por dos elementos: su formación académica en el reconocido Center for Cartoon Studies de Vermont, y el moverse entre la autopublicación y la publicación por editoriales del calibre como Fantagraphics Books, que tanto ha hecho por el cómic alternativo americano.
El cómic de Forsman es un relato descarnado, sin concesiones ni a los personajes ni al lector, que trata de forma visceral el choque que se produce al dar el salto de la adolescencia a la vida adulta, en unos protagonistas desarraigados y perdidos ante la confusión de llegar a un “sitio” lo suficientemente hostil como para querer huir de él. Y todo esto, pese a que el punto de partida dista mucho de ser una zona de confort.
El tebeo, aunque tiene 178 páginas, se lee en menos de media hora. Entre el ritmo endiablado, gracias a esos cortos capítulos de 8 páginas, la concreción del autor, y lo parco que es en palabras el mundo que ha creado (o, mejor dicho, recreado), nos encontramos con una obra que en un suspiro puede ser finiquitada por el lector.
Mucho más violenta y directa que la versión televisiva (que en la adaptación pasó de ambientarse en Estados Unidos al Reino Unido), comparte con ésta el espíritu y la esencia, y la calidad artística. Ambos productos son muy recomendables, y es digno de mención que se lleve acabo una adaptación audiovisual de calidad de un cómic, ya que es algo que lamentablemente no suele suceder a menudo, en mi humilde opinión. Así pues, es recomendable su lectura tanto a los espectadores de la serie, como a aquellos que no la vieron. Hay varias diferencias, entre ambas obras, y personalmente prefiero el final de la serie, mucho más poético, pero ahí ya es una cuestión de gusto personal.
Pese a la crudeza comentada, visualmente al autor que más me recuerda Forsman es a Charles M. Schulz y su entrañable Peanuts. Además del trazo, Forsman entiende lo poderoso que puede ser un dibujo simple, sencillo, y casi minimalista, para transmitir ideas potentes. Y así es. Así es
Recomiendo este cómic porque se sale de lo canónico; es decir, tiene voz y estructura propia; porque propone, y toda obra que proponga cosas, lo que sea, ideas, reflexiones, preguntas… Me interesa; porque, pese a la innegable influencia del cine (Bonnie & Clyde, Malas tierras, Amor a quemarropa…) nunca está de más ver una historia de amor disfuncional que rompe con las propias normas de cómo suele ser o debe ser una relación y, sobre todo, rupturista con las normas de la sociedad.
Lo dicho. Dedíquenle su tiempo a este cómic, aunque solo sea media hora… No se arrepentirán.
Guion - 7
Dibujo - 7
Interés - 8
7.3
Crudo
Una historia de amor nada convencional protagonizada por unos pintorescos personajes llevados al límite en una especie de road movie sin salida.