Reseñas DC – The Flintstones #7-12

Reseña de la segunda y última entrega del reboot creado por Mark Russell y Steve Pugh para DC Comics que nos invita de nuevo a pasearnos por la ciudad de Bedrock.

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Edición original:The Flintstones VOL.2 #7-12. DC Comics
Guión:Mark Russell
Dibujo:Steve Pugh, Rick Leornardi y Scott Hanna
Color:Chris Chuckry
Formato:Tomo tapa blanda. 144 páginas
Precio:16,99$

 

Hace unos meses, hice la reseña del primer tomo de The Flintstones (#1-6) y en esa crítica incluí el contexto necesario para entender esta obra. Hablé del show televisivo original, cómo fue adaptado a distintos medios y su relación con el mundo del cómic. Precisamente, una relación que existe desde que se creó la serie para la televisión. Para no volver a repetirme, les emplazo, si así lo desean, a la lectura de esa primera reseña en la que podrán ampliar la información y tener una mejor visión global sobre la obra creada por Mark Russell y Steve Pugh.

Lo primero que habría que destacar es que este segundo tomo americano de The Flintstones (#7-12) tiene un tono continuista con la primera entrega. Es decir, si les gustaron las primeras aventuras de Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, sin duda les gustarán los últimos números de la colección. Así pues, aquí se cumple una doble función, que es la de continuar con lo expuesto en los primeros números mediante un tono unificador; y, por otro lado, la de despedir y cerrar una serie que nos ha regalado grandes momentos durante todas y cada una de sus doce entregas.

Con respecto al guion, se agradece tanto el excelente trabajo de Mark Russell, como también el hecho de verle madurar como guionista, que supone un motivo de celebración para todos. De este modo, surge la siguiente cuestión: ¿en qué ha madurado Russell como escritor? Pues en no volver a cometer el error de Prez. Este cómic supuso su primer trabajo para DC Comics, y también era un reboot. En ese caso fue una nueva versión de la obra homónima creada por Joe Simon y Jerry Grandenetti en 1973 para DC. El problema de Prez es que era un cómic cuya trama principal y subtramas se iban a desarrollar durante 12 números. Como las ventas no acompañaron, la compañía decidió cancelar la serie justo en la mitad. Este fatídico hachazo partió la obra de Russell, haciendo que su lectura fuese frustrante ya que todo lo que había expuesto hasta el momento quedaba inconcluso. Afortunadamente, Russell aprendió de esta amarga experiencia y la adaptó a su siguiente proyecto con DC, que es ni más ni menos que el cómic que tenemos entre manos. Tal y como diseñó Los Picapiedra, esta obra podría cancelarse en cualquier momento y seguiría teniendo sentido todo lo que hemos leído hasta ese instante, ya que en vez de hacer una trama que avanzara capítulo por capítulo, lo que hizo fue hacer números autoconclusivos. Y aquí es donde aparece uno de sus grandes aciertos como escritor, y es que pese a escribir números independientes entre sí en la trama, éstos están dotados de continuidad. Así pues, aunque la historia principal del número se cierre, los acontecimientos que sucedan y las variaciones en el estatus de los personajes se van añadiendo con cada entrega. Es decir, la obra funciona tanto individualmente como en su conjunto.

Para desarrollar todo esto, Russell vuelve a servirse de la sátira y es casi imposible contar todos los dardos que tira. Con su habitual humor ácido derriba todos los convencionalismos y toca todos los temas que le interesa: la religión, la familia, la política, la guerra (en este segundo tomo hace más hincapié en este tema que ya había tratado en los primeros números), la economía, el consumismo, los medios de comunicación, la ciencia, la civilización… Y cómo todo está interconectado. Al final, Russell nos quiere hablar de nuestra identidad como especie, lo que somos como seres humanos. Y lo hace planteando una serie de preguntas, pero no da respuestas. Eso se lo deja en manos del lector, ya que, con honestidad por su parte, son cuestiones complejas de responder. En cada número es capaz de tocar varios temas a la vez y volver cíclicamente a ellos de una forma amena y no reiterada. Esto es gracias a que cada tema lo toca con una pincelada, evitando así ser cansino y pesado para el público. Es admirable la facilidad que tiene Russell para armar y ejecutar el gag y el ritmo que le imprime a toda la obra.

