“¿Un cómic de Los Picapiedra? ¿En serio?” Bien podría ser la reacción principal por parte del público a la hora de afrontar por primera vez esta obra. Esta reacción, en realidad, no tendría mucho sentido y voy a explicar el porqué. Empecemos por el principio, por el origen de la serie de animación.
Desde su cancelación en 1966, surgieron multitud de spin-offs televisivos, especiales para la televisión, telefilmes, videojuegos y dos películas con actores de carne y hueso. La primera de ellas, llamada
Hemos visto la importancia que tuvo Los Picapiedra dentro la televisión y cómo ésta se extendió por otras disciplinas. Ahora bien, ¿pero qué relación hay entre el mundo del cómic y Los Picapiedra? La realidad es que ambos mantienen una relación más estrecha de lo que pueda parecer a priori. El 2 de octubre de 1961, justo un año después de su estreno televisivo, la tira cómica de Los Picapiedra debutaba de la mano del animador Gene Hazelton, que había trabajado con anterioridad para
Ésta fue la primera aparición de la obra creada por William Hanna y Joseph Barbera en el mundo del cómic, pero no fue la última. Es más, varias editoriales americanas han publicado las aventuras de Pedro Picapiedra y compañía en papel a lo largo de las décadas: Dell Comics, Golden Key Comics, Permabooks, Charlton Comics, Blackthorne Publishing, Harvey Comics, Archie Comics, Marvel Comics y DC Comics.
Hacemos un salto en el tiempo hasta el año 2016. Justo hace un año,
En primer lugar, la sensación que tengo al leer este cómic es que Mark Russell sabe escribir. Y cuanto más me meto de lleno en el análisis de sus guiones, esa idea cobra todavía más fuerza. Una de las primeras enseñanzas que me dieron a la hora de escribir un guion es que para hacer algo rompedor, uno debe conocer las reglas. En este sentido, la relación de Russell con Los Picapiedra es la del conocimiento y la del respeto. Precisamente, con esa base sólida es capaz de crear algo que trasciende a la obra original. Mantiene el espíritu, ya que ambas creaciones son sátiras sociales, pero cambia el tono: aquí es más incisivo, más despiadado y más corrosivo. El autor de
Russell tira con bala y no deja títere con cabeza y para esto hila muy fino un humor que hace pensar al lector. A veces, aunque recurre al exceso no cae en la brocha gorda o en la risa tonta e insustancial. El escritor americano retrocede 100.000 años en el tiempo para contarnos nuestras miserias del día a día. Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia. Está hecha a conciencia. En poco espacio es capaz de tocar muchos temas con una precisión cirujana y cuestionándolo todo. Russell muestra un inconformismo ante cuestiones capitales y ante nuestra forma de ver el mundo. No se libran de su afilada pluma el capitalismo, el consumismo, los medios de comunicación, la guerra (orígenes y consecuencias), la monogamia y el matrimonio gay, los políticos, el electorado, la historia, la ciencia, la religión, el turismo… Es especialmente divertido ver cómo la invasión alienígena adopta la figura de turismo low cost de borrachera, dejándonos imágenes que bien podrían ser las de Salou o Magaluf, por citar algunos ejemplos. La sátira funciona perfectamente si la aplicamos a USA, pero también funciona si la aplicamos a Occidente en general. Además de este inconformismo, Russell se atreve a dar una explicación racional al origen de la mítica frase «
Otro de los grandes logros del guionista es el ritmo. Para dominar la comedia, hay que dominar el ritmo y Russell se doctora en esta cuestión. Te está exponiendo un tema en varias viñetas y de repente en la siguiente te salta con otro tema diferente, a modo de pincelada. De esta manera es capaz de tocar varias tramas en cada número dando la sensación de que cada entrega es más larga de lo normal porque aprovecha muy bien el espacio y el tiempo. El mérito de esto es todavía mayor, ya que cada número es autoconclusivo. De esta forma, saca los colores a aquellos guionistas abonados al decompressive storytelling. Hay que destacar también el tratamiento de los personajes que ha hecho Russell como algo muy positivo ya que ha usado la mayoría de los que salían en el show televisivo y ha respetado su personalidad. Además de Pedro, Pablo, Vilma y Betty, aparecen Peebles y Bam Bam (ambos en versión adolescente), el malvado Señor Rajuela, Dino, El Gran Gazú y Joe, el amigo que Pedro y Pablo tienen en común siendo aquí un veterano tocado por Las Guerras del Paleolítico. Conflicto bélico que bien podría ser el de Afganistán o el de Irak, aunque creo que la sombra de Vietnam es alargada.
En cuanto a los lápices, la empresa que
En resumen, y como exponía al principio, si dejamos a un lado una mirada prejuiciosa y superficial, nos encontraremos con una nueva versión de Los Picapiedra que no solo destaca por su gran nivel, sino que también se muestra como un cómic muy accesible para una gran variedad de público. De este modo, hará tanto las delicias de los conocedores de la serie de televisión, como también a aquellos que se acerquen por primera vez a conocer las aventuras de estos entrañables personajes. Por desgracia, esta maravillosa obra no ha sido editada en España. Esperemos que se publique y que podamos verla en nuestras librerías.
Guion - 9.5
Dibujo - 8.5
Interés - 9
9
Una joya
Estamos ante un gran cómic tanto a nivel de guion como de dibujo, que respeta y entiende perfectamente la obra original y que es capaz de llevarla a nuevo nivel de calidad.
Espero que ECC lo edite en España. Me has puesto los dientes largos 😉
Yo les escribí hace poco y, como siempre, «de momento no hay planes para ello»…
ECC, que este cómic es una joya!!
Venga ecc ,animate!!