Larga Vida a la Liga
«¿Existe un futuro más allá de reinventar el siglo XX eternamente?»
The League of Extraordinary Gentlemen es uno de los títulos con los que solemos referenciar a Alan Moore cuando hablamos con humanos no aficionados al cómic como nosotros, junto con Watchmen, V for Vendetta y From Hell (no casualmente, todas adaptadas a medios audiovisuales). Una gran diferencia es que La Liga no se limitó a un libro sino que Moore junto a su compañero dibujante Kevin O’Neill la desarrollaron como una saga que se había extendido por tres volúmenes, un libro adicional que aportó a construir más el universo (el Black Dossier) y un spin-off que también tuvo tres entregas (la trilogía de Nemo). Entre 2018 y 2019, la dupla volvió a publicar una vez más cómics de su Liga Extraordinaria en lo que fue el cuarto volumen que cerró la historia: La Tempestad. Este nos reúne ahora aunque lleva un par de años ya publicado en libro, tanto en inglés como en castellano.
La despedida de la saga después de más de 20 años de la publicación de su primer número significó también el retiro de los guiones de cómics de Alan Moore (al menos hasta ahora, viene cumpliéndolo). Desde el anuncio del cuarto volumen de LoEG, el barbado escritor de Northampton había anticipado que este sería su último cómic y todo lo que escribiera sería en otros medios (narrativa, teatro, audiovisual). Es acorde que su partida del medio sea con un cómic de estos personajes y su universo, siendo uno que lo acompañó buena parte de su carrera y también uno muy representativo de su obra: intrincado en las formas, atravesado por todas las artes, influenciado por obras literarias (incluido el cómic) de toda la historia, jugando con las posibilidades que brinda el medio, incluyendo sus opiniones políticas y sociales en la trama, etc.
Señalar el retiro como guionista de cómic no es solo un hecho anecdótico sino que es parte importante de lo que encontraremos al hundirnos en la lectura de La Tempestad. En la primera página ya se siente una vibra de homenaje a la historia de los autores y publicaciones que influyeron a Alan Moore, desde su infancia lectora hasta su adultez de escritor. Esto se reproduce a lo largo de toda la miniserie en numerosos detalles, diálogos, referencias, diseños de páginas, extras al comienzo y al final de cada capítulo y tanto más. Este libro es atravesado por un Moore que quiere contar y rendir homenaje a los cómics que lo han marcado como lector y como escritor así como también, con un dejo de la nostalgia que lo caracteriza, dejar impresas sus opiniones en el final de su bibliografía. En ese sentido hay varios pasajes de la obra en los que desliza críticas al estado actual de la industria, algo que no es para nada nuevo para quienes siguen sus trabajos y las entrevistas que ha brindado. En cierta medida, La Tempestad es Moore hablando de los cómics que lo influyeron, de los que él fue parte, y con los que discute; de toda su vida y su relación con los cómics, desde el Alan lector niño hasta el Moore lector adulto, y del Alan Moore guionista desde su inicio hasta su disputa con la industria actual. Es su despedida de los cómics combinando una carta de amor al medio con su divorcio de éste, entre el homenaje y la parodia (incluyendo autohomenaje y autoparodia).
Un elemento que se repite en lo que refiere a homenajes está en el diseño de portadas y de varias secuencias dentro del cómic, en donde se luce magistralmente Kevin O’Neill. El dibujante reproduce todo tipo de página y estilo de cómic: desde el aspecto de las tiras de fines del siglo XIX hasta la actualidad, pasando por las revistas inglesas de la década de 1950 y los cómics de superhéroes de 1960, sólo por nombrar algunas de las muchas referencias que son parte del libro, sin dejar en ningún momento sus señas particulares como dibujante. Desafortunadamente, este trabajo también fue una despedida para O’Neill quien falleció en noviembre de 2022. No fue de la misma manera que lo planeó Moore, pero lo realizado en La Tempestad sin lugar a dudas resultó una excelente obra para el final de su carrera.
El hecho de que en cuatro párrafos no hayamos mencionado más que metatextos y prácticamente nada del cómic en sí no debe ser sorprendente para los lectores que han seguido a la Liga desde su primer volumen. En efecto, la intertextualidad es una característica esencial de la saga siendo un universo nuevo que combina todos los universos de ficción (que servían a la historia y al antojo de Moore y O’Neill). Claro que mucha agua ha corrido por debajo de los puentes desde el primer equipo formado por Mina Murray, Allan Quatermain, el Hombre Invisible, Dr. Jekyll / Mr. Hyde, el Capitán Nemo y Orlando hasta el presente cuarto volumen, aún sin dejar de ser una historia que tiene todo que ver con ellos pero también con muchos más que han ido cursando las páginas de los diferentes capítulos. No ha perdido su esencia, aunque sí se ha complejizado bastante y el pastiche producido en esta entrega lo hace aún más complicado pero también más divertido: dos escenas dentro de la misma secuencia pueden aparecer con diseños por completo diferentes, sin cortar la línea de la narración. Por supuesto, es divertido en términos de lectores que disfrutan tanto de leer a Alan Moore como de la serie de LoEG. Deben ser muy pocos los lectores de La Tempestad que hayan caído a él sin cumplir una de las dos condiciones referidas (si no las dos).