En esta entrega, Russell mete un nuevo elemento: la presencia de un narrador. El personaje de El Gran Gazú ya había aparecido en el tercer número, pero fue más una presentación formal. En este segundo tomo, el alienígena adquiere esa figura de narrador a lo largo de los números y su voz no es otra que la del propio autor. Es decir, Russell se introduce a sí mismo de lleno en el relato. Durante su recorrido, veremos toda la galería de personajes míticos de Los Picapiedra que ya habían sido empleados en la primera entrega, destacando la introducción de uno que no había salido hasta el momento, Pearl Slaghoople. En otras palabras, la madre de Vilma.

De todos los temas que toca el guionista, me gustaría comentar uno especialmente. Y es la relación de amistad que surge entre un elefante aspirador y un armadillo bola de bolos. Es curioso que con dos animales antropomórficos es donde la obra adquiere mayor tono mágico y poético. Unos animales que se relacionan entre ellos cuando no hay humanos a la vista, pareciendo éstos más humanos que las propias personas.

Una vez hablado del trabajo de Russell, toca hablar de la labor de Pugh. Al coger este tomo, mi asombro fue ver que el primer número no estaba dibujado por este artista. En esta ocasión, era sustituido por Rick Leonardi a los lápices y Scott Hanna a la tinta. Me temí lo peor porque no soporto los bailes de dibujantes. En realidad, fue una falsa alarma. Por un lado, de los doce números que componen a la obra, Pugh dibuja (tanto lápices como tinta) once, evitando así cualquier tipo de baile o rotación no deseada. Por otro lado, Leonardi y Hanna hacen un trabajo continuista y de respeto hacia los diseños y el tono que Pugh había dotado al cómic. Sí que se notan las manos de otras personas, pero no es un cambio radical que rompe la dinámica y la estética que llevaba hasta ese momento la serie. Se agradece el trabajo de Leonardi y Hanna en este aspecto.

Pugh, acompañado por el buen y vivaz trabajo del colorista Chris Chuckry, continúa con la arriesgada, pero efectiva estética de la primera entrega. Una vez asimiladas las nuevas figuras de Pedro y compañía, que son iconos televisivos desde hace décadas, el trabajo gráfico entra con mayor facilidad. Esta estética alejada por completo de la caricatura y más próxima a un dibujo realista (salvando las distancias, y pese a la hipertrofia de los personajes), se muestra perfecta para el tono de los guiones de Russell. Ambos forman un tándem ideal y se percibe durante toda la obra lo bien que han casado el guion con el dibujo. Pugh le aporta ese dinamismo, esa inmediatez que la verborrea ácida de Russell necesita. Hay que destacar, los gags visuales y alguna splash page meritoria por parte de Pugh. No en vano, la obra se cierra con un emotivo splash page. Una despedida sincera por parte de estos autores que nos han brindado una de las mejores obras del año pasado.

Como conclusión, me gustaría incidir en un aspecto. Sinceramente, considero que estamos ante un grandísimo cómic, pero que tiene un serio problema. No está publicado en nuestro país. Imagino la complejidad y los riesgos del mundo editorial, pero ECC debería de dar el paso ante una obra que recomiendo al 100% de lectores. No, no es que sea un cómic para todo el público (esto le pasa a la mayoría de obras también). Es que es tan bueno que merece ser leído por todo el mundo. Y no solo lo recomiendo en esta reseña. En persona cuando me preguntan siempre lo menciono; siempre lo recomiendo. Hay muchísimos lectores en este país que, si la obra no está publicada en español y no pueden comprarla en su librería de confianza no la leerán, y es una desgracia. El lector de este país se merece tener publicada esta obra en su idioma. Ojalá ese día llegue.

  Edición original:The Flintstones VOL.2 #7-12. DC Comics Guión:Mark Russell Dibujo:Steve Pugh, Rick Leornardi y Scott Hanna Color:Chris Chuckry Formato:Tomo tapa blanda. 144 páginas Precio:16,99$   Hace unos meses, hice la reseña del primer tomo de The Flintstones (#1-6) y en esa crítica incluí el contexto necesario para entender esta…
Guión - 9.5
Dibujo - 8.5
Interés - 9

9

Publicable

Magnífico y divertido broche final de una serie que pese a su aparente sencillez, esconde una obra mucho más compleja que indaga en lo más profundo de nuestra existencia.

Vosotros puntuáis: 9.66 ( 8 votos)
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Oreades
Oreades
Lector
12 febrero, 2018 18:44

Si ECC publica tienen por mi parte una compra asegurada. Y espero que la de muchos más. Que no todo son superhéroes, leches.

Juar15
Juar15
Lector
12 febrero, 2018 19:31

Amén!! Ojalá lo traigan

Gusgus
Gusgus
Lector
12 febrero, 2018 19:33

Concuerdo totalmente. Es una obra para adquirir y leer.