De todos modos, incluso si responde afirmativamente a ambas, como siempre con La Liga es una lectura para hacer con anotaciones a mano para utilizar durante la lectura o para repasar luego de cada capítulo o al finalizar toda la lectura del libro. La mayoría de las anotaciones son referencias a personajes de distintas obras culturales pero en ocasiones señalan detalles que pueden escaparse o que no estamos seguros de haber interpretado o identificado bien, y resultan un acompañamiento importante y en ocasiones necesario. Jess Nevins es quien se ha hecho un especialista en este trabajo de realizar las anotaciones de LoEG pero para el cuarto volumen no las puedo completar, y surge la alternativa del sitio Panelwise.
Abordando específicamente el cómic, el centro de la trama La Tempestad se ubica semanas después del final del tercer volumen y se ocupará de cerrar la historia de sus personajes, a la vez que atar cabos sueltos que han quedado (muchos de ellos de menciones que vimos en el Black Dossier pero no en los volúmenes anteriores). Con ese propósito básico, Moore y O’Neill narran una última aventura de los personajes que ellos crearon en base a tantas otras obras de ficción que los hace circular por varios de los escenarios que también han desarrollado inspirados en aquellas. La historia que se narra es en verdad bastante simple, aun combinando varias subtramas: una de venganza, una de ciencia ficción (viajeros del tiempo que regresan para evitar una catástrofe), y una conspiración de máximo alcance que estuvo detrás de toda la historia que leímos. Aunque el libro ya tenga dos años de publicado, no lo revelaremos aquí. De igual modo no haremos alusión a la referencia del título, que un punto puede ser adivinada de antemano pero en su desenlace gana una connotación más que a priori no era tan obvia; y con ella, un merecido final de intertextualidad total.
Antes de concluir, merece un párrafo aparte el cómic que oficia de complemento y que se relaciona directamente con la historia principal, incluido luego de cada capítulo. Este narra la formación de una Liga de la Justicia con múltiples referencias al género superheroico de la década de 1960, en el cual se despliega lo señalado al comienzo de esta reseña sobre el homenaje y la opinión de Alan Moore en cuanto al medio y en particular ese género con un dejo paródico. Pero además de ello es notable el trabajo de Kevin O’Neill para recrear el cómic en su pluma, brindando él también su propio homenaje a los personajes e historias que lo marcaron de niño desde los créditos hasta la página de fichas de personajes.
Sin dudas, el disfrute mayor de este cómic se encuentra en las formas que sus autores imprimen a lo que narran: la sucesión de estilos diferentes, el ritmo narrativo, los diálogos, las referencias curiosas de la literatura y la cultura popular, y demás detalles que hemos acumulado en veinte años y tres volúmenes (más el Dossier y la trilogía de Nemo). Se nota a cada página que la dupla autoral disfrutó como nunca antes haciendo esta obra juntos, dejando todo de ellos.
La Tempestad es una despedida por todo lo alto a La Liga de Caballeros Extraordinarios, así como al Alan Moore guionista de cómics y a Kevin O’Neill en su último gran trabajo. Y quizás aún mejor, es también una excelente excusa para volver a leer La Liga desde el volumen inicial y de corrido hasta este final y sumergirnos en un apasionante universo ficcional compuesto de infinitos universos de toda la historia de la literatura y de la cultura popular.
Lo mejor
• Alan Moore y Kevin O’Neill divirtiéndose como nunca con su creación.
Lo peor
• Por momentos, es demasiado necesario tener las anotaciones a mano
• Una de la edición: no incluye las gafas 3D.
• No habrá más League of Extraordinary Gentlemen
Guión - 9
Dibujo - 9.5
Interés - 9.5
9.3
Una despedida por todo lo alto a La Liga de Caballeros Extraordinarios
Uf, por un momento he pensado que se había publicado un nuevo volumen de la Liga de los Hombres Extraordinarios y no, es el que se editó hace un par de años. Siempre es buen momento para leerlo, un final estupendo, que eleva el nivel de algunos volúmenes intermedios que resultaron algo flojillos. Lo que me sorprende, tratándose de Alan Moore, es que la historia termine más o menos bien. Si no contamos que la mayoría de integrantes de esta Liga ha muerto hace eones, claro.
Y muchas gracias por la recomendación de Panelwise, están muy bien estas anotaciones, menudo curro.
Jeje no, es un acto de justicia reseñar el libro que no lo habíamos abordado en su momento.
De acuerdo en lo que decís al final, aporta a lo de ser una buena despedida para la serie y para ellos de los cómics.
Gracias a vos por tu comentario!
La verdad es que me gustaron más los dos primeros, los que son más en plan plàstiche sin pretensiones. El resto están bien, pero al final releer releer solo los dos primeros